miércoles, 29 de octubre de 2014

Homilías del Papa, 2014-10-27 y 28

Homilías del Papa y Temas sacerdotales

Messa a Santa Marta

Francisco: las palabras que revelan si somos cristianos
 de la luz, de las tinieblas o “grises”
2014-10-27 Radio Vaticana

Homilía de la Misa matutina en Santa Marta
(RV). El examen de conciencia sobre nuestras palabras nos hará comprender si somos cristianos de la luz, de las tinieblas o cristianos “grises”. Lo afirmó el Papa Francisco en su homilía de la misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta.

Los hombres se reconocen por sus palabras. San Pablo – afirmó el Papa – al invitar a los cristianos a comportarse como hijos de la luz y no como hijos de las tinieblas, “hace una catequesis sobre la palabra”. Y dijo que hay cuatro palabras para entender si somos hijos de las tinieblas:
“¿Es palabra hipócrita? ¿Un poco de acá, un poco de allá, para estar bien con todos? ¿Es una palabra vacía, sin sustancia, llena de vacuidad? ¿Es una palabra vulgar, trivial, es decir mundana? ¿Una palabra sucia, obscena? Estas cuatro palabras no son las de los hijos de la luz, no vienen del Espíritu Santo, no vienen de Jesús, no son palabras evangélicas… este modo de hablar, hablar siempre de cosas sucias o de mundanidad o de vacuidad o hablar hipócritamente”.

¿Cuál es, por tanto – se preguntó Francisco – la palabra de los Santos, es decir la de los hijos de la luz?

“Lo dice Pablo: ‘Háganse imitadores de Dios: caminen en la caridad; caminen en la bondad; caminen en la mansedumbre. Quien camina así... ‘Sean misericordiosos – dice Pablo – perdonándose recíprocamente, como Dios los ha perdonado a ustedes en Cristo. Háganse, por lo tanto, imitadores de Dios y caminen en la caridad’, es decir, caminen en la misericordia, en el perdón, en la caridad. Ésta es la palabra de un hijo de la luz”.

El Santo Padre observó además que hay cristianos “luminosos, llenos de luz”, que tratan de servir al Señor con esta luz y añadió que hay “cristianos tenebrosos” que conducen “una vida de pecado, una vida alejada del Señor” y que usan esas cuatro palabras que “son del maligno”. “Pero hay un tercer grupo de cristianos”, que no son “luminosos ni oscuros”:

“Son los cristianos grises. Y estos cristianos grises una vez están de esta parte, y otra vez de aquella. La gente dice de éstos: ‘Pero esta persona ¿está bien con Dios o con el diablo?’ ¡Eh! Siempre en el gris. Son los tibios. No son ni luminosos ni oscuros. Y a éstos Dios no los ama. En el Apocalipsis, el Señor a estos cristianos grises les dice: ‘Pero no, tú no eres ni caliente, ni frío. Ojalá fueras caliente o frío. Pero porque eres tibio – tan gris – estoy por vomitarte de mi boca’. El Señor es fuerte con los cristianos grises. ‘Yo soy cristiano, ¡pero sin exagerar!’ dicen, y hacen tanto mal, porque su testimonio cristiano es un testimonio que, al final, siembra confusión, siembra un testimonio negativo”.

No nos dejemos engañar por las palabras vacías – fue la exhortación del Papa Francisco – “oímos tantas, algunas bellas, bien dichas, pero vacías, sin nada adentro”. Comportémonos en cambio como hijos de la luz. Y concluyó diciendo: “Nos hará bien hoy pensar en nuestro lenguaje y preguntarnos: ¿Soy cristiano de la luz? ¿Soy cristiano de la oscuridad? ¿Soy cristiano gris? Y así podemos dar un paso adelante para encontrar al Señor”.
(María Fernanda Bernasconi - RV).




Estar dentro de la Iglesia, no detenernos en la recepción,
 dijo el Papa
2014-10-28 Radio Vaticana

(RV).- A la Iglesia “la hace Jesús”, que no ve el pecado del hombre sino su corazón, al que busca para curarlo. Fue la reflexión del Papa Francisco en su homilía de la Misa matutina celebrada en la Capilla de la Casa de Santa Marta.

El “trabajo” lo ha hecho Jesús hace dos mil años, cuando eligió a doce columnas para construir la Iglesia y poniéndose a sí mismo como “base” y “piedra angular”. Después, esa Iglesia abrió de par en par sus puertas a todos, sin distinción, porque a Cristo le interesa amar y curar los corazones, y no contar los pecados. El Papa Francisco reflexionó con el Evangelio del día, que relata el nacimiento de la Iglesia y la llamada de los Apóstoles, y con la Lectura de Pablo, que describe a la Iglesia como un edificio que crece “bien ordenado” sobre sus cimientos. En particular, el Obispo de Roma dirigió su atención a las acciones que marcan la fundación de la Iglesia. Jesús que se retira en oración. Después elige a los doce y, al mismo tiempo, acoge y cura a quien tan sólo trata de tocarlo:

“Jesús ora, Jesús llama, Jesús elige, Jesús envía a los discípulos, Jesús cura a la muchedumbre. En este templo, este Jesús que es la piedra angular hace todo este trabajo: es Él quien lleva adelante la Iglesia de este modo. Como decía Pablo, esta Iglesia está edificada sobre el fundamento de los Apóstoles. Este que Él ha elegido aquí: eligió a doce. Todos pecadores, todos. Judas no era el más pecador: no sé quién haya sido el más pecador… Judas, pobrecito, es aquel que se cerró al amor y por esto se convirtió en traidor. Pero todos escaparon en el momento difícil de la Pasión y dejaron solo a Jesús. Todos son pecadores. Pero Él los eligió”.

Jesús  – dijo también el Papa Francisco citando a San Pablo – nos quiere “dentro” de la Iglesia, y no como huéspedes o extranjeros, sino “con el derecho de un ciudadano”. E insiste en que en la Iglesia “no estamos de paso, estamos enraizados allí. Nuestra vida es allí”:

“Nosotros somos ciudadanos, conciudadanos de esta Iglesia. Si nosotros no entramos en este templo y formamos parte de esta construcción a fin de que el Espíritu Santo habite en nosotros, nosotros no estamos en la Iglesia. Nosotros estamos en la puerta y miramos: ‘Pero, qué bello… sí, esto es bello…’. Cristianos que no van más allá de la recepción de la Iglesia: sólo allí, en la puerta… ‘Pero sí, soy católico, sí, pero no demasiado… así…”.

Un modo de hacer esto, que no tiene sentido con respecto al amor y a la misericordia totales que Jesús tiene por cada persona. La demostración es la actitud de Cristo con Pedro. Incluso si la primera de las columnas traiciona a Jesús, el Señor responde perdonando y dejándolo en su lugar:

“A Jesús no le importó el pecado de Pedro: buscaba su corazón. Pero para encontrar este corazón y para curarlo. Jesús que reza y Jesús que cura, también por cada uno de nosotros. Nosotros no podemos comprender a la Iglesia sin este Jesús que reza y sin este Jesús que cura. Que el Espíritu Santo nos haga comprender, a todos nosotros, esta Iglesia que tiene la fuerza en la oración de Jesús por nosotros y que es capaz de curarnos. A todos nosotros”.
(María Fernanda Bernasconi - RV).


Gracias al Papa Francisco

domingo, 26 de octubre de 2014

Homilías del Papa 2014-10-24 y 23

Homilías del Papa y Temas sacerdotales



Todos debemos trabajar
 por la unidad de la Iglesia

2014-10-24 Radio Vaticana

(RV). Todo cristiano está llamado a trabajar por la unidad de la Iglesia. Es la exhortación que el Papa Francisco hizo en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta. De este modo, el Pontífice subrayó que debemos dejarnos guiar por el Espíritu Santo que hace la unidad de la Iglesia en la diversidad de las personas.

“Yo, prisionero, los exhorto a construir la unidad en la Iglesia”. Francisco desarrolló su reflexión partiendo de esta exhortación de San Pablo, contenida en la Carta a los Filipenses. “Hacer la unidad de la Iglesia – observó el Papa – es trabajo de la Iglesia y de cada cristiano durante la historia”. Y añadió que el Apóstol Pedro “cuando habla de la Iglesia, habla de un templo hecho de las piedras vivas, que somos nosotros”. Y, además hizo una advertencia acerca de “aquel otro templo, el de la soberbia que era la Torre de Babel”. Mientras el primer templo “trae la unidad” – dijo – ese otro “es el símbolo de la desunión, de no comprenderse, de la diversidad de las lenguas”:

“Hacer la unidad de la Iglesia, construir la Iglesia, este templo, esta unidad de la Iglesia: éste es el deber de todo cristiano, de cada uno de nosotros. Cuando se debe construir un templo, un palacio, se busca un área edificable, preparada para esto. La prima cosa que se hace es buscar la piedra de base, la piedra angular dice la Biblia. Y la piedra angular de la unidad de la Iglesia, o mejor dicho, la piedra angular de la Iglesia es Jesús, y la piedra angular de la unidad de la Iglesia es la oración de Jesús en la Última Cena: ‘¡Padre, que sean uno!’. ¡Y esta es la fuerza!”

El Papa reafirmó que Jesús es “la piedra sobre la cual nosotros edificamos la unidad de la Iglesia” y dijo que “sin esta piedra no se puede. No hay unidad sin Jesucristo en la base: es nuestra seguridad”. ¿Pero quién, entonces – se preguntó Francisco – “construye esta unidad?”. Éste – fue su respuesta – “es el trabajo del Espíritu Santo. Es el único capaz de hacer la unidad de la Iglesia. Razón por la cual Jesús lo ha enviado: para hacer crecer a la Iglesia, para hacerla fuerte, para hacerla una”. Es el Espíritu – prosiguió – quien hace “la unidad de la Iglesia” en la “diversidad de los pueblos, de las culturas, de las personas”. “¿Cómo se construye, entonces, este templo?”, preguntó una vez más el Santo Padre. Si el Apóstol Pedro – dijo – cuando hablaba de esto, “decía que nosotros éramos piedras vivas en esta construcción”, San Pablo “nos aconseja no ser tanto piedras, cuanto ladrillos débiles”. Los consejos del Apóstol para “construir esta unidad son consejos de debilidad, según el pensamiento humano”:

“Humildad, dulzura, magnanimidad: son cosas débiles, porque el humilde parece que no sirve para nada; la dulzura, la mansedumbre, parecen no servir; la magnanimidad, el estar abierto a todos, tener un corazón grande… Y después dice además: ‘Soportándose mutuamente con amor’. Soportándose unos a otros en el amor, teniendo como interés ¿qué cosa? Conservar la unidad. Y nosotros nos transformamos cada vez más en piedras fuertes, en este templo, cuanto más débiles nos hacemos con estas virtudes de la humildad, de la magnanimidad, de la dulzura, de la mansedumbre”.

El Papa reafirmó que este es “el mismo camino que ha recorrido Jesús” que “se ha hecho débil” hasta la Cruz, “¡y se volvió fuerte!” Y así debemos hacer nosotros: “El orgullo, la suficiencia, no sirven”. Cuando se hace una construcción – añadió Francisco – “es necesario que el arquitecto haga el diseño. ¿Y cuál es el diseño de la unidad de la Iglesia?”:

“La esperanza a la que hemos sido llamados: la esperanza de ir hacia el Señor, la esperanza de vivir en una Iglesia viva, hecha con piedras vivas, con la fuerza del Espíritu Santo. Sólo sobre el diseño de la esperanza podemos ir adelante en la unidad de la Iglesia. Estamos llamados a una esperanza grande. ¡Vamos allí! Pero con la fuerza que nos da la oración de Jesús por la unidad; con la docilidad al Espíritu Santo, que es capaz de hacer de ladrillos piedras vivas; y con la esperanza de encontrar al Señor que nos ha llamado, encontrarlo cuando se produzca la plenitud de los tiempos”.
(María Fernanda Bernasconi – RV).



Sin la gracia del Espíritu
 no se puede ser cristianos
2014-10-23 Radio Vaticana

(RV).-“No se puede ser cristianos sin la gracia del Espíritu” que nos da la fuerza de amar. Lo dijo el Papa Francisco en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta.
El Santo Padre centró su homilía en la Carta a los Efesios, en la que San Pablo describe su experiencia de Jesucristo, una experiencia “que lo ha llevado a dejar todo” porque “estaba enamorado de Cristo”. El Papa dijo que el suyo es un “acto de adoración”, porque en primer lugar “se arrodilla ante el Padre” que “tiene el poder de hacer mucho más de lo que podemos pedir o pensar”. Usa “un lenguaje sin límites”: adora a este Dios “que es como un mar sin playas, sin límites, un mar inmenso”. Y Pablo pide al Padre, por todos nosotros, para “que seamos poderosamente reforzados en el hombre interior, mediante su Espíritu”:

“Pide al Padre que el Espíritu venga y nos refuerce, nos dé la fuerza. No se puede ir adelante sin la fuerza del Espíritu. Nuestras fuerzas son débiles. No se puede ser cristianos sin la gracia del Espíritu. Es precisamente el Espíritu quien nos cambia el corazón, quien nos hace ir hacia adelante en la virtud, para cumplir los mandamientos”.

“Después pide otra gracia al Padre”, dijo el Papa Francisco: “La presencia de Cristo, para que nos haga crecer en la caridad”. El amor de Cristo “que supera todo conocimiento”, “sólo se lo puede entender” a través de “este acto de adoración de aquella inmensidad”:

“Ésta es una experiencia mística de Pablo y nos enseña la oración de alabanza, y la oración de adoración. Ante nuestras pequeñeces, ante nuestros intereses egoístas, tantos, Pablo estalla en esta alabanza, en este acto de adoración y pide al Padre que nos envíe al Espíritu para darnos fuerza y poder ir adelante; que nos haga comprender el amor de Cristo y que Cristo nos consolide en el amor. Y dice al Padre: ‘Gracias, porque Tú eres capaz de hacer eso que nosotros no osamos pensar’. Es una bella oración... Es una bella oración”.

El Papa Francisco concluyó su homilía diciendo:

“Y con esta vida interior se puede comprender que Pablo haya dejado todo y considerar todo basura, para ganar a Cristo y ser encontrado en Cristo. También a nosotros nos hace bien pensar así, nos hace bien adorar a Dios. Nos hace bien alabar a Dios, entrar en este mundo de amplitud, de grandiosidad, de generosidad y de amor. Nos hace bien, porque así podemos ir adelante en el gran mandamiento – el único mandamiento, que está en la base de todos los demás –: el amor; amar a Dios y amar al prójimo”.
(María Fernanda Bernasconi – RV).

miércoles, 22 de octubre de 2014

Homilías del Papa. 2014-10-21

Homilías del Papa y Temas sacerdotales 


Somos un pueblo unido en Jesús
2014-10-21 Radio Vaticana

(RV).-  “El cristiano es un hombre o una mujer que sabe esperar a Jesús y por esta razón es un hombre o una mujer de esperanza”. Lo reafirmó el Papa Francisco en su homilía de la Misa de la mañana, celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta,

El Papa también dijo que con su sacrificio, Cristo nos ha hecho “amigos cercanos, en paz”. Personas que saben esperar y, en la espera, cultivan una sólida esperanza. Éstos son los cristianos, un pueblo unido por Jesús más allá de toda enemistad – explicó Francisco –; servido por Él y dotado de un nombre. El Santo Padre reflexionó inspirándose en el Evangelio de Lucas y en la Carta de san Pablo a los Efesios.

Ante todo, recordó, Cristo habla a sus discípulos comparándose con el patrón que regresa tarde, por la noche, de la fiesta de matrimonio y llama “bienaventurados” a los siervos que lo esperan despiertos y con las lámparas encendidas. En la escena siguiente Jesús se hace siervo de sus servidores, llevándoles la comida a la mesa.

El Papa Bergoglio observó que el primer servicio que el Maestro hace a los cristianos es darles “la identidad”. “Nosotros sin Cristo – dijo – no tenemos identidad”. Mientras destacando las palabras de Pablo a los paganos, el Papa dijo “recuerden que en aquel tempo estaban sin Cristo, excluidos de la ciudadanía de Israel”, y reafirmó que “lo que ha venido a hacer Jesús con nosotros es daros una ciudadanía, la pertenencia, a un pueblo, un nombre, un apellido”. Y así, de “enemigos sin paz”, Cristo “nos ha unido” con “su sangre”, “derribando el muro de separación que divide”:

“Todos nosotros sabemos que cuando no estamos en paz con las personas, hay un muro. Hay un muro que nos divide. Pero Jesús nos ofrece su servicio, el de derribar este muro, para que podamos encontrarnos. Y si estamos divididos, no somos amigos: somos enemigos. Y ha hecho mucho más, para reconciliar a todos en Dios. Nos ha reconciliado con Dios: de enemigos, amigos; de extraños, hijos”.

De “gente de la calle”, de personas que ni siquiera eran “huéspedes”, a “conciudadanos de los Santos y familiares de Dios”, dijo también el Papa recordando a San Pablo, y añadió que esto es lo que ha hecho Jesús con su venida. “Pero, ¿a qué condición?, se preguntó: a condición de “esperarlo”, esperarlo como los siervos con el patrón:

“Esperar a Jesús. Quien no espera a Jesús, cierra la puerta a Jesús, no le deja hacer esta obra de paz, de comunidad, de ciudadanía, es más: de nombre. Nos da un nombre. Nos hace hijos de Dios. Ésta es la actitud para esperar a Jesús, que está dentro de la esperanza cristiana. El cristiano es un hombre o una mujer de esperanza. Sabe que el Señor vendrá. Verdaderamente vendrá, ¡eh! No conocemos la hora, como esos. No conocemos la hora, pero vendrá, vendrá a encontrarnos, pero no para encontrarnos aislados, enemigos, no. A encontrarnos como Él ha hecho con su servicio: amigos cercanos, en paz”.

El Papa Francisco concluyó con otra pregunta que el cristiano podría hacerse: ¿cómo espero a Jesús? Y antes aún: ¿Lo “espero o no lo espero?”:

“¿Yo creo en esta esperanza, que Él vendrá? ¿Tengo el corazón abierto, para oír cuando llama a la puerta, cuando abre la puerta? El cristiano es un hombre o una mujer que sabe esperar a Jesús y por esto es hombre o mujer de esperanza. En cambio el pagano – y tantas veces nosotros los cristianos nos comportamos como paganos – se olvida de Jesús, piensa en sí mismo, en sus cosas, no espera a Jesús. El egoísta pagano hace como si fuera un dios: ‘Yo me las arreglo solo’. Y así termina mal, termina sin nombre, sin cercanía, sin ciudadanía”.

(María Fernanda Bernasconi - RV).

lunes, 20 de octubre de 2014

Temas Beatificación de Pablo VI

Temas sacerdotales y Homilías del Papa.

El Beato Pablo VI, valiente defensor de la misión ad gentes: el Papa antes de rezar el Ángelus en la Jornada Misionera Mundial

2014-10-19 Radio Vaticana
(RV).- (Con audio)  A la hora del ángelus dominical el Papa Francisco destacó la figura del nuevo Beato Pablo VI, a quien definió valiente defensor de la misión ad gentes en el día en que se celebra también la Jornada Misionera Mundial.
Tras saludar a los peregrinos procedentes de Italia y de varios países, con un pensamiento deferente a las Delegaciones Oficiales y en particular a los fieles de las diócesis de Brescia, Milán y Roma, ligadas de modo significativo a la vida y al ministerio del Papa Montini, el Santo Padre agradeció a todos su presencia y exhortó a seguir fielmente las enseñanzas y el ejemplo del nuevo Beato.
Antes de rezar a la Madre de Dios, el Obispo de Roma destacó que a este Pontífice el pueblo cristiano le estará siempre agradecido por la Exhortación apostólica Marialis cultus y por haber proclamado a María “Madre de la Iglesia”, con ocasión de la clausura de la tercera sesión del Concilio Vaticano II.
(MFB – RV).
Texto de la alocución del Papa antes de rezar a la Madre de Dios
00:05:38:23 Queridos hermanos y hermanas:
Al término de esta solemne celebración, deseo saludar a los peregrinos procedentes de Italia y de varios países, con un pensamiento deferente a las Delegaciones Oficiales. En particular saludo a los fieles de las diócesis de Brescia, Milán y Roma, ligadas de modo significativo a la vida y al ministerio del Papa Montini. Agradezco a todos su presencia y exhorto a seguir fielmente las enseñanzas y el ejemplo del nuevo Beato.
Él ha sido un valiente defensor de la misión ad gentes. Es testimonio de esto sobre todo la Exhortación apostólica Evangelii nuntiandi con la que ha querido despertar el impulso y el empeño para la misión de la Iglesia. Y esta exhortación aún es actual, tiene toda la actualidad. Es significativo considerar este aspecto del Pontificado de Pablo VI, precisamente hoy, en que se celebra la Jornada Misionera Mundial.
Antes de invocar todos juntos a la Virgen con la oración del Ángelus, me agrada subrayar la profunda devoción mariana del Beato Pablo VI. A este Pontífice el pueblo cristiano le estará siempre agradecido por la Exhortación apostólica Marialis cultus y por haber proclamado a María “Madre de la Iglesia”, con ocasión de la clausura de la tercera sesión del Concilio Vaticano II.
Que María, Reina de los Santos, nos ayude a realizar fielmente en nuestra vida la voluntad del Señor, tal como lo hizo el nuevo Beato.
Angelus…
El Papa añadió:
¡A todos deseo feliz domingo. Les pido que recen por mí. ¡Buen almuerzo y hasta la vista!




Pablo VI: María Madre de Dios, de la Iglesia y de la familia

2014-10-18 Radio Vaticana
(RV).- (con audio)  El Papa Montini puso de relieve «la sensibilidad y comprensión de la Virgen ante las dificultades humanas y la voluntad de Jesús de escuchar la súplica de María». «¡Sigámosla. Es el cauce por donde Jesús llegó y que nos atrae y lleva hasta Dios!». No se puede dejar de recordar que el gran amor a Cristo llevó a Pablo VI a una tierna devoción a la Madre de Cristo y Madre nuestra, la Virgen María... «Que la Virgen a la que Pablo VI amó tiernamente y proclamó ‘Madre de la Iglesia’, interceda para que la luz de las enseñanzas y del testimonio de Pablo VI siga iluminando el camino de la Iglesia y de la sociedad», rogó el Card. Re, en el 30 aniversario de la muerte del Papa Montini (Homilía, 6 de agosto de 2008)
Entre las numerosas muestras de su profunda devoción mariana, podemos recordar que en su primer Mensaje para Jornada Mundial de la Paz - que fechó el 8 de diciembre, Solemnidad de la Inmaculada Concepción de 1967 - el Papa Montini anunciando la institución de este día, para cada primer día del año civil y llamando a todos los amigos de la paz, sin distinción de pertenencia religiosa, escribe: «La Iglesia Católica, con intención de servicio y de ejemplo, quiere simplemente «lanzar la idea», con la esperanza que alcance no sólo el más amplio asentimiento del mundo civil, sino que tal idea encuentre en todas partes múltiples promotores, hábiles y capaces de expresar en la «Jornada de la Paz», a celebrarse al principio de cada nuevo año, aquel sincero y fuerte carácter de humanidad consciente y redimida de sus tristes y funestos conflictos bélicos, que sepa dar a la historia del mundo un desarrollo ordenado y civil más feliz».
En ese también histórico primer Mensaje para la primera Jornada de la Paz, Pablo VI pone de relieve «la necesidad de defender la paz frente a los peligros que siempre la amenazan: el peligro de supervivencia de los egoísmos en las relaciones entre las naciones; el peligro de las violencias a que algunos pueblos pueden dejarse arrastrar por la desesperación, al no ver reconocido y respetado su derecho a la vida y a la dignidad humana; el peligro, hoy tremendamente acrecentado, del recurso a los terribles armamentos exterminadores de los que algunas Potencias disponen, empleando en ello enormes medios financieros, cuyo dispendio es motivo de penosa reflexión ante las graves necesidades que afligen el desarrollo de tantos otros pueblos; el peligro de creer que las controversias internacionales no se pueden resolver por los caminos de la razón, es decir de las negociaciones fundadas en el derecho, la justicia, la equidad, sino sólo por los de las fuerzas espantosas y mortíferas».

Pablo VI destacó su entrañable devoción a la Virgen en su discurso a las nuevas familias cristianas, en Bogotá, (24 de agosto de 1968), en el marco de su Viaje Apostólico. Ella «asunta a los Cielos... con su múltiple intercesión continúa obteniéndonos los dones de la salvación eterna» y «precede en la tierra con su luz al peregrinante Pueblo de Dios, como signo de esperanza cierta y de consuelo hasta que llegue el día del Señor»:
Amadísimos:
Gracias por vuestro ferviente homenaje. Lo aceptamos para ofrecerlo, en este sábado marianamente consagrado, a la que es «Madre de Dios Hijo y, por eso, Hija Predilecta del Padre y Sagrario del Espíritu Santo» (Concilio Vaticano II. Constitución Dogmática sobre la Iglesia, n. 53).
En estos días, cuando la Iglesia converge a Bogotá para adorar el fruto de las entrañas de la Virgen María, que real y substancialmente se contiene, se ofrece y se da en alimento bajo las especies sacramentales, queremos también honrar a esa criatura, singular y santísima, que con íntimo gozo proclamamos Madre de la Iglesia; e invitaros a mantener e intensificar vuestra devoción hacia Ella, en conformidad con las nítidas orientaciones del Concilio que quiso colocarla come en el vértice de la Constitución Dogmática sobre la Iglesia.
Es Ella modelo de tantas virtudes necesarias para superar cristianamente los peligros de la vida. Es modelo de oración humilde, de fe en la Providencia, de sacrificio constante, de obediencia sumisa, de caridad ardiente: actitudes que deben imitarse para garantizar una existencia, individual y familiar, serena y feliz.
Que su figura luminosa siga proyectando — como lo hace desde sus Santuarios de Chinquinquirá y de Las Lajas— destellos de confianza y de amor en todos, sobremanera en vosotros, unidos hoy con el sacramento del matrimonio a los que va Nuestra enhorabuena con los mejores votos de creciente prosperidad.
¿Recordáis aquella página evangélica, cuando el Señor obra en Caná en un banquete de bodas, su primer milagro a instancias de su Madre? Esa narración refleja la sensibilidad y comprensión de la Virgen ante las dificultades humanas y la voluntad de Jesús de escuchar la súplica de María.
Pues bien, Ella «asunta a los Cielos, no ha dejado esta misión salvadora, sino que con su múltiple intercesión continúa obteniéndonos los dones de la salvación eterna» (Ib. n. 62) y «precede en la tierra con su luz al peregrinante Pueblo de Dios, como signo de esperanza cierta y de consuelo hasta que llegue el día del Señor» (Ib. n. 68).
Sigámosla. Es el cauce por donde Jesús llegó y que nos atrae y lleva hasta Dios. Que en este caminar os aliente y acompañe Nuestra Bendición Apostólica».
(CdM – RV)

domingo, 19 de octubre de 2014

Gracias a Dios por el Sínodo y gracias a Pablo VI!

Temas sacerdotales y Homilías del Papa.

Papa Francisco: ¡Gracias a Dios por el Sínodo
 y gracias a Pablo VI!
2014-10-19 Radio Vaticana
(RV).- (se actualizó con audio voz y texto de la homilía del Papa) «¡Dar a Dios lo que es de Dios!» «¡Por el don de este Sínodo y por el espíritu constructivo con que todos han colaborado, con el Apóstol Pablo, «damos gracias a Dios por todos ustedes y los tenemos presentes en nuestras oraciones!» y «¡gracias a nuestro querido y amado Papa Pablo VI. Gracias por tu humilde y profético testimonio de amor a Cristo y a su Iglesia!». El Papa Francisco hizo resonar estas palabras en su homilía de la Santa Misa con ocasión de la conclusión del Sínodo extraordinario sobre la familia y de la beatificación Pablo VI.

«Dar a Dios lo que es de Dios» significa estar dispuesto a hacer su voluntad y dedicarle nuestra vida y colaborar con su Reino de misericordia, de amor y de paz, enfatizó el Obispo de Roma, haciendo hincapié en que en eso reside la verdadera fuerza de los cristianos, «la levadura que fermenta y la sal que da sabor a todo esfuerzo humano contra el pesimismo generalizado que nos ofrece el mundo. En eso reside nuestra esperanza, porque la esperanza en Dios no es una huida de la realidad, no es una coartada: es ponerse manos a la obra para devolver a Dios lo que le pertenece. Por eso, el cristiano mira a la realidad futura, a la realidad de Dios, para vivir plenamente la vida –con los pies bien puestos en la tierra – y responder, con valentía, a los incesantes retos nuevos».

El Papa Bergoglio comenzó su homilía recordando una de las frases más famosas de todo el Evangelio: «Dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios» (Mt 22,21). Jesús responde con esta frase irónica y genial a la provocación de los fariseos que, por decirlo de alguna manera, querían hacerle el examen de religión y ponerlo a prueba. Es una respuesta inmediata que el Señor da a todos aquellos que tienen problemas de conciencia, sobre todo cuando están en juego su conveniencia, sus riquezas, su prestigio, su poder y su fama. Y esto ha sucedido siempre».

«Jesús pone el acento en la segunda parte de la frase: «Y [dar] a Dios lo que es de Dios». Lo cual quiere decir reconocer y creer firmemente –frente a cualquier tipo de poder – que sólo Dios es el Señor del hombre, y no hay ningún otro. Ésta es la novedad perenne que hemos de redescubrir cada día, superando el temor que a menudo nos atenaza ante las sorpresas de Dios. ¡Él no tiene miedo de las novedades!»

«Lo hemos visto en estos días durante el Sínodo extraordinario de los Obispos –“sínodo” quiere decir “caminar juntos”–. Y, de hecho, pastores y laicos de todas las partes del mundo han traído aquí a Roma la voz de sus Iglesias particulares para ayudar a las familias de hoy a seguir el camino del Evangelio, con la mirada fija en Jesús. Ha sido una gran experiencia, en la que hemos vivido la sinodalidad y la colegialidad, y hemos sentido la fuerza del Espíritu Santo que guía y renueva sin cesar a la Iglesia, llamada, con premura, a hacerse cargo de las heridas abiertas y a devolver la esperanza a tantas personas que la han perdido».
Texto completo y voz de la homilía del Papa Francisco : 

Acabamos de escuchar una de las frases más famosas de todo el Evangelio: «Dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios» (Mt 22,21). Jesús responde con esta frase irónica y genial a la provocación de los fariseos que, por decirlo de alguna manera, querían hacerle el examen de religión y ponerlo a prueba. Es una respuesta inmediata que el Señor da a todos aquellos que tienen problemas de conciencia, sobre todo cuando están en juego su conveniencia, sus riquezas, su prestigio, su poder y su fama. Y esto ha sucedido siempre.

Evidentemente, Jesús pone el acento en la segunda parte de la frase: «Y [dar] a Dios lo que es de Dios». Lo cual quiere decir reconocer y creer firmemente –frente a cualquier tipo de poder– que sólo Dios es el Señor del hombre, y no hay ningún otro. Ésta es la novedad perenne que hemos de redescubrir cada día, superando el temor que a menudo nos atenaza ante las sorpresas de Dios.

¡Él no tiene miedo de las novedades! Por eso, continuamente nos sorprende, mostrándonos y llevándonos por caminos imprevistos. Nos renueva, es decir, nos hace siempre “nuevos”. Un cristiano que vive el Evangelio es “la novedad de Dios” en la Iglesia y en el mundo. Y a Dios le gusta mucho esta “novedad”.
«Dar a Dios lo que es de Dios» significa estar dispuesto a hacer su voluntad y dedicarle nuestra vida y colaborar con su Reino de misericordia, de amor y de paz.

En eso reside nuestra verdadera fuerza, la levadura que fermenta y la sal que da sabor a todo esfuerzo humano contra el pesimismo generalizado que nos ofrece el mundo. En eso reside nuestra esperanza, porque la esperanza en Dios no es una huida de la realidad, no es una coartada: es ponerse manos a la obra para devolver a Dios lo que le pertenece. Por eso, el cristiano mira a la realidad futura, a la realidad de Dios, para vivir plenamente la vida –con los pies bien puestos en la tierra– y responder, con valentía, a los incesantes retos nuevos.
Lo hemos visto en estos días durante el Sínodo extraordinario de los Obispos –“sínodo” quiere decir “caminar juntos”–. Y, de hecho, pastores y laicos de todas las partes del mundo han traído aquí a Roma la voz de sus Iglesias particulares para ayudar a las familias de hoy a seguir el camino del Evangelio, con la mirada fija en Jesús. Ha sido una gran experiencia, en la que hemos vivido la sinodalidad y la colegialidad, y hemos sentido la fuerza del Espíritu Santo que guía y renueva sin cesar a la Iglesia, llamada, con premura, a hacerse cargo de las heridas abiertas y a devolver la esperanza a tantas personas que la han perdido.

Por el don de este Sínodo y por el espíritu constructivo con que todos han colaborado, con el Apóstol Pablo, «damos gracias a Dios por todos ustedes y los tenemos presentes en nuestras oraciones» (1 Ts 1,2). Y que el Espíritu Santo que, en estos días intensos, nos ha concedido trabajar generosamente con verdadera libertad y humilde creatividad, acompañe ahora, en las Iglesias de toda la tierra, el camino de preparación del Sínodo Ordinario de los Obispos del próximo mes de octubre de 2015. Hemos sembrado y seguiremos sembrando con paciencia y perseverancia, con la certeza de que es el Señor quien da el crecimiento (cf. 1 Co 3,6).

En este día de la beatificación del Papa Pablo VI, me vienen a la mente las palabras con que instituyó el Sínodo de los Obispos: «Después de haber observado atentamente los signos de los tiempos, nos esforzamos por adaptar los métodos de apostolado a las múltiples necesidades de nuestro tiempo y a las nuevas condiciones de la sociedad» (Carta ap. Motu proprio Apostolica sollicitudo).

Contemplando a este gran Papa, a este cristiano comprometido, a este apóstol incansable, ante Dios hoy no podemos más que decir una palabra tan sencilla como sincera e importante: Gracias. Gracias a nuestro querido y amado Papa Pablo VI. Gracias por tu humilde y profético testimonio de amor a Cristo y a su Iglesia.

El que fuera gran timonel del Concilio, al día siguiente de su clausura, anotaba en su diario personal: «Quizás el Señor me ha llamado y me ha puesto en este servicio no tanto porque yo tenga algunas aptitudes, o para que gobierne y salve la Iglesia de sus dificultades actuales, sino para que sufra algo por la Iglesia, y quede claro que Él, y no otros, es quien la guía y la salva» (P. Macchi, Paolo VI nella sua parola, Brescia 2001, 120-121). En esta humildad resplandece la grandeza del Beato Pablo VI que, en el momento en que estaba surgiendo una sociedad secularizada y hostil, supo conducir con sabiduría y con visión de futuro –y quizás en solitario– el timón de la barca de Pedro sin perder nunca la alegría y la fe en el Señor.

Pablo VI supo de verdad dar a Dios lo que es de Dios dedicando toda su vida a la «sagrada, solemne y grave tarea de continuar en el tiempo y extender en la tierra la misión de Cristo» (Homilía en el inicio del ministerio petrino, 30 junio 1963: AAS 55 [1963], 620), amando a la Iglesia y guiando a la Iglesia para que sea «al mismo tiempo madre amorosa de todos los hombres y dispensadora de salvación» (Carta enc. Ecclesiam Suam, Prólogo).



sábado, 18 de octubre de 2014

Homilías del Papa Francisco 16 y 17-10-2014,

Temas sacerdotales y Homilías del Papa.


La oración de alabanza es difícil, pero da alegría,
 dijo Francisco
2014-10-16 Radio Vaticana
(RV).-Es fácil rezar para pedir gracias, mientras es más difícil la oración de alabanza, pero es ésta la oración de la verdadera alegría. Lo afirmó el Papa Francisco en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta.

El Pontífice centró su reflexión en la Carta a los Efesios, en la que San Pablo eleva con alegría su bendición a Dios. Se trata de una oración de alabanza – observó –, de una oración “que nosotros no solemos hacer habitualmente: alabar a Dios. Y dijo que se trata de pura gratuidad, que nos hace entrar en “una gran alegría”:

“Nosotros sabemos rezar muy bien cuanto pedimos cosas, también cuando agradecemos al Señor, pero la oración de alabanza es un poco más difícil para nosotros: no es tan habitual alabar al Señor. Y esto podemos sentirlo mejor cuando hacemos memoria de las cosas que el Señor ha hecho en nuestra vida: ‘En Él – en Cristo – nos ha elegido antes de la creación del mundo’. ¡Bendito eres Señor, porque tú me has elegido! Es la alegría de una cercanía paterna y tierna”.

Francisco prosiguió explicando que “la oración de alabanza” nos da esta alegría, nos lleva a ser felices ante el Señor. Por lo que pidió que hagamos un esfuerzo para reencontrarla; teniendo en cuenta que el punto de partida es, precisamente, “hacer memoria” de esta elección: “el Señor me ha elegido antes de la creación del mundo. ¡Pero esto – dijo – no se puede comprender!”:

“No se puede comprender ni imaginar: que el Señor me haya conocido antes de la creación del mundo, que mi nombre estaba en el corazón del Señor. ¡Ésta es la verdad! ¡Ésta es la revelación! Si nosotros no creemos esto no somos cristianos ¡eh! Quizá estemos impregnados de una religiosidad teísta, ¡pero no somos cristianos! El cristiano es uno elegido, el cristiano es uno elegido en el corazón de Dios antes de la creación del mundo. También este pensamiento colma de alegría nuestro corazón: ¡yo soy elegido! Y nos da seguridad”.

El Papa observó además que nuestro nombre está en el corazón de Dios. Precisamente en las vísceras de Dios, como el niño está dentro de su mamá. Ésta es nuestra alegría, la de ser elegidos”. Es algo – subrayó Francisco – que “no se puede entender sólo con la cabeza. Ni siquiera sólo con el corazón. Para comprender esto debemos entrar en el Misterio de Jesucristo. El Misterio de su Hijo amado: ‘Él ha derramado su sangre en abundancia sobre nosotros, con toda sabiduría e inteligencia, haciéndonos conocer el misterio de su voluntad’. Y ésta es una tercera actitud: entrar en el Misterio”:

“Cuando celebramos la Eucaristía, entramos en este Misterio, que no se puede comprender totalmente: el Señor está vivo, está con nosotros, aquí, en su gloria, en su plenitud, y da otra vez su vida por nosotros. Debemos aprender cada día esta actitud de entrar en el Misterio. El cristiano es una mujer, es un hombre, que se esfuerza para entrar en el Misterio. El Misterio no se puede controlar: ¡es Misterio! Yo entro”.

El Papa Francisco concluyó diciendo que la oración de alabanza es ante todo “oración de alegría”, y también “oración de memoria: ‘¡Pero cuánto ha hecho por mí el Señor! Con cuánta ternura me ha acompañado, cómo se ha abajado; se ha inclinado como el papá se inclina con el niño para hacerlo caminar’”. Y, en fin, oración al Espíritu Santo para que nos dé “la gracia de entrar en el Misterio, sobre todo cuando celebramos la Eucaristía”.(María Fernanda Bernasconi - RV).



Dios nos ha dado el Cielo como anticipo de eternidad,
dijo Francisco
2014-10-17 Radio Vaticana
Homilía de la misa matutina en Santa Marta

(RV).-A través del Espíritu Santo, Dios ha dado a los cristianos el Cielo como “anticipo” de eternidad. Pero a veces los cristianos se olvidan de este don para seguir una vida “opaca” e hipócrita. Lo afirmó el Papa Francisco en su homilía de la Misa matutina presidida en la capilla de la Casa de Santa Marta.

El Pontífice destacó que el Espíritu Santo es el “sello” de luz con el que Dios ha dado el Cielo a los cristianos, los cuales, muchas veces, olvidan esta luz a cambio de una vida de penumbra o, peor aún, de luz falsa, esa que brilla en la hipocresía. El Papa reflexionó siguiendo la lectura de Pablo, que explica a los cristianos de Éfeso que, por haber creído en el Evangelio, recibieron “el sello del Espíritu Santo”. Y explicó que con este don, Dios “no sólo nos ha elegido”, sino que además nos dado un estilo, “un modo de vivir, que no es sólo “una lista de hábitos”, es algo más, es, precisamente, “una identidad”:

“Nuestra identidad es precisamente este sello, esta fuerza del Espíritu Santo, que todos nosotros hemos recibido en el Bautismo. Y el Espíritu Santo ha sellado nuestro corazón y, además, camina con nosotros. Este Espíritu, que había sido prometido – Jesús lo había prometido – esto Espíritu no sólo nos da la identidad, sino que también es anticipo de nuestra herencia. Con Él el Cielo comienza. Nosotros estamos viviendo precisamente este Cielo, esta eternidad, porque hemos sido sellados por el Espíritu Santo, que precisamente es el inicio del Cielo: era el anticipo; lo tenemos en nuestras manos. Nosotros tenemos el Cielo en nuestras manos con este sello”.

Francisco prosiguió explicando que sin embargo tener el Cielo como anticipo de eternidad no impide a los cristianos “resbalar al menos en un par de tentaciones”. Primero – afirmó textualmente – “cuando nosotros queremos, no digo borrar la identidad, sino volverla opaca”:
“Es el cristiano tibio. Es cristiano, sí. Va a Misa el domingo, sí. Pero en su vida la identidad no se ve. También vive como un pagano: puede vivir como un pagano, pero es cristiano. Ser tibios. Volver opaca nuestra identidad. Y el otro pecado, aquel del que Jesús hablaba a sus discípulos y hemos oído: ‘Estén atentos a la levadura de los fariseos, que es la hipocresía’. ‘Hacer de cuenta que’: yo hago de cuenta que soy cristiano, pero no lo soy. No soy transparente, digo una cosa – ‘sí, sí, soy cristiano’ – pero hago otra que no es cristiana”.

En cambio, y el mismo Pablo lo recuerda en otro pasaje, una vita cristiana vivida según la identidad creada por el Espíritu Santo trae como dote – subrayó el Papa – dones de otro calibre:

“Amor, alegría, paz, magnanimidad, benevolencia, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí. Y éste es nuestro camino hacia el Cielo, es nuestro camino, que hace que comience el Cielo desde acá. Porque tenemos esta identidad cristiana, hemos sido sellados por el Espíritu Santo. Pidamos al Señor la gracia de estar atentos a este sello, a nuestra identidad cristiana, que no sólo es promesa, no, ya la tenemos en nuestras manos como anticipo”.
(María Fernanda Bernasconi - RV).