martes, 31 de diciembre de 2013

Primeras vísperas de la Solemnidad de María Santísima Madre de Dios

Blog de Tío Paco-Franjaoli-Franja


Concluimos el año del Señor 2013 agradeciendo y pidiendo perdón, 
dice el Papa al celebrar las primeras vísperas de la
 Solemnidad de María Santísima Madre de Dios

2013-12-31 Radio Vaticana

(RV).- A las cinco de la tarde el Papa Francisco presidió en la Basílica de San Pedro las primeras vísperas de la Solemnidad de María Santísima Madre de Dios, con la adoración y bendición Eucarística. Se trató de la última celebración del año 2013, en acción de gracias a Dios y para invocar a María Santísima a fin de que el nuevo año civil 2014 lo comencemos en el Nombre del Señor.
Al término de la celebración el Obispo de Roma fue a la Plaza de San Pedro para detenerse en oración ante el Pesebre y saludar a los numerosos fieles y peregrinos allí reunidos.
En su homilía, el Papa comenzó recordando que el apóstol Juan define el tiempo presente de modo preciso: “Ha llegado la última hora”. Y explicó que esta afirmación - que se lee en la Misa del 31 de diciembre – significa que con la llegada de Dios en la historia estamos ya en los tiempos “últimos”, después de los cuales, el paso final, será la segunda y definitiva venida de Cristo.
Esta tarde, dijo el Papa al final de su homilía, concluimos el año del Señor 2013 agradeciendo y pidiendo perdón. Agradecemos por todos los beneficios que el Señor nos ha dispensado y, sobre todo, por su paciencia y fidelidad, que se manifiestan en la sucesión de los tiempos, pero de modo particular en la plenitud del tiempo, cuando “Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer”. Que la Madre de Dios, en cuyo nombre mañana iniciaremos un nuevo tramo de nuestro peregrinaje terrenal, nos enseñe a acoger al Dios hecho hombre, para que cada año, cada mes, cada día esté colmado de su eterno Amor.
(María Fernanda Bernasconi – RV).

Texto completo de la homilía del Santo Padre Francisco:

El apóstol Juan define el tiempo presente en modo preciso: “ha llegado la última hora”, 1 Jn 2, 18. Esta afirmación – que se lee en la Misa del 31 de diciembre – significa que con la llegada de Dios en la historia estamos ya en los tiempos “últimos”, luego de los cuales, el paso final será la segunda y definitiva venida de Cristo. Naturalmente aquí se habla de la calidad del tiempo, no de su cantidad. Con Jesús ha llegado la “plenitud” del tiempo, plenitud de significado y plenitud de salvación. Y no habrá más una nueva revelación, sino la manifestación plena de aquello que Jesús ha ya revelado. En este sentido estamos en la “última hora”, cada momento de nuestra vida es definitivo y cada acción nuestra está cargada de eternidad; de hecho, la respuesta que damos hoy a Dios que nos ama en Jesucristo, incide en nuestro futuro.



La visión bíblica y cristiana del tiempo y de la historia no es cíclica, sino lineal: es un camino que va hacia un cumplimiento. Un año que ha pasado, por lo tanto, no nos lleva a una realidad que termina sino a una realidad que se cumple, es un ulterior paso hacia la meta que está delante de nosotros: una meta de esperanza y una meta de felicidad, porque encontraremos a Dios, razón de nuestra esperanza y fuente de nuestra alegría.

Mientras el año 2013 llega a su final, recogemos, como en un cesto, los días, las semanas, los meses que hemos vivido, para ofrecer todo al Señor. Y preguntémonos, con coraje: ¿cómo hemos vivido el tiempo que Él nos ha donado? ¿Lo hemos usado sobre todo para nosotros mismos, para nuestros intereses, o hemos sabido gastarlo también en los otros? ¿Cuánto tiempo hemos reservado para “estar con Dios”, en la oración, en el silencio, en la adoración?
Y pensemos también en nosotros, ciudadanos romanos, pensemos en esta ciudad de Roma. ¿Qué ha sucedido este año? ¿Qué está sucediendo, y qué cosa sucederá? ¿Cómo es la calidad de la vida en esta Ciudad? ¡Depende de todos nosotros! ¿Cómo es la calidad de nuestra “ciudadanía”? ¿Hemos contribuido este año, en nuestra medida, a hacerla habitable, ordenada, acogedora? En efecto, el rostro de una ciudad es como un mosaico cuyas piezas son todos los que la habitan. Cierto, quien inviste una autoridad tiene mayor responsabilidad, pero cada uno es corresponsable, en el bien y en el mal.


Roma es una ciudad de una belleza única. Su patrimonio espiritual y cultural es extraordinario. Sin embargo, también en Roma hay tantas personas marcadas por miserias materiales y morales, personas pobres, infelices, sufrientes, que interpelan la conciencia no sólo de los responsables públicos, sino de cada ciudadano. En Roma tal vez sintamos más fuerte este contraste entre el entorno majestuoso y lleno de belleza artística, y el malestar social de aquellos a los que les cuesta más.

Roma es una ciudad llena de turistas, pero también colmada de refugiados. Roma está llena de gente que trabaja, pero también de personas que no encuentran trabajo o que desarrollan trabajos mal pagados y a veces indignos; y todos tienen el derecho de ser tratados con la misma actitud de acogida y equidad, porque cada uno es portador de dignidad humana.

Es el último día del año. ¿Qué haremos, como nos comportaremos en el próximo año, para hacer un poco mejor nuestra Ciudad? La Roma del nuevo año tendrá un rostro aún más bello si será más rica de humanidad, hospitalidad, acogida; si todos nosotros somos más atentos y generosos con quien está en dificultad; si sabemos colaborar con espíritu constructivo y solidario, para el bien de todos. La Roma del nuevo año será mejor si no habrá personas que la miran “desde lejos”, “en postales”, que miran su vida solamente desde el balcón, sin involucrarse en tantos problemas humanos, problemas de hombres y mujeres que al final… y desde el principio, lo queramos o no, son nuestros hermanos. En esta perspectiva, la Iglesia de Roma se siente comprometida a dar su propia contribución a la vida y al futuro de la Ciudad, ¡pero es su deber! Se siente comprometida a animarla con la levadura del Evangelio, a ser signo e instrumento de la misericordia de Dios.

Esta tarde concluimos el año del Señor 2013 agradeciendo y pidiendo perdón. Dos cosas juntas: agradecer y pedir perdón. Agradecemos por todos los beneficios que el Señor nos ha dispensado, y sobre todo por su paciencia y fidelidad, que se manifiestan en la sucesión de los tiempos, pero de modo particular en la plenitud del tiempo, cuando “Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer”, Gal 4, 4. Que la Madre de Dios, en cuyo nombre mañana iniciaremos un nuevo tramo de nuestro peregrinaje terrenal, nos enseñe a acoger al Dios hecho hombre, para que cada año, cada mes, cada día esté colmado de su eterno Amor. Así sea.

(Traducción de Griselda Mutual y Mariana Puebla – RV).

El Papa en la fiesta de la Sagrada Familia

Blog de Tío Paco-Franjaoli-Franja



Dios ha querido nacer en una familia humana, 
ha querido tener una madre y un padre, 
dijo el Papa en la fiesta de la Sagrada Familia

2013-12-29 Radio Vaticana

Antes de la oración dominical del Ángelus que rezó con miles de peregrinos, en la que Francisco invitó a “pedir con fervor a María Santísima, Madre de Jesús y Madre nuestra y a san José, su esposo para que iluminen, conforten y guíen a cada familia del mundo, para que puedan cumplir con dignidad y serenidad la misión que Dios les ha confiado”, el Obispo de Roma exhortó: “mientras fijamos la mirada en la Santa Familia de Nazaret en el momento en que está constreñida a hacerse prófuga, pensamos en el drama de aquellos migrantes y refugiados que son víctimas del rechazo y de la explotación. Pero también pensamos en los “exiliados” que puede haber dentro de las mismas familias: los ancianos, por ejemplo, que a veces son tratados como presencias molestas”.

Manifestó que piensa que un signo para saber cómo va una familia es ver cómo se tratan en ella a los niños y a los ancianos. Y expresó que: Jesús ha querido pertenecer a una familia que ha experimentado estas dificultades, para que nadie se sienta excluido de la cercanía amorosa de Dios. “La fuga a Egipto a causa de las amenazas de Herodes nos muestra que Dios está allí donde el hombre está en peligro, allí donde el hombre sufre, allí donde escapa, donde experimenta el rechazo y el abandono; pero es también allí donde el hombre sueña, espera volver a su patria en la libertad, proyecta y elige para la vida y la dignidad suya y de sus familiares”.El Vicario de Cristo dijo que la sencillez de la vida de la Sagrada Familia es un ejemplo que hace tanto bien a nuestras familias, las ayuda a convertirse cada vez más en comunidad de amor y de reconciliación, en la que se experimenta la ternura, la ayuda recíproca, el perdón recíproco. Y animó a las familias a tomar conciencia de la importancia que tienen en la Iglesia y en la sociedad, porque “el anuncio del Evangelio pasa ante todo a través de las familias, para alcanzar después los diversos ámbitos de la vida cotidiana”.
Jesuita Guillermo Ortiz – RADIO VATICANA.



Después del rezo a la Madre de Dios, el Papa Francisco recordó que el próximo Consistorio y el próximo Sínodo de los Obispos afrontarán el tema de la familia y que la fase preparatoria ya se ha iniciado desde hace algún tiempo. Por ello, en esta Fiesta de la Sagrada Familia, el Santo Padre quiso encomendar a Jesús, María y José, este trabajo sinodal, rezando por las familias de todo el mundo. E invitó a todos a unirse espiritualmente a él en la oración escrita por él mismo y que luego pronunció:

Oración del Papa Francisco a la Sagrada Familia:  
«Jesús, María y José,
en ustedes contemplamos
el esplendor del amor verdadero,
a ustedes nos dirigimos con confianza.
Sagrada Familia de Nazaret,
haz que también nuestras familias
sean lugares de comunión y cenáculos de oración,
auténticas escuelas del Evangelio
y pequeñas Iglesias domésticas.
Sagrada Familia de Nazaret,
que nunca más en las familias se vivan experiencias
de violencia, cerrazón y división:
que todo el que haya sido herido o escandalizado
conozca pronto el consuelo y la sanación.
Sagrada Familia de Nazaret,
que el próximo Sínodo de los Obispos
pueda despertar en todos la conciencia
del carácter sagrado e inviolable de la familia,
su belleza en el proyecto de Dios.
Jesús, María y José,
escuchen y atiendan nuestra súplica. Amén.

El Obispo de Roma dirigió asimismo un saludo especial a todas las personas conectadas con este rezo en la Plaza de San Pedro, desde Nazaret, en Basílica de la Anunciación, con la presencia del Secretario General del Sínodo de los Obispos; desde Barcelona, en la Basílica de la Sagrada Familia, con la presencia del presidente del Pontificio Consejo para la Familia; desde Loreto, en la Basílica Santuario de la Santa Casa. Saludo que extendió a todas aquellas personas que en varias partes del mundo se han reunido para otras celebraciones dedicadas a la familia, como en Madrid.


Texto completo de la alocución del Papa Francisco a la hora del ángelus
 Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En este primer domingo después de Navidad, la Liturgia nos invita a celebrar la fiesta de la Sagrada Familia de Nazaret. En efecto, cada pesebre nos muestra a Jesús junto a la Virgen y a San José, en la gruta de Belén. Dios ha querido nacer en una familia humana, ha querido tener una madre y un padre. Como nosotros.
Y hoy el Evangelio nos presenta a la Sagrada Familia en el camino doloroso del exilio, en busca de refugio en Egipto. José, María y Jesús experimentan la condición dramática de los prófugos, marcada por el miedo, la incertidumbre y las estrecheces (Cfr. Mt 2, 13-15.19-23).
Lamentablemente, en nuestros días, millones de familias pueden reconocerse en esta triste realidad. Casi cada día la televisión y los periódicos dan noticias de prófugos que huyen del hambre, de la guerra, de otros peligros graves, en busca de seguridad y de una vida digna para ellos y para sus propias familias.
En tierras lejanas, incluso cuando encuentran trabajo, no siempre, no siempre los prófugos y los inmigrados encuentran acogida verdadera, respeto, aprecio de los valores de los que son portadores. Sus legítimas expectativas chocan con situaciones complejas y dificultades que parecen, a veces, insuperables. Por esta razón, mientras fijamos la mirada en la Sagrada Familia de Nazaret en el momento en que está obligada a hacerse prófuga, pensemos en el drama de aquellos migrantes y refugiados que son víctimas del rechazo y de la explotación. Que son víctimas de la trata de personas y del trabajo esclavo. Pero también pensemos en otros “exiliados”, yo los llamaría “exiliados escondidos”, aquellos “exiliados” que puede haber dentro de las mismas familias: los ancianos, por ejemplo, que a veces son tratados como presencias molestas.
Muchas veces pienso que un signo para saber cómo va una familia es ver cómo se tratan en ella a los niños y a los ancianos.
Jesús ha querido pertenecer a una familia que ha experimentado el exilio, para que nadie se sienta excluido de la cercanía amorosa de Dios. La fuga en Egipto a causa de las amenazas de Herodes nos muestra que Dios está allí donde el hombre está en peligro, allí donde el hombre sufre, allí donde escapa, donde experimenta el rechazo y el abandono; pero Dios también está allí donde el hombre sueña, espera volver a su patria en la libertad, proyecta y elige para la vida y la dignidad suya y de sus familiares.
Hoy nuestra mirada sobre la Sagrada Familia nos deja atraer también por la sencillez de la vida que ella conduce en Nazaret. Es un ejemplo que hace tanto bien a nuestras familias, las ayuda a convertirse cada vez más en comunidad de amor y de reconciliación, en la que se experimenta la ternura, la ayuda recíproca, el perdón recíproco.
Recordemos las tres palabras clave para vivir en paz y alegría en la familia: “permiso”, “gracias”, “perdón”. Cuando en una familia no se es entrometido, cuando en una familia no se es entrometido y se pide permiso, cuando en una familia no se es egoísta y se aprende a decir gracias, gracias, y cuando en una familia uno se da cuenta de que ha hecho algo malo y sabe pedir perdón, ¡en esa familia hay paz y hay alegría!
Recordemos estas tres palabras. Pero podemos repetirlas todos juntos.¡He! Permiso, gracias, perdón. Todos: Permiso, gracias, perdón.
Pero también quisiera animar a las familias a tomar conciencia de la importancia que tienen en la Iglesia y en la sociedad. En efecto, el anuncio del Evangelio pasa ante todo, a través de las familias, para alcanzar después los diversos ámbitos de la vida cotidiana.
Invoquemos con fervor a María Santísima, la Madre de Jesús y Madre nuestra, y a San José, su esposo. Pidamos a ellos que iluminen, consuelen, guíen a toda familia del mundo, para que se pueda cumplir con dignidad y serenidad la misión que Dios le ha encomendado.
(Traducción de María Fernanda Bernasconi – RV).

domingo, 29 de diciembre de 2013

PAPA FRANCISCO. ORACIÓN A LA SAGRADA FAMILIA,

Blog de Tío Paco-Franjaoli-Franja


NO PUEDE SER MÁS OPORTUNA EN ESTE DÍA DE LA
SAGRADA FAMILIA

La oración del papa a la Santa Familia de Nazaret
El santo padre en el ángelus: Nunca más en las familias haya violencia, obstinación y división; y quien fue herido o escandalizado sea pronto consolado y curado
Por Redacción
CIUDAD DEL VATICANO, 29 de diciembre de 2013 (Zenit.org) - Este domingo, durante el ángelus, el papa Francisco ha rezado una oración inédita, escrita de su puño y letra, y destinada a pedir por la familia y sus desafíos, un tema que será tratado en profundidad durante el Sínodo de los Obispos que tendrá lugar en octubre del año próximo.

A continuación el texto íntegro de la plegaria.
ORACIÓN A LA SAGRADA FAMILIA
Jesús, María y José,
en vosotros contemplamos
el esplendor del verdadero amor,
a vosotros, confiados, nos dirigimos.
Santa Familia de Nazaret,
haz también de nuestras familias
lugar de comunión y cenáculo de oración,
auténticas escuelas del Evangelio
y pequeñas Iglesias domésticas.
Santa Familia de Nazaret,
que nunca más haya en las familias episodios
de violencia, de obstinación y división;
que quien haya sido herido o escandalizado
sea pronto consolado y curado.
Santa Familia de Nazaret,
que el próximo Sínodo de los Obispos
haga tomar conciencia a todos
del carácter sagrado e inviolable de la familia,
de su belleza en el proyecto de Dios.
Jesús, María y José,
escuchad, acoged nuestra súplica.
Amén

viernes, 27 de diciembre de 2013

Bendición Urbi et Orbi del Papa Francisco

Blog de Tío Paco-Franjaoli-Franja


Bendición Urbi et Orbi del Papa Francisco para la Navidad 2013, 

Plaza de San Pedro de Roma, miércoles 25 de diciembre de 2013:

«Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que Dios ama » (Lc 2,14).

Queridos hermanos y hermanas de Roma y del mundo entero, ¡feliz Navidad!
Hago mías las palabras del cántico de los ángeles, que se aparecieron a los pastores de Belén la noche de la Navidad. Un cántico que une cielo y tierra, elevando al cielo la alabanza y la gloria y saludando a la tierra de los hombres con el deseo de la paz.
Les invito a todos a hacer suyo este cántico, que es el de cada hombre y mujer que vigila en la noche, que espera un mundo mejor, que se preocupa de los otros, intentado hacer humildemente su proprio deber.

Gloria a Dios.
A esto nos invita la Navidad en primer lugar: a dar gloria a Dios, porque es bueno, fiel, misericordioso. En este día mi deseo es que todos puedan conocer el verdadero rostro de Dios, el Padre que nos ha dado a Jesús. Me gustaría que todos pudieran sentir a Dios cerca, sentirse en su presencia, que lo amen, que lo adoren.
Y que todos nosotros demos gloria a Dios, sobre todo, con la vida, con una vida entregada por amor a Él y a los hermanos.

Paz a los hombres.
La verdadera paz no es un equilibrio de fuerzas opuestas. No es pura “fachada”, que esconde luchas y divisiones. La paz es un compromiso cotidiano, que se logra contando con el don de Dios, con la gracia que nos ha dado en Jesucristo.
Viendo al Niño en el Belén, pensemos en los niños que son las víctimas más vulnerables de las guerras, pero pensemos también en los ancianos, en las mujeres maltratadas, en los enfermos… ¡Las guerras destrozan tantas vidas y causan tanto sufrimiento!

Demasiadas ha destrozado en los últimos tiempos el conflicto de Siria, generando odios y venganzas. Sigamos rezando al Señor para que el amado pueblo sirio se vea libre de más sufrimientos y las partes en conflicto pongan fin a la violencia y garanticen el acceso a la ayuda humanitaria. Hemos podido comprobar la fuerza de la oración. Y me alegra que hoy se unan a nuestra oración por la paz en Siria creyentes de diversas confesiones religiosas. No perdamos nunca la fuerza de la oración. La fuerza para decir a Dios: Señor, concede tu paz a Siria y al mundo entero.

Concede la paz a la República Centroafricana, a menudo olvidada por los hombres. Pero tú, Señor, no te olvidas de nadie. Y quieres que reine la paz también en aquella tierra, atormentada por una espiral de violencia y de miseria, donde muchas personas carecen de techo, agua y alimento, sin lo mínimo indispensable para vivir. Que se afiance la concordia en Sudán del Sur, donde las tensiones actuales ya han provocado víctimas y amenazan la pacífica convivencia de este joven Estado.

Tú, Príncipe de la paz, convierte el corazón de los violentos, allá donde se encuentren, para que depongan las armas y emprendan el camino del diálogo. Vela por Nigeria, lacerada por continuas violencias que no respetan ni a los inocentes e indefensos. Bendice la tierra que elegiste para venir al mundo y haz que lleguen a feliz término las negociaciones de paz entre israelitas y palestinos. Sana las llagas de la querida tierra de Iraq, azotada todavía por frecuentes atentados.

Tú, Señor de la vida, protege a cuantos sufren persecución a causa de tu nombre. Alienta y conforta a los desplazados y refugiados, especialmente en el Cuerno de África y en el este de la República Democrática del Congo. Haz que los emigrantes, que buscan una vida digna, encuentren acogida y ayuda. Que no asistamos de nuevo a tragedias como las que hemos visto este año, con los numerosos muertos en Lampedusa.

Niño de Belén, toca el corazón de cuantos están involucrados en la trata de seres humanos, para que se den cuenta de la gravedad de este delito contra la humanidad. Dirige tu mirada sobre los niños secuestrados, heridos y asesinados en los conflictos armados, y sobre los que se ven obligados a convertirse en soldados, robándoles su infancia.

Señor, del cielo y de la tierra, mira a nuestro planeta, que a menudo la codicia y el egoísmo de los hombres explota indiscriminadamente. Asiste y protege a cuantos son víctimas de los desastres naturales, sobre todo al querido pueblo filipino, gravemente afectado por el reciente tifón.

Queridos hermanos y hermanas, en este mundo, en esta humanidad hoy ha nacido el Salvador, Cristo el Señor. No pasemos de largo ante el Niño de Belén. Dejemos que nuestro corazón se conmueva, se enardezca con la ternura de Dios; necesitamos sus caricias. El amor de Dios es grande; a Él la gloria por los siglos. Dios es nuestra paz: pidámosle que nos ayude a construirla cada día, en nuestra vida, en nuestras familias, en nuestras ciudades y naciones, en el mundo entero. Dejémonos conmover por la bondad de Dios.



Saludo navideño del Papa Francisco

A todos ustedes, queridos hermanos y hermanas, venidos de todas partes del mundo a esta Plaza, y a cuantos desde distintos países se unen a nosotros a través de los medios de comunicación social, les deseo Feliz Navidad. En este día, iluminado por la esperanza evangélica que proviene de la humilde gruta de Belén, pido para todos ustedes el don navideño de la alegría y de la paz: para los niños y los ancianos, para los jóvenes y las familias, para los pobres y marginados. Que Jesús, que vino a este mundo por nosotros, consuele a los que pasan por la prueba de la enfermedad y el sufrimiento y sostenga a los que se dedican al servicio de los hermanos más necesitados. ¡Feliz Navidad!

Lo he puesto con diversos colores 
para que sea más fácil la lectura.
Franja

martes, 24 de diciembre de 2013

Síntesis de las homilías del Papa Francisco 2013-12-23 y 2013-12-23

Blog de Tío Paco-Franjaoli-Franja


Síntesis de las homilías del Papa Francisco en las Misas que celebra todas las mañanas en la Capilla de la Casa de Santa Marta.
Informaciones elaboradas por L'Osservatore Romano y Radio Vaticano.

El Señor viene y verán su gloria,
 el Papa el lunes en Santa Marta
2013-12-23 Radio Vaticana
(RV).- En Navidad, como María, hagamos lugar para Jesús que viene. Fue la exhortación del Papa Francisco en la Misa de esta mañana en la Casa de Santa Marta. El Santo Padre resaltó que el Señor visita todos los días a su Iglesia y puso en guardia de la actitud de cerrazón de nuestra alma. El cristiano, dijo, debe vivir siempre en vigilante espera del Señor.
La Navidad está cerca. En estos días que anteceden el nacimiento del Señor, el Obispo de Roma subrayó que la Iglesia, como María, está en espera de un parto. También Ella, observó, “sentía aquello que sienten todas las mujeres en ese tiempo”. Siente esas “percepciones interiores en su cuerpo, en su alma” que el hijo está llegando. María, dijo el Papa, siente en el corazón que quiere mirar el rostro de su Niño. Nosotros como Iglesia, agregó, “acompañamos a la Virgen en este camino de espera” y casi “queremos apresurar este nacimiento" de Jesús. El Señor viene dos veces, añadió el Santo Padre, “aquella que conmemoramos ahora, el nacimiento físico” y aquella en que “vendrá al final a cerrar la historia”. Pero, como afirma San Bernardo, hay también un tercer nacimiento:
“Hay una tercera venida del Señor: aquella de cada día. ¡El Señor visita a su Iglesia cada día! Visita a cada uno de nosotros y también nuestra alma entra en esta semejanza: nuestra alma asemeja a la Iglesia, nuestra alma asemeja a María. Los padres del desierto dicen que María, la Iglesia y nuestra alma son femeninas y aquello que se dice de una, análogamente se puede decir de la otra. Nuestra alma también está en espera, en esta espera por la venida del Señor; un alma abierta que llama: '¡Ven, Señor!'”.
Y también a cada uno de nosotros, en estos días, prosiguió, “El Espíritu Santo nos mueve a hacer esta oración: ¡Ven! ¡Ven!”. Todos los días de Adviento, recordó el Pontífice, “hemos dicho en el prefacio que nosotros, la Iglesia, como María, estamos vigilantes en la espera”. Y la vigilancia, evidenció, “es la virtud” del peregrino. ¡Todos nosotros “somos peregrinos!”:
“Y me pregunto: ¿estamos en espera o estamos cerrados? ¿Somos vigilantes o nos quedamos seguros en un albergue, a lo largo del camino y no queremos ir más adelante? ¿Somos peregrinos o somos errantes? Por esto la Iglesia nos invita a rezar este '¡Ven!', a abrir nuestra alma y que nuestra alma sea, en estos días, vigilante en la espera. ¡Vigilar! ¿Qué cosa sucede en nosotros si viene el Señor o si no viene? Si hay lugar para el Señor o hay lugar para fiestas, para comprar cosas, hacer barullo… ¿Nuestra alma está abierta, como está abierta la Santa Madre Iglesia y como estuvo abierta la Virgen? ¿O nuestra alma está cerrada y hemos puesto un letrerito en la puerta, muy educado, que dice: '¡Se ruega no molestar!?'”.
“El mundo – advirtió Francisco – no termina con nosotros, nosotros no somos los más importantes en el mundo: ¡es el Señor, con la Virgen y con la Madre Iglesia!”. “Nos hará bien repetir” la invocación: “¡O sabiduría, o llave de David, o Rey de los pueblos, ven!”:
“Y hoy repetir tantas veces '¡Ven!', e intentar que nuestra alma no sea un alma que diga: 'Se ruega no molestar'. ¡No! Que sea un alma abierta, que sea un alma grande, para recibir en estos días al Señor y que comience a sentir aquello que mañana nos dirá la Iglesia en la antífona: ‘¡Sepan que hoy viene el Señor! ¡Y mañana verán su gloria!’”.
(RC-RV)


Como en espera de un parto
2013-12-23 L’Osservatore Romano
En Navidad se viven las «percepciones interiores en femenino» propias de la «espera de un parto». Una actitud espiritual que prevé un estilo de «apertura»: por ello no se debe colocar nunca en la puerta de nuestra alma «un educado cartel» con la inscripción: «Se ruega no molestar».
Es una fuerte llamada al significado más auténtico de la Navidad la propuesta del Papa Francisco durante la misa celebrada el lunes 23 de diciembre en la capilla de Santa Marta. «En ésta última semana» que precede a la Navidad —recordó el Pontífice— «la Iglesia repite la oración: ¡Ven, Señor!». Y haciendo así, «llama al Señor con tantos nombres distintos, llenos de un mensaje sobre el Señor» mismo: «Oh sabiduría, oh Dios poderoso, oh raíz de de Jesé, oh sol, oh rey de las naciones, oh Emmanuel».
La Iglesia hace esto, explicó el Santo Padre, porque «está en espera de un parto». En efecto «también la Iglesia, esta semana, es como María: en espera del parto». En su corazón la Virgen «sentía lo que sienten todas las mujeres en ese momento» tan especial: esas «percepciones interiores en su cuerpo y en su alma» de las cuales comprende que el hijo ya está por nacer. Y «en su corazón decía seguramente» al niño que llevaba en su seno: «Ven, quiero mirarte a la cara porque me han dicho que serás grande».
Es una experiencia espiritual que vivimos también «nosotros como Iglesia», porque «acompañamos a la Virgen en este camino de espera». Y «queremos apresurar este nacimiento del Señor». Éste es el motivo de la oración: «Ven, oh llave de David, oh sol, oh sabiduría, oh Emanuel. ¡Ven!». Una invocación evocada también en los últimos versículos de la Biblia cuando, al final del libro del Apocalipsis, la Iglesia repite: «Ven, Señor Jesús». Y lo hace con «esa palabra aramea —maranathà— que puede significar un deseo o también una seguridad: el Señor viene».
En realidad, «el Señor viene dos veces». La primera, explicó el obispo de Roma, es «la que conmemoramos ahora, el nacimiento físico». Luego «vendrá al final, a cerrar la historia». Pero, añadió, «san Bernardo nos dice que hay una tercera venida del Señor: la de cada día». En efecto «el Señor cada día visita a su Iglesia. Nos visita a cada uno de nosotros. Y también nuestra alma entra en esta semejanza: nuestra alma se asemeja a la Iglesia; nuestra alma se asemeja a María». En esta perspectiva el Papa Francisco recordó que «los padres del desierto dicen que María, la Iglesia y nuestra alma son femeninas». Así «lo que se dice de una, análogamente se puede decir de la otra».
Por lo tanto «nuestra alma está en espera, en espera por la venida del Señor. Un alma abierta que llama: ¡ven, Señor!». Precisamente en estos días, dijo el Pontífice, el Espíritu Santo mueve el corazón de cada uno a «hacer esta oración: ¡ven, ven!». Por lo demás, «todos los días de Adviento —recordó— hemos dicho en el prefacio que nosotros, la Iglesia, como María, estamos “vigilantes en espera”». Y «la vigilancia es la virtud, es la actitud de los peregrinos. Somos peregrinos». Una condición que sugirió al Papa una pregunta: «¿Estamos en espera o estamos cerrados? ¿Estamos vigilantes o estamos seguros en un albergue en el camino y ya no queremos ir más adelante? ¿Somos peregrinos o somos errantes?».
He aquí por qué la Iglesia nos invita a rezar con este «¡Ven!». Se trata, en definitiva, de «abrir nuestra alma» para que en estos día esté «vigilante en la espera». Es una invitación a comprender «qué sucede» a nuestro alrededor: «si viene el Señor o si no viene; si hay sitio para el Señor o hay sitio para las fiestas, para hacer compras, hacer ruido». Una reflexión que, según el Pontífice, lleva a otra pregunta dirigida a nosotros mismos: «¿Nuestra alma está abierta, como está abierta la santa madre Iglesia y como estaba abierta la Virgen? ¿O nuestra alma está cerrada y hemos colgado en la puerta un cartel, muy educado, que dice: se ruega no molestar?».
«El mundo no acaba con nosotros», afirmó el Papa, y «nosotros no somos más importantes que el mundo». Así, continuó, «con la Virgen y con la madre Iglesia nos hará bien repetir hoy en oración estas invocaciones: oh sabiduría, oh llave de David, oh rey de las naciones, ven, ven». Y será un bien, insistió, «repetir muchas veces: ¡ven!». Una oración que se convierte en examen de conciencia, para verificar «cómo es nuestra alma» y hacer que «no sea un alma que diga» a los demás que no le molesten, sino más bien «un alma abierta, una alma grande para recibir al Señor en estos días». Un alma, concluyó el Santo Padre, «que comienza a sentir lo que mañana en la antífona nos dirá la Iglesia: Hoy sabréis que vendrá el Señor, y mañana veréis su gloria».

lunes, 23 de diciembre de 2013

BELÉN: Donde nació Jesús

Blog de Tío Paco-Franjaoli-Franja
Me ha gustado y lo pongo aquí por la fecha

FELIZ NAVIDAD A TODOS LOS VISITANTES DE ESTE BLOG

BELÉN: Donde nació Jesús 
(Etim. Hebreo beth lechem, "casa de pan".Padre Jordi Rivero, XII, 2005

Nacimiento


En esta página: Belén ayer y hoy | 

Ver también:  Belén   Tierra Santa
Belén ayer y hoy
Pueblo en que nació Jesús 
Belén es uno de los pueblos más antiguos de Palestina, situado 8km. al sur de Jerusalén. Belén fue asentamiento de beduinos hace más de cinco mil años. La llamaban Éfrata (Ephrathah, ¿fructífera?). Su nombre en hebreo (Bet leehem: casa del pan).  En Belén nació Nuestro Señor Jesucristo, descendiente del Rey David que también nació allí.
En la Biblia, la ciudad se llama Belén de Judá, para distinguirla de otra localidad homónima de la tribu de Zabulón.  Raquel, esposa de Jacob, muere al dar a luz a Benjamín y es sepultada en el camino de Éfrata. Jacob erigió allí el sepulcro de Raquel (Cf. Gn 35, 19-20) que es muy venerado en la actualidad por los judíos por ser considerada como la madre de la nación. Ella es también venerada por cristianos y musulmanes por lo que el lugar de su tumba sigue siendo objeto de continuas fricciones. Los judíos la controlan en la actualidad. 
Al oriente de Belén está el pueblo de Beit Sahour donde se encuentran los Campos de Rut. Según la tradición aquí ocurrió el relato bíblico del libro de Rut, en el que un rico propietario local se enamora de una pobre viuda moabita, al llegar esta acompañando a su suegra Noemí. El hijo de Rut y Boaz es Obed, padre de Jesé, padre de David (cf Rut 4, 17-22). 
El profeta Samuel unge a David como rey de Israel en Belén, remplazando a Saúl (cf 1Sam 16, 1-14). La cisterna dentro de la Basílica de la Natividad, en el sitio en el que los cristianos pusieron una fuente bautismal, es el tradicional lugar del "pozo de David" (2Sam 23, 13-17). 
Roboam, nieto de David gobierna entre el 928 y 911 a.C. y construye muros y torres de defensa en Belén pero dos siglos más tarde ya la ciudad ha quedado devastada. El profeta Miqueas anuncia la promesa de Dios para Belén en el contexto de la destrucción de Samaria, la deportación de sus habitantes y de la invasión de Judea por parte de Senaquerib: 
Miqueas 5:1Mas tú, Belén Efratá,
aunque eres la menor entre las familias de Judá,
de ti me ha de salir
aquel que ha de dominar en Israel,
y cuyos orígenes son de antigüedad,
desde los días de antaño. 
El Nuevo Testamento relata que Jesús nació en Belén porque José, siendo de la casa de David, debía ir a Belén desde Nazaret con su esposa embarazada a cumplir con el censo. (Cf. Lc 2, 1-5). Así se cumplió lo anunciado por los profetas.

Jesús nació hacia el año 6 o 7 a.C en una de las muchas cuevas donde se guardaban animales.

En el centro de Belén se encuentra la Iglesia de la Natividad, construida directamente sobre la cueva donde nació Jesucristo. La primera construcción se remonta al reinado de Constantino, 330 A.C. Es, por tanto, una de las estructuras Bizantinas más antiguas. Las grandes puertas de la catedral fueron clausuradas para evitar la fácil penetración y profanación del santuario por los no creyentes.

 
 "Hic De Virgine Maria Iesus Christus Natus Est" 
(Aquí, de la Virgen María, nació Cristo Jesús).

A la cueva del nacimiento se desciende desde el interior de la basílica por dos escaleras cortas. El piso de la cueva ha sido cubierto de mármol. El lugar del nacimiento está marcado por una estrella de plata que tiene un orificio para poder ver el piso de piedra original. En la estrella están inscritas las palabras: "Hic De Virgine Maria Iesus Christus Natus Est" (Aquí, de la Virgen María, nació Cristo Jesús). Cincuenta y tres lámparas se mantienen aquí encendidas día y noche. Aquí se celebra diariamente la Misa de Navidad, con los creyentes de rodillas sobre el piso.

Cuando los magos de oriente  llegaron a Jerusalén los pobladores supieron dar instrucciones: El Mesías debía nacer en Belén. Pero ellos mismos no fueron.  Los magos sí fueron y encontraron al Niño Dios.

En la actualidad, la población de palestinos cristianos de Belén ha quedado muy reducida por los conflictos de la región. Jesús es el Príncipe de la Paz pero cuenta con nosotros para que su paz se establezca. Recemos por Belén, que pronto reine en ella la auténtica paz.

El "Belen" o "Nacimiento"Representación del nacimiento de Jesús (ver arriba)
Como comenzó la tradición de hacer un Belén.
La Encarnación es central en la espiritualidad de San Francisco de Asís. El quiso que la gente comprendiera el amor de Jesús y cómo vino al mundo. En la Navidad de 1223 el santo hizo una representación viviente del nacimiento de Jesús. Preparó un establo e invitó a personas del pueblo para hacer una representación con personas de verdad, con un verdadero pesebre y animales. Le llamo “crèche”, que es "cuna" en francés. La gente del pueblo, hombres, mujeres y niños vinieron con antorchas encendidas. Una vez más, pastores vinieron a adorar al niño. Esta devoción fue relatada por Tomás de Celano. 

Aquella idea gustó y empezaron a hacerse representaciones por toda Italia. En los siglos XIV y XV en la ciudad de Nápoles empezaron a hacer las primeras figuras que representaban el nacimiento de Jesús.

Hoy día el tradicional Belén se representa en todos los países donde hay cristianos. El nacimiento puede ser bendecido por un sacerdote. Hay una tradición en que los niños ponen una paja en el pesebre (o en el establo si el nacimiento es pequeño) cada día, representando así una buena obra que le ofrecen al Niño Dios. 
San Francisco comprendió que la pobreza de la Sagrada Familia era una invitación a renunciar a los apegos materiales e imitarle en una auténtica sencillez evangélica. Sólo así podemos ser sinceros cristianos.  
Las familias, postradas ante el pesebre, adoran al Niño Dios como lo hicieron los pastores. Le piden su presencia continua para ser una familia como la Sagrada Familia. 
Hoy tú puedes dar a conocer el amor de Dios haciendo un Belén cada Navidad. Que todos recuerden la humildad de Dios, su misericordia y perdón.

El Papa bendice las figurillas del Niño Jesús traídas por miles de pequeños
Miles de niños y niñas de Roma acuden cada año durante el adviento al encuentro del domingo con el Papa llevando en sus manos imágenes del Niño Jesús. Es una antigua tradición romana, según la cual, en estos días las familias preparan en sus casas el Belén, que en muchas ocasiones es realmente artístico. Los papás entregan este día a los más pequeños la imagen del Niño para que sea bendecida en este domingo por el Santo Padre. 
Se trata de un momento de alegría y convivencia familiar particularmente querido por el obispo de Roma.  Así lo reconoció cuando, dirigiéndose a los presentes en la plaza de San Pedro, explicó que «una de las expresiones populares de la espera gozosa de la Navidad es la preparación del portal de Belén en las familias. En las casas cristianas, en estos días, se escoge un rincón adaptado para poner las figuras, dejando un espacio, entre María y José, para el Niño. Al pensar en todas las familias cristianas que preparan sus belenes, os bendigo con gusto a vosotros chicos y chicas de Roma que, coordinados por el Centro de Parroquias de Roma habéis venido en gran número trayendo las imágenes del Niño Jesús.   Adaptado de Zenit
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Esta página es obra de Las  Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y MaríaCopyright © 1998 SCTJM
 

sábado, 21 de diciembre de 2013

Síntesis de la Homilía del Papa Francisco 2013-12-20 em Santa Marta

Blog de Tío Paco-Franjaoli-Franja


El silencio dejó crecer el misterio en la esperanza,
 el Papa el viernes en Santa Marta
2013-12-20 Radio Vaticana
El misterio de nuestro encuentro con Dios se comprende en un silencio que no busca publicidad. Sólo el silencio custodia el misterio del camino que el hombre cumple con Dios. Lo aseguró el Papa Francisco en la homilía de la Misa presidida en la Casa de Santa Marta. Que el Señor, pidió el Santo Padre, nos dé "la gracia de amar el silencio", que tiene necesidad de ser "custodiado" lejos de toda "publicidad".
En la historia de la salvación, no el bullicio ni las plateas, sino la sombra y el silencio son los “lugares” que Dios ha elegido para manifestarse al hombre. Confines evanescentes de los que su misterio ha tomado de vez en vez una forma visible, ha tomado carne. La reflexión del Pontífice partió de los instantes de la Anunciación, propuesta por el Evangelio de hoy, de forma particular el pasaje en el que el Ángel dice a María que la potencia del Altísimo la “cubrirá con su sombra”. Como, en el fondo, casi de la misma sustancia de la sombra estaba también hecha la nube con la cual, recordó el Pontífice, Dios había protegido a los judíos en el desierto:
“El Señor siempre se ha ocupado del misterio y ha cubierto el misterio. No ha hecho publicidad al misterio. Un misterio que hace publicidad de sí no es cristiano, no es el misterio de Dios: ¡es una farsa de misterio! Y esto es lo que ocurrió aquí a la Virgen, cuando recibe a su Hijo: el misterio de su maternidad virginal está escondido. ¡Estuvo escondido toda la vida! Y Ella lo sabía. Esta sombra de Dios, en nuestra vida, nos ayuda a descubrir nuestro misterio: nuestro misterio del encuentro con el Señor, nuestro misterio del camino de la vida con el Señor”.
“Cada uno de nosotros – afirmó el Obispo de Roma – sabe cómo obra el Señor misteriosamente en nuestro corazón, en nuestra alma”. Y ¿cuál es – se preguntó – “la nube, la potencia, cual es el estilo del Espíritu Santo para cubrir nuestro misterio?”:
“Esta nube en nosotros, en nuestra vida se llama silencio: el silencio es precisamente la nube que cubre el misterio de nuestra relación con el Señor, de nuestra santidad y de nuestros pecados Este misterio que no podemos explicar. Pero cuando no hay silencio en nuestra vida, el misterio se pierde, se va. ¡Custodiar el misterio con el silencio! Aquella es la nube, aquella es la potencia de Dios para nosotros, aquella es la fuerza del Espíritu Santo”.
La Madre de Jesús ha sido el icono perfecto del silencio. Desde el anuncio de su excepcional maternidad hasta el Calvario. “Pienso, meditó Francisco, en cuantas veces ha guardado silencio y cuantas veces no ha dicho aquello que sentía para custodiar el misterio de la relación con su Hijo”, hasta el silencio más crudo, “al pie de la Cruz”:
“El Evangelio no nos dice nada: si ella dijo o no una palabra … Era silenciosa, pero dentro su corazón, ¡cuántas cosas decía al Señor! ‘Tú, aquel día - esto es lo que hemos leído - me has dicho que será grande; tú me has dicho que le habrías dado el Trono de David, su padre, que habría reinado por siempre ¡y ahora lo veo allí!’. ¡La Virgen era humana! Y quizás tenía ganas de decir: ‘¡Mentiras! ¡He sido engañada!’: Juan Pablo II decía esto, hablando de la Virgen en aquel momento. Pero Ella, con el silencio, ha cubierto el misterio que no comprendía y con este silencio ha dejado que este misterio pudiese crecer y florecer en la esperanza”.

Síntesis de la Homilía del Papa Francisco 2013-12-19 en la Capilla de Santa Marta

Blog de Tío Paco-Franjaoli-Franja



La humildad es necesaria para la fecundidad, el Papa el jueves en Santa Marta
2013-12-19 Radio Vaticana
 “La humildad es necesaria para la fecundidad”.

Lo subrayó el Papa Francisco en la Misa de la mañana del jueves en la Casa de Santa Marta. El Santo Padre afirmó que la intervención de Dios vence la esterilidad de nuestra vida y la hace fecunda. Por lo tanto, el Pontífice puso en guardia de la actitud de soberbia que nos vuelve estériles.
Tantas veces, en la Biblia, encontramos mujeres estériles a la cuales el Señor da el don de la vida. El Obispo de Roma inició así su homilía comentando las Lecturas del día y en particular el Evangelio que narra de Isabel que siendo estéril tuvo un hijo, Juan. “De la imposibilidad de dar vida – constató el Papa – viene la vida”. Y esto, prosiguió, también “acaeció no a mujeres estériles” si no que “no tenían esperanza de vida:
“El Señor interviene en la vida de estas mujeres para decirnos: ‘Yo soy capaz de dar vida’. También en los Profetas existe la imagen del desierto, la tierra desierta incapaz de hacer crecer un árbol, un fruto, de hacer germinar alguna cosa. ‘Pero el desierto será como un bosque - dicen los Profetas - será grande, florecerá’. Pero el desierto ¿puede florecer? Sí. La mujer estéril ¿puede dar vida? Sí. Aquella promesa del Señor: ¡Yo puedo! ¡Yo puedo de la sequedad, de la sequedad de ustedes, hacer crecer la vida, la salvación! ¡Yo puedo de la aridez hacer crecer los frutos!”
Y la salvación, afirmó el Obispo de Roma, es esto: “La intervención de Dios que nos hace fecundos, que nos da la capacidad de dar vida”. Nosotros, advirtió, “no podemos” hacerlo “por nosotros mismos”. Sin embargo, notó, “tantos han hecho la prueba de pensar en nuestra capacidad de salvarnos”:
“También los cristianos, ¡eh! Pensemos en los pelagianos, por ejemplo. Todo es gracia. Es la intervención de Dios que nos trae la salvación. Es la intervención de Dios que nos ayuda en el camino de la santidad. Solo Él lo puede. Pero por parte nuestra, ¿qué cosa hacemos? Primero: reconocer nuestra sequedad, nuestra incapacidad de dar vida. Reconocer esto. Segundo, pedir: ‘Señor, yo quiero ser fecundo. Yo quiero que mi vida dé vida, que mi fe sea fecunda y vaya adelante y pueda darla a los demás’. ‘Señor, yo soy estéril, yo no puedo, Tú puedes. Yo soy un desierto: yo no puedo, Tú puedes’”.
Y ésta, agregó, puede ser precisamente la oración de estos días, antes de Navidad. “Pensemos – observó - en cómo los soberbios, aquellos que creen que pueden hacer todo por sí mismos, son castigados”. El Papa mencionó a Mical, hija de Saúl. Una mujer, recordó, “que no era estéril, pero era soberbia, y no entendía qué cosa fuese alabar a Dios”, es más “se burlaba de la alabanza”. Y “fue castigada con la esterilidad”:
“La humildad es necesaria para la fecundidad. Cuantas personas creen ser justas, como aquella, y al final sólo dan lástima. La humildad de decir al Señor: ‘Señor, soy estéril, soy un desierto’ y de repetir en estos días aquella bella antífona que la Iglesia nos hace rezar: ‘Oh hijo de David, oh Adonaí, oh Sabiduría – hoy – oh raíz de Jesé, oh Emanuel, ven a darnos vida, ven a salvarnos, porque Tú solo lo puedes, yo solo no puedo!’ Y con esta humildad, la humildad del desierto, la humildad del alma estéril, recibir la gracia, la gracia de florecer, de dar fruto y de dar vida”.
(RC-RV)