sábado, 30 de noviembre de 2013

Homilía del Papa Francisco en la Capilla de Santa Marta .2013-11-28

Blog de Tío Paco-Franjaoli-Franja

 
La fe no es un hecho privado, adorar a Dios hasta el final, a pesar de la apostasía y las persecuciones, pide el Papa en su homilía

2013-11-28 Radio Vaticana

Hay “poderes mundanos” que querrían que la religión fuera “una cosa privada”. Pero a Dios, que ha vencido el mundo, se lo adora hasta el final “con confianza y fidelidad”. Es el pensamiento que el Papa Francisco ofreció esta mañana durante la homilía de la Misa celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta. Los cristianos que hoy son perseguidos – dijo – son el signo de la prueba que anuncia la victoria final de Jesús. 

En la lucha final entre Dios y el Mal, que la liturgia propone al final del año, hay una gran insidia, que el Papa llama “la tentación universal”. La tentación de ceder a los halagos de quien quisiera salirse con la suya sobre Dios. Pero precisamente quien cree, tiene un punto de referencia límpido hacia el cual mirar. Es la historia de Jesús, con las pruebas que padeció en el desierto y después las “tantas” soportadas en su vida pública, sazonadas con “insultos” y “calumnias”, hasta la afrenta extrema, la Cruz, pero donde el príncipe del mundo pierde su batalla ante la Resurrección del Príncipe de la paz. El Papa Francisco indicó estos pasajes de la vida de Cristo porque en el trastorno final del mundo, descrito en el Evangelio, la puesta en juego es más alta que el drama representado por las calamidades naturales:

“Cuando Jesús habla de estas calamidades en otro pasaje nos dice que se producirá una profanación del templo, una profanación de la fe, del pueblo: que se producirá la abominación, se producirá la desolación de la abominación. ¿Qué significa eso? Será como el triunfo del príncipe de este mundo: la derrota de Dios. Parece que él, en aquel momento final de calamidades, parece que se adueñará de este mundo, será el amo del mundo”.
He aquí el corazón de la “prueba final”: la profanación de la fe. Que, entre otras cosas, es muy evidente – observó Francisco – dado lo que padece el profeta Daniel, en el relato de la primera lectura: echado en la fosa de los leones por haber adorado a Dios en lugar de al rey. Por tanto, “la desolación de la abominación” – reafirmó el Papa – tiene un nombre preciso, “la prohibición de adoración”:
“No se puede hablar de religión, es una cosa privada, ¿no? De esto públicamente no se habla. Se quitan los signos religiosos. Se debe obedecer a las órdenes que vienen de los poderes mundanos. Se pueden hacer tantas cosas, cosas bellas, pero no adorar a Dios. Prohibición de adoración. Éste es el centro de este fin. Y cuando llegue a la plenitud – al ‘kairós’ de esta actitud pagana, cuando se cumpla este tiempo – entonces sí, vendrá Él: ‘Y verán al Hijo del hombre venir sobre una nube con gran poder y gloria’. Los cristianos que sufren tiempos de persecución, tiempos de prohibición de adoración son una profecía de lo que nos sucederá a todos”.

Y sin embargo, concluyó el Papa Francisco, en el momento en el que los “tiempos de los paganos se habrán cumplido” será el momento de levantar la cabeza, porque estrá “cerca” la “victoria de Jesucristo”:
“No tengamos miedo, sólo Él nos pide fidelidad y paciencia. Fidelidad como Daniel, que ha sido fiel a su Dios y ha adorado a Dios hasta el final. Y paciencia, porque los cabellos de nuestra cabeza no caerán. Así lo ha prometido el Señor. Esta semana nos hará bien pensar en esta apostasía general, que se llama prohibición de adoración y preguntarnos: ‘¿Yo adoro al Señor? ¿Yo adoro a Jesucristo, el Señor? ¿O un poco a medias, hago el juego del príncipe de este mundo?’. Adorar hasta el final, con confianza y fidelidad: ésta es la gracia que debemos pedir esta semana”.

(María Fernanda Bernasconi – RV).

miércoles, 27 de noviembre de 2013

homilías del Papa Francisco en las Misas en la Capilla de la Casa de Santa Marta.

Blog de Tío Paco-Franjaoli-Franja

Síntesis de las homilías del Papa Francisco en las Misas que celebra todas las mañanas en la Capilla de la Casa de Santa Marta.
 2013-11-25 Radio Vaticana

 

Debemos desenmascarar los ídolos que nos impiden amar a Dios

Cada uno de nosotros vive de pequeñas o grandes idolatrías, pero el camino que lleva a Dios pasa por el amor exclusivo a Él, tal como nos lo ha enseñado Jesús. Lo afirmó el Papa Francisco en la homilía de la Misa celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta el pasado 6 de junio.
Cuando el escriba se acerca a Jesús para preguntarle cuál es, según su opinión, el primero de todos los mandamientos, es probable que su intención no fuera tan inocente, dijo el Papa Francisco al comenzar su homilía evaluando el comportamiento de ese hombre que, en el relato evangélico de la liturgia del día, se dirige a Cristo dando la impresión de “ponerlo a prueba”, e incluso de “hacerlo caer en la trampa”. Y cuando – según la cita bíblica de Jesús: “Escucha, Israel. El Señor es nuestro Dios, es el único Señor” – el escriba replica aprobando, el Papa llamó la atención sobre el comentario de Cristo, a saber: “No estás lejos del Reino de Dios”.
En sustancia, explicó el Papa Francisco, con ese “no estás lejos”, Jesús quiso decir al escriba: “Tú conoces bien la teoría”, pero “aún te falta una distancia del Reino de Dios”, es decir, debes caminar para transformar en “realidad este mandamiento”, puesto que “la confesión de Dios” se hace en el “camino de la vida”:
“No basta decir: ‘Pero yo creo en Dios, Dios es el único Dios’. Va todo bien, pero ¿cómo vives tú esto en el camino de la vida? Porque nosotros podemos decir: ‘El Señor es el único Dios, no hay otro’, pero vivir como si Él no fuera el único Dios y tener otras divinidades a nuestra disposición… Está el peligro de la idolatría: la idolatría que viene a nosotros con el espíritu del mundo. Y Jesús, en esto era claro: el espíritu del mundo, no. Y Jesús pide al Padre en la última cena que nos defienda del espíritu del mundo, porque el espíritu del mundo nos lleva a la idolatría”.

“La idolatría – prosiguió diciendo el Papa – es sutil”. Y añadió que “todos nosotros tenemos a nuestros ídolos escondidos” mientras “el camino de la vida para llegar, para no estar lejos del Reino de Dios” comporta “descubrir a los ídolos escondidos”. Un comportamiento que ya se ve en la Biblia – recordó Francisco – en el episodio en el que Raquel, mujer de Jacob, finge que no lleva consigo a los ídolos que, en cambio, tomó de la casa de su padre y escondió detrás de su montura. También nosotros, afirmó el Santo Padre, “los tenemos escondidos en nuestra montura... Pero debemos buscarlos y debemos destruirlos”, porque para seguir a Dios el único camino es el de un amor fundado en la “fidelidad”:
“Y la fidelidad nos pide que echemos a los ídolos, que los descubramos: están escondidos en nuestra personalidad, en nuestro modo de vivir. Pero estos ídolos escondidos hacen que nosotros no seamos fieles en el amor. El Apóstol Santiago, cuando dice 'Quien es amigo del mundo, es enemigo de Dios', comienza diciendo: '¡Adúlteros!'. Nos reprocha, pero con ese adjetivo: adúlteros. ¿Por qué? ¡Porque quien es 'amigo' del mundo es un idólatra, no es fiel al amor de Dios! El camino para no estar lejos, para avanzar, para ir adelante en el Reino de Dios, es un camino de fidelidad que se asemeja al del amor nupcial”.

Aun “con las pequeñas y no tan pequeñas idolatrías que tenemos”, ¿cómo es posible – se preguntó el Papa al concluir su homilía – no ser fieles “a un amor tan grande?”. Para hacerlo, dijo, es necesario confiar en Cristo, que es “fidelidad plena” y que “nos ama tanto”:
“Podemos pedir hoy a Jesús: ‘Señor, tú eres tan bueno, enséñame este camino para estar cada día menos lejos del Reino de Dios, este camino para echar a todos los ídolos’. Es difícil, pero debemos comenzar... Los ídolos escondidos en las tantas monturas, que nosotros tenemos en nuestra personalidad, en el modo de vivir: echar al ídolo del carácter mundano que nos lleva a convertirnos en enemigos de Dios. Pidamos esta gracia a Jesús hoy”.

Producción de María Fernanda Bernasconi (hispano@vatiradio.va).

El espacio “Pensamiento del Papa”, se transmite los lunes en las emisiones informativas de las 17,30; 01,45 y 03,20 UTC.
25 de noviembre


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Homilía del Papa Francisco , d´9ia 26-11-2013

Blog de Tío Paco-Franjaoli-Franja

Síntesis de las homilías del Papa Francisco en las Misas que celebra todas las mañanas en la Capilla de la Casa de Santa Marta


El momento es del hombre, el tiempo es de Dios que lo ilumina con la esperanza, dice el Papa

2013-11-26 Radio Vaticana
El hombre puede creerse soberano del momento, pero sólo Cristo es el dueño del tiempo. Lo afirmó el Papa Francisco en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta. El Santo Padre indicó en la oración la virtud para discernir cada momento de la vida, y en la esperanza en Jesús, la virtud para mirar hacia el fin del tiempo.

Dos consejos, para comprender el transcurso del presente y prepararse al final de los tiempos: oración y esperanza. La oración, junto al discernimiento, ayuda a descifrar los diversos momentos de la vida y orientarlos hacia Dios. La esperanza es el faro que ilumina la última meta de cada vida, y, en sentido escatológico, la del final de los tiempos.

El Papa Francisco reflexionó sobre el Evangelio del día, en el que Jesús explica a los fieles en el Templo lo que deberá suceder antes del fin de la humanidad, tranquilizando sobre el hecho de que ni siquiera el peor de los dramas deberá causar la desesperación de quien cree en Dios.

El Pontífice afirmó que “en este camino hacia el final de nuestro camino, de cada uno de nosotros y también de toda la humanidad, el Señor nos aconseja dos cosas, dos cosas que son diferentes, son diversas según cómo vivimos, porque es diferente vivir en el momento y vivir en el tiempo”:
“Y el cristiano es un hombre o una mujer que sabe vivir en el momento y que sabe vivir en el tiempo. El momento es lo que nosotros tenemos ahora en la mano: pero esto no es el tiempo, ¡esto pasa! Quizá nosotros podamos sentirnos dueños del momento, pero el engaño es creernos dueños del tiempo: ¡el tiempo no es nuestro, el tiempo es de Dios! El momento está en nuestras manos y también en nuestra libertad acerca de cómo tomarlo. Es más: nosotros podemos llegar a ser soberanos del momento, pero hay un solo soberano del tiempo, un solo Señor, Jesucristo”.

El Papa, citando las palabras de Jesús, afirmó que no debemos dejarnos “engañar en el momento”, porque habrá quien se aprovechará de la confusión para presentarse como Cristo. “El cristiano, que es un hombre o una mujer del momento, debe tener esas dos virtudes, esas dos actitudes para vivir el momento: la oración y el discernimiento”.
“Y para conocer los verdaderos signos, para conocer el camino que debo tomar en este momento, es necesario el don del discernimiento y la oración; y la oración para hacerlo bien. En cambio, para mirar el tiempo, del que sólo el Señor es dueño, Jesucristo, nosotros no podemos tener ninguna virtud humana. La virtud para mirar el tiempo debe ser dada, regalada por el Señor: ¡Es la esperanza! Oración y discernimiento para el momento; esperanza para el tiempo”.
“Y así – concluyó el Papa su homilía – el cristiano se mueve en este camino, momento tras momento, con la oración y el discernimiento, pero deja el tiempo a la esperanza”:

“El cristiano sabe esperar al Señor en cada momento, pero espera en el Señor al final de los tiempos. Hombre y mujer del momento y del tiempo: de oración, discernimiento y esperanza. Que el Señor nos conceda la gracia de caminar con sabiduría, que también es un don suyo: la sabiduría que en el momento nos lleve a rezar y a discernir. Y que en el tiempo, que es el mensajero de Dios, nos haga vivir con esperanza”.
(María Fernanda Bernasconi – RV).

lunes, 25 de noviembre de 2013

homilía del Papa Francisco en las Misa en la Capilla de la Casa de Santa Marta.

Blog de Tío Paco-Franjaoli-Franja

 Síntesis de las homilías del Papa Francisco en las Misas que celebra todas las mañanas en la Capilla de la Casa de Santa Marta.
Debemos desenmascarar los ídolos
que nos impiden amar a Dios
2013-11-25 Radio Vaticana
Pensamiento del Papa
25 de noviembre

 Cada uno de nosotros vive de pequeñas o grandes idolatrías, pero el camino que lleva a Dios pasa por el amor exclusivo a Él, tal como nos lo ha enseñado Jesús. Lo afirmó el Papa Francisco en la homilía de la Misa celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta el pasado 6 de junio.


Cuando el escriba se acerca a Jesús para preguntarle cuál es, según su opinión, el primero de todos los mandamientos, es probable que su intención no fuera tan inocente, dijo el Papa Francisco al comenzar su homilía evaluando el comportamiento de ese hombre que, en el relato evangélico de la liturgia del día, se dirige a Cristo dando la impresión de “ponerlo a prueba”, e incluso de “hacerlo caer en la trampa”. Y cuando – según la cita bíblica de Jesús: “Escucha, Israel. El Señor es nuestro Dios, es el único Señor” – el escriba replica aprobando, el Papa llamó la atención sobre el comentario de Cristo, a saber: “No estás lejos del Reino de Dios”.


En sustancia, explicó el Papa Francisco, con ese “no estás lejos”, Jesús quiso decir al escriba: “Tú conoces bien la teoría”, pero “aún te falta una distancia del Reino de Dios”, es decir, debes caminar para transformar en “realidad este mandamiento”, puesto que “la confesión de Dios” se hace en el “camino de la vida”:
“No basta decir: ‘Pero yo creo en Dios, Dios es el único Dios’. Va todo bien, pero ¿cómo vives tú esto en el camino de la vida? Porque nosotros podemos decir: ‘El Señor es el único Dios, no hay otro’, pero vivir como si Él no fuera el único Dios y tener otras divinidades a nuestra disposición… Está el peligro de la idolatría: la idolatría que viene a nosotros con el espíritu del mundo. Y Jesús, en esto era claro: el espíritu del mundo, no. Y Jesús pide al Padre en la última cena que nos defienda del espíritu del mundo, porque el espíritu del mundo nos lleva a la idolatría”.

“La idolatría – prosiguió diciendo el Papa – es sutil”. Y añadió que “todos nosotros tenemos a nuestros ídolos escondidos” mientras “el camino de la vida para llegar, para no estar lejos del Reino de Dios” comporta “descubrir a los ídolos escondidos”. Un comportamiento que ya se ve en la Biblia – recordó Francisco – en el episodio en el que Raquel, mujer de Jacob, finge que no lleva consigo a los ídolos que, en cambio, tomó de la casa de su padre y escondió detrás de su montura. También nosotros, afirmó el Santo Padre, “los tenemos escondidos en nuestra montura... Pero debemos buscarlos y debemos destruirlos”, porque para seguir a Dios el único camino es el de un amor fundado en la “fidelidad”:
“Y la fidelidad nos pide que echemos a los ídolos, que los descubramos: están escondidos en nuestra personalidad, en nuestro modo de vivir. Pero estos ídolos escondidos hacen que nosotros no seamos fieles en el amor. El Apóstol Santiago, cuando dice 'Quien es amigo del mundo, es enemigo de Dios', comienza diciendo: '¡Adúlteros!'. Nos reprocha, pero con ese adjetivo: adúlteros. ¿Por qué? ¡Porque quien es 'amigo' del mundo es un idólatra, no es fiel al amor de Dios! El camino para no estar lejos, para avanzar, para ir adelante en el Reino de Dios, es un camino de fidelidad que se asemeja al del amor nupcial”.

Aun “con las pequeñas y no tan pequeñas idolatrías que tenemos”, ¿cómo es posible – se preguntó el Papa al concluir su homilía – no ser fieles “a un amor tan grande?”. Para hacerlo, dijo, es necesario confiar en Cristo, que es “fidelidad plena” y que “nos ama tanto”:
“Podemos pedir hoy a Jesús: ‘Señor, tú eres tan bueno, enséñame este camino para estar cada día menos lejos del Reino de Dios, este camino para echar a todos los ídolos’. Es difícil, pero debemos comenzar... Los ídolos escondidos en las tantas monturas, que nosotros tenemos en nuestra personalidad, en el modo de vivir: echar al ídolo del carácter mundano que nos lleva a convertirnos en enemigos de Dios. Pidamos esta gracia a Jesús hoy”.

25 de noviembre



sábado, 23 de noviembre de 2013

Síntesis de las homilías del Papa Francisco en las Misas en la Capilla de la Casa de Santa Marta.

Blog de Tío Paco-Franjaoli-Franja


Síntesis de las homilías del Papa Francisco 
en las Misas que celebra todas las mañanas 
en la Capilla de la Casa de Santa Marta.

Informaciones elaboradas por 
L'Osservatore Romano y Radio Vaticano.

Nuestros templos ¿son lugares de adoración?
 preguntó el Papa este viernes
2013-11-22 Radio Vaticana

El templo es un lugar sagrado en el que lo más importante no es la ritualidad, sino “adorar al Señor”. Lo afirmó el Papa Francisco durante su homilía de la Misa de la mañana en la Casa de Santa Marta. El Papa meditó sobre el ser humano que como “templo del Espíritu Santo” está llamado a escuchar a Dios dentro de sí, a pedirle perdón y a seguirlo.

El Templo es la casa de piedra donde un pueblo custodia su alma ante Dios. Pero Templo sagrado es también el cuerpo de un individuo singular, en donde Dios habla y el corazón escucha. El Santo Padre desarrolló su homilía centrándose en estas dos dimensiones, que corren paralelas en la vida cristiana. El motivo lo dio el pasaje litúrgico del Antiguo Testamento, en el que Judas Macabeo vuelve a consagrar el Templo destruido por las guerras. “El Templo – observó el Pontífice – como un punto de referencia de la comunidad, un lugar de referencia del pueblo de Dios”, a donde se va por muchas razones, una de las cuales – explicó – supera todas las demás:



“El Templo es el lugar a donde la comunidad va a rezar, a alabar al Señor, a dar gracias, pero sobre todo a adorar: en el Templo se adora al Señor. Y este es el punto más importante. También, esto es válido para las ceremonias litúrgicas: en esta ceremonia litúrgica, ¿qué es más importante? ¿Los cantos, los ritos – bellos, todo…? La adoración es más importante: toda la comunidad reunida mira el altar donde se celebra el sacrificio y se adora. Pero, yo creo – lo digo humildemente – que quizás nosotros cristianos hemos perdido un poco el sentido de la adoración, y pensamos: vamos al Templo, nos reunimos como hermanos – ¡eso es bueno, es bello! – pero el centro está allí donde está Dios. Y nosotros adoramos a Dios”.

De esta afirmación brota la pregunta, directa: “Nuestros templos – se preguntó el Obispo de Roma – ¿son lugares de adoración, favorecen la adoración? ¿Nuestras celebraciones favorecen la adoración?”. Jesús - recordó Francisco, citando el Evangelio de hoy - echa a los vendedores que habían ocupado el Templo como un lugar de tráficos en vez que de adoración. Pero hay otro “Templo” y otra sacralidad que considerar en la vida de fe:



“San Pablo nos dice que somos templos del Espíritu Santo. Yo soy un templo. El Espíritu de Dios está conmigo. Y también nos dice: ‘¡No entristezcan el Espíritu del Señor que está dentro de ustedes!’. Y también aquí, tal vez no podemos hablar como antes de la adoración, sino de una suerte de adoración que es el corazón que busca el Espíritu del Señor dentro de sí y sabe que Dios está dentro de sí, que el Espíritu Santo está dentro de sí. Lo escucha y lo sigue”.

Ciertamente la secuela de Dios presupone una continua purificación, “porque somos pecadores”, repitió el Papa, insistiendo: "Purificarse con la oración, con la penitencia, con el Sacramento de la reconciliación, con la Eucaristía". Y así, “en estos dos templos – el templo material, el lugar de adoración, y el templo espiritual dentro de mí, donde habita el Espíritu Santo – en estos dos templos nuestra actitud debe ser la piedad que adora y escucha, que reza y pide perdón, que alaba al Señor”:



“Y cuando se habla de la alegría del Templo, se habla de esto: toda la comunidad en adoración, en oración, en acción de gracias, en alabanza. Yo en oración con el Señor, que está dentro de mí porque yo soy ‘templo’. Yo en escucha, yo en disponibilidad. Que el Señor nos conceda este verdadero sentido del Templo, para poder ir adelante en nuestra vida de adoración y de escucha de la Palabra de Dios”.

(Traducción del italiano: Raúl Cabrera-Radio Vaticano

jueves, 21 de noviembre de 2013

Homilía del Papa Francisco 18 de noviembre

Blog de Tío Paco-Franjaoli-Franja

Día 18 de noviembre


Síntesis de las homilías del Papa Francisco en las Misas que celebra todas las mañanas en la Capilla de la Casa de Santa Marta
Dios nos salve del espíritu mundano 
que negocia todo, pide el Papa

Que el Señor nos salve del espíritu mundano que “negocia todo”, non sólo los valores, sino también la fe. Es cuanto afirmó esta mañana el Papa Francisco en su homilía de la Misa celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta. El Santo Padre Papa dijo que es necesario estar en guardia ante lo que definió la “globalización de la uniformidad hegemónica”, fruto de la mundanidad:

El Pueblo de Dios prefiere alejarse del Señor ante una propuesta de mundanidad. Comentando la Primera Lectura, un pasaje del Libro de los Macabeos, el Papa se detuvo en la “raíz perversa” de la mundanidad. Al destacar que los guías del pueblo ya no querían que Israel permaneciera aislado de las demás naciones, abandonan sus propias tradiciones, para ir a tratar con el rey. Van a “negociar” – dijo Francisco – y se sienten entusiastas por esto. Es como si dijeran “somos progresistas, vamos con el progreso, donde va toda la gente”. Y advirtió que se trata del “espíritu del progresismo adolescente” que “cree que ir adelante en cualquier elección, es mejor que permanecer en las costumbres de la fidelidad”. Esta gente, por tanto, negocia con el rey “la fidelidad a Dios siempre fiel”. Y “esto – añadió el Papa – se llama apostasía”, “adulterio”. En efecto, no están negociando algunos valores, “negocian precisamente lo esencial de su ser: la fidelidad al Señor”.

“Y esta es una contradicción: no negociamos los valores, sino que negociamos la fidelidad. Y esto es precisamente el fruto del demonio, del príncipe de este mundo, que nos lleva adelante con el espíritu de la mundanidad. Y después, suceden las consecuencias. Tomaron las costumbres de los paganos, después un paso adelante: el rey prescribió en todo el reino que todos formaran un solo pueblo y cada uno abandonara sus propias usanzas. No es la bella globalización de la unidad de todas las Naciones, sino, cada una con sus propias usanzas, pero unidas, pero es la globalización de la uniformidad hegemónica, es precisamente el pensamiento único. Y este pensamiento único es fruto de la mundanidad”.

El Papa recordó que tras esto “todos los pueblos se adecuaron a las órdenes del rey; aceptaron también su culto, hicieron sacrificios a los ídolos, y profanaron el sábado”. Poco a poco, se fue adelante por este camino. Y al final, “el rey elevó sobre el altar un abomino de devastación”:

“Pero, Padre, ¿esto también sucede hoy? Sí. Porque el espíritu de la mundanidad también existe hoy, también hoy nos lleva con este deseo de ser progresistas siguiendo el pensamiento único. Si a alguien se le encontraba el Libro de la Alianza y si alguien obedecía a la Ley, la sentencia del rey lo condenaba a muerte: y esto lo hemos leído en los periódicos en estos meses. Esta gente ha negociado la fidelidad a su Señor; esta gente, movida por el espíritu del mundo, ha negociado la propia identidad, ha negociado la pertenencia a un pueblo, un pueblo que Dios ama tanto, que Dios quiere como pueblo suyo”.

El Papa hizo referencia a la novela del inicio de 1900, “El amo del mundo” que se detiene precisamente en el “espíritu de la mundanidad que nos lleva a la apostasía”. Y advirtió que hoy se piensa que “debemos ser como todos, debemos ser normales, como hacen todos, con este progresismo adolescente”. Y después observó que “sigue la historia”: “las condenas a muerte, los sacrificios humanos”. “¿Pero ustedes – preguntó el Papa – piensan que hoy no se hagan sacrificios humanos? ¡Se hacen tantos, tantos! Y hay leyes que los protegen”:

“Pero lo que nos consuela es que ante este camino que hace el espíritu del mundo, el príncipe de este mundo, el camino de infidelidad, siempre permanece el Señor que no puede renegar de sí mismo, el Fiel: Él siempre nos espera, Él nos ama tanto y Él nos perdona cuando nosotros, arrepentidos por algún paso, por algún pequeño paso en este espíritu de mundanidad, vamos a Él, Dios fiel ante su pueblo, que no es fiel. Con el espíritu de hijo de la Iglesia pidamos al Señor que con su bondad, con su fidelidad nos salve de este espíritu mundano que negocia todo; que nos proteja y nos haga ir adelante, como ha hecho ir adelante a su pueblo en el desierto, llevándolo de la mano, como un papá lleva a su niño. En la mano del Señor iremos seguros”.

(María Fernanda Bernasconi – RV).

lunes, 18 de noviembre de 2013

Homilías del Papa Francisco, Día 18 del XI

Blog de Tío Paco-Franjaoli-Franja



Síntesis de las homilías del Papa Francisco en las Misas que celebra todas las mañanas en la Capilla de la Casa de Santa Marta.

Informaciones elaboradas por L'Osservatore Romano y Radio Vaticano.




Dios nos salve del espíritu mundano que negocia todo, pide el Papa

Que el Señor nos salve del espíritu mundano que “negocia todo”, non sólo los valores, sino también la fe. Es cuanto afirmó esta mañana el Papa Francisco en su homilía de la Misa celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta. El Santo Padre Papa dijo que es necesario estar en guardia ante lo que definió la “globalización de la uniformidad hegemónica”, fruto de la mundanidad:

El Pueblo de Dios prefiere alejarse del Señor ante una propuesta de mundanidad. Comentando la Primera Lectura, un pasaje del Libro de los Macabeos, el Papa se detuvo en la “raíz perversa” de la mundanidad. Al destacar que los guías del pueblo ya no querían que Israel permaneciera aislado de las demás naciones, abandonan sus propias tradiciones, para ir a tratar con el rey. Van a “negociar” – dijo Francisco – y se sienten entusiastas por esto. Es como si dijeran “somos progresistas, vamos con el progreso, donde va toda la gente”. Y advirtió que se trata del “espíritu del progresismo adolescente” que “cree que ir adelante en cualquier elección, es mejor que permanecer en las costumbres de la fidelidad”. Esta gente, por tanto, negocia con el rey “la fidelidad a Dios siempre fiel”. Y “esto – añadió el Papa – se llama apostasía”, “adulterio”. En efecto, no están negociando algunos valores, “negocian precisamente lo esencial de su ser: la fidelidad al Señor”.

“Y esta es una contradicción: no negociamos los valores, sino que negociamos la fidelidad. Y esto es precisamente el fruto del demonio, del príncipe de este mundo, que nos lleva adelante con el espíritu de la mundanidad. Y después, suceden las consecuencias. Tomaron las costumbres de los paganos, después un paso adelante: el rey prescribió en todo el reino que todos formaran un solo pueblo y cada uno abandonara sus propias usanzas. No es la bella globalización de la unidad de todas las Naciones, sino, cada una con sus propias usanzas, pero unidas, pero es la globalización de la uniformidad hegemónica, es precisamente el pensamiento único. Y este pensamiento único es fruto de la mundanidad”.

El Papa recordó que tras esto “todos los pueblos se adecuaron a las órdenes del rey; aceptaron también su culto, hicieron sacrificios a los ídolos, y profanaron el sábado”. Poco a poco, se fue adelante por este camino. Y al final, “el rey elevó sobre el altar un abomino de devastación”:n “Pero, Padre, ¿esto también sucede hoy? Sí. Porque el espíritu de la mundanidad también existe hoy, también hoy nos lleva con este deseo de ser progresistas siguiendo el pensamiento único. Si a alguien se le encontraba el Libro de la Alianza y si alguien obedecía a la Ley, la sentencia del rey lo condenaba a muerte: y esto lo hemos leído en los periódicos en estos meses. Esta gente ha negociado la fidelidad a su Señor; esta gente, movida por el espíritu del mundo, ha negociado la propia identidad, ha negociado la pertenencia a un pueblo, un pueblo que Dios ama tanto, que Dios quiere como pueblo suyo”.

El Papa hizo referencia a la novela del inicio de 1900, “El amo del mundo” que se detiene precisamente en el “espíritu de la mundanidad que nos lleva a la apostasía”. Y advirtió que hoy se piensa que “debemos ser como todos, debemos ser normales, como hacen todos, con este progresismo adolescente”. Y después observó que “sigue la historia”: “las condenas a muerte, los sacrificios humanos”. “¿Pero ustedes – preguntó el Papa – piensan que hoy no se hagan sacrificios humanos? ¡Se hacen tantos, tantos! Y hay leyes que los protegen”:

“Pero lo que nos consuela es que ante este camino que hace el espíritu del mundo, el príncipe de este mundo, el camino de infidelidad, siempre permanece el Señor que no puede renegar de sí mismo, el Fiel: Él siempre nos espera, Él nos ama tanto y Él nos perdona cuando nosotros, arrepentidos por algún paso, por algún pequeño paso en este espíritu de mundanidad, vamos a Él, Dios fiel ante su pueblo, que no es fiel. Con el espíritu de hijo de la Iglesia pidamos al Señor que con su bondad, con su fidelidad nos salve de este espíritu mundano que negocia todo; que nos proteja y nos haga ir adelante, como ha hecho ir adelante a su pueblo en el desierto, llevándolo de la mano, como un papá lleva a su niño. En la mano del Señor iremos seguros”.
(María Fernanda Bernasconi – RV).

Alocución del Papa antes de rezar el Ángelus. 17- XI -2013

Blog de Tío Paco-Franjaoli-Franja


NO OBSTANTE LOS DESÓRDENES Y DESGRACIAS QUE TURBAN AL MUNDO, EL PROYECTO DE BONDAD Y MISERICORDIA DE DIOS SE CUMPLIRÁ, AFIRMÓ EL PAPA.




2013-11-17 Radio Vaticana
undefined(RV).- (Con audios)  No hay que dejarse engañar, ni paralizarse por el miedo, exhortó Francisco, en la reflexión previa a la oración del Ángelus que rezó con la multitud de peregrinos, que verdaderamente acampan desde más de dos horas antes para escucharlo y rezar con él.
El Papa reflexionó a partir del Evangelio en el que Jesús responde a las preguntas de cuando será el fin del mundo y cuáles serán los signos. Jesús cambia la atención a la cuestión de no dejarse engañar por los falsos salvadores, a no tener miedo y a vivir el tiempo de espera como tiempo de testimonio y perseverancia. “Es una invitación al discernimiento –afirmó el Vicario de Cristo-. También hoy, en efecto, hay falsos “salvadores”, que tratan de sustituir a Jesús: líderes de este mundo, santones, personajes que quieren atraer a sí las mentes y los corazones, especialmente de los jóvenes. Jesús nos pone en guardia: ¡No los sigan!. Y el Señor también nos ayuda a no tener miedo: frente a las guerras, a las revoluciones, pero también a las calamidades naturales, a las epidemias, Jesús nos libera del fatalismo y de las falsas visiones apocalípticas.”
El Sucesor de Pedro explicó que Jesús nos preanuncia que habrá pruebas dolorosas y persecuciones pero que a su vez nos recuerda que estamos totalmente en las manos de Dios. “Las adversidades que encontramos por nuestra fe y nuestra adhesión al Evangelio –dijo- son ocasiones de testimonio; no deben alejarnos del Señor, sino impulsarnos a abandonarnos aún más en Él, en la fuerza de su Espíritu y de su gracia.”
Al final, Jesús hace una promesa que es garantía de victoria –dijo-: “Con su perseverancia salvarán sus almas” (v. 19). ¡Cuánta esperanza en estas palabras! Son un llamamiento a la esperanza y a la paciencia –afirmó Francisco- porque “¡A pesar de los desórdenes y de los desastres que turban al mundo, el proyecto de bondad y de misericordia de Dios se cumplirá! Este mensaje de Jesús nos hace reflexionar sobre nuestro presente y nos da la fuerza para afrontarlo con coraje y esperanza, en compañía de la Virgen, que camina siempre con nosotros”.
Jesuita Guillermo Ortiz -RV
Después de la oración del Ángelus, el Obispo de Roma recordó que hoy se celebra el ‘Día de las víctimas de la carreta’ y pidió “seguir en el empeño de la prevención, porque la prudencia y el respeto de las normas son la primera forma de protección de uno mismo y de los demás”. También informó a los presentes en la Plaza de San Pedro que por el final del Año de la Fe se les entregaría una caja que contiene una “medicina espiritual” llamada la Misericordina, un rosario que es un “ayudo espiritual para nuestra alma y para difundir en todas partes el amor, el perdón y la fraternidad”. (MZ-RV)
Texto completo de la alocución del Papa antes de rezar el Ángelus:
Audio: 

Queridos hermanos y hermanas ¡buenos días!
El Evangelio de este domingo (Lc 21, 5-19) consiste en la primera parte de un razonamiento de Jesús: el de los últimos tiempos. Jesús lo pronuncia en Jerusalén, cerca del templo; y la idea se la da precisamente la gente que hablaba del templo y de su belleza. ¡Porque era bello aquel templo!
Entonces Jesús dijo: “Esto que ven, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea derruida” (Lc 21, 6). Naturalmente le preguntan: ¿cuándo sucederá esto?, ¿cuáles serán los signos? Pero Jesús dirige la atención de estos aspectos secundarios – ¿cuándo será?, ¿cómo será? – la dirige a las verdaderas cuestiones. Y son dos:
Primero: no dejarse engañar por falsos mesías y no dejarse paralizar por el miedo. Segundo: vivir el tiempo de la espera como tiempo del testimonio y de la perseverancia. Y nosotros estamos en este tiempo de la espera, de la espera de la venida del Señor.
Esta alocución de Jesús es siempre actual, también para nosotros que vivimos en el Siglo XXI. Él nos repite: “Miren, no se dejen engañar. Porque vendrán muchos usurpando mi nombre” (v. 8).
Es una invitación al discernimiento. Esta virtud cristiana de comprender dónde está el Espíritu del Señor y dónde está el mal espíritu. También hoy, en efecto, hay falsos “salvadores”, que tratan de sustituir a Jesús: líderes de este mundo, santones, también brujos, personajes que quieren atraer a sí las mentes y los corazones, especialmente de los jóvenes. Jesús nos pone en guardia: “¡No los sigan!”. “¡No los sigan!”.
Y el Señor también nos ayuda a no tener miedo: frente a las guerras, a las revoluciones, pero también a las calamidades naturales, a las epidemias, Jesús nos libera del fatalismo y de las falsas visiones apocalípticas.
El segundo aspecto nos interpela precisamente como cristianos y como Iglesia: Jesús preanuncia pruebas dolorosas y persecuciones que sus discípulos deberán padecer, por su causa. Sin embargo asegura: “Pero no perecerá ni un cabello de su cabeza” (v. 18). ¡Nos recuerda que estamos totalmente en las manos de Dios!
Las adversidades que encontramos por nuestra fe y nuestra adhesión al Evangelio son ocasiones de testimonio; no deben alejarnos del Señor, sino impulsarnos a abandonarnos aún más en Él, en la fuerza de su Espíritu y de su gracia.
En este momento pienso y pensamos todos, eh, hagámoslo juntos, pensemos en tantos hermanos cristianos que sufren persecuciones a causa de su fe. ¡Hay tantos! Quizá más que en los primeros siglos. Jesús está con ellos. También nosotros estamos unidos a ellos con nuestra oración y nuestro afecto. También sentimos admiración por su coraje y su testimonio. Son nuestros hermanos y hermanas que en tantas partes del mundo sufren a causa de ser fieles a Jesucristo. Los saludamos de corazón y con afecto.
Al final, Jesús hace una promesa que es garantía de victoria: “Con su perseverancia salvarán sus almas” (v. 19). ¡Cuánta esperanza en estas palabras! Son un llamamiento a la esperanza y a la paciencia, a saber esperar los frutos seguros de la salvación, confiando en el sentido profundo de la vida y de la historia: las pruebas y las dificultades forman parte de un designio más grande; el Señor, dueño de la historia, lleva todo a su cumplimiento. ¡A pesar de los desórdenes y de los desastres que turban al mundo, el designio de bondad y de misericordia de Dios se cumplirá!
Y esta es nuestra esperanza. Ir así, por este camino, en el designio de Dios que se cumplirá. Es nuestra esperanza.
Este mensaje de Jesús nos hace reflexionar sobre nuestro presente y nos da la fuerza para afrontarlo con coraje y esperanza, en compañía de la Virgen, que camina siempre con nosotros.
(María Fernanda Bernasconi – RV).

Los saludo a todos ustedes, familias, asociaciones y grupos que han venido a Roma, de Italia y de tantas partes del mundo: España, Francia, Finlandia, Países Bajos. En particular, saludo a los peregrinos procedentes de Vercelli, Salerno, Lizzanello; el Motoclub de Lucania de Potenza, los chicos de Montecassino y de Caserta.
Hoy es la "Jornada de las víctimas de la carretera". Aseguro mi oración y los aliento a seguir con el ejemplo de la prevención, porque la prudencia y el respeto de las normas son la primera forma de protección de uno mismo y de los demás.
Querría sugerir a todos ustedes que están aquí en la plaza un modo para concretar los frutos del Año de la Fe, que llega al final. Se trata de una ‘medicina espiritual’, llamada Misericordina. Es el contenido de una cajita, que algunos voluntarios distribuirán mientras dejan de la plaza. Hay una corona del Rosario, con la cual se puede rezar también la “Coronilla de la Divina Misericordia”, ayuda espiritual para nuestra alma y para difundir en todas partes el amor, el perdón y la fraternidad.
A todos los deseo un buen domingo. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!


domingo, 17 de noviembre de 2013

María, la mujer vestida de sol, en el Apocalipsis.

Blog de Tío Paco-Franjaoli-Franja
 Como no sabía en qué blog colocar esta meditación de Juan Pablo II, un poco larga, he decidido ponerla en el blog sacerdotal, porque, si algún sacerdote entra en las páginas del blog,  puede admirarse de la interpretación del pasaje del Apocalipsis, muy conocido, pero que nos da un poco de miedo. Y el Beato Juan Pablo II lo dice y comenta de una manera muy hermosa. Franja.


María, indica el camino hacia la unión plena con Dios
Juan Pablo II profundizó en la fuerza que puede infundir en un corazón azorado la figura de la Virgen.
Autor: SS Juan Pablo II | Fuente: Catholic.net
En medio de las dificultades de la vida, el cristiano cuenta con una ayuda única: la figura de la Madre de Dios «que indica el camino, es decir, Cristo, único mediador que lleva en plenitud al Padre».
Juan Pablo II profundizó en la fuerza que puede infundir en un corazón azorado la figura de la Virgen.
Al levantar la mirada hacia su imagen, explicó el Santo Padre, «podemos afirmar que María, junto a su Hijo, es la imagen más perfecta de la libertad y de la liberación de la humanidad y del cosmos».


Queridos hermanos
Recordemos una de las páginas más conocidas del Apocalipsis de Juan. En la mujer encinta, que da a luz un hijo, ante un dragón rojo como la sangre enfurecido con ella y con el que ha engendrado, la tradición cristiana, litúrgica y artística, ha visto la imagen de María, la madre de Cristo. Sin embargo, según la intención original del autor sagrado, si el nacimiento del niño representa la venida del Mesías, la mujer personifica evidentemente al pueblo de Dios, es decir, el Israel bíblico, o sea, la Iglesia. La interpretación mariana no está en contraste con el sentido eclesial del texto, ya que María es «figura de la Iglesia» (Lumen Gentium, 63; cf. San Ambrosio, «Expos. Lc», II, 7).

En lo profundo de la comunidad fiel aparece por tanto el perfil de la Madre del Mesías. Contra María y la Iglesia se levanta el dragón, que evoca a Satanás y el mal, como lo indica la simbología del Antiguo Testamento: el color rojo es signo de guerra, de masacre, de sangre derramada; las «siete cabezas» coronadas indican un poder inmenso; mientras que los «diez cuernos» evocan la fuerza impresionante de la bestia, descrita por el profeta Daniel (cf. 7,7), imagen también del poder prevaricador que amenaza a la historia.


El bien y el mal, por tanto, se enfrentan. María, su Hijo y la Iglesia representan la aparente debilidad y pequeñez del amor, de la verdad, de la justicia. Contra ellos se desencadena la monstruosa energía devastadora de la violencia, de la mentira, de la injusticia. Pero el canto que sella el pasaje nos recuerda que el veredicto definitivo es confiado a «la salvación, el poder y el reinado de nuestro Dios y la potestad de su Cristo» (Apocalipsis 12, 10).
Ciertamente en el tiempo de la historia, la Iglesia puede verse obligada a refugiarse en el desierto, como el antiguo Israel en marcha hacia la tierra prometida. El desierto, entre otras cosas, es el refugio tradicional de los perseguidos, es el ámbito secreto y sereno donde se ofrece la protección divina (cf. Génesis 21, 14-19; 1Reyes 19,4-7). Ahora bien, en este refugio la mujer permanece sólo durante un período de tiempo limitado, como subraya el Apocalipsis (cf. 12,6.14). El tiempo de la angustia, de la persecución, de la prueba no es, por tanto, definitivo: al final, vendrá la liberación y será la hora de la gloria.
Nuestra Señora la que desata los nudos

Contemplando este misterio desde una perspectiva mariana, podemos afirmar que «María, junto a su Hijo, es la imagen más perfecta de la libertad y de la liberación de la humanidad y del cosmos. La Iglesia deber mirar hacia ella, que es su madre y modelo, para comprender el sentido de su propia misión en plenitud» (Congregación para la Doctrina de la Fe, «Libertatis conscientia», 22-3-1986, n. 97; cf. «Redemptoris Mater», 37).
Fijemos, entonces, nuestra mirada en María, imagen de la Iglesia peregrina en el desierto de la historia, que se dirige a la meta gloriosa de la Jerusalén celeste, donde resplandecerá como Esposa del Cordero, Cristo Señor. La Iglesia de Oriente honra a la Madre de Dios como la «Odiguitria», la que «indica el camino», es decir, Cristo, único mediador que lleva en plenitud al Padre. Un poeta francés ve en ella «la criatura en su estado original y en su lozanía final, como surgió de Dios en la mañana de su esplendor original» (Paul Claudel, «La Vierge à midi», editorial Pléiade, página 540).


En su inmaculada concepción, María es el modelo perfecto de la criatura humana, llena desde el inicio de esa gracia divina que sostiene y transfigura a la criatura (cf. Lucas 1, 28), que escoge siempre, en su libertad, el camino de Dios. De este modo, en su gloriosa asunción al cielo, María, es la imagen de la criatura llamada por Cristo resucitado a alcanzar, al final de la historia, la plenitud de la comunión con Dios en la resurrección a una eternidad bienaventurada. Para la Iglesia, que experimenta con frecuencia el peso de la historia y el asedio del mal, la Madre de Cristo es el emblema luminoso de la humanidad redimida y abrazada por la gracia que salva.
La meta última de la vicisitud humana llegará cuando «Dios sea todo en todo» (1 Corintios 15, 28) y, como anuncia el Apocalipsis, cuando «el mar deje de existir» (21, 1), para explicar que el signo del caos destructor y del mal será finalmente eliminado. Entonces la Iglesia se presentará ante Cristo como «como una novia ataviada para su esposo» (Apocalipsis 21, 2). Esa será la hora de la intimidad y del amor sin fisuras. Pero ya desde ahora, al mirar a la Virgen elevada al cielo, la Iglesia comienza a experimentar la alegría que le será ofrecida en plenitud al final de los tiempos.


En la peregrinación de fe a través de la historia, María acompaña a la Iglesia como «modelo de la comunión eclesial en la fe, en la caridad y en la unión con Cristo. Eternamente presente en el misterio de Cristo, ella está, en medio de los apóstoles, en el corazón mismo de la Iglesia naciente y de la Iglesia de todos los tiempos. Efectivamente, "la Iglesia fue congregada en el cenáculo con María, que era la Madre de Jesús, y con sus hermanos. No se puede, por tanto, hablar de Iglesia si no está presente María, la Madre del Señor, con sus hermanos» (Congregación para la Doctrina de la Fe, «Communionis notio», 28-5-1992, n. 19; cf. San Cromacio de Aquileya, «Sermo» 30, 1).


Cantemos, entonces, nuestro himno de alabanza a María, imagen de la humanidad redimida, signo de la Iglesia que vive en la fe y en el amor, anticipando la plenitud de la Jerusalén celeste. «El genio poético de san Efrén el Sirio, llamado "la cítara del Espíritu Santo", ha cantado incansablemente a María, dejando una impronta todavía presente en toda la tradición de la Iglesia siríaca» («Redemptoris Mater», 31). Es él quien presenta a María como imagen de belleza: «Ella es santa en su cuerpo, bella en su espíritu, pura en sus pensamientos, sincera en su inteligencia, perfecta en sus sentimientos, casta, firme en sus propósitos, inmaculada en su corazón, eminente, llena de todas las virtudes» («Himnos a la Virgen María» 1,4; editorial Th. J. Lamy, «Hymni de B. Maria», Malines 1886, t. 2, col. 520). 


Que esta imagen resplandezca en el corazón de toda comunidad eclesial como reflejo perfecto de Cristo y que sea como un signo que se alza por encima de los pueblos, como «ciudad colocada en la cumbre de una montaña», y «lámpara sobre el candelero para que alumbre a todos» (cf. Mateo 5, 14-15).

Un buen enlace

Confeccionado por Franja

viernes, 15 de noviembre de 2013

Homilías del Papa Francisco, 14 XI

Blog de Tío Paco-Franjaoli-Franja

Messa a Santa Marta

Síntesis de las homilías del Papa Francisco en las Misas que celebra todas las mañanas en la Capilla de la Casa de Santa Marta.
El Papa comenzó comentando la primera lectura, tomada del Libro de la Sabiduría, en que se describe “el estado de ánimo del hombre y de la mujer espiritual”, del verdadero cristiano y de la verdadera cristiana que viven "en la sabiduría del Espíritu Santo. Y esta sabiduría los lleva adelante con este Espíritu inteligente, santo, único, múltiple y sutil”:

Esto es caminar en la vida con este Espíritu: el Espíritu de Dios, que nos ayuda a juzgar, a tomar decisiones según el corazón de Dios. Y este Espíritu nos da paz. ¡Siempre! Es el Espíritu de paz, el Espíritu de amor, el Espíritu de fraternidad. Y la santidad es precisamente esto. Lo que Dios pide a Abraham - “Camina en mi presencia y sé irreprensible” – es esto: esta paz. Ir bajo la moción del Espíritu de Dios y de esta sabiduría. Y aquel hombre y aquella mujer que caminan así, se puede decir que son un hombre y una mujer sabios. Un hombre sabio y una mujer sabia, porque se mueven bajo la moción de la paciencia de Dios.

Pero en el Evangelio – subrayó el Papa – “nos encontramos ante otro espíritu, contrario a este de la sabiduría de Dios: el espíritu de la curiosidad”:
Y cuando nosotros queremos adueñarnos de los proyectos de Dios, del futuro, de las cosas conocer todo, tomar todo en nuestra mano… Los fariseos preguntaron a Jesús: “¿Cuándo vendrá el Reino de Dios?”. ¡Curiosos! Querían conocer la fecha, el día… El espíritu de la curiosidad nos aleja del Espíritu de la sabiduría, porque sólo interesan los detalles, las noticias, las pequeñas noticias de cada día. ¿O cómo se hará esto? ¡Es el cómo: es el espíritu del cómo! Y el espíritu de la curiosidad no es un buen espíritu: es el espíritu de la dispersión, del alejarse de Dios, el espíritu de hablar demasiado. Y Jesús también viene a decirnos una cosa interesante: este espíritu de curiosidad, que es mundano, nos lleva a la confusión.

La curiosidad – prosiguió el Pontífice – nos impulsa a querer sentir que el Señor está acá o allá; o nos hace decir: “Pero yo conozco a un vidente, a una vidente, que recibe cartas de la Virgen, mensajes de la Virgen”. Y el Papa comentó: “Pero, mire, ¡la Virgen es Madre! Y nos ama a todos nosotros. Pero no es un jefe de la oficina de Correos, para enviar mensajes todos los días”. 
“Estas novedades – afirmó el Papa – alejan del Evangelio, alejan del Espíritu Santo, alejan de la paz y de la sabiduría, de la gloria de Dios, de la belleza de Dios”. Porque “Jesús dice que el Reino de Dios no viene para atraer la atención: viene en la sabiduría”. “¡El Reino de Dios está en medio de ustedes!”, dice Jesús: es “esta acción del Espíritu Santo la que nos da la sabiduría, la que nos da la paz. El Reino de Dios no viene en la confusión, así como Dios no habló al profeta Elías en el viento, en la tormenta” sino que “habló en la brisa suave, la brisa de la sabiduría”:

Así Santa Teresita - Santa Teresa del Niño Jesús - decía que ella debía detenerse siempre ante el espíritu de la curiosidad. Cuando hablaba con otra hermana y esta religiosa relataba una historia, algo de la familia, de la gente, algunas veces pasaba a otro argumento y ella tenía ganas de conocer el final de esta historia. Pero sentía que aquello no era el espíritu de Dios, porque era un espíritu de dispersión, de curiosidad. El Reino de Dios está en medio de nosotros: no buscar cosas extrañas, no buscar novedades con esta curiosidad mundana. 
Dejemos que el Espíritu nos lleve adelante, con esa sabiduría que es una brisa suave. Éste es el Espíritu del Reino de Dios, del que habla Jesús. Así sea.

(María Fernanda Bernasconi – RV).

jueves, 7 de noviembre de 2013

¡Tú estás invitado a la fiesta! El Papa el martes

Blog de Tío Paco-Franjaoli-Franja

Síntesis de las homilías del Papa Francisco en las Misas que celebra todas las mañanas en la Capilla de la Casa de Santa Marta.

Informaciones elaboradas por L'Osservatore Romano y Radio Vaticano.




¡Tú estás invitado a la fiesta! 
El Papa el martes
2013-11-05 Radio Vaticana
(RV).- (Con audio y video)  La esencia cristiana es una invitación a la fiesta. Lo afirmó el Papa Francisco en la Misa de esta mañana en la Casa de Santa Marta. El Santo Padre aseguró que la Iglesia “no es solamente para las personas buenas”, la invitación a formar parte de ella es para todos. Y agregó que, en la fiesta del Señor, se “participa totalmente” y con todos, no se puede hacer una selección. Que los cristianos, por lo tanto, advirtió, no se contenten solamente con “estar en la lista de los invitados”, de lo contrario, es como “quedarse fuera” de la fiesta.

Las lecturas del día, dijo el Papa iniciando su homilía, “nos muestran el documento de identidad del cristiano”. Y señaló que “antes que nada la esencia cristiana es una invitación: solamente nos convertimos en cristianos si estamos invitados”. Se trata, añadió, de “una invitación gratuita”, “que viene de Dios”. Para entrar a esta fiesta, advirtió “no se puede pagar: o estás invitado o no puedes entrar”. Si “en nuestra conciencia”, continuó, “no tenemos esta certeza de ser invitados” entonces “no hemos entendido qué cosa es un cristiano”:

“Un cristiano es uno que está invitado. ¿Invitado a qué? ¿A emprender un negocio? ¿Invitado a dar un paseo? El Señor nos quiere decir algo más: ‘¡Tú estás invitado a la fiesta!’. El cristiano es aquel que está invitado a una fiesta, a la alegría, la alegría de ser salvado, la alegría de ser redimido, la alegría de participar en la vida con Jesús. ¡Esta es una alegría! ¡Tú estás invitado a la fiesta! Se entiende, una fiesta es una reunión de personas que hablan, ríen, celebran, están felices. Es una reunión de personas. Yo entre personas normales, mentalmente normales, nunca he visto alguien que celebre una fiesta solo, ¿no? Eso sería un poco aburrido. Abrir la botella de vino... Eso no es una fiesta, es otra cosa. Se hace fiesta con los demás, se hace fiesta en familia, se hace fiesta con los amigos, se hace fiesta con las personas que como yo han sido invitadas. Para ser cristiano se necesita una filiación y se pertenece a este cuerpo, a estas personas que han sido invitadas a la fiesta: ésta es la pertenencia cristiana”.

Citando la Carta a los Romanos, el Pontífice aseguró que esta fiesta es una “fiesta de unidad”. Y puntualizó que todos están invitados, “buenos y malos”. Y los primeros llamados a participar son los marginados:
“La Iglesia no es la Iglesia sólo por la gente buena. ¿Queremos decir quien pertenece a la Iglesia, a esta fiesta? Los pecadores, todos nosotros, pecadores, estamos invitados. ¿Y allí qué cosa se hace? Se hace una comunidad, que tiene dones diferentes: uno tiene el don de la profecía, el otro el del ministerio, aquí hay un profesor... Aquí ha surgido. Todos tienen una cualidad, una virtud. Pero la fiesta se hace trayendo esto que tengo en común con todos... En la fiesta se participa, se participa totalmente. No se puede entender la existencia cristiana sin esta participación. Es una participación de todos nosotros. ‘Voy a la fiesta, pero estaré solamente en el primer salón, porque tengo que estar sólo con tres o cuatro, que conozco, y los otros ...’ . ¡Esto no se puede hacer en la Iglesia! ¡O entras con todos o te quedas fuera! No puedes hacer una selección: la Iglesia es para todos, empezando por aquellos que he mencionado, los más marginados. ¡Es la Iglesia de todos!”

Es la “Iglesia de los invitados” subrayó el Santo Padre , y agregó: “estar invitado, ser partícipe en una comunidad con todos”. Pero, observó, en la parábola narrada por Jesús, leemos que los invitados, uno después de otro, comienzan a buscar pretextos para no ir a la fiesta : “¡No aceptan la invitación! Dicen sí, pero no van”. Estos, reflexionó el Obispo de Roma, “son los cristianos que se contentan con estar en la lista de los invitados: los cristianos de la lista.” Pero, advirtió, esto “no es suficiente”, porque si no se entra en la fiesta no se es cristiano. “Tú- precisó Francisco- podrás estar en la lista, ¡pero esto no sirve para tu salvación! Esta es la Iglesia: entrar en la Iglesia es una gracia, entrar en la Iglesia es una invitación”. Y este derecho, agregó, “no se puede comprar”. “Entrar en la Iglesia – continuó el Papa - es hacer comunidad, comunidad de la Iglesia; entrar en la Iglesia es participar en todo lo que tenemos de las virtudes, de los dones que el Señor nos ha dado, en el servicio del uno por el otro. “Entrar en la Iglesia significa estar disponible a lo que el Señor Jesús nos pide”. En definitiva, finalizó el Papa, “entrar en la Iglesia es entrar en este Pueblo de Dios, caminando hacia la eternidad”. “Ninguno - advirtió - es protagonista en la Iglesia, solamente uno” quien lo ha hecho todo. Dios “!es el protagonista!” Todos nosotros estamos “detrás de Él, y los que no están detrás de Él, son los que se excusan y no van a la fiesta” :

“El Señor es muy generoso. El Señor abre todas las puertas. El Señor también entiende al que le dice, ‘¡No, Señor, no quiero ir contigo!’. Entiende y lo espera, porque es misericordioso. Pero al Señor no le gusta el hombre que dice 'sí' y hace 'no', que aparenta agradecerle por tantas cosas bellas, pero que en realidad sigue por su camino, que tiene buenos modales, pero que hace su propia voluntad y no la del Señor: los que siempre se excusan, los que no conocen la alegría, que no experimentan la alegría del pertenecer. Pidamos al Señor esta gracia: comprender lo hermoso que es ser invitado a la fiesta, lo bello que es estar con todos y compartir con todos las propias cualidades, lo bello que es estar con Él y que malo es jugar entre el ‘sí’ y el ‘no’, decir ‘sí’, pero solamente contentarse con estar incluido en la lista de los cristianos” .