Homilías del Papa y Temas sacerdotales
Contemplar
el Evangelio de hoy

Evangelio
de hoy
Master·evangeli.net
Día
litúrgico:
Viernes XXII del tiempo ordinario
Texto del Evangelio (Lc 5,33-39): En aquel
tiempo, los fariseos y los maestros de la Ley dijeron a Jesús: «Los discípulos
de Juan ayunan frecuentemente y recitan oraciones, igual que los de los
fariseos, pero los tuyos comen y beben». Jesús les dijo: «¿Podéis acaso hacer
ayunar a los invitados a la boda mientras el novio está con ellos? Días vendrán
en que les será arrebatado el novio; entonces ayunarán en aquellos días».
Les dijo también una parábola: «Nadie rompe
un vestido nuevo para echar un remiendo a uno viejo; de otro modo, desgarraría
el nuevo, y al viejo no le iría el remiendo del nuevo. Nadie echa tampoco vino
nuevo en pellejos viejos; de otro modo, el vino nuevo reventaría los pellejos,
el vino se derramaría, y los pellejos se echarían a perder; sino que el vino
nuevo debe echarse en pellejos nuevos. Nadie, después de beber el vino añejo, quiere
del nuevo porque dice: ‘El añejo es el bueno’».
Rev.
D. Frederic RÀFOLS i Vidal
(Barcelona,
España)
«¿Podéis
acaso hacer ayunar a los invitados a la boda mientras el novio está con ellos?»
Hoy, en nuestra reflexión sobre el Evangelio,
vemos la trampa que hacen los fariseos y los maestros de la Ley, cuando
tergiversan una cuestión importante: sencillamente, ellos contraponen el ayunar
y rezar de los discípulos de Juan y de los fariseos al comer y beber de los
discípulos de Jesús.
Jesucristo nos dice que en la vida hay un
tiempo para ayunar y rezar, y que hay un tiempo de comer y beber. Eso es: la
misma persona que reza y ayuna es la que come y bebe. Lo vemos en la vida
cotidiana: contemplamos la alegría sencilla de una familia, quizá de nuestra
propia familia. Y vemos que, en otro momento, la tribulación visita aquella
familia. Los sujetos son los mismos, pero cada cosa a su tiempo: «¿Podéis acaso
hacer ayunar a los invitados a la boda mientras el novio está con ellos? Días
vendrán...» (Lc 5,34).
Todo tiene su momento; bajo el cielo hay un
tiempo para cada cosa: «Un tiempo de rasgar y un tiempo de coser» (Qo 3,7).
Estas palabras dichas por un sabio del Antiguo Testamento, no precisamente de
los más optimistas, casi coinciden con la sencilla parábola del vestido
remendado. Y seguramente coinciden de alguna manera con nuestra propia
experiencia. La equivocación es que en el tiempo de coser, rasguemos; y que
durante el tiempo de rasgar, cosamos. Es entonces cuando nada sale bien.
Nosotros sabemos que como Jesucristo, por la pasión y
muerte, llegaremos a la gloria de la Resurrección, y todo otro camino no es el
camino de Dios. Precisamente, Simón Pedro es amonestado cuando quiere alejar al
Señor del único camino: «¡Tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los
hombres!» (Mt 16,23). Si podemos gozar de unos momentos de paz y de alegría,
aprovechémoslos. Seguramente ya nos vendrán momentos de duro ayuno. La única
diferencia es que, afortunadamente, siempre tendremos al novio con nosotros. Y
es esto lo que no sabían los fariseos y, quizá por eso, en el Evangelio casi
siempre se nos presentan como personas malhumoradas. Admirando la suave ironía
del Señor que se trasluce en el Evangelio de hoy, sobre todo, procuremos no ser
personas malhumoradas
No hay comentarios:
Publicar un comentario