martes, 28 de junio de 2016

Benedicto XVI ha hecho y hace teología de rodillas. Francisco.28/06/2016

Homilías del Papa y Temas sacerdotales

Francisco \ Documentos

El Papa Francisco: Benedicto XVI ha hecho y hace teología de rodillas


El Papa emérito Benedicto XVI con el Papa Francisco en el Vaticano - L'Osservatore Romano

28/06/2016 10:46SHARE:

  (RV).- Con ocasión del 65º aniversario sacerdotal del Papa emérito, el 29 de junio de 1951, este martes se presentó en el Vaticano el libro “Enseñar y aprender el amor de Dios” que recoge textos de Joseph Ratzinger/Benedicto XVI sobre el sacerdocio.

Se trata del primer volumen de una colección de libros de Benedicto XVI sobre el sacerdocio del cual el Papa Francisco escribió el prefacio. La presentación se llevó a cabo durante la ceremonia en la Sala Clementina por el 65° aniversario de sacerdocio de Benedicto XVI y en la que participó el Papa Francisco.

En el prefacio del libro, el Papa Francisco escribió:

 “Cuando leo las obras de Joseph Ratzinger/Benedicto XVI me resulta cada vez más claro que él ha hecho y hace ‘teología de rodillas’: de rodillas porque, antes incluso que ser un grandísimo teólogo y maestro de la fe, se ve que es un hombre que cree verdaderamente, que ora verdaderamente; se ve que es un hombre que personifica la santidad, un hombre de paz, un hombre de Dios”.

Por este motivo, Francisco explicó que Joseph Ratzinger “encarna ejemplarmente el corazón de toda la acción sacerdotal: ese profundo enraizamiento en Dios sin el cual toda la capacidad organizativa posible y toda la presunta superioridad intelectual, todo el dinero y el poder resultan inútiles; él encarna esa constante relación con el Señor Jesús sin la cual nada es ya verdadero, todo se convierte en rutina, los sacerdotes en asalariados, los obispos en burócratas y la Iglesia deja de ser la Iglesia de Cristo y se convierte en un producto nuestro, una ONG a fin de cuentas superflua”.

Además, el Papa Francisco aseguró sobre Benedicto XVI que “leyendo este volumen, se ve claramente como él mismo, en sesenta y cinco años de sacerdocio que hoy celebramos, ha vivido y vive, ha testimoniado y testimonia ejemplarmente esta esencia del actuar sacerdotal”.

Asimismo, el Papa Bergoglio afirmó que “Benedicto XVI nos sigue testimoniando, quizás ahora, sobre todo, desde el Monasterio Mater Ecclesiae, en el que se ha retirado, de un modo todavía más luminoso, el ‘factor decisivo’, ese íntimo núcleo del ministerio sacerdotal que los diáconos, los sacerdotes y los obispos nunca deben olvidar, a saber, que el primer y el más importante servicio no es la gestión de los ‘asuntos corrientes’, sino rezar por los demás, sin interrupción, con alma y cuerpo, precisamente como lo hace hoy el Papa emérito… La oración, nos dice en este libro y nos testimonia Benedicto XVI, es el factor decisivo: es una intercesión de la que tienen más necesidad que nunca tanto la Iglesia como el mundo —y tanto más en este momento de verdadero y propio cambio de época—; tienen necesidad de ella como del pan, más que del pan”.

Por último, Francisco se dirige a los sacerdotes y les dijo: “¡Queridos hermanos! Yo me permito decir que si alguno de ustedes tuviera en algún momento dudas sobre el centro del propio ministerio, sobre su sentido, sobre su utilidad, si en algún momento le vinieran dudas sobre lo que los hombres esperan verdaderamente de nosotros, medite profundamente las páginas que se nos ofrecen en este libro, porque los hombres esperan de nosotros sobre todo lo que en este libro encontraréis escrito y testimoniado: que les llevemos a Jesucristo y que les conduzcamos a Él, al agua fresca y viva, de la que tienen sed más que de cualquier otra cosa, el agua que solo Él puede regalarnos y que ningún sucedáneo podrá nunca remplazar; que les conduzcamos a realizar ese sueño más íntimo que tienen y que ningún poder podrá nunca prometerles ver cumplido”.

(Mercedes De La Torre – Radio Vaticano).

Texto completo del prefacio escrito por el Papa Francisco:

Cuando leo las obras de Joseph Ratzinger/Benedicto XVI me resulta cada vez más claro que él ha hecho y hace «teología de rodillas»: de rodillas porque, antes incluso que ser un grandísimo teólogo y maestro de la fe, se ve que es un hombre que cree verdaderamente, que ora verdaderamente; se ve que es un hombre que personifica la santidad, un hombre de paz, un hombre de Dios. Y así él encarna ejemplarmente el corazón de toda la acción sacerdotal: ese profundo enraizamiento en Dios sin el cual toda la capacidad organizativa posible y toda la presunta superioridad intelectual, todo el dinero y el poder resultan inútiles; él encarna esa constante relación con el Señor Jesús sin la cual nada es ya verdadero, todo se convierte en rutina, los sacerdotes en asalariados, los obispos en burócratas y la Iglesia deja de ser la Iglesia de Cristo y se convierte en un producto nuestro, una ONG a fin de cuentas superflua.

El sacerdote es aquel que «encarna la presencia de Cristo, testimoniando su presencia salvífica», escribe en este sentido Benedicto XVI en la Carta de proclamación del Año sacerdotal. Leyendo este volumen, se ve claramente como él mismo, en sesenta y cinco años de sacerdocio que hoy celebramos, ha vivido y vive, ha testimoniado y testimonia ejemplarmente esta esencia del actuar sacerdotal.

El cardenal Ludwig Gerhard Müller ha afirmado con autoridad que la obra teológica de Joseph Ratzinger, antes, y de Benedicto XVI, después, lo sitúa en esa serie de grandísimos teólogos que han ocupado la cátedra de Pedro; como, por ejemplo, el papa León Magno, santo y doctor de la Iglesia.

Renunciando al ejercicio activo del ministerio petrino, Benedicto XVI ha decidido ahora dedicarse totalmente al servicio de la oración: «El Señor me llama a “subir al monte” a dedicarme todavía más a la oración y a la meditación. Pero esto no significa abandonar la Iglesia, más aún, si Dios me pide esto es propiamente para que pueda continuar sirviéndola con la misma dedicación y el mismo amor con el que he tratado de hacerlo hasta ahora», ha dicho en el último y conmovedor Ángelus que ha rezado. Desde este punto de vista, a la justa consideración del Prefecto para la Doctrina de la Fe, querría añadir que quizás es precisamente hoy, como papa emérito, cuando él nos está impartiendo del modo más evidente una de sus más grandes lecciones de «teología de rodillas».

Porque Benedicto XVI nos sigue testimoniando, quizás ahora, sobre todo, desde el Monasterio Mater Ecclesiae, en el que se ha retirado, de un modo todavía más luminoso, el «factor decisivo», ese íntimo núcleo del ministerio sacerdotal que los diáconos, los sacerdotes y los obispos nunca deben olvidar, a saber, que el primer y el más importante servicio no es la gestión de los «asuntos corrientes», sino rezar por los demás, sin interrupción, con alma y cuerpo, precisamente como lo hace hoy el papa emérito: constantemente inmerso en Dios, con el corazón siempre dirigido a Él, como un amante que en cada instante piensa en el amado, haga lo que haga. Así, Su Santidad, Benedicto XVI, con su testimonio, nos muestra cuál es la verdadera oración: no la ocupación de algunas personas consideradas particularmente devotas y quizás tenidas por poco aptas para resolver problemas prácticos, para ese «hacer» que, sin embargo, los más «activos» creen que es el elemento decisivo de nuestro servicio sacerdotal, relegando así de hecho la oración al «tiempo libre». Orar no es tampoco simplemente una buena práctica para poner un poco en paz la propia conciencia, o solo un medio devoto para obtener de Dios lo que en un momento determinado creemos que sirve. No. La oración, nos dice en este libro y nos testimonia Benedicto XVI, es el factor decisivo: es una intercesión de la que tienen más necesidad que nunca tanto la Iglesia como el mundo —y tanto más en este momento de verdadero y propio cambio de época—; tienen necesidad de ella como del pan, más que del pan. Porque orar es confiar la Iglesia a Dios, con la conciencia de que la Iglesia no es nuestra, sino Suya, y que precisamente por esto él no la abandonará; porque orar significa confiar el mundo y la humanidad a Dios; la oración es la clave que abre el corazón de Dios, es la única que consigue introducir de nuevo a Dios siempre, continuamente, en este mundo nuestro, y es, a la vez, la única que consigue introducir de nuevo a los hombres y al mundo siempre, continuamente, en Él, como el hijo pródigo que vuelve a su Padre, lleno de amor por él, y no espera más que poder abrazarlo. Benedicto XVI no olvida que la oración es la primera tarea del obispo.

Y así, orar verdaderamente va de la mano con la conciencia de que el mundo sin la oración no solo pierde rápidamente su orientación, sino también la auténtica fuente de la vida: «Porque sin la vinculación con Dios somos como satélites que han perdido su órbita y caemos como enloquecidos en el vacío, no solo desintegrándonos nosotros mismos, sino amenazando también a los demás», escribe Joseph Ratzinger, ofreciéndonos una de sus tantas estupendas imágenes esparcidas en este libro.

¡Queridos hermanos! Yo me permito decir que si alguno de vosotros tuviera en algún momento dudas sobre el centro del propio ministerio, sobre su sentido, sobre su utilidad, si en algún momento le vinieran dudas sobre lo que los hombres esperan verdaderamente de nosotros, medite profundamente las páginas que se nos ofrecen en este libro, porque los hombres esperan de nosotros sobre todo lo que en este libro encontraréis escrito y testimoniado: que les llevemos a Jesucristo y que les conduzcamos a Él, al agua fresca y viva, de la que tienen sed más que de cualquier otra cosa, el agua que solo Él puede regalarnos y que ningún sucedáneo podrá nunca remplazar; que les conduzcamos a realizar ese sueño más íntimo que tienen y que ningún poder podrá nunca prometerles ver cumplido.

No es casualidad que la iniciativa de este volumen —junto con la de dar vida muy oportunamente a una Serie de libros temáticos sobre el pensamiento de Joseph Ratzinger / Benedicto XVI— haya partido de un laico, el profesor Pierluca Azzaro, y de un sacerdote, el reverendo padre Carlos Granados. A ellos va mi cordial agradecimiento, bendición y apoyo por el importante proyecto, junto con el reverendo don Giuseppe Costa, director de la Librería Editrice Vaticana, que publica la Opera Omnia de Joseph Ratzinger. No es casualidad, decía, porque el volumen que hoy presento está dirigido en la misma medida a los sacerdotes y a los fieles laicos; como magistralmente testimonia, entre tantas, esta página del libro que ofrezco a los religiosos y a los laicos como una última y segura invitación a la lectura: «Casualmente he leído en estos días un relato sobre estas cuestiones, en el que el gran escritor francés Julien Green describe las peripecias de su conversión. Cuenta él cómo en el período de entreguerras vivía tal como vive un hombre de hoy, con todas las permisividades que éste se da a sí mismo; ni mejor ni peor, esclavo de los placeres, que están ahí junto con Dios, de forma que, por una parte los necesita, para hacer soportable su vida, y al mismo tiempo encuentra insoportable esa vida. Él es un hombre que busca dónde podría encontrar una salida, establece algunas relaciones. Un día va a ver al gran teólogo Henri Bremond, pero el resultado es sólo una conversación de carácter académico, planteamientos de carácter teorético, que nada le ayudan. Entonces entra en relación con dos grandes filósofos, el matrimonio Jacques y Raissa Maritain. Raissa Maritain lo remite a un dominico polaco. Él se dirige a aquél y le describe la situación de su vida desgarrada. El sacerdote le dice: ¿Y está usted conforme con esa vida? ¡No, claro que no! A usted le gustaría vivir de otro modo, ¿se arrepiente? ¡Sí! Y entonces sucede algo inesperado. El sacerdote le dice: ¡Arrodíllese! Ego te absolvo a peccatis tuis, yo te absuelvo. Julien Green escribe: Entonces me di cuenta de que, en el fondo, siempre había estado esperando ese instante, siempre había estado esperando a que en cualquier momento hubiese alguien que me dijese: Arrodíllate, yo te absuelvo; me fui a casa, yo no era otro, no, finalmente había vuelto a ser yo mismo».





65º aniversario de la ordenación sacerdotal del Papa Emérito Benedicto XVI.

Homilías del Papa y Temas sacerdotales

Francisco \ Encuentros y Eventos

El Papa Emérito sigue sirviendo a la Iglesia, dijo Francisco


Conmemoración en la Sala Clementina del Palacio Apostólico del 65º aniversario de la ordenación sacerdotal del Papa Emérito Benedicto XVI. - RV

28/06/2016 11:58SHARE:

(RV).- El último martes de junio, tuvo lugar a mediodía, en la Sala Clementina del Palacio Apostólico del Vaticano, una ceremonia solemne con motivo del 65º aniversario de la ordenación sacerdotal del Papa Emérito Benedicto XVI.

En esta conmemoración, el Santo Padre Francisco comenzó recordando que “hoy festejamos la historia de una llamada que comenzó hace sesenta y cinco años con su ordenación sacerdotal en la Catedral de Frisinga el 29 de junio de 1951”. 

Y afirmó que con su presencia, el Papa Emérito testimonia de manera intensa y luminosa cuán decisivo es “tener la mirada y el corazón dirigido a Dios”, con lo cual “sigue sirviendo a la Iglesia” y no deja de contribuir con vigor y sabiduría a su crecimiento, desde el pequeño Monasterio Mater Ecclesiae de la Ciudad del Vaticano que es mucho más que uno de esos rincones olvidados en los cuales la cultura del descarte tiende hoy a relegar a las personas cuando, con la edad, sus fuerzas decaen. “Es todo lo contrario – dijo el Obispo de Roma – y esto ¡permite que lo diga con fuerza Su Sucesor que ha elegido llamarse Francisco!”.

Tras destacar que, como San Francisco en la Porciúncula, la Providencia ha querido que el Papa Emérito llegara a un lugar “propiamente franciscano”, el Papa Bergoglio destacó que de este sitio brota una tranquilidad, una paz, una fuerza, una confianza, una madurez, una fe, una entrega y una fidelidad que le hacen tanto bien y le dan fuerza al mismo Sucesor de Pedro y a toda la Iglesia.

De ahí el anhelo del Papa Francisco de que Benedicto XVI siga sintiendo la mano de Dios misericordioso que lo sostiene, que experimente y testimonie el amor de Dios y que, con Pedro y Pablo, siga exultando con gran alegría mientras camina hacia la meta de la fe.

En el curso de esta ceremonia en honor del Papa Emérito, también dirigieron su saludo agradecido los Cardenales Gerhard Müller, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y Angelo Sodano, Decano del Colegio Cardenalicio.
(María Fernanda Bernasconi - RV).

Texto del saludo del Santo Padre Francisco al Papa Emérito Benedicto XVI:

Santidad, hoy festejamos la historia de una llamada que comenzó hace sesenta y cinco años con su ordenación sacerdotal en la Catedral de Frisinga el 29 de junio de 1951. ¿Pero cuál es la nota de fondo que recorre esta larga historia y que desde aquel primer inicio hasta hoy la domina cada vez más?

En una de las tantas bellas páginas que Usted dedica al sacerdocio, subraya que, en la hora de la llamada definitiva de Simón, Jesús, mirándolo, en el fondo le pregunta sólo una cosa: “¿Me amas?”.

¡Qué bello y verdadero es esto! Porque está aquí, Usted nos dice, es en aquel “me amas” que el Señor funda el apacentar, porque sólo si existe el amor por el Señor Él puede apacentar a través de nosotros: “Señor, tú sabes todo, tú sabes que te amo” (Jn 21, 15-19). Esta es la nota que domina una vida entera gastada en el servicio sacerdotal y de la teología que Usted, no casualmente, ha definido como “la búsqueda del amado”; es esto lo que Usted ha testimoniado siempre y testimonia aún hoy: que lo decisivo en nuestras jornadas  – con sol o con lluvia  –  sólo aquella con la que viene todo lo demás, es que el Señor esté verdaderamente presente, que lo deseemos, que interiormente estemos cerca de Él, que lo amemos, que verdaderamente creamos profundamente en Él y creyendo lo amemos verdaderamente. Es este amar lo que verdaderamente nos colma el corazón, este creer es lo que nos hace caminar seguros y tranquilos sobre las aguas, también en medio de la tempestad, precisamente como sucedió a Pedro; este amar y este creer es lo que nos permite mirar hacia el futuro no con miedo o nostalgia, sino con alegría, incluso en los años ya avanzados de nuestra vida.

Y así, precisamente viviendo y testimoniando hoy de modo tan intenso y luminoso esta única cosa verdaderamente decisiva – tener la mirada y el corazón dirigido a Dios – Usted, Santidad, sigue sirviendo a la Iglesia, no deja de contribuir verdaderamente con vigor y sabiduría a su crecimiento; y lo hace desde aquel pequeño Monasterio Mater Ecclesiae en el Vaticano que se revela de ese modo algo muy diferente que uno de aquellos rincones olvidados en los cuales la cultura del descarte de hoy tiende a relegar a las personas cuando, con la edad, sus fuerzas decaen. Es todo lo contrario; y esto ¡permite que lo diga con fuerza Su Sucesor que ha elegido llamarse Francisco!

Porque el camino espiritual de San Francisco comenzó en San Damián, pero el verdadero lugar amado, el corazón pulsante de la Orden – allí donde la fundó y donde, en fin, entregó su vida a Dios – fue la Porciúncula, la “pequeña porción”, el rinconcito ante la Madre de la Iglesia; cerca de María que, por su fe tan firme y por vivir enteramente del amor y en el amor con el Señor, todas las generaciones llamarán bienaventurada.

Del mismo modo, la Providencia ha querido que Usted, querido Hermano, llegara a un lugar por decirlo de alguna manera “propiamente franciscano”, del que brota una tranquilidad, una paz, una fuerza, una confianza, una madurez, una fe, una entrega y una fidelidad que me hacen tanto bien y me dan tanta fuerza a mí, y a toda la Iglesia. Y me permito, que también de Usted viene un sano y alegre sentido del humor.

El anhelo con el que deseo concluir es, por tanto, un anhelo que dirijo a Usted, y junto a todos nosotros, a la Iglesia entera: ¡Que Usted, Santidad, siga sintiendo la mano de Dios misericordioso que lo sostiene, que experimente y testimonie el amor de Dios; que, con Pedro y Pablo, siga exultando con gran alegría mientras camina hacia la meta de la fe (Cfr. 1 Pt, 8-9, 2 Tim, 4)!




Benedicto XVI agradece a Papa Francisco: 28/06/2016

Homilías del Papa y Temas sacerdotales

Vaticano \ Eventos

Benedicto XVI agradece a Papa Francisco: “Su bondad es el lugar donde yo vivo, me siento protegido”


Celebración del 65 aniversario de la ordenación sacerdotal de Benedicto XVI llevada a cabo este martes en el Vaticano. - OSS_ROM

28/06/2016 16:45SHARE:

(RV).- Benedicto XVI se mostró muy agradecido y emocionado después de escuchar las palabras que le dedicaron tanto Papa Francisco como el Cardenal Sodano y el Cardenal Müller durante la celebración del 65 aniversario de su ordenación sacerdotal celebrada este martes en el Vaticano.

El Papa Ratzinger recordó en su discurso el término griego que hace 65 le dijo un hermano que se ordenó con él: “Eucharistomen”, que significa gracias, pero no unas gracias normales, un gracias humano, un gracias a todos. Y así se lo dijo también al Santo Padre Francisco, “por su bondad desde el primer momento de la elección y en cada momento”. Un hecho que hace que se “conmueva”. Y en este sentido añadió que “más que en los Jardines Vaticanos con toda su belleza, su bondad es el lugar donde yo vivo: me siento protegido”, aseguró. Así mismo, demostró el deseo de que Francisco vaya “con todos nosotros hacia delante en esta vía de la Misericordia Divina, mostrando el camino de Jesús, hacia Jesús, hacia Dios”.

Papa Benedicto XVI volvió en su mensaje a la palabra “Eucharistomen” y explicó que el término lleva a una realidad de agradecimiento, a aquella nueva dimensión que Cristo ha dado. “Él ha transformado el agradecimiento  -y así en bendición- la cruz, el sufrimiento y todo el mal del mundo”. 

Al final, explicó el Papa emérito, queremos inserirnos en este “gracias” del Señor, y así recibir realmente la novedad de la vida y ayudar para la transustanciación del mundo: que no sea un mundo de muerte sino de vida: un mundo en el que el amor vence a la muerte”.

domingo, 19 de junio de 2016

El Papa en “Villa Nazaret, escuela y casa de testimonio” 18-06-2016

Homilías del Papa y Temas sacerdotales


Francisco \ Encuentros y Eventos


El Papa: “Villa Nazaret, escuela y casa de testimonio”

Villa Nazaret, sede de la “Fundación Comunidad Domenico Tardini”. - RV

18/06/2016 19:19SHARE: 

(RV).- “El testimonio es vivir de tal modo que los demás vean sus obras y glorifiquen al Padre que está en el cielo”, lo dijo el Papa Francisco en su vista a Villa Nazaret, sede de la “Fundación Comunidad Domenico Tardini”, la tarde de este sábado 18 de junio, con ocasión del 70° Aniversario de fundación.

La Institución fundada en Roma en el año 1946 por el Cardenal Domenico Tardini, que fue Secretario de Estado del Papa San Juan XXIII, que acoge y brinda oportunidades de educación a los niños y adolescentes con un desempeño académico superior que son huérfanos o que provienen de familias pobres.

En su visita, el Santo Padre fue recibido por el Cardenal Aquille Silvestrini y Mons. Claudio Maria Celli, Presidente y Vice-Presidente respectivamente de esta Fundación educativa; sucesivamente se reunió con los niños y jóvenes de esta Institución, con quienes compartió un momento de oración y les impartió una catequesis basada en el comentario de la parábola del Buen Samaritano.

En su discurso el Obispo de Roma señaló que ésta parábola nos presenta la pregunta: ¿Quién es mi prójimo? Pregunta a la cual sólo supo responder un pecador. “En cambio, aquel pecador, extranjero que no era miembro del pueblo de Dios, se conmovió: tuvo compasión. Y se detuvo. Los tres – el sacerdote, el abogado y el samaritano – sabían bien, conocían bien que cosa se debía hacer. Cada uno tomó su decisión”.

Sólo un pecador, que no era del pueblo fiel de Dios tuvo compasión subrayó el Papa, sólo uno dio testimonio de caridad y sembró la inquietud en el corazón del responsable del albergue. “El testimonio es vivir de tal modo que los demás vean sus obras y glorifiquen al Padre que está en el cielo, es decir, que encuentren al Padre, que vayan al Padre… palabras de Jesús”

Recordando el trabajo que se realiza en Villa Nazaret, el Sucesor de Pedro señaló que es una obra donde se favorece el testimonio. “Aquí no se viene para hacer carrera, ni para ganar dinero, tantas cosas, no; sino para seguir las huellas de Jesús y dar testimonio de Jesús, sembrar testimonio. En el silencio, sin explicaciones, con los gestos… retomar el lenguaje de los gestos, ¿eh?”.

Antes de concluir su discurso, el Papa Francisco invitó a estudiantes y formadores a seguir dando testimonio, a que sigan siendo una obra de testimonio, una casa de testimonio y los libere de los malos ejemplos de los “doctores de la ley” que quieren presentar la fe en Jesús de modo rígido y que nos enseñe la sabiduría del Evangelio.

Villa Nazaret fue escenario de algunos sucesos en la historia de la Iglesia Católica. En el año 1958, en la víspera de ser elegido Papa, el entonces Cardenal Angelo Giusseppe Roncali, se reunió con Mons. Domenico Tardini, que era el Secretario de Asuntos Extraordinarios de Secretaría de Estado, para hablar sobre el Cónclave y diplomacia.

Cuando fue elegido Papa, San Juan XXIII nombró a Mons. Tardini su Secretario de Estado. Años más tarde, en la Sala del Refectorio, el Cardenal Tardini presidió la primera conferencia de prensa sobre los preparativos del Concilio Vaticano II.

Además del Papa Francisco, otros Pontífices han visitado el lugar, entre ellos Pablo VI, San Juan Pablo II y Benedicto XVI, que acogió al Instituto en el Vaticano y les concedió la diaconía de la cultura.

(Renato Martinez – Radio Vaticano)

Catequesis y Ángelus Conversión es "volver al Señor 18/06/2016

Homilías del Papa y Temas sacerdotales

Francisco \ Audiencias, Catequesis y Ángelus
Convertirse significa cambiar de rumbo para volver de nuevo a Dios. Audiencia Jubilar del Papa

 
Conversión es "volver al Señor" - ANSA

18/06/2016 11:04SHARE:

(RV).- En la catequesis jubilar del sábado 18 de junio el Papa Francisco se refirió a dos aspectos que califican la misericordia de Dios: el perdón de los pecados y la conversión. 

A partir del capítulo 24 del Evangelio según san Lucas, que narra una de las apariciones del Señor, que sienta las bases de la predicación, el pontífice explicó con exactitud la dimensión profunda de la conversión: "Queridos hermanos y hermanas, Jesús se manifestó después de su resurrección varias veces a sus discípulos y les indicó que la predicación se debía centrar en el “perdón de los pecados” y en la “conversión” -dijo hablando en español. 

Esta última, la conversión, está presente en toda la Sagrada Escritura. Para los profetas, convertirse significa cambiar de rumbo para volver de nuevo a Dios. También Jesús predicó la conversión y lo hacía desde la cercanía con los pecadores y necesitados; de ese modo les manifestaba el amor de Dios. Todos se sentían amados por el Padre a través de él y llamados a cambiar vida".

En la catequesis que impartió en italiano, el Santo Padre precisó que Jesús hizo de la conversión la primera palabra de su predicación (cfr. Mc 1,15), y explicó que respecto a la predicación de los profetas, Cristo insiste en la dimensión interior de la conversión, en la cual toda la persona está involucrada, con corazón y mente, para volverse una persona nueva. "La auténtica conversión -señaló - se produce cuando experimentamos en nosotros el amor de Dios y acogemos el don de su misericordia; y un signo claro de que la conversión es auténtica es cuando caemos en la cuenta de las necesidades del prójimo y salimos a su encuentro para ayudarle".

No faltó en esta Audiencia Jubilar un ejemplo concreto para plasmar el concepto de conversión. En efecto, hablando en italiano, Francisco se refirió a las veces que sentimos la exigencia de un cambio que involucre toda nuestra persona: "Cuántas veces decimos 'tengo que cambiar, no puedo seguir así', 'mi vida por este camino no dará frutos' [...] Mientras que "Jesús, a nuestro lado, con la mano extendida nos dice 'Ven, ven conmigo. Yo haré el trabajo, yo te cambiaré el corazón, te cambiaré la vida'".

Finalizando la alocución en italiano, el Obispo de Roma exhortó a abrir la puerta de nuestro corazón al Señor, para recibir el don de su misericordia, porque "es Él quien, con el Espíritu Santo, siembra en nosotros la inquietud para cambiar de vida y ser un poco mejores". "No pongamos resistencia", insistió, "abrámosle la puerta y Él hará todo el resto".
“Que el Señor Jesús – concluyó- nos conceda la gracia de la auténtica conversión de nuestra vida. Si nos abrimos a la misericordia de Dios, encontraremos la verdadera alegría del corazón. Muchas gracias”.

(Griselda Mutual - Radio Vaticano)

jueves, 16 de junio de 2016

Papa: “Padre Nuestro”, piedra angular de nuestra oración 16/06/2016

Homilías del Papa y Temas sacerdotales

Francisco \ Misa en Santa Marta

Papa: “Padre Nuestro”, piedra angular de nuestra oración

 
El Santo Padre Francisco celebra la Misa matutina en la capilla de la Casa de Santa Marta - OSS_ROM

16/06/2016 12:48SHARE:

(RV).- Al rezar al “Padre Nuestro” sentimos su mirada sobre nosotros. Lo afirmó el Papa Francisco en su homilía de la Misa de la mañana celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta. El Santo Padre subrayó que para un cristiano, las oraciones no son “palabras mágicas” y recordó que “Padre” es la palabra que Jesús pronuncia siempre en los momentos fuertes de su vida.

No desperdiciar palabras como los paganos, no pensar que las oraciones sean “palabras mágicas”. El Papa Francisco se inspiró en el Evangelio del día, en el que el Señor enseña la oración del “Padre Nuestro” a sus discípulos, para detenerse en el valor que tiene rezar al Padre en la vida del cristiano. Jesús – dijo el Pontífice – “indica precisamente el espacio de la oración en una palabra: Padre”.

Jesús se dirige siempre al Padre en los momentos fuertes de su vida
Este Padre – observó Francisco – “que sabe de qué cosas tenemos necesidad antes de que se las pidamos”. Un Padre que “nos escucha en lo secreto, como Él, Jesús, nos aconseja rezar: en lo secreto”.

“Este Padre que nos da precisamente la identidad de hijos. Y cuando digo ‘Padre’ llego hasta las raíces de mi identidad: mi identidad cristiana es ser hijo y ésta es una gracia del Espíritu. Nadie puede decir ‘Padre’ sin la gracia del Espíritu. ‘Padre’ que es la palabra que Jesús usaba en los momentos más fuertes: cuando estaba lleno de alegría, de emoción: ‘Padre, te alabo, porque tú revelas estas cosas a los pequeños’; o llorando, ante la tumba de su amigo Lázaro: ‘Padre, te doy gracias porque me has escuchado’; o también después, en los momentos finales de su vida, al final”.

El Obispo de Roma evidenció que “en los momentos más fuertes”, Jesús dice: Padre. “Es la palabra que más usa”, “Él habla con el Padre. Es el camino de la oración y, por esta razón – reafirmó  – me permito decir que es el espacio de la oración”. “Sin sentir que somos hijos, sin sentirse hijo, sin decir  Padre – añadió – nuestra oración es pagana, es una oración de palabras”.

Rezar al Padre es la piedra angular, Él conoce cada una de nuestras necesidades
Ciertamente – agregó el Pontífice – se puede rezar a la Virgen, a los Ángeles y a los Santos. Pero recordó que la piedra angular de la oración es “Padre”. Si no somos capaces de comenzar la oración con esta palabra – dijo –  “la oración no irá bien”:

“Padre. Es sentir la mirada del Padre sobre mí, sentir que aquella palabra ‘Padre’ no es un derroche como las palabras de las oraciones de los paganos: es una llamada a Aquel que me ha dado la identidad de hijo. Éste es el espacio de la oración cristiana – ‘Padre’ –  y después rezamos a todos los Santos, a los Ángeles, hacemos también procesiones, peregrinaciones… Todo bello, pero siempre comenzando con ‘Padre’ y con la conciencia de que somos hijos y que tenemos un Padre que nos ama y que conoce nuestras necesidades, todas. Éste es el espacio”.

Francisco dirigió un pensamiento a la parte en que en la oración del “Padre Nuestro”, Jesús hace referencia al perdón del prójimo, y a cómo Dios nos perdona a nosotros. “Si el espacio de la oración es decir Padre – afirmó – el clima de la oración es decir ‘nuestro’: somos hermanos, somos familia”. Y recordó lo que sucedió con Caín que ha odiado al hijo del Padre, ha odiado a su hermano. El Padre – reafirmó – nos da la identidad y la familia. “Por eso es tan importante – dijo – tener capacidad de perdón, olvidar, olvidar las ofensas, ese sano hábito de decir ‘dejemos pasar… que haga él, el Señor’ y no tener rencor, resentimiento ni ganas de venganza”.

Nos hace bien hacer un examen de conciencia acerca de cómo rezamos al Padre

“Rezar a Padre perdonando a todos, olvidando las ofensas  – dijo Francisco – es la mejor oración que puedes hacer”:
“Es bueno que algunas veces hagamos un examen de conciencia sobre esto. ¿Para mí, Dios es Padre, yo lo siento Padre? Y si no lo siento así, pido al Espíritu Santo que me enseñe a sentirlo así. ¿Y soy capaz de olvidar las ofensas, perdonar, dejar pasar o si no, pedirle al Padre ‘también estos son tus hijos, me han hecho algo feo… ayúdame a perdonar’? Hagamos este examen de conciencia sobre nosotros y nos hará bien, bien, bien. ‘Padre’ y ‘nuestro’: nos da la identidad de hijos y nos da una familia para ‘ir’ juntos por la vida”.
(María Fernanda Bernasconi - RV).



miércoles, 15 de junio de 2016

Catequesis y Ángelus 15/06/2016

Homilías del Papa y Temas sacerdotales

Francisco \ Audiencias, Catequesis y Ángelus
“El camino de la fe es pasar de mendigos a discípulos”, el Papa en la catequesis


Continuando su ciclo de catequesis sobre la misericordia en la Sagrada Escritura, el Obispo de Roma reflexionó sobre el significado de la misericordia como luz. - ANSA

15/06/2016 10:50SHARE:

(RV).- “El paso del Señor es un encuentro de misericordia que une a todos alrededor de Él para permitir reconocer quien tiene necesidad de ayuda y de consolación”, con estas palabras el Papa Francisco explicó en la Audiencia General del tercer miércoles de junio, el significado del milagro que realizó Jesús al restituir la vista al ciego de Jericó narrado en el Evangelio de San Lucas.

Continuando su ciclo de catequesis sobre la misericordia en la Sagrada Escritura, el Obispo de Roma reflexionó sobre el significado de la misericordia como luz. Por ello, el Pontífice alentó a acoger esta luz que viene de Dios y a seguir el camino de fe que realizó el ciego de Jericó, que «recuperó la vista y siguió a Jesús, glorificando a Dios», se hizo discípulo. “De mendigo a discípulo, también este es nuestro camino – agregó el Papa – todos nosotros somos mendigos, todos. Tenemos necesidad siempre de salvación. Y todos nosotros, todos los días, debemos hacer este paso: de mendigos a discípulos”.
Texto y audio completo de la catequesis del Papa Francisco

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Un día Jesús, acercándose a la ciudad de Jericó, realizó el milagro de restituir la vista a un ciego que mendigaba a lo largo del camino (Cfr. Lc 18,35-43). Hoy queremos aferrar el significado de este signo porque también nos toca directamente. El evangelista Lucas dice que aquel ciego estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna (Cfr. v. 35). Un ciego en aquellos tiempos – incluso hasta hace poco tiempo atrás – podía vivir sólo de la limosna. La figura de este ciego representa a tantas personas que, también hoy, se encuentran marginadas a causa de una discapacidad física o de otro tipo. Está separado de la gente, está ahí sentado mientras la gente pasa ocupada, en sus pensamientos y tantas cosas… Y el camino, que puede ser un lugar de encuentro, para él en cambio es el lugar de la soledad. Tanta gente que pasa. Y él está solo.

Es triste la imagen de un marginado, sobre todo en el escenario de la ciudad de Jericó, la espléndida y prospera oasis en el desierto. Sabemos que justamente a Jericó llegó el pueblo de Israel al final del largo éxodo de Egipto: aquella ciudad representa la puerta de ingreso a la tierra prometida. Recordemos las palabras que Moisés pronunció en aquella circunstancia; decía así: «Si hay algún pobre entre tus hermanos, en alguna de las ciudades del país que el Señor, tu Dios, te da, no endurezcas tu corazón ni le cierres tu mano. Es verdad que nunca faltarán pobres en tu país. Por eso yo te ordeno: abre generosamente tu mano al pobre, al hermano indigente que vive en tu tierra» (Deut. 15,7.11). Es agudo el contraste entre esta recomendación de la Ley de Dios y la situación descrita en el Evangelio: mientras el ciego grita – tenia buena voz, ¿eh? – mientras el ciego grita invocando a Jesús, la gente le reprocha para hacerlo callar, como si no tuviese derecho a hablar. No tienen compasión de él, es más, sienten fastidio por sus gritos. Eh… Cuantas veces nosotros, cuando vemos tanta gente en la calle – gente necesitada, enferma, que no tiene que comer – sentimos fastidio. Cuantas veces nosotros, cuando nos encontramos ante tantos prófugos y refugiados, sentimos fastidio. Es una tentación: todos nosotros tenemos esto, ¿eh? Todos, también yo, todos. Es por esto que la Palabra de Dios nos enseña. La indiferencia y la hostilidad los hacen ciegos y sordos, impiden ver a los hermanos y no permiten reconocer en ellos al Señor. Indiferencia y hostilidad. Y cuando esta indiferencia y hostilidad se hacen agresión y también insulto – “pero échenlos fuera a todos estos”, “llévenlos a otra parte” – esta agresión; es aquello que hacia la gente cuando el ciego gritaba: “pero tú vete, no hables, no grites”.

Notamos una característica interesante. El Evangelista dice que alguien de la multitud explicó al ciego el motivo de toda aquella gente diciendo: «Que pasaba Jesús de Nazaret» (v. 37). El paso de Jesús es indicado con el mismo verbo con el cual en el libro del Éxodo se habla del paso del ángel exterminador que salva a los Israelitas en las tierras de Egipto (Cfr. Ex 12,23). Es el “paso” de la pascua, el inicio de la liberación: cuando pasa Jesús, siempre hay liberación, siempre hay salvación. Al ciego, pues, es como si fuera anunciada su pascua. Sin dejarse atemorizar, el ciego grita varias veces dirigiéndose a Jesús reconociéndolo como Hijo de David, el Mesías esperado que, según el profeta Isaías, habría abierto los ojos a los ciegos (Cfr. Is 35,5). A diferencia de la multitud, este ciego ve con los ojos de la fe. 

Gracias a ella su suplica tiene una potente eficacia. De hecho, al oírlo, «Jesús se detuvo y mandó que se lo trajeran» (v. 40). Haciendo así Jesús quita al ciego del margen del camino y lo pone al centro de la atención de sus discípulos y de la gente. Pensemos también nosotros, cuando hemos estado en situaciones difíciles, también en situaciones de pecado, como ha estado ahí Jesús a tomarnos de la mano y a sacarnos del margen del camino a la salvación. Se realiza así un doble pasaje. Primero: la gente había anunciado la buena noticia al ciego, pero no quería tener nada que ver con él; ahora Jesús obliga a todos a tomar conciencia que el buen anuncio implica poner al centro del propio camino a aquel que estaba excluido. Segundo: a su vez, el ciego no veía, pero su fe le abre el camino a la salvación, y él se encuentra en medio de cuantos habían bajado al camino para ver a Jesús. Hermanos y hermanas, el paso del Señor es un encuentro de misericordia que une a todos alrededor de Él para permitir reconocer quien tiene necesidad de ayuda y de consolación. También en nuestra vida Jesús pasa; y cuando pasa Jesús, y yo me doy cuenta, es una invitación a acercarme a Él, a ser más bueno, a ser mejor cristiano, a seguir a Jesús.

Jesús se dirige al ciego y le pregunta: «¿Qué quieres que haga por ti?» (v. 41). Estas palabras de Jesús son impresionantes: el Hijo de Dios ahora está frente al ciego como un humilde siervo. Él, Jesús, Dios dice: “Pero, ¿Qué cosa quieres que haga por ti? ¿Cómo quieres que yo te sirva?” Dios se hace siervo del hombre pecador. Y el ciego responde a Jesús no más llamándolo “Hijo de David”, sino “Señor”, el título que la Iglesia desde los inicios aplica a Jesús Resucitado. El ciego pide poder ver de nuevo y su deseo es escuchado: «¡Señor, que yo vea otra vez! Y Jesús le dijo: Recupera la vista, tu fe te ha salvado» (v. 42). Él ha mostrado su fe invocando a Jesús y queriendo absolutamente encontrarlo, y esto le ha traído el don de la salvación. Gracias a la fe ahora puede ver y, sobre todo, se siente amado por Jesús. Por esto la narración termina refiriendo que el ciego «recuperó la vista y siguió a Jesús, glorificando a Dios» (v. 43): se hace discípulo. De mendigo a discípulo, también este es nuestro camino: todos nosotros somos mendigos, todos. Tenemos necesidad siempre de salvación. Y todos nosotros, todos los días, debemos hacer este paso: de mendigos a discípulos. Y así, el ciego se encamina detrás del Señor y entrando a formar parte de su comunidad. Aquel que querían hacer callar, ahora testimonia a alta voz su encuentro con Jesús de Nazaret, y  «todo el pueblo alababa a Dios» (v. 43). Sucede un segundo milagro: lo que había sucedido al ciego hace que también la gente finalmente vea. La misma luz ilumina a todos uniéndolos en la oración de alabanza. Así Jesús infunde su misericordia sobre todos aquellos que encuentra: los llama, los hace venir a Él, los reúne, los sana y los ilumina, creando un nuevo pueblo que celebra las maravillas de su amor misericordioso. 

Pero dejémonos también nosotros llamar por Jesús, y dejémonos curar por Jesús, perdonar por Jesús, y vayamos detrás de Jesús alabando a Dios. ¡Así sea!


(Traducción del italiano, Renato Martinez – Radio Vaticano)


martes, 14 de junio de 2016

Palabras del Papa antes de la recitación del Ángelus 12/06/2016

Homilías del Papa y Temas sacerdotales 

Francisco \ Audiencias, Catequesis y Ángelus
Renovemos unidos el esfuerzo para remover las causas del trabajo infantil, dijo el Papa a la hora del Ángelus


El Papa ante la imagen de la Virgen María en el día del Jubileo de los enfermos. - AP

12/06/2016 12:00SHARE:

(RV).- “Renovemos todos unidos el esfuerzo para remover las causas la esclavitud, que priva a millones de niños de algunos derechos fundamentales y los expone a graves peligros”: fueron palabras del Papa a la hora del Ángelus de este segundo domingo de junio, recordando la celebración, en el día de hoy, de la Jornada Mundial contra el trabajo infantil.

"Nos unamos a la alegría y a la acción de gracias de la diócesis de Vercelli” y “de Monreale” dijo también el Obispo de Roma recordando la beatificación, en el día de ayer del sacerdote Giacomo Abbondo, y hoy en Monreale, de la hermana Carolina Santocanale, fundadora de las Hermanas Capuchinas de la Inmaculada de Lourdes.

En las palabras del Papa antes de rezar a la Madre de Dios y después de finalizar la Santa Misa celebrada en ocasión del Jubileo de los enfermos y de las personas minusválidas, también el deseo de “un fructuoso empeño en la lucha contra la lepra”, y su reconocimiento a los organizadores y participantes en el  Congreso internacional dedicado a la curación de las personas afectadas por esta enfermedad, que tuvo lugar en Roma en los días pasados.

Finalmente, el agradecimiento especial del Pontífice a los peregrinos presentes con “su condición de enfermedad o discapacidad” llegados en ocasión del Jubileo de los Enfermos, con un sentido gracias también a los médicos y a los operadores sanitarios.
(MCM-RV)

Texto y audio completo de las palabras del Papa antes de la recitación del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Ayer, en Vercelli, fue proclamado Beato el sacerdote Giacomo Abbondo, vivido en el mil setecientos, enamorado de Dios, culto, siempre disponible para sus parroquianos. Nos unamos a la alegría a la acción de gracias de la diócesis de Vercelli. Y también de aquella de Monreale, donde hoy será beatificada la hermana Carolina Santocanale, fundadora de las Hermanas Capuchinas de la Inmaculada de Lourdes. Nacida en una familia noble de Palermo, abandonó las comodidades y se hizo pobre entre los pobres. De Cristo, especialmente en la Eucaristía, tomó la fuerza para su maternidad espiritual y su ternura con los más débiles.

En el contexto del Jubileo de los enfermos, se desarrolló en los días pasados en Roma un Congreso internacional dedicado a la curación de las personas afectadas por el morbo de Hansen. Saludo con reconocimiento a los organizadores y a los participantes y deseo un fructuoso compromiso en la lucha contra esta enfermedad.

Hoy se celebra la Jornada mundial contra el trabajo infantil. Renovemos todos unidos el esfuerzo para remover las causas de esta esclavitud moderna, que priva a millones de niños de algunos derechos fundamentales y los expone a graves peligros. ¡Hoy hay tantos niños esclavos en el mundo!

Saludo con afecto a todos los peregrinos llegados de Italia y de varios países para esta jornada jubilar. Les agradezco de manera especial, a ustedes, que han querido estar presentes en vuestra condición de enfermedad o discapacidad. Un sentido gracias también a los médicos y a los operadores sanitarios que, en los “Puntos de la salud” preparados en las cuatro Basílicas Papales, están ofreciendo visitas especializadas a centenares de personas que viven en los márgenes de la ciudad de Roma. ¡Muchas gracias también a ustedes!

Que la Virgen María, a quien nos dirigimos ahora en oración, nos acompañe siempre en nuestro camino.
(Traducción del italiano: María Cecilia Mutual - RV)

sábado, 11 de junio de 2016

audiencia al Congreso dedicado a las personas minusválidas. 11/06/2016

Homilías del Papa y Temas sacerdotales

Francisco \ Encuentros y Eventos
La diversidad es una riqueza: 
aseguró el Papa a los participantes
 en el Congreso dedicado a las personas minusválidas



El Papa durante la audiencia a los participantes en el Congreso dedicado a las personas minusválidas. - RV

11/06/2016 15:57SHARE:


(RV).- La diversidad es una riqueza, un desafío que ‘nos da miedo’ pero que nos hace crecer: fue éste en síntesis el concepto expresado por el Papa Francisco ante los 650 participantes en el Congreso dedicado a las personas minusválidas, organizado por la Conferencia Episcopal Italiana.  En un ambiente cordial y con la disponibilidad que lo caracteriza, Francisco respondió espontáneamente a las preguntas de algunos de los participantes en el encuentro, antes de entregar el discurso que había preparado.

Entre preguntas y respuestas, risas y cantos, el Papa escuchó atentamente las preguntas que le hicieron tres de los participantes en el encuentro, dos muchachas y un párroco.

Todos somos diversos, las diversidades son la riqueza
La primera joven habló al Pontífice de su experiencia de “diversidad”, del miedo de no saber administrarla y la conciencia de comprender que, finalmente, cada uno pone en el campo lo que tiene. Y el Papa respondió:

“Tantas veces tenemos miedo de la diversidad. ¿Por qué? Porque afrontar una persona que tiene una diversidad “grande” es un desafío y cada desafío nos atemoriza. ¡No! dijo, las diversidades son precisamente la riqueza, porque yo tengo una cosa y tú tienes otra y ¡con estas dos hacemos algo más bello, más grande!, aseguró. Es verdad que hay diversidades que son dolorosas – prosiguió - pero también están aquellas diversidades que nos ayudan, nos desafían y nos enriquecen”.
De ahí el consejo del Santo Padre: “no tengan nunca miedo de las diversidades porque son el camino para mejorar, para ser más bellos y más ricos.”

Poner en común lo que tenemos
Francisco indica entonces el camino para vivir juntos en la diversidad, con las propias diversidades: poner en común lo que tenemos. Y lo hace usando la imagen del ‘estrechón de mano’ entre dos personas:

“Cuando yo estrecho la mano, pongo en común lo que yo tengo, contigo. ¿Si uno estrecha la mano es sincero, no?- pregunta. Te doy la mano, te doy lo mío y tú me das lo tuyo. Y esto nos hace bien a todos, caminar con las diversidades porque las diversidades son un desafío que nos hacen crecer”.

La discriminación es algo feísimo. Todos tenemos derecho a ser mejores y recibir los Sacramentos
El Papa vuelve a la primera pregunta de Serena, que le hizo notar que no todos los diversamente hábiles son recibidos con alegría o participan en los sacramentos y en la vida de la Iglesia, y dice:

“La discriminación es algo feísimo” asegura Francisco. E indica el camino de la conversión a párrocos que no acogen a quien es diverso.

“Si tú eres diverso, también tú tienes la posibilidad de ser mejor”. Y continúa: “¡Todos tenemos la posibilidad de crecer, de seguir adelante, de amar al Señor, de hacer cosas buenas y de entender la doctrina cristiana, y todos tenemos la misma posibilidad de recibir los sacramentos!”

Francisco es interrumpido por una niña que se le acerca. “Viene, viene – le dice – ¡ésta sí que es una valiente! ¿Me das un besito? Le pregunta. Y tomándola como ejemplo, afirma: “Ella no tiene miedo, se arriesga, sabe que las diversidades son una riqueza. Nos ha dado una lección”.

Y dirigiéndose nuevamente a Serena, le dice:
“En la parroquia, en la misa, en los sacramentos, todos son iguales, porque todos tienen el mismo Señor: Jesús; la misma mamá, la Virgen”.

Un apostolado de la ‘oreja’, de la escucha
El Santo Padre vuelve a la primera pregunta, la de un párroco romano, acerca de cómo se puede educar a las comunidades en la acogida:

“O todos o nadie” dice Francisco. “Acoger y escuchar”. “Recibir a todos” y “escuchar a todos”. El Papa afirma que en la pastoral de la Iglesia se hacen tantas cosas buenas, pero, dice,  “hay una cosa que se debe hacer más, que deben hacer los sacerdotes, los laicos, pero sobre todo los sacerdotes: ‘el apostolado del oreja’, ¡escuchar! Recibir y escuchar a todos”.

Finalmente. el agradecimiento del Pontífice “por este diálogo” “por esta belleza de las diversidades que hacen comunidad” y “todas hacen a la unidad de la Iglesia”.
(María Cecilia Mutual, RV)