viernes, 30 de octubre de 2015

Homilía del Papa EN SANTA MARTA 2015-10-30

Homilías del Papa y Temas sacerdotales


Papa: Dios perdona como Padre. 
En Jesús apuesta su corazón por nosotros y la humanidad
2015-10-30 Radio Vaticana

(RV).- «Dios se compadece por cada uno de nosotros y por la humanidad,  ha mandado a su Hijo, nuestro Señor Jesús para sanarla, para regenerarla, para renovarla», recordó el Papa Francisco en su homilía de la Misa, en la Capilla de la Casa de Santa Marta, que centró en la compasión de Dios.

El Santo Padre habló en español y puso de relieve que la compasión de Dios no tiene nada que ver con el tener lástima:

«Es interesante que en la parábola, que todos conocemos del hijo pródigo, se dice que cuando el padre – que es la figura de Dios que perdona – ve venir a su hijo se compadeció. La compasión de Dios no es tener lástima, no tiene nada que ver una cosa con la otra».

Puedo tener lástima de un perro que se está muriendo, pero la compasión de Dios, -  explicó el Papa -  es meterse en el corazón del otro, con corazón de Padre, por eso envió a su Hijo:

«Jesús curaba a la gente pero no era un curandero. Curaba a la gente como signo, además de curarla en serio, pero como signo de esa compasión de Dios, para salvar. Para volver a poner en su sitio. A la oveja perdida, en el corral… la moneda perdida, para aquella señora, en el monedero…

¡Dios se compadece! ¡Dios apuesta su corazón de Padre! ¡Apuesta su corazón por cada uno de nosotros! ¡Cuando Dios perdona, perdona como Padre! No como un empleado judicial, que lee un expediente y dice: sí, realmente puede ser absuelto, porque no hay materia tal…

¡Dios perdona de adentro! ¡Perdona porque se metió en el corazón de esa persona!»

Jesús ha sido enviado por el Padre para «traer la Buena Nueva, para liberar al que se siente oprimido», volvió a recordar el Obispo de Roma, para luego hacer hincapié en que Jesús ha sido enviado por el Padre para «meterse en cada uno de nosotros, liberándonos de nuestros pecados, de nuestros males y para llevarlos»:

«Y esto es lo que hace un cura: conmoverse, comprometerse con la vida de la gente. Porque un cura es sacerdote como Jesús es sacerdote. ¡Cuántas veces después nos tuvimos que ir a confesar! Pero ¡cuántas veces criticamos a los curas que no les interesa lo que les pasa que a sus feligreses, que no se preocupan. No, no es un buen cura, decimos. Un buen cura es el que se mete».

Un buen cura es el que se implica en todos los problemas humanos, volvió a señalar el Papa Francisco, que saludó al Card. Javier Lozano Barragán, que participó en la Misa, en ocasión de sus 60 años de sacerdocio. El Santo Padre se refirió al servicio que el purpurado mexicano ha ofrecido a la Iglesia y agradeció en particular su empeño en el dicasterio para los Agentes Sanitarios: «al servicio que la Iglesia brinda a los enfermos» - dijo. Y dando gracias a Dios por estos 60 años de sacerdocio, añadió que son un regalo que el Señor concede al Card. Barragán.
(CdM – RV)

jueves, 29 de octubre de 2015

Homilía del Papa en Santa Marta 2015-10-29

Homilías del Papa y Temas sacerdotales

Papa:
 Dios no condena porque nos ama con ternura,
ésta es nuestra victoria


2015-10-29 Radio Vaticana

 «Nada podrá separarnos nunca del amor de Dios,
 en Cristo Jesús Nuestro Señor», 

reiteró el Papa Francisco en su homilía, 
en la Misa de la mañana, en la Casa de Santa Marta.

Nuestra victoria es el amor inexplicable de Dios

Con la primera lectura de San Pablo que explica que los cristianos son vencedores porque «Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?», el Santo Padre hizo hincapié en que si Dios nos salva ¿quién nos condenará? Y señaló que lo único que nos hace vencedores es el amor de Dios:

«No es que nosotros somos vencedores contra nuestros enemigos, contra el pecado ¡No! Nosotros estamos tan enlazados al amor de Dios, que ninguna persona, ninguna potencia, ninguna cosa nos  podrá separar de este amor. Pablo ha visto en el don, ha visto más, lo que da el don: es el don de la recreación, es el don de la regeneración en Cristo Jesús. Ha visto el amor de Dios. Un amor que no se puede explicar».

La impotencia de Dios es su incapacidad de no amar

«Cada hombre, cada mujer puede rechazar el don y preferir su vanidad, su orgullo, su pecado. Pero el don está»:

«El don es el amor de Dios, un Dios que no puede separarse de nosotros. Esa es la impotencia de Dios. Nosotros decimos: ‘¡Dios es poderoso, lo puede todo! Menos una cosa: ¡separarse de nosotros! En el Evangelio esa imagen de Jesús que llora sobre Jerusalén, nos hace comprender algo de este amor. ¡Jesús ha llorado! Ha llorado sobre Jerusalén y en ese llanto está toda la impotencia de Dios: su incapacidad de no amar, de no separarse de nosotros».

Dios nos dice aún hoy que nos ama con su ternura de papá, en Cristo Señor Nuestro, que es nuestra seguridad

«Jesús lloró sobre Jerusalén que mata a sus profetas, aquellos que anuncian la salvación. Y Dios le dice a Jerusalén y nos lo dice a todos: ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos como una clueca hace con sus polluelos bajo sus alas y ustedes no han querido! Es una imagen de ternura», reiteró el Papa Francisco, evocando una vez más las palabras de Jesús: ¡Cuántas veces quise sentir esta ternura, este amor, como la clueca con sus polluelos y ustedes lo han rechazado». Por ello San Pablo comprende y puede decir que está convencido de que  «ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni criatura alguna podrá apartarnos del amor»

«¡Dios no puede no amar! Ésta es nuestra seguridad. Yo puedo rechazar ese amor, puedo rechazar como rechazó el buen ladrón, hasta el final de su vida. Pero, allí lo esperaba ese amor. El más malo, el más blasfemador es amado por Dios, con una ternura de padre, de papá. Y, como dice Pablo, como dice el Evangelio, como dice Jesús: ‘Como una clueca con sus polluelos’. Y Dios el Poderoso, el Creador puede hacer todo: ¡Dios llora! En este llanto de Jesús sobre Jerusalén, en esas lágrimas, está todo el amor de Dios. Dios llora por mí, cuando me alejo; Dios llora por cada uno de nosotros; Dios llora por los malvados, que hacen tantas cosas feas, tanto mal a la humanidad… Espera, no condena, llora. ¿Por qué? ¡Porque ama!»
(CdM - RV)

miércoles, 28 de octubre de 2015

Ángelus, Audiencia del 28/10/2015

Homilías del Papa y Temas sacerdotales

El mensaje de la Declaración Nostra ætate es siempre actual, Catequesis del Papa


El Papa Francisco celebra la audiencia general del último miércoles de octubre en la Plaza de San Pedro - ANSA

28/10/2015 10:58SHARE:

Texto y audio de la catequesis del Papa traducida del italiano:

Queridos hermanos y hermanas buenos días,

En las Audiencias generales hay a menudo personas o grupos pertenecientes a otras religiones; pero hoy esta presencia es del todo particular, para recordar juntos el 50º aniversario de la Declaración del Concilio Vaticano II Nostra aetate sobre las relaciones de la Iglesia Católica con las religiones no cristianas. Este tema estaba fuertemente en el corazón del beato Papa Pablo VI, que en la fiesta de Pentecostés del año anterior al final del Concilio había instituido el Secretariado para los no cristianos, hoy Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso. Expreso por eso mi gratitud y mi calurosa bienvenida a personas y grupos de diferentes religiones, que hoy han querido estar presentes, especialmente a quienes vienen de lejos.

El Concilio Vaticano II ha sido un tiempo extraordinario de reflexión, diálogo y oración para renovar la mirada de la Iglesia Católica sobre sí misma y sobre el mundo. Una lectura de los signos de los tiempos en miras a una actualización orientada a una doble fidelidad: fidelidad a la tradición eclesial y fidelidad a la historia de los hombres y mujeres de nuestro tiempo. De hecho Dios, que se ha revelado en la creación y en la historia, que ha hablado por medio de los profetas y completamente en su Hijo hecho hombre (cfr Heb 1,1), se dirige al corazón y al espíritu de cada ser humano que busca la verdad y los caminos para practicarla.

El mensaje de la Declaración Nostra aetate es siempre actual. Recuerdo brevemente algunos puntos:

La creciente interdependencia de los pueblos ( cfr n. 1);
La búsqueda humana de un sentido de la vida, del sufrimiento, de la muerte, preguntas que siempre acompañan nuestro camino (cfr n.1);
El origen común y el destino común de la humanidad (cfr n. 1);
La unicidad de la familia humana (cfr n. 1);
Las religiones como búsqueda de Dios o del Absoluto, en el interior de las varias etnias y culturas (cfr n. 1);
La mirada benévola y atenta de la Iglesia sobre las religiones: ella no rechaza nada de lo que en estas religiones hay de bello y verdadero (cfr n. 2);
La Iglesia mira con estima los creyentes de todas las religiones, apreciando su compromiso espiritual y moral (cfr n. 3);
La Iglesia abierta al diálogo con todos, y al mismo tiempo fiel a la verdad en la que cree, por comenzar en aquella que la salvación ofrecida a todos tiene su origen en Jesús, único salvador, y que el Espíritu Santo está a la obra, fuente de paz y amor.

Son tantos los eventos, las iniciativas, las relaciones institucionales o personales con las religiones no cristianas de estos últimos cincuenta años, y es difícil recordar todos. Un hecho particularmente significativo ha sido el Encuentro de Asís del 27 de octubre de 1986. Este fue querido y promovido por san Juan Pablo II, quien un año antes, es decir hace treinta años, dirigiéndose a los jóvenes musulmanes en Casablanca deseaba que todos los creyentes en Dios favorecieran la amistad y la unión entre los hombres y los pueblos (19 de agosto de 1985). La llama, encendida en Asís, se ha extendido en todo el mundo y constituye un signo permanente de esperanza.

Una especial gratitud a Dios merece la verdadera y propia transformación que ha tenido en estos 50 años la relación entre cristianos y judíos. Indiferencia y oposición se transformaron en colaboración y benevolencia. De enemigos y extraños nos hemos transformado en amigos y hermanos. El Concilio, con la Declaración Nostra aetate, ha trazado el camino: “si” al redescubrimiento de las raíces judías del cristianismo; “no” a cualquier forma de antisemitismo y condena de todo insulto, discriminación y persecución que se derivan.

 El conocimiento, el respeto y la estima mutua constituyen el camino que, si vale en modo peculiar para la relación con los judíos, vale análogamente también para la relación con las otras religiones. Pienso en particular en los musulmanes, que -como recuerda el Concilio- «adoran al único Dios, viviente y subsistente, misericordioso y omnipotente, creador del cielo y de la tierra, que ha hablado a los hombres» (Nostra aetate, 5). Ellos se refieren a la paternidad de Abraham, veneran a Jesús como profeta, honran a su Madre virgen, María, esperan el día del juicio, y practican la oración, la limosna y el ayuno (cfr ibid).

El diálogo que necesitamos no puede ser sino abierto y respetuoso, y entonces se revela fructífero. El respeto recíproco es condición y, al mismo tiempo, fin del diálogo interreligioso: respetar el derecho de otros a la vida, a la integridad física, a las libertades fundamentales, es decir a la libertad de conciencia, de pensamiento, de expresión y de religión.

El mundo nos mira a nosotros los creyentes, nos exhorta a colaborar entre nosotros y con los hombres y las mujeres de buena voluntad que no profesan alguna religión, nos pide respuestas efectivas sobre numerosos temas: la paz, el hambre, la miseria que aflige a millones de personas, la crisis ambiental, la violencia, en particular aquella cometida en nombre de la religión, la corrupción, el degrado moral, la crisis de la familia, de la economía, de las finanzas y sobre todo de la esperanza. Nosotros creyentes no tenemos recetas para estos problemas, pero tenemos un gran recurso: la oración. Y nosotros creyentes rezamos, debemos rezar. La oración es nuestro tesoro, a la que nos acercamos según nuestras respectivas tradiciones, para pedir los dones que anhela la humanidad.

A causa de la violencia y del terrorismo se ha difundido una actitud de sospecha o incluso de condena de las religiones. En realidad, aunque ninguna religión es inmune del riesgo de desviaciones fundamentalistas o extremistas en individuos o grupos (cfr Discurso al Congreso EEUU, 24 de septiembre de 2015), es necesario mirar los valores positivos que viven y proponen y que son fuentes de esperanza. Se trata de alzar la mirada para ir más allá. El diálogo basado sobre el confiado respeto puede llevar semillas de bien que se transforman en brotes de amistad y de colaboración en tantos campos, y sobre todo en el servicio a los pobres, a los pequeños, a los ancianos, en la acogida de los migrantes, en la atención a quien es excluido. Podemos caminar juntos cuidando los unos de los otros y de lo creado. Todos los creyentes de cada religión. Juntos podemos alabar al Creador por habernos dado el jardín del mundo para cultivar y cuidar como bien común, y podemos realizar proyectos compartidos para combatir la pobreza y asegurar a cada hombre y mujer condiciones de vida dignas.

El Jubileo Extraordinario de la Misericordia, que está delante de nosotros, es una ocasión propicia para trabajar juntos en el campo de las obras de caridad. Y en este campo, donde cuenta sobretodo la compasión, pueden unirse a nosotros tantas personas que no se sienten creyentes o que están en búsqueda de Dios y de la verdad, personas que ponen al centro el rostro del otro, en particular el rostro del hermano y de la hermana necesitados. Pero la misericordia a la cual somos llamados abraza a todo el creado, que Dios nos ha confiado para ser cuidadores y no explotadores, o peor todavía, destructores. Debemos siempre proponernos dejar el mundo mejor de como lo hemos encontrado (cfr Enc. Laudato si’, 194), a partir del ambiente en el cual vivimos, de nuestros pequeños gestos de nuestra vida cotidiana.
Queridos hermanos y hermanas, en cuanto al futuro del diálogo interreligioso, la primera cosa que debemos hacer es rezar. Y rezar los unos por los otros, somos hermanos. Sin el Señor, nada es posible; con Él, ¡todo se convierte! Que nuestra oración pueda, cada uno según la propia tradición, pueda adherirse plenamente a la voluntad de Dios, quien desea que todos los hombres se reconozcan hermanos y vivan como tal, formando la gran familia humana en la armonía de la diversidad. Gracias. (Traducido por Mercedes De La Torre – Radio Vaticano).

ANGELUS Del Papa 28/10/2015

Homilías del Papa y Temas sacerdotales

“El respeto recíproco es la condición y el fin del diálogo interreligioso”, lo dijo el Papa en su catequesis


Audiencia General del Papa Francisco en la Plaza de San Pedro en el marco de la celebración de los 50 años de promulgación de la Declaración conciliar Nostra Aetate. - AP

28/10/2015 12:01SHARE:

(RV).- En el marco de celebración de los 50 años de la promulgación de la Declaración conciliar Nostra Aetate, el Papa Francisco realizó su catequesis, y ante miles de peregrinos que se dieron cita en la Plaza de San Pedro, recordó la importancia de este documento sobre el diálogo interreligioso.

“Queridos hermanos y hermanas: doy la bienvenida y agradezco a todas las personas y grupos de diversas religiones presentes en este encuentro para recordar juntos el 50 aniversario de la Declaración del Concilio Vaticano II Nostra aetate sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas. Con este importante documento, la Iglesia manifestaba su aprecio y estima por los creyentes de todas las religiones y todo lo que de bueno y de hermoso hay en ellas”.

En este sentido, el Obispo de Roma señaló la trascendencia de este evento eclesial en la vida de la Iglesia y la sociedad contemporánea.

 “El Concilio Vaticano II ha sido un tiempo extraordinario de reflexión, diálogo y oración para renovar la mirada de la Iglesia católica sobre sí misma y sobre el mundo. Una lectura de los signos de los tiempos en vista de una actualización orientada por una doble fidelidad: fidelidad a la tradición eclesial y fidelidad a la historia de los hombres y mujeres de nuestro tiempo”.

“En estos últimos años han sido numerosas las iniciativas, las relaciones institucionales o personales con las religiones no cristianas, encaminadas a promover la amistad y la unión entre los hombres. El Señor desea que todos los hombres se reconozcan hermanos y vivan como tales, formando la gran familia humana en la armonía de la diversidad”.

Por ello, es necesario tener presente afirmó el Pontífice, las raíces judías del cristianismo y los cambios que se han dado en las últimas décadas en las relaciones entre judíos y cristianos. “Un especial agradecimiento a Dios merece la verdadera transformación que se ha realizado en estos 50 años en la relación entre cristianos y judíos. Indiferencia y oposición se han transformado en colaboración y benevolencia. De enemigos y extraños, nos hemos convertido en amigos y hermanos”.

El mundo nos mira a nosotros los creyentes, nos llama a colaborar entre nosotros y con los hombres y las mujeres de buena voluntad que no profesan alguna religión. Es importante continuar con un diálogo interreligioso abierto y respetuoso, que ayude a conocerse más y afrontar juntos muchos de los problemas que afligen a la humanidad, como el servicio a los pobres, a los excluidos, a los ancianos, la acogida a los emigrantes, el cuidado de la creación, así como asegurar a todas las personas una vida más digna.

Para lograr esto, dijo el Sucesor de Pedro, se necesita la colaboración de todos los hombres de buena voluntad, que a pesar de no profesar un credo religioso buscan con esperanza afrontar los desafíos del mundo de hoy. “Nosotros los creyentes no tenemos recetas para estos problemas, pero tenemos un gran recurso: la oración. La oración es nuestro tesoro, a la cual nos dirigimos según las respectivas tradiciones, para pedir los dones a los cuales anhela la humanidad”.

“A causa de la violencia y del terrorismo se ha difundido una actitud de sospecha o incluso de condena de las religiones. En realidad, si bien, ninguna religión este  inmune del riesgo de desviaciones fundamentalistas o extremistas de individuos o grupos, es necesario mirar los valores positivos que estos viven y proponen, y que son fuente de esperanza”.

Debemos dejar un mundo mejor de cómo lo hemos encontrado. Y para favorecer este diálogo lo más importante que podemos hacer es rezar. Con el Señor todo es posible.

Un momento oportuno para poner en acto estas iniciativas, precisó el Pontífice, nos lo da el Jubileo de la Misericordia, tiempo propicio para vivir el dialogo y la apertura. “El Jubileo Extraordinario de la Misericordia, que está ante nosotros, es una ocasión propicia para trabajar juntos en el campo de las obras de caridad. En este campo, donde cuenta sobre todo la compasión, pueden unirse a nosotros tantas personas que no se sienten creyentes o que están en búsqueda de Dios y de la verdad, personas que ponen al centro el rostro del otro, en especial el rostro del hermano o de la hermana necesitado. Pero la misericordia a la cual estamos llamados abraza toda la creación, que Dios nos ha confiado para que seamos custodios, y no explotadores o, peor aún, destructores”.

(Renato Martinez - Radio Vaticana

martes, 27 de octubre de 2015

La Voz del Papa 26/10/2015

Homilías del Papa y Temas sacerdotales

Especial La Voz del Papa


El Papa Francisco en la Plaza de San Pedro 
durante la audiencia general 
del tercer miércoles de octubre - OSS_ROM

26/10/2015 15:42SHARE:
Rezar por la paz en Oriente Medio 

RV).- “No al odio y a la venganza”, pidió el Papa Bergoglio ante la violencia en Tierra Santa a la hora del Ángelus del tercer domingo de octubre.

- Antes de rezar a la Madre de Dios, el Obispo de Roma saludó a los fieles y peregrinos procedentes de diversos países y concretamente a las Delegaciones Oficiales de España, Italia y Francia venidos por las canonizaciones de los nuevos santos, María de la Purísima, Vicente Grossi y Luis Martin y María Celia Guérin.

- En su homilía de la Santa Misa, del pasado 18 de octubre, el Obispo de Roma alentó a seguir a Jesús a través de la humildad y de la cruz y a rechazar la tentación mundana de querer sobresalir y mandar sobre los demás.

- El Sucesor de Pedro deseó que el testimonio de los nuevos santos – Luis Martin y María Celia Guérin, padres de Santa Teresita del Niño Jesús, Vicente Grossi,  fundador del Instituto de las Hijas del Oratorio, y María de la Purísima, superiora de las Hermanas de la Compañía de la Cruz – nos impulse a perseverar en el camino del servicio alegre a los hermanos.

- “Los invito a rezar por los Padres del Sínodo, que el Señor bendiga su trabajo, desarrollado con fidelidad creativa y con la firme esperanza de que el Señor es el primero en ser fiel a sus promesas”.

Fue el deseo que el Papa Francisco expresó al saludar a los fieles y peregrinos de nuestro idioma que asistieron a la tercera audiencia general de octubre, en cuya catequesis el Pontífice prosiguió sus reflexiones sobre la familia, para referirse a la fidelidad del amor.
(María Fernanda Bernasconi - RV).


domingo, 25 de octubre de 2015

Homilía del Papa clausura el Sínodo, 2015

Homilías del Papa y Temas sacerdotales

¡Animo, levántate! Con la invitación del Evangelio el Papa clausura el Sínodo


El Papa Francisco preside la celebración de la Santa Misa conclusiva del Sínodo de los Obispos sobre la familia - AFP

25/10/2015 10:26SHARE:

Alegrarnos por la gracia de una cosecha que va más allá de nuestras fuerzas y capacidades

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(RV).-  La mañana del 25 de octubre, XXX domingo del tiempo ordinario, el Santo Padre Francisco celebró la Santa Misa por la conclusión de la XIV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos. El Obispo de Roma empezó su homilía notando que las tres lecturas del día nos presentan la compasión de Dios, "su paternidad, que se revela definitivamente en Jesús". “Hay un detalle interesante. Jesús pide a sus discípulos ir a llamar a Bartimeo. Ellos se dirigen al ciego usando dos expresiones, que solamente Jesús utiliza en el resto del Evangelio. En primer lugar le dicen: ‘¡Animo!’, con una palabra que literalmente significa ‘¡ten confianza!’. En efecto, solamente el encuentro con Jesús da al hombre la fuerza para enfrentar las situaciones más graves. La segunda expresión es ‘¡Levántate!’, como Jesús había dicho a tantos enfermos, tomándoles de la mano y sanándolos”.

“Los suyos no hacen otra cosa que repetir las palabras alentadoras y liberadoras de Jesús, conduciéndolo directamente hacia Él.  A esto son llamados los discípulos de Jesús, también hoy, especialmente hoy: a poner  al hombre en contacto con la Misericordia que salva”.

Al exclamar que “hoy es tiempo de misericordia” el Papa agradeció a los sinodales por el “camino compartido con la mirada puesta en el Señor y en los hermanos, en la búsqueda de los senderos que el Evangelio indica a nuestro tiempo para anunciar el misterio de amor de la familia”. “Sigamos el camino que el Señor desea”, invitó a todos Francisco.

(RC-RV)
Texto y audio de la homilía del Santo Padre Francisco de la Santa Misa conclusiva del Sínodo de los Obispos

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Las tres lecturas de este domingo nos presentan la compasión de Dios, su paternidad, que se revela definitivamente en Jesús.

El profeta Jeremías, en pleno desastre nacional, mientras el pueblo estaba deportado por los enemigos, anuncia que «el Señor ha salvado a su pueblo, ha salvado al resto de Israel» (31,7). Y ¿por qué lo hizo? Porque él es Padre (cf. v. 9); y como el Padre cuida de sus hijos, los acompaña en el camino, sostiene a los «ciegos y cojos, lo mismo preñadas que paridas» (31,8). Su paternidad les abre una vía accesible, una forma de consolación después de tantas lágrimas y tantas amarguras. Si el pueblo permanece fiel, si persevera en buscar a Dios incluso en una tierra extranjera, Dios cambiará su cautiverio en libertad, su soledad en comunión: lo que hoy siembra el pueblo con lágrimas, mañana lo cosechará con la alegría (cf. Sal 125,6 ).

Con el Salmo, también nosotros hemos expresado la alegría, que es fruto de la salvación del Señor: «La boca se nos llenaba de risas, la lengua de cantares» (v. 2). El creyente es una persona que ha experimentado la acción salvífica de Dios en la propia vida. Y nosotros, los pastores, hemos experimentado lo que significa sembrar con fatiga, a veces llorando, y alegrarnos por la gracia de una cosecha que siempre va más allá de nuestras fuerzas y de nuestras capacidades.
El pasaje de la Carta a los Hebreos nos ha presentado la compasión de Jesús. También él «está envuelto en debilidades» (5,2), para sentir compasión por quienes yacen en la ignorancia y en el error. Jesús es el Sumo Sacerdote grande, santo, inocente, pero al mismo tiempo es el Sumo Sacerdote que ha compartido nuestras debilidades y ha sido puesto a prueba en todo como nosotros, menos en el pecado (cf. 4,15). Por eso es el mediador de la nueva y definitiva alianza que nos da salvación.

El Evangelio de hoy nos remite directamente a la primera Lectura: así como el pueblo de Israel fue liberado gracias a la paternidad de Dios, también Bartimeo fue liberado gracias a la compasión de Jesús que acababa de salir de Jericó. A pesar de que apenas había emprendido el camino más importante, el que va hacia Jerusalén, se detiene para responder al grito de Bartimeo. Se deja interpelar por su petición, se deja implicar en su situación. No se contenta con darle limosna, sino que quiere encontrarlo personalmente. No le da indicaciones ni respuestas, pero hace una pregunta: «¿Qué quieres que haga por ti»? (Mc 10,51). Podría parecer una petición inútil: ¿Qué puede desear un ciego si no es la vista? Sin embargo, con esta pregunta, hecha «de tú a tú», directa pero respetuosa, Jesús muestra que desea escuchar nuestras necesidades. Quiere un coloquio con cada uno de nosotros sobre la vida, las situaciones reales, que no excluya nada ante Dios. Después de la curación, el Señor dice a aquel hombre: «Tu fe te ha salvado» (v. 52). Es hermoso ver cómo Cristo admira la fe de Bartimeo, confiando en él. Él cree en nosotros más de lo que nosotros creemos en nosotros mismos.


Hay un detalle interesante. Jesús pide a sus discípulos que vayan y llamen a Bartimeo. Ellos se dirigen al ciego con dos expresiones, que sólo Jesús utiliza en el resto del Evangelio. Primero le dicen: «¡Ánimo!», una palabra que literalmente significa «ten confianza, anímate». En efecto, sólo el encuentro con Jesús da al hombre la fuerza para afrontar las situaciones más graves. La segunda expresión es «¡levántate!», como Jesús había dicho a tantos enfermos, llevándolos de la mano y curándolos. Los suyos no hacen más que repetir las palabras de alentadoras y liberadoras de Jesús, guiando hacia él directamente, sin sermones. Los discípulos de Jesús están llamados a esto, también hoy, especialmente hoy: a poner al hombre en contacto con la misericordia compasiva que salva. Cuando el grito de la humanidad, como el de Bartimeo, se repite aún más fuerte, no hay otra respuesta que hacer nuestras las palabras de Jesús y sobre todo imitar su corazón. Las situaciones de miseria y de conflicto son para Dios ocasiones de misericordia. Hoy es tiempo de misericordia.

Pero hay algunas tentaciones para los que siguen a Jesús. El Evangelio de hoy destaca al menos dos. Ninguno de los discípulos se para, como hace Jesús. Siguen caminando, pasan de largo como si nada hubiera sucedido. Si Bartimeo era ciego, ellos son sordos: aquel problema no es problema suyo. Este puede ser nuestro riesgo: ante continuos apuros, es mejor seguir adelante, sin preocuparse. De esta manera, estamos con Jesús como aquellos discípulos, pero no pensamos como Jesús. Se está en su grupo, pero se pierde la apertura del corazón, se pierde la maravilla, la gratitud y el entusiasmo, y se corre el peligro de convertirse en «habituales de la gracia». Podemos hablar de él y trabajar para él, pero vivir lejos de su corazón, que está orientado a quien está herido. Esta es la tentación: una «espiritualidad del espejismo». Podemos caminar a través de los desiertos de la humanidad sin ver lo que realmente hay, sino lo que a nosotros nos gustaría ver; somos capaces de construir visiones del mundo, pero no aceptamos lo que el Señor pone delante de nuestros ojos. Una fe que no sabe radicarse en la vida de la gente permanece árida y, en lugar oasis, crea otros desiertos.

Hay una segunda tentación, la de caer en una «fe de mapa». Podemos caminar con el pueblo de Dios, pero tenemos nuestra hoja de ruta, donde entra todo: sabemos dónde ir y cuánto tiempo se tarda; todos deben respetar nuestro ritmo y cualquier inconveniente nos molesta. Corremos el riesgo de hacernos como aquellos «muchos» del Evangelio, que pierden la paciencia y reprochan a Bartimeo. Poco antes habían reprendido a los niños (cf. 10,13), ahora al mendigo ciego: quien molesta o no tiene categoría, ha de ser excluido. Jesús, por el contrario, quiere incluir, especialmente a quienes están relegados al margen y le gritan. Estos, como Bartimeo, tienen fe, porque saberse necesitados de salvación es el mejor modo para encontrar a Jesús.

Y, al final, Bartimeo se puso a seguir a Jesús en el camino (cf. v. 52). No sólo recupera la vista, sino que se une a la comunidad de los que caminan con Jesús. Queridos hermanos sinodales, hemos caminado juntos. Les doy las gracias por el camino que hemos compartido con la mirada puesta en el Señor y en los hermanos, en busca de las sendas que el Evangelio indica a nuestro tiempo para anunciar el misterio de amor de la familia. Sigamos por el camino que el Señor desea. Pidámosle a él una mirada sana y salvada, que sabe difundir luz porque recuerda el esplendor que la ha iluminado. Sin dejarnos ofuscar nunca por el pesimismo y por el pecado, busquemos y veamos la gloria de Dios que resplandece en el hombre viviente.


Ángelus dominical del 25 de octubre, 2015

Homilías del Papa y Temas sacerdotales


Dios es el primero en querer caminar junto a nosotros,
 en querer hacer “sínodo” con nosotros.
 El Papa en el Ángelus
 
El Papa Francisco reza el Ángelus dominical del 25 de octubre


25/10/2015
  

(RV).-  A mediodía del domingo 25 de octubre el Papa Francisco presidió el rezo de la oración mariana con los miles de fieles que se congregaron en la Plaza de San Pedro para orar con él. Refiriéndose al apenas concluido Sínodo, el Santo Padre agradeció nuevamente a Dios “por estas tres semanas de intenso trabajo, animado por la oración y por un espíritu de verdadera comunión”. Precisamente el Obispo de Roma recordó el significado de palabra “sínodo”: “caminar juntos”.

“Aquella que hemos vivido -constató-  ha sido la experiencia de la Iglesia en camino, en camino especialmente con las familias del Pueblo santo de Dios esparcido en todo el mundo”. El Obispo de Roma observó que la experiencia sinodal vivida se refleja en la Palabra de Dios que es el primero “en querer caminar junto a nosotros, en querer hacer ‘sínodo’ con nosotros”.

Recordando especialmente a las familias sufrientes, “desarraigadas de sus tierras”, el Papa dijo que han estado presentes en el Sínodo a través de la voz de algunos de sus Pastores presentes en la Asamblea.  “Estas personas en busca de dignidad, estas familias en busca de paz siguen permaneciendo con nosotros, la Iglesia no las abandona, porque forman parte del pueblo que Dios quiere liberar de la esclavitud y guiar hacia la libertad”.
(RC - RV).


Palabras del Santo Padre antes del rezo del Ángelus

¡Queridos hermanos y hermanas , buenos días!
Esta mañana, con la Santa Misa celebrada en la Basílica de San Pedro, concluyó la Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos sobre la familia. Invito a todos a dar gracias a Dios por estas tres semanas de intenso trabajo, animado por la oración y por un espíritu de verdadera comunión. Ha sido arduo, pero ha sido un verdadero don de Dios, que seguramente traerá muchos frutos.

La palabra “sínodo” significa “caminar juntos”. Y aquella que hemos vivido ha sido la experiencia de la Iglesia en camino, en camino especialmente con las familias del Pueblo santo de Dios esparcido en todo el mundo. Por esto me ha impresionado la Palabra de Dios que hoy nos sale al encuentro en la profecía de Jeremías. Dice asi: «Yo los hago venir del país del Norte y los reúno desde los extremos de la tierra; hay entre ellos ciegos y lisiados, mujeres embarazadas y parturientas: ¡es una gran asamblea la que vuelve aquí!». Y el profeta agrega: «Habían partido llorando, pero yo los traigo llenos de consuelo; los conduciré a los torrentes de agua por un camino llano, donde ellos no tropezarán. Porque yo soy un padre para Israel» (31,8-9).

Esta Palabra de Dios nos dice que el primero en querer caminar junto a nosotros, a querer hacer “sínodo” con nosotros, es precisamente Él, nuestro Padre. Su “sueño”, desde siempre y por siempre, es el de formar un pueblo, de reunirlo, de guiarlo hacia la tierra de la libertad y de la paz. Y este pueblo está hecho de familias: están «la mujer embarazada y la parturienta»; es un pueblo que mientras camina lleva adelante la vida, con la bendición de Dios.

Es un pueblo que no excluye a los pobres y a los desfavorecidos, es más, los incluye. Dice el profeta: «entre ellos están el ciego y el lisiado». Es una familia de familias, en la que quien enfrenta fatigas no se encuentra marginado, dejado atrás, sino que logra seguir el paso de los otros, porque este pueblo camina al paso de los últimos; como se hace en las familias, y como nos enseña el Señor, que se ha hecho pobre con los pobres, pequeño con los pequeños, último con los últimos. No lo ha hecho para excluir a los ricos, a los grandes y a los que están primero, sino porque ésta es la única forma para salvar también a ellos, para salvar a todos. Ir con los pequeños, con los excluídos, con los últimos.

Les confieso que esta profecía del pueblo en camino la he comparado también con las imágenes de los prófugos en marcha por los caminos de Europa, una realidad dramática de nuestros dias. Dios también les dice a ellos: «Habían partido llorando, pero yo los traigo llenos de consuelo». También estas familias tan sufrientes, desarraigadas de sus tierras, han estado presentes con nosotros en el Sínodo, en nuestra oración y en nuestros trabajos, a través de la voz de algunos de sus Pastores presentes en la Asamblea. Estas personas en busca de dignidad, estas familias en busca de paz siguen permaneciendo con nosotros, la Iglesia no las abandona, porque forman parte del pueblo que Dios quiere liberar de la esclavitud y guiar hacia la libertad.

Por lo tanto, en esta Palabra de Dios, se refleja ya sea la experiencia sinodal que hemos vivido, ya sea el drama de los prófugos en marcha por los caminos de Europa. Que el Señor, por intercesión de la Virgen María, nos ayude también a realizar las indicaciones surgidas en forma de fraterna comunión.


(Traducción del italiano: Raúl Cabrera, Radio Vaticano)

“No soy católico pero…” 22 comentarios de no católicos sobre la visita del Papa Francisco en los EEUU

Homilías del Papa y Temas sacerdotales

Me pareció un reportaje muy interesante de

Mauricio Artieda
Director at Catholic-link

Lo bueno se comparte para hacer el bien.



“No soy católico pero…” 22 comentarios de no católicos sobre la visita del Papa Francisco en los EEUU
Mauricio Artieda 2015 | Galerías | Papa Francisco27/09/2015

Ayer el Washington Post, un periódico bastante laico, publicó un video donde se ve al Papa parando su automóvil y besando a un niño enfermo en medio de su visita a los Estados Unidos. El post fue compartido 44,949 veces y comentado 3,433. Me puse a leer los comentarios y me llamó mucho la atención que la gente empezaba sus opiniones sobre el video con el siguiente estribillo: “No soy católico pero…” He recopilado rápidamente algunas de las frases que cientos de personas no católicas publicaron en este post para que veamos cuál está siendo la resonancia del viaje del Papa Francisco entre los no católicos de ese país.

Son solo 22 frases de un solo post pero estoy seguro que son una buena muestra de lo que se está diciendo en todas las redes sociales sobre el Papa Francisco y su visita. Ahora bien, ¿qué está inspirando el Papa Francisco entre los no católicos de los EEUU?


(Una observación veloz: los comentarios son de personas no católicas, que quede claro. Evitemos poner comentarios corrigiendo la precisión teológica de sus afirmaciones. Aprovechemos más bien para alegrarnos de su apertura y buena fe.)



1. Amor y compasión
“No soy católico pero este Papa llena mi corazón de amor y compasión. Es un hombre inspirador”.
(H. Norcross)
“No soy católico pero este Papa llena mi corazón de amor. Me inspira muchísimo”.
(M. Thomson)
“No tengo palabras para este Papa, he llorado en todos los momentos de su visita y pertenezco a la religión Sikh”.
(G. Sikh-Sabha)
pablo

pablo

2. Respeto y admiración
“No soy religioso pero tengo mucho respeto y admiración por este Papa. Él está haciendo muchísimo bien en el mundo. Se puede decir que verdaderamente se preocupa de las personas y tiene un gran corazón. Si existe un Dios, este es exactamente el tipo de persona que debería representarlo”.
(M. Hukriede)
“No soy católico pero el Papa Francisco se ha ganado mi respeto”.
(J. Eslick)
3. Esperanza en la humanidad
“El Papa Francisco me hace creer nuevamente en la humanidad. Soy Musulmán”.
A. Imam
“Poniendo la religión a un lado, este Papa hace que mi corazón cante. Él es todo amor. Él es esperanza. Él es alegría. Es muy querido. Un hombre para todos“.
(M. Bell)
“Soy una cristiana que nunca entendió la veneración que le tiene la gente al Papa. Pero ahora, viendo al Papa Francisco, entiendo mejor qué es lo que la gente venera y por qué. Este hombre muestra que el mundo puede ser un lugar mejor y que todos podemos hacer algo para mejorarlo”.
(T. Salloum)
“Soy una bruja pagana y adoro a este Papa. ¡Esperanza para la humanidad: restauración!”.
(V. Seybold)
“Soy Musulmán y sin importar qué religión sigas, este hombre está elevando la varilla de humanidad a todo el mundo”.
(Q. Chaudary)
“Yo tampoco soy católica pero me siento muy tocada por este Papa. De alguna manera extraña pienso que me entiende. Es un arcoiris de ayuda para todos los seres humanos oprimidos. Quiero sentirme segura y protegida por los ideales que él defiende”.
(S. James)
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4. Esperanza en la religión
“No soy católico, pero el Papa Francisco es una inspiración y uno de los pocos puntos brillantes en el mundo religioso moderno”.
(J. Tanner)
“Él es un Papa maravilloso y preocupado de los demás. No soy católica pero él me conmueve como ninguna persona religiosa jamás lo hizo. ¡Qué Dios lo bendiga!”.
(D. Jones)
5. Ganas de acercarse a la religión
“Este es el modo como siempre quise ver al Papa. No soy católico pero ahora podría considerar serlo”.
(N. Antonelli)
“Este Papa me hace querer convertirme seriamente al Catolicismo”.
 (C. Kivett)
6. Amor a Dios
“¡Qué gran hombre! No soy católico pero no puedo dejar de ver a este Papa… un verdadero hombre de Dios”.
(S. Reis)
“¡Es como Cristo! No soy cristiano ni religioso, pero siempre he admirado Jesús como ser humano. Las historias que hablan de Él hablan de un mundo donde los seres humanos deben ser compasivos los unos con los otros”.
(W. Belgard)
“Hay muchos comentarios que empiezan con la frase: “No soy católico pero…” No creo que sea necesario usarlo. Amo a Dios y este hombre – el Papa – está expresando el amor de Dios. Sus palabras y sus acciones resuenan en nosotros con mucha fuerza. Mostrémonos unos a otros estos mismos gestos de amor a través de la ternura y la compasión”.
(D. Mott)
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7. Promoción de la paz en el mundo
“No soy religioso pero este hombre realmente me ha tocado. Quedará en la historia como el Papa más humano y humilde. Debería ganarse el premio Nobel de la Paz. Si Él no puede promover la paz en el mundo, nadie puede hacerlo”.
(K. Mclaughlin)
“Crecí en Vietnam y he sido budista desde niño. Viendo al Papa Francisco visitar los Estados Unidos y el modo en que la gente lo recibió se me llenan los ojos de lágrimas. En este mundo terrible, él es luz para muchos… no sólo para los católicos”.
(D. Huynh)
8. ¿Rock?
“¡Este Papa está rockeando!“.
(M. Paige)
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Es peruano y ha realizado estudios en derecho y filosofía. Actualmente estudia Ciencias de la Comunicación en Roma. Desde hace 3 años es profesor de religión católica.