domingo, 31 de mayo de 2015

Evangelio de hoy, Santísima Trinidad 31/05/2015

Homilías del Papa y Temas sacerdotales


Icono de la SANTÍSIMA TRINIDAD
de RUBLEV

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Evangelio de hoy

Master·evangeli.net

Día litúrgico: La Santísima Trinidad (B)

Texto del Evangelio (Mt 28,16-20): En aquel tiempo, los once discípulos marcharon a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Y al verle le adoraron; algunos sin embargo dudaron. Jesús se acercó a ellos y les habló así: «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo».


Comentario:
 Mons. F. Xavier CIURANETA i Aymí 
Obispo Emérito de Lleida (Lleida, España)

Haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo

Hoy, la liturgia nos invita a adorar a la Trinidad Santísima, nuestro Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Un solo Dios en tres Personas, en el nombre del cual hemos sido bautizados. Por la gracia del Bautismo estamos llamados a tener parte en la vida de la Santísima Trinidad aquí abajo, en la oscuridad de la fe, y, después de la muerte, en la vida eterna. Por el Sacramento del Bautismo hemos sido hechos partícipes de la vida divina, llegando a ser hijos del Padre Dios, hermanos en Cristo y templos del Espíritu Santo. En el Bautismo ha comenzado nuestra vida cristiana, recibiendo la vocación a la santidad. El Bautismo nos hace pertenecer a Aquel que es por excelencia el Santo, el «tres veces santo» (cf. Is 6,3).

El don de la santidad recibido en el Bautismo pide la fidelidad a una tarea de conversión evangélica que ha de dirigir siempre toda la vida de los hijos de Dios: «Ésta es la voluntad de Dios: vuestra santificación» (1Tes 4,3). Es un compromiso que afecta a todos los bautizados. «Todos los fieles, de cualquier estado o régimen de vida, son llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad» (Concilio Vaticano II, Lumen gentium, n. 40).

Si nuestro Bautismo fue una verdadera entrada en la santidad de Dios, no podemos contentarnos con una vida cristiana mediocre, rutinaria y superficial. Estamos llamados a la perfección en el amor, ya que el Bautismo nos ha introducido en la vida y en la intimidad del amor de Dios.

Con profundo agradecimiento por el designio benévolo de nuestro Dios, que nos ha llamado a participar en su vida de amor, adorémosle y alabémosle hoy y siempre. «Bendito sea Dios Padre, y su único Hijo, y el Espíritu Santo, porque ha tenido misericordia de nosotros» (Antífona de entrada de la misa).

viernes, 29 de mayo de 2015

Homilías del Papa, La fe verdadera hace milagros, 29/05/2015

Homilías del Papa y Temas sacerdotales

Vatican

La fe verdadera hace milagros, 
los negocios no, dijo el Papa

2015-05-29 Radio Vaticana


(RV).-  La fe auténtica, abierta a los demás y al perdón, hace milagros. Que Dios nos ayude a no caer en una religiosidad egoísta y especuladora. Lo dijo el Papa en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta.

Jesús condena el egoísmo espiritual

Refiriéndose al Evangelio del día que propone “tres modos de vivir” en las imágenes de la higuera que no da frutos, en los especuladores del templo y en el hombre de fe, Francisco explicó que “la higuera  representa la esterilidad, es decir una vida estéril, incapaz de dar cualquier cosa. Una vida que no fructifica, incapaz de hacer el bien”:

“Vive para sí mimos; tranquilo, egoísta, no quiere problemas. Y Jesús maldice la higuera, porque es estéril, porque no hacía lo que debía para dar fruto. Representa a la persona que no hace nada para ayudar, que vive siempre para sí misma, a fin de que no le falte nada. Al final éstos se vuelven neuróticos, ¡todos! Jesús condena la esterilidad espiritual, el egoísmo espiritual. ‘¡Yo vivo para mí, que a mí no me falte nada y que los demás se las arreglen!’”.

No hacer un negocio de la religión

El otro modo de vivir  – subrayó el Papa – “es el de los explotadores, el de los especuladores del templo. Explotan incluso el lugar sagrado de Dios para hacer negocios: cambian las monedas, venden los animales para el sacrificio, también entre ellos tienen como un sindicato para defenderse. Y esto – recordó Francisco –  no sólo era tolerado, sino incluso permitido por los sacerdotes del templo”. Son “aquellos que hacen de la religión un negocio”.

El Santo Padre recordó asimismo que en la Biblia está la historia de los hijos de un sacerdote que “inducían a la gente a dar ofertas y ganaban tanto, incluso con los pobres”. Y “Jesús no ahorra sus palabras”: “Mi casa será llamada casa de oración. ¡Ustedes, en cambio, han hecho de ella una cueva de ladrones!”:

“La gente que iba en peregrinación allí a pedir la bendición del Señor, a hacer un sacrificio: ¡allí, aquella gente era explotada! Los sacerdotes allí no enseñaban a rezar, no les daban la catequesis… Era una cueva de ladrones. Paguen, entren… Hacían ritos vacíos, sin piedad. No sé si nos hará bien pensar si entre nosotros sucede algo de este tipo en algún lugar. No lo sé. Es utilizar las cosas de Dios para beneficio propio”.

La fe que ayuda a los demás hace milagros

El tercer modo de vivir es “la vida de fe”, como indica Jesús: “Tengan fe en Dios. Si uno dijera a este monte ‘levántate y échate en el mar’, sin dudar en su corazón, pero creyendo que cuanto dice va a suceder, eso sucederá. Todo lo que pedirán en la oración, tengan fe en que lo obtendrán y sucederá’. Sucederá precisamente lo que nosotros pedimos con fe”:

“Es el estilo de vida de la fe. ‘Padre, ¿qué debo hacer por esto?’; ‘Pero pídele al Señor que te ayude a hacer cosas buenas, pero con fe. Sólo a una condición: cuando ustedes se pondrán a rezar pidiendo esto, si tienen algo contra alguien, perdonen. Es la única condición, para que también su Padre que está en los cielos les perdone a ustedes sus culpas’. Éste es el tercer estilo de vida. La fe, la fe para ayudar a los demás, para acercarse a Dios. Esta fe que hace milagros”.

La oración conclusiva del Papa Francisco fue: 

“Pidamos hoy al Señor que nos enseñe este estilo de vida de fe y que nos ayude a no caer jamás, a nosotros, a cada uno de nosotros, a la Iglesia, en la esterilidad y la especulación”.

(María Fernanda Bernasconi - RV).

(from Vatican Radio)

Evangelio de hoy, ¿Con qué autoridad haces esto? 30/05/2015

Homilías del Papa y Temas sacerdotales

Contemplar el Evangelio de hoy

Evangelio de hoy
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Día litúrgico:
 Sábado VIII del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mc 11,27-33): En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos volvieron a Jerusalén y, mientras paseaba por el Templo, se le acercan los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos, y le decían: «¿Con qué autoridad haces esto?, o ¿quién te ha dado tal autoridad para hacerlo?». Jesús les dijo: «Os voy a preguntar una cosa. Respondedme y os diré con qué autoridad hago esto. El bautismo de Juan, ¿era del cielo o de los hombres? Respondedme».
Ellos discurrían entre sí: «Si decimos: ‘Del cielo’, dirá: ‘Entonces, ¿por qué no le creísteis?’. Pero, ¿vamos a decir: ‘De los hombres’?». Tenían miedo a la gente; pues todos tenían a Juan por un verdadero profeta. Responden, pues, a Jesús: «No sabemos». Jesús entonces les dice: «Tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto».

Comentario: 
Mn. Antoni BALLESTER i Díaz 
(Camarasa, Lleida, España)

¿Con qué autoridad haces esto?

Hoy, el Evangelio nos pide que pensemos con qué intención vamos a ver a Jesús. Hay quien va sin fe, sin reconocer su autoridad: por eso, «se le acercan los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos, y le decían: ‘¿Con qué autoridad haces esto?, o ¿quién te ha dado tal autoridad para hacerlo?’» (Mc 11,27-28).

Si no tratamos a Dios en la oración, no tendremos fe. Pero, como dice san Gregorio Magno, «cuando insistimos en la oración con toda vehemencia, Dios se detiene en nuestro corazón y recobramos la vista perdida». Si tenemos buena disposición, aunque estemos en un error, viendo que la otra persona tiene razón, acogeremos sus palabras. Si tenemos buena intención, aunque arrastremos el peso del pecado, cuando hagamos oración Dios nos hará comprender nuestra miseria, para que nos reconciliemos con Él, pidiendo perdón de todo corazón y por medio del sacramento de la penitencia.

La fe y la oración van juntas. Nos dice san Agustín que, «si la fe falta, la oración es inútil. Luego, cuando oremos, creamos y oremos para que no falte la fe. La fe produce la oración, y la oración produce a su vez la firmeza de la fe». Si tenemos buena intención, y acudimos a Jesús, descubriremos quién es y entenderemos su palabra, cuando nos pregunte: «El bautismo de Juan, ¿era del cielo o de los hombres?» (Mc 11,30). Por la fe, sabemos que era del cielo, y que su autoridad le viene de su Padre, que es Dios, y de Él mismo porque es la segunda Persona de la Santísima Trinidad.

Porque sabemos que Jesús es el único salvador del mundo, acudimos a su Madre que también es Madre nuestra, para que deseando acoger la palabra y la vida de Jesús, con buena intención y buena voluntad, tengamos la paz y la alegría de los hijos de Dios.

Sacerdote para siempre quiero ser

Homilías del Papa y Temas sacerdotales





Sacerdote para siempre quiero ser


Homilías del Papa Tres estilos de vida 29/05/2015

Homilías del Papa y Temas sacerdotales


Misa en Santa Marta 

Tres estilos de vida


2015-05-30 L’Osservatore Romano

La Higuera maldecida

«Tres modo de vivir la vida». Los indicó el Papa Francisco durante la misa en Santa Marta el viernes 29 de mayo, partiendo del pasaje del Evangelio de san Marcos (11, 11-25) que propone precisamente tres actitudes vinculadas a otras figuras: la «de la higuera», la de los «especuladores del templo» y la «del hombre de fe».

Ya el jueves 29, en la celebración matutina, el Papa Francisco había indicado las características de tres tipos de discípulos de Jesús —los «que no escuchaban el grito de ayuda» del ciego, los que «alejaban a la gente de Jesús» y, por último, «los que ayudaban a la gente que tenía necesidad de ir a Jesús»— invitando a todos a un examen de conciencia para reconocer el grupo de pertenencia. Al día siguiente volvió a presentar una reflexión similar, inspirada en el pasaje evangélico de san Marcos.

La higuera, explicó al respecto, «representa la esterilidad, es decir una vida estéril, incapaz de dar algo». Una vida, es decir, que no da frutos, «incapaz de hacer el bien», porque ese tipo de hombre «vive para sí mismo; tranquilo, egoísta», no quiere «problemas». En el pasaje evangélico Jesús maldice la higuera porque es estéril, «porque no puso de su parte para dar fruto», convirtiéndose así en el símbolo de la «persona que no hace nada para ayudar, que vive siempre para sí misma, a fin de que no le falta nada».

Estas personas, continuó el Papa, al final «llegan a ser neuróticas». Y «Jesús condena la esterilidad espiritual, el egoísmo espiritual» de quien piensa: «Yo vivo para mí: que a mí no me falte nada y los demás que se las arreglen».

Hay luego un segundo «modo de vivir la vida», y es el «de los explotadores, de los especuladores del templo». Ellos «explotan incluso el lugar sagrado de Dios para hacer sus negocios: cambian las monedas, venden los animales para el sacrificio, incluso entre ellos forman como un sindicato para defenderse». Un estilo «no sólo tolerado, sino también permitido por los sacerdotes del templo». Para hacer que se comprenda mejor, el Pontífice hizo referencia a otra escena, «muy fea», narrada en la Biblia, que describe «a los que hacen de la religión un negocio»: es la historia del sacerdote cuyos hijos «impulsaban a la gente a dar donativos y ganaban mucho, también de los pobres». Para ellos «Jesús no ahorra palabras» y a los mercaderes del templo les dice: «Mi casa es casa de oración. Vosotros, en cambio, la habéis convertido en una cueva de ladrones». Un pasaje duro, en el cual el Papa quiso detenerse: la gente «iba en peregrinación allí a pedir la bendición del Señor, a ofrecer un sacrificio» y precisamente allí «esa gente se veía explotada»; los sacerdotes «no enseñaban a rezar, no les daban catequesis... Era una cueva de ladrones». No les interesaba que existiera una verdadera devoción: «pagad, entrad...». Realizaban los ritos «sin devoción auténtica». De aquí el Papa Francisco partió para invitar a una reflexión: «No sé si nos hará bien pensar si entre nosotros hay algo por el estilo en algún sitio»: o sea «utilizar las cosas de Dios para el propio beneficio».

Existe, por último, una tercera tipología, y es la «que aconseja Jesús, es decir, la vida de fe». Para describirla, el Pontífice retomó la lectura del Evangelio de san Marcos y recordó que cuando los discípulos vieron la higuera seca desde la raíz «porque Jesús la había maldecido», Pedro le dijo: «Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado». Y Jesús aprovechando la ocasión para indicar el justo «estilo de vida» le responde: «Tened fe en Dios. En verdad os digo que si uno dice a este monte: “quítate y arrójate al mar”, y no duda en su corazón, sino que cree en que sucederá lo que dice, lo obtendrá. Por eso os digo: “Todo cuanto pidáis en la oración, creed que os lo han concedido y lo obtendréis». Así, pues, explicó el Papa, «sucederá precisamente lo que hemos pedido con fe: es el estilo de vida de la fe».

Alguien podría preguntar: «Padre, ¿qué tengo que hacer para esto?». La respuesta para el Papa Francisco es sencilla: «Pídelo al Señor, que te ayude a hacer cosas buenas, pero con fe». Sencillo, pero con «una condición» que es Jesús mismo quien la indica: «Cuando os pongáis a orar, perdonad lo que tengáis contra otros, para que también vuestro Padre del cielo os perdone vuestras culpas».

Vivir, por lo tanto, «la fe para ayudar a los demás, para acercarse a Dios», la fe «que hace milagros», es el tercer estilo de vida sugerido. El Pontífice, así, resumió los tres posibles caminos que se presentan al cristiano: el primero es el de la «persona estéril» que no tiene intenciones de «dar frutos en la vida» y vive «la vida cómoda, tranquila, sin problemas y se marcha»: el estilo de quien no se preocupa por hacer el bien. Luego están aquellos «que explotan a los demás, incluso en la casa de Dios; los explotadores, los especuladores del templo», a quienes Jesús «expulsa» con el látigo. Por último, el estilo de quien tiene «confianza en Dios» y sabe que lo que pide al Señor con fe, «sucederá». Y es precisamente esto «lo que nos aconseja Jesús: el camino de Jesús», que se puede recorre con una sola condición: «perdonad, perdonad a los demás, para que vuestro Padre os perdone a vosotros por tantas cosas».

Como conclusión, el Papa invitó a todos a pedir al Señor —«en el sacrificio de la Eucaristía»— que nos enseñe a «cada uno de nosotros, a la Iglesia», a nunca caer «en la esterilidad y la especulación».



Evangelio de hoy Viernes VIII del tiempo ordinario 29/05/2015

Homilías del Papa y Temas sacerdotales


Contemplar el Evangelio de hoy
Evangelio de hoy
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Día litúrgico:
Viernes VIII del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mc 11,11-25): En aquel tiempo, después de que la gente lo había aclamado, Jesús entró en Jerusalén, en el Templo. Y después de observar todo a su alrededor, siendo ya tarde, salió con los Doce para Betania.

Al día siguiente, saliendo ellos de Betania, sintió hambre. Y viendo de lejos una higuera con hojas, fue a ver si encontraba algo en ella; acercándose a ella, no encontró más que hojas; es que no era tiempo de higos. Entonces le dijo: «¡Que nunca jamás coma nadie fruto de ti!». Y sus discípulos oían esto.

Llegan a Jerusalén; y entrando en el Templo, comenzó a echar fuera a los que vendían y a los que compraban en el Templo; volcó las mesas de los cambistas y los puestos de los vendedores de palomas y no permitía que nadie transportase cosas por el Templo. Y les enseñaba, diciéndoles: «¿No está escrito: ‘Mi Casa será llamada Casa de oración para todas las gentes?’.¡Pero vosotros la tenéis hecha una cueva de bandidos!». Se enteraron de esto los sumos sacerdotes y los escribas y buscaban cómo podrían matarle; porque le tenían miedo, pues toda la gente estaba asombrada de su doctrina. Y al atardecer, salía fuera de la ciudad.

Al pasar muy de mañana, vieron la higuera, que estaba seca hasta la raíz. Pedro, recordándolo, le dice: «¡Rabbí, mira!, la higuera que maldijiste está seca». Jesús les respondió: «Tened fe en Dios. Yo os aseguro que quien diga a este monte: ‘Quítate y arrójate al mar’ y no vacile en su corazón sino que crea que va a suceder lo que dice, lo obtendrá. Por eso os digo: todo cuanto pidáis en la oración, creed que ya lo habéis recibido y lo obtendréis. Y cuando os pongáis de pie para orar, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre, que está en los cielos, os perdone vuestras ofensas».

Comentario: 
Fra. Agustí BOADAS Llavat OFM (
Barcelona, España)

Todo cuanto pidáis en la oración, creed que ya lo habéis recibido

Hoy, fruto y petición son palabras clave en el Evangelio. El Señor se acerca a una higuera y no encuentra allí frutos: sólo hojarasca, y reacciona maldiciéndola. Según san Isidoro de Sevilla, “higo” y “fruto” tienen la misma raíz. Al día siguiente, sorprendidos, los Apóstoles le dicen: «¡Rabbí, mira!, la higuera que maldijiste está seca» (Mc 11,21). En respuesta, Jesucristo les habla de fe y de oración: «Tened fe en Dios» (Mc 11,22).

Hay gente que casi no reza, y, cuando lo hacen, es con vista a que Dios les resuelva un problema tan complicado que ya no ven en él solución. Y lo argumentan con las palabras de Jesús que acabamos de escuchar: «Todo cuanto pidáis en la oración, creed que ya lo habéis recibido y lo obtendréis» (Mc 11,24). Tienen razón y es muy humano, comprensible y lícito que, ante los problemas que nos superan, confiemos en Dios, en alguna fuerza superior a nosotros.

Pero hay que añadir que toda oración es “inútil” («vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes de pedírselo»: Mt 6,8), en la medida en que no tiene una utilidad práctica directa, como —por ejemplo— encender una luz. No recibimos nada a cambio de rezar, porque todo lo que recibimos de Dios es gracia sobre gracia.

Por tanto, ¿no es necesario rezar? Al contrario: ya que ahora sabemos que no es sino gracia, es entonces cuando la oración tiene más valor: porque es “inútil” y es “gratuita”. Aun con todo, hay tres beneficios que nos da la oración de petición: paz interior (encontrar al amigo Jesús y confiar en Dios relaja); reflexionar sobre un problema, racionalizarlo, y saberlo plantear es ya tenerlo medio solucionado; y, en tercer lugar, nos ayuda a discernir entre aquello que es bueno y aquello que quizá por capricho queremos en nuestras intenciones de la oración. Entonces, a posteriori, entendemos con los ojos de la fe lo que dice Jesús: «Todo lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo» (Jn 14,13).

jueves, 28 de mayo de 2015

Homilías del Papa 2015-05-28 Los cristianos mundanos..

Homilías del Papa y Temas sacerdotales


Papa Francisco: 
Los cristianos mundanos y rigoristas
 alejan a la gente de Jesús
2015-05-28 Radio Vaticana

(RV).-   Hay cristianos que alejan a la gente de Jesús porque piensan sólo en su relación con Dios o porque son especuladores o mundanos o rigoristas. Y hay cristianos que escuchan verdaderamente el grito de cuantos tienen necesidad del Señor: Es la reflexión del Papa en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta.

En efecto el Pontífice al comentar el Evangelio del ciego Bartimeo que pide a gritos a Jesús que lo cure y a quien los discípulos le dicen que se calle, el Papa Francisco enumeró tres grupos de cristianos. Hay cristianos que se ocupan sólo de su relación con Jesús, una relación “cerrada y egoísta”, y no sienten el grito de los demás:

“Aquel grupo de gente, tampoco hoy siente el grito de los tantos que tienen necesidad de Jesús. Un grupo de indiferentes: no sienten, creen que la vida es su grupito, allí; están contentos; son sordos al clamor de tanta gente que tiene necesidad de salvación, que tiene necesidad de la ayuda de Jesús, que tiene necesidad de la Iglesia. Esta gente es gente egoísta. Vive para sí misma. Son incapaces de sentir la voz de Jesús”.

“Después  –  prosiguió el Papa Bergoglio –  están aquellos que sienten este grito que pide ayuda, pero que quieren hacerlo acallar”. Como cuando los discípulos alejaron a los niños, “para que no incomodaran al Maestro”: “el Maestro era de ellos, era para ellos, no era para todos. Esta gente aleja de Jesús a aquellos que gritan, que tienen necesidad de fe, que tienen necesidad de salvación”. Entre estos se encuentran los “especuladores, que están cerca de Jesús”, están en el templo, parecen “religiosos”, pero “Jesús los expulsó, porque hacían negocios allí, en la casa de Dios”.

Son aquellos “que no quieren oír el grito de petición de ayuda, sino que prefieren hacer sus negocios y usan al pueblo de Dios, usan a la Iglesia, para hacer sus propios negocios. Estos especuladores alejan a la gente de Jesús”. Y en este grupo están los cristianos “que no dan testimonio”:

“Son cristianos de nombre, cristianos de salón, cristianos de recepción, pero su vida interior no es cristiana, es mundana. Uno que se dice cristiano y vive como un mundano, aleja a aquellos que gritan ayuda a Jesús. Después están los rigoristas, aquellos a los que Jesús reprocha que cargan tantos pesos sobre los hombros de la gente. Jesús les dedica a ellos todo el capítulo 23 de San Mateo. ‘Hipócritas – les dice – explotan a la gente’. Y en lugar de responder al grito que pide salvación, alejan a la gente”.

En fin – dijo el Papa –  hay un tercer grupo de cristianos, “aquellos que ayudan a acercarse a Jesús”:

“Está el grupo de los cristianos que tienen coherencia entre lo que creen y lo que viven, y ayudan a acercarse a Jesús, a la gente que grita, pidiendo salvación, pidiendo la gracia, pidiendo la salud espiritual para su alma”.

“Nos hará bien hacer un examen de conciencia” – concluyó el Pontífice su homilía – para comprender si somos cristianos que alejan a la gente de Jesús o la acercan porque sentimos el grito de tantos que piden ayuda para su propia salvación.

(María Fernanda Bernasconi - RV).

(from Vatican Radio)

miércoles, 27 de mayo de 2015

Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote 28/05/2015

Homilías del Papa y Temas sacerdotales

Evangelio del día y comentarios a la Palabra diaria

Jesucristo, sumo y eterno sacerdote

Octava semana del Tiempo Ordinario
28/05/2015

Hoy es Jesucristo Sacerdote
Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote


El calendario litúrgico general del rito romano celebra una serie de fiestas del Señor Jesús con grado de solemnidad: 

Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, 
Sagrado Corazón de Jesús
 y Jesucristo Rey del Universo.
 El calendario de la Iglesia en España 
aporta una fiesta propia: 
Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote 
(jueves posterior a Pentecostés).

El Nuevo Testamento, específicamente la Carta a los Hebreos, afirma que sólo Jesucristo es el sumo sacerdote en un sentido diverso al sacerdocio veterotestamentario: él ha cumplido plenamente la antigua alianza, pues su culto es auténtico al consistir en la oblación de su persona. 

Esa entrega oblativa, santifica a la Iglesia (Jn 17, 19 s.), que por esa consagración ofrece al Padre en el Espíritu el sacrificio espiritual (1P 2, 5­9; Ap 1, 6; 5, 10; 20, 6). 

Cristo Jesús, siervo obediente, que por su misterio pascual ha entrado en el cielo, lo ha hecho como sumo sacerdote para siempre, no a la manera del sacerdocio levítico de Aarón, sino de Melquisedec (Hb 4, 14­5, 10; 6, 20). 

A partir de la Encarnación en María, el sacerdocio antiguo con su complejo sistema de sacrificios y holocaustos ha pasado. 

Al asumir el Verbo un cuerpo se ha convertido en sacerdote y víctima de manera perfecta (cf. Sal 39), lo que le constituye en Mediador de
la nueva alianza (lTm 2, 5; Hb 8, 6; 9, 1­28), realizando la comunión entre Dios y los hombres (Jn 14, 6).

Toda esta teología bíblica se ha concentrado pedagógica y magistralmente en esta fiesta que celebra el contenido de la obra
sacerdotal de Cristo, su Misterio Pascual en favor de los hombres, realizado una vez para siempre.

Origen de la fiesta
La Sagrada Congregación de Ritos, de acuerdo con el mandato del papa Pío XI en la encíclica Ad catolici sacerdotii, el día 24 de diciembre de 1935, presenta a la Iglesia un formulario de la misa votiva de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote. Dos años más tarde,
la Santa Sede concede una serie de indulgencias a quienes participen en esta celebración orando y ofreciéndose a Dios en favor de los sacerdotes y los seminaristas, para que sean santificados y formados según el corazón de Cristo Sacerdote.

Sin embargo, recogiendo la rica tradición espiritual hispana, los primeros pasos para la institución de la fiesta se dan en España en el
seno de una naciente congregación monástica: Hermanas Oblatas de Cristo Sacerdote. 

En 1950, sus fundadores, padre José María García Lahiguera y madre María del Carmen Hidalgo de Caviedes, en audiencia con Pío XII, piden la gracia de poder celebrar el 25 de abril, fecha fundacional de la congregación, la fiesta de Cristo Sacerdote. La Sede Apostólica, en rescripto del 25 de junio de 1952, concede a la congregación la posibilidad de celebrar la fiesta con la máxima categoría litúrgica. En 1953, en las casas de Madrid y Salamanca, se celebra con toda solemnidad la primera fiesta en honor de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote. 

El presbiterio de Madrid, formado espiritualmente por monseñor García Lahiguera en su labor de padre espiritual del Seminario Conciliar, acoge favorablemente el significado de la fiesta como jornada de santificación sacerdotal. 

La Congregación de San Pedro Apóstol de Presbíteros Seculares de Madrid, con la aprobación de su obispo, el patriarca Eijo Garay, recoge el proyecto de difundir la celebración en la Iglesia universal. 

La congregación matritense se convierte en conducto para recabar adhesiones enviándose, a su vez, cartas e informaciones al resto de las diócesis españolas.

En la última sesión del Concilio Vaticano II, el 25 de octubre de 1965, monseñor García Lahiguera interviene en el aula para tratar sobre la responsabilidad de los obispos en relación con la formación sacerdotal y propone que como monumento litúrgico del concilio, se instituya en la Iglesia universal la fiesta de, Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote.

La madre fundadora de las Oblatas de Cristo Sacerdote solicita, en octubre de 1967, poder rezar el 25 de abril el oficio de Cristo Sacerdote, según un modelo editado en México. 

El trabajo de elaboración de los textos de la misa y oficio divino por parte de la Congregación de Hermanas Oblatas recibe aprobación romana, íntegra y definitiva, el 21 de diciembre de 1971. El material litúrgico queda en la Congregación del Culto como texto oficial para las diócesis que lo soliciten.

Los monjes benedictinos cíe Leyre se encargan de musicalizar los textos eucológicos. 

Tras no pocas vicisitudes, la Conferencia Episcopal Española aprueba la inserción de la fiesta en el calendario nacional y el 6 de junio de 1974, jueves posterior a Pentecostés, se celebra por primera vez en España entera la fiesta de Cristo Sacerdote. 
Preside la solemne concelebración eucarística, en el monasterio de las oblatas de Madrid, el cardenal arzobispo de Toledo y primado de España, don Marcelo González Martín, a la sazón superior mayor del rito mozárabe.

En 1996, los textos de la liturgia de las horas se envían desde Madrid para ser utilizados en las vísperas solemnes que preside el papa Juan Pablo II con motivo del 50 aniversario de su ordenación sacerdotal. 

Un año después, el arzobispo de Madrid, monseñor Antonio María Rouco Varela, establece que esta fiesta sea en la Iglesia diocesana Jornada por la santificación de los sacerdotes».

Teología Litúrgica
La fiesta celebra el sacerdocio de Jesucristo, único acceso al Padre, para la salvación del mundo (cf. Colecta de la Misa y Oficio y Antífona de Tercia). 

El Señor aparece como Sacerdote y Víctima [cf. Antifona de entrada de la Misa; Primera lectura (Is 52, 13­15; 53,1­12),
Segunda lectura (Hb 10, 12­23) y Oración sobre las ofrendas]. 
Este sacerdocio, por la obediente oblación de su cuerpo en la cruz, realizada una vez para siempre, es eterno (cf. Antífona del Magníficat de las 1 Vísperas —Hb 7, 24s­;
 Antífona 1 a de las II vísperas —Sal 109, 4—y Antífona de comunión). Su teología pone de manifiesto la doble modalidad en la participación del único sacerdocio de Cristo, ya que éste elige a sus ministros al interno de un pueblo todo él sacerdotal (cf. Lectura breve de Vísperas —Ap 5, 9 s.; Catecismo 1546 s.; 1120 s.; 1132 s.; 1188; 1273; 1557 s.; 1563— 1566; 1409 s.). 
Especial hincapié se pone en aquellos elegidos por el Señor para servir a la Iglesia en la dispensación de sus misterios, especialmente en la Eucaristía (Cfr. Evangelio de la Misa: Lc 22, 14­20; 

Prefacio de la Misa). Para ellos se implora la santidad como estilo de vida (cf. Preces de laudes), en el espíritu de oblación de toda la Iglesia (cf. Antífona segunda del Oficio de lecturas). 

Por el ministerio de los sacerdotes, hoy se sigue ofreciendo el mismo
sacrificio que entonces se ofreció en el altar de la cruz.

En la colecta, tanto de la misa como de las horas del oficio, se presentan las dos dimensiones del único plan salvífico que lo son también de la vida sacerdotal: la gloria del Padre y la salvación de los hombres. Desde ahí cobran toda su importancia la oblación y la intercesión (cf. Salmo responsorial, Sal 39. Aquí estoy para hacer tu voluntad, Lectura breve de Laudes con su responsorio y Antífona
del Magníficat de las II Vísperas: Padre, yo ruego por ellos...).

El Resucitado que vive para interceder por nosotros (Hb 7, 25), es el sacramento por el que el Padre nos da la vida.  El Espíritu, memoria de la Iglesia, nos posibilita celebrar sacerdotalmente la obra de la salvación.
Manuel González López­Corps
Texto tomado de: Martínez Puche, José A. (director)

http://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/23-05-2013/jesucristo-sacerdote/imprimir



Papa, Audiencia general, miércoles 27/05/2015

Homilías del Papa y Temas sacerdotales

El noviazgo es el tiempo en que los novios 
deben trabajar sobre el amor como artesanos, 
el Papa en su catequesis

El Ppapa habla 

de la belleza del matrimonio,y del noviazgo



El Papa Francisco durante la audiencia general 
del último miércoles de mayo con miles de fieles 
en la Plaza de San Pedro - AFP

27/05/2015 11:04SHARE:
La Iglesia sabe que el amor no se compra

(RV).- En su catequesis de la audiencia general – celebrada el último miércoles de mayo en la Plaza de San Pedro y ante la presencia de varios miles de fieles y peregrinos procedentes de numerosos países – el Papa Francisco, prosiguió sus reflexiones sobre la familia y la vida real, centrándose, en esta ocasión, en el noviazgo, llamado a poner las bases de un proyecto de amor común asumido con plena conciencia.

Hablando en italiano el Santo Padre explicó que la misma palabra “noviazgo”, tiene que ver con la confianza, la confidencia y la fiabilidad. Confidencia con la vocación que Dios da – dijo también Francisco – porque el matrimonio es, ante todo, el descubrimiento de una llamada de Dios.

Tras destacar que es una cosa bella que hoy los jóvenes puedan elegir casarse basándose en el amor recíproco, el Papa afirmó que precisamente la libertad del vínculo requiere una consciente armonía de la decisión, y no sólo una relación basada en la atracción o el sentimiento. Porque como explicó el Obispo de Roma, el matrimonio, como vocación, establece una alianza tan sólida y duradera, que hace de dos vidas una sola, un auténtico milagro de la libertad humana y de la gracia de Dios.

El Papa también recordó que semejante alianza no se improvisa. De ahí que el noviazgo cree las condiciones favorables para que el hombre y la mujer se conozcan a fondo, para que maduren la decisión responsable por algo tan grande, que no se puede comprar ni vender. Mientras la cultura consumista del “usar y tirar” y del “todo y enseguida”, imperante en nuestra sociedad suele tender a convertir el amor en un objeto de consumo, que no puede constituir el fundamento de un compromiso vital.

Por eso Francisco dijo que la Iglesia, en su sabiduría, precisamente para proteger la profundidad del sacramento ha preservado la distinción entre el noviazgo y el matrimonio. Y, de hecho, los cursos prematrimoniales constituyen una expresión de su solicitud por la preparación de los esposos.
El Santo Padre concluyó afirmando que el tiempo del noviazgo puede llegar a ser un tiempo de iniciación a la sorpresa de los dones espirituales con los que el Señor, a través de la Iglesia, enriquece el horizonte de la nueva familia que se dispone a vivir en su bendición.


(María Fernanda Bernasconi - RV).
Texto de la catequesis del Papa Francisco
 sobre el noviazgo (con agregados)
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Continuando con estas catequesis sobre la familia, hoy quisiera hablar del noviazgo. El noviazgo tiene que ver con la confianza, la familiaridad, la confiabilidad. Confianza con la vocación que Dios dona, porque el matrimonio es, antes que nada, el descubrimiento de una llamada de Dios.

Ciertamente es algo bello que hoy los jóvenes puedan elegir casarse sobre la base de un amor recíproco. Pero la libertad del vínculo requiere una armonía consciente de la decisión, no sólo un simple entendimiento de la atracción o del sentimiento, de un momento, de un tiempo breve… requiere un camino.

El noviazgo, en otros términos, es el tiempo en el cual los dos están llamados a realizar un trabajo bello sobre el amor, un trabajo partícipe y compartido, que va en profundidad. Se descubre poco a poco el uno al otro, es decir,  el hombre ‘aprende’ acerca de la mujer aprendiendo sobre esta mujer, su novia; y el hombre ‘aprende’ acerca del hombre aprendiendo sobre este hombre, su novio. No subestimemos la importancia de este aprendizaje: es un compromiso bello, y el mismo amor lo solicita, porque no es solamente una felicidad despreocupada, una emoción encantada…

La narración bíblica habla de la creación entera como un trabajo bello del amor de Dios; el libreo de la Génesis dice que: «Dios miró todo lo que había hecho, y vio que era muy bueno. (Gen 1,31). Solamente al final, Dios ‘descansó’. De esta imagen entendemos que el amor de Dios, que dio origen al mundo, no fue una decisión improvisada. ¡No! Fue un trabajo bello. El amor de Dios creó las condiciones concretas de una alianza irrevocable, sólida, destinada a durar.

La alianza de amor entre el hombre y la mujer, alianza para la vida, no se improvisa, no se hace de un día al otro. No existe el matrimonio ‘express’ es necesario trabajar sobre el amor, es necesario caminar. La alianza del amor del hombre y de la mujer se aprende y se refina. Me permito decir que es una alianza artesanal. Hacer de dos vidas una vida sola, es también casi un milagro, un milagro de la libertad y del corazón, confiado a la fe.

Debemos quizá comprometernos más sobre este punto, porque nuestras ‘coordinadas sentimentales’ se han ido un poco en confusión. Quien pretende de querer todo e inmediatamente, después sede también sobre todo - y de inmediato - en la primera dificultad (o en la primera ocasión). No hay esperanza para la confianza y la fidelidad de la donación de sí mismo, si prevalece el hábito a consumir el amor como una especie de ‘suplemento alimenticio’ del bienestar psico-físico. ¡El amor no es esto!

El noviazgo se centra en la voluntad de cuidar juntos algo que nunca deberá ser comprado o vendido, traicionado o abandonado, por más tentadora que pueda ser la propuesta. Pero también Dios, cuando habla de alianza con su pueblo, lo hace algunas veces en términos de noviazgo. El libro de Jeremías, hablando al pueblo que se había alejado de Él, le recuerda cuando el pueblo era la ‘novia’ de Dios y dice así: «Me recuerdo de ti, del afecto de tu juventud, del amor al tiempo de tu noviazgo» (2, 2).

Y Dios ha hecho este recorrido del noviazgo; después hace también una promesa: lo hemos escuchado al inicio de la audiencia, en el libro de Oseas: «Te haré mi esposa para siempre, te haré mi esposa en la justicia y en el derecho, en el amor y en la benevolencia. Te haré mi esposa en la fidelidad y tu conocerás al Señor» (2, 21-22). Es una larga vía la que el Señor recorre con su pueblo en este camino de noviazgo. Al final, Dios se casa con su pueblo en Jesucristo: esposa de Jesús la Iglesia. El Pueblo de Dios es la esposa de Jesús. ¡Pero cuánto camino!
Y ustedes italianos, en su literatura tienen una obra de arte sobre el noviazgo. Es necesario que los jóvenes lo conozcan, que lo lean; es una obra de arte en donde se dice la historia de los novios que han padecido tanto dolor, han recorrido un camino lleno de tantas dificultades hasta llegar al final, al matrimonio. No dejen a un lado esta obra de arte sobre el noviazgo que la literatura italiana les ofrece. Vayan hacia adelante, léanlo y verán la belleza, el sufrimiento, pero también la fidelidad de los novios.

La Iglesia, en su sabiduría, cuida la distinción entre el ser novios y el ser esposos, - no es lo mismo - sobre todo en vista de la delicadeza y profundidad de esta evaluación. Estemos atentos a no despreciar con un corazón ligero esta enseñanza sabia, que se nutre también de la experiencia del amor conyugal felizmente vivido. Los símbolos fuertes del cuerpo conservan las claves del alma: no podemos tratar los vínculos de la carne con ligereza, sin abrir alguna duradera en el espíritu (1 Cor 6, 15-20).

Es verdad, la cultura y la sociedad de hoy se han vuelto, más bien, indiferentes a la delicadeza y a la seriedad de este paso. Y por otro lado, no se puede decir que sean generosos con los jóvenes que tienen serias intenciones de formar una familia y a ¡traer al mundo hijos! Es más, a menudo ponen mil obstáculos, mentales y prácticos. El noviazgo es un camino de vida que debe madurar como la fruta, es un camino de madurez en el amor, hasta el momento en que se convierte en matrimonio.

Los cursos prematrimoniales son una expresión especial de la preparación. Y nosotros vemos tantas parejas, que quizá llegan al curso un poco ‘sin quererlo’, “pero estos sacerdotes que nos hacen hacer un curso” Pero ¿por qué? ¡No sabemos! Y van a regañadientes. Pero después están contentos y agradecen, porque de hecho han encontrado allí la ocasión - ¡A menudo la única! – para reflexionar sobre su experiencia en términos no banales. Sí, muchas parejas están juntas tanto tiempo, quizá también en la intimidad, a veces conviviendo, pero no se conocen verdaderamente. Parece extraño, pero la experiencia demuestra que es así. Por eso, va revaluado el noviazgo como tiempo de conocimiento recíproco y de compartida de un proyecto.

El camino de preparación al matrimonio viene configurado en esta perspectiva, valiéndose también del testimonio simple pero intenso de cónyuges cristianos. Y dirigiéndose también aquí al esencial: la Biblia, de redescubrir juntos, en forma consciente; la oración en su dimensión litúrgica, pero también en aquella ‘oración doméstica’, para vivir en familia, los sacramentos, la vida sacramental, la Confesión, en la cual el Señor viene a demorar en los novios y los prepara para recibirse verdaderamente el uno al otro ‘con la gracia de Cristo’; y la fraternidad con los pobres, con los necesitados, que nos provocan a la sobriedad y a la compartida. Los novios que se comprometen en esto crecen los dos y todo esto lleva a preparar una linda celebración del Matrimonio en forma distinta, ¡No mundano sino en modo cristiano!

Pensemos en estas palabras de Dios que hemos escuchado cuando Él habla a su pueblo como el novio a la novia: «Yo te desposaré para siempre, te desposaré en la justicia y el derecho, en el amor y la misericordia; te desposaré en la fidelidad, y tú conocerás al Señor» (Os 2, 21-22). Cada pareja de novios piense en esto y diga el uno al otro: “Te haré mi esposa, te haré mi esposa”. Esperaré aquel momento; es un momento, es un recorrido que va lentamente hacia adelante, pero es un camino de maduración. Las etapas del camino no deben ser quemadas. La maduración se hace así, paso a paso.

El tiempo del noviazgo puede convertirse de verdad en un tiempo de iniciación, ¿A qué? A la sorpresa de los dones espirituales con los cuales el Señor, a través de la Iglesia, enriquece el horizonte de la nueva familia que se dispone a vivir en su bendición. Ahora les invito a rezar a la Sagrada Familia de Nazaret: Jesús, José y María. 

Recen para que la familia realice este camino de preparación; recen por los novios. Recemos a la Virgen todos juntos, un Ave María para todos los novios, para que puedan entender la belleza de este camino hacia el Matrimonio. [Ave María….]. Y a los novios que están en la plaza: “¡Buen camino de noviazgo!”.

(Traducción del italiano de Mercedes De La Torre  - RV).