sábado, 30 de marzo de 2019

Comentario de «LA PARÁBOLA DEL HIJO PRÓDIGO»(Lc 15,11-32)

Homilías del Papa y Temas sacerdotales

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D. JESÚS MATEO, es un sacerdote amigo de Valladolid, que se dedica pacientemente a mandarnos un pequeño comentario del Evangelio de la liturgia del día. Y como es muy corto y enjundioso os hago participes. Franja

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Domingo, 31 de marzo de 2019.

Comentario de 
 «LA PARÁBOLA DEL HIJO PRÓDIGO»
(Lc 15,11-32)

El Evangelio de hoy habla de la parábola del Hijo Pródigo que ya la comentamos hace una semana.(Y
seguro que la recuerdas. Vuelve a llevarla a la oración).

Hoy te invito a meditar en la virtud de la alegría por ser el Domingo 
«Laetare». «Alégrate». Es la primera palabra de la antífona de entrada :
«Alégrate, Jerusalén, y alegraos con ella todos los que la amáis».

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«LA ALEGRÍA EN LA CRUZ»

La alegría es una característica esencial del cristiano. ¿Cómo la vivimos? ¿Es fácil vivirla? ¿La vives habitualmente?

Nuestra alegría debe partir de la filiación divina-somos hijos de Dios- y del amor que Dios nos tiene a cada persona. Podemos decir, con plena verdad, con San Pablo: « Me amó y se entregó por mí».

Nos podemos preguntar: ¿ Es alegre, positivo, optimista, mi modo habitual de ser y de comportarme?
¿Pierdo fácilmente la alegría por una contradicción, por un contratiempo?

La tristeza hace mucho  daño en nosotros y a nuestro alrededor. Es una planta dañina que debemos arrancar en cuanto aparece.

La alegría no está reñida con el dolor ni con la Cruz.
Los cristianos sabemos que nuestra  vida es estar  muy cerca de la  Cruz. Es más. Nunca seremos felices si no nos unimos a Cristo en la Cuz;  y no sabremos amar si a la vez no amamos el sacrificio.

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Sigamos con alegría a Jesús, hasta Jerusalén, hasta el Calvario, hasta la Cruz y así vivir, un día, la  Alegría de  La Pascua de la Resurrección.

Jesús Mateo. Sacerdote.
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Que Dios pague ese esfuerzo diario
y que Santa María la Virgen no nos abandone nunca. Franja. 
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viernes, 29 de marzo de 2019

Comentario «EL FARISEO Y EL PUBLICANO» (Lc 18, 9-14).

Homilías del Papa y Temas sacerdotales

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D. JESÚS MATEO, es un sacerdote amigo de Valladolid, que se dedica pacientemente a mandarnos un pequeño comentario del Evangelio de la liturgia del día. Y como es muy corto y enjundioso os hago participes. Franja
Sábado, 30 de Marzo de 2019

Comentario
«EL FARISEO Y EL PUBLICANO»
(Lc 18, 9-14).

Nos presenta San Lucas en el Evangelio del de hoy a dos hombres que subieron al Templo a orar: uno fariseo y publicano el otro .

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El FARISEO

El fariseo, según él,  todas las cosas que hacía las hacía bien y eran buenas: ayunar,  pagar el
diezmo... Ora, da gracias por lo que hace. Se compara con los demás y se considera el mejor cumplidor de la Ley.

Todos tenemos el peligro de parecernos y ser como el fariseo. Nuestro amor propio nos hace susceptibles, inflexibles, soberbios, impacientes, exagerados en la afirmación del propio yo y de los propios derechos;  fríos, indiferentes,  injustos en nuestros juicios y en nuestras apreciaciones; Nos creemos mejores que los demás, y vemos sus defectos y no reconocemos sus cualidades.

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El PUBLICANO

El publicano dirige a Dios una oración humilde, y confía, no en sus méritos, sino en la misericordia divina: dice el Evangelio que: «Quedándose  lejos, ni siquiera se atrevía a levantar sus ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo:  Oh Dios, ten compasión de mí que soy un pecador».
El Señor,  «que resiste a los soberbios pero a los humildes da su gracia»,  lo perdona y justifica. Os digo que éste  bajó a su casa justificado, y aquel no».

Podemos aprender de este publicano cómo ha de ser nuestra oración:  humilde, atenta, sencilla, confiada.

El Señor quiere inculcarnos con esta parábola la necesidad de la humildad como fundamento de toda nuestra relación con Dios y con los demás.

 (Después de la lectura meditada, ¿ a quién nos parecemos más? ¿Al publicano o al fariseo?).

Jesús Mateo. Sacerdote.
Que Dios pague ese esfuerzo diario y que Santa María la Virgen no nos abandone nunca. Franja. 



jueves, 28 de marzo de 2019

Comentario «ESCUCHA, ISRAEL, EL SEÑOR DIOS NUESTRO ES EL ÚNICO SEÑOR» (Mc 12, 28-34).

Homilías del Papa y Temas sacerdotales

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Viernes, 29 de Marzo de 2019

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Comentario 
«ESCUCHA, ISRAEL, EL SEÑOR DIOS NUESTRO ES EL ÚNICO SEÑOR» (Mc 12, 28-34).

Me llama la atención el comienzo del Evangelio de hoy cuando dice Jesús: «Escucha, Israel»
Estas mismas palabras nos las dice a ti y a mí: «ESCUCHA».

¡Qué importante es escuchar!
Sí. Escucha la voz de tu conciencia. Escucha la Palabra de Dios.Y Jesús nos dice:  «El primer Mandamiento es amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente y con todas tus fuerzas.  El segundo es éste: amarás a tu prójimo como a ti mismo.  No hay otro mandamiento mayor que éstos».

Nos podemos examinar y preguntar: ¿Cómo vivimos  estos dos Mandamientos?

¿EL AMOR A DIOS?

Dios espera de cada persona una respuesta sin condiciones a su amor por nosotros.
Nuestro amor a Dios se muestra en las mil pequeñas incidencias de cada día. Amamos a Dios a través del trabajo bien hecho, de la vida familiar, de las relaciones sociales, de descanso. Todo se puede convertir en obras de amor.

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¿EL AMOR AL PRÓJIMO?

Si miramos la sociedad en la que vivimos, en el ambiente en el que nos movemos, quizá observemos que el mandamiento del amor todavía no es conocido: no es lo que está de moda. Continúa siendo el Mandamiento «nuevo», sin estrenar. Ojalá los cristianos sepamos vivirlo y enseñarlo, aunque parezcamos locos. Nuestra misión es recristianizar la sociedad: amar, perdonar, unir, no permitir críticas, dar sin recibir, no aprovecharse del débil, no marginar, servir a todos...

¿ESTO ES POSIBLE?

Dios no pide imposibles. Con su gracia todo es posible.
Pidámosle hoy a la Virgen que nos enseñe amar a Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, con todo nuestro ser. Y que sepamos también amar con obras a nuestros hermanos; al prójimo.

Jesús Mateo. Sacerdote.


Que Dios pague ese esfuerzo diario
y que Santa María la Virgen no nos abandone nunca. Franja. 


miércoles, 27 de marzo de 2019

Comentario: ECHABA LOS DEMONIOS POR ARTE DE BELZEBÚ» (Lc 11, 9-14).

Homilías del Papa y Temas sacerdotales

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D. JESÚS MATEO, es un sacerdote amigo de Valladolid, que se dedica pacientemente a mandarnos un pequeño comentario del Evangelio de la liturgia del día. Y como es muy corto y enjundioso os hago participes. Franja

Jueves, 28 de marzo de 2019

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 ECHABA LOS DEMONIOS POR ARTE DE BELZEBÚ» 
(Lc 11, 9-14).


«ALGUNOS DECÍAN QUE JESÚS ECHABA LOS DEMONIOS POR ARTE DE BELZEBÚ» (Lc 11, 9-14).

Leyendo este evangelio he tenido dos sentimientos. El primero ha sido sentir pena por Nuestro Señor Jesucristo.
En esta ocasión echa a un demonio que era mudo y «sucedió que apenas salió el demonio, empezó a hablar el mudo. La multitud se quedó admirada pero algunos de ellos dijeron: «Por arte de Belzebú, el príncipe de los demonios, echa los Demonios».

¿No te da pena el ver cómo se comportan con Jesucristo?
 No creen en Él.  Atribuyen su poder y sus milagros al Demonio

Todo esto lo padeció el Señor para darnos ejemplo.
Cuando te ocurra a ti algo parecido, cuando te critiquen, cuando te calumnien, cuando interpreten mal lo que has hecho... piensa que antes lo hicieron con el  Maestro.

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 El segundo sentimiento que me ha producido la lectura de este Evangelio es también pena por la falta de fe de los que escuchan a Jesús. Pena  por la cerrazón de sus corazones. Están viendo  y palpando los milagros que hace el Maestro y no lo creen; y es más se lo atribuyen al Demonio. ¡Qué mala gente y qué mal corazón tienen!

En esa cerrazón a la gracia y tergiversacion de los hechos sobrenaturales consiste la blasfemia imperdonable contra el Espíritu Santo: en excluir  la misma fuente del perdón.

Todo pecado, por grande que sea, puede ser perdonado, porque la misericordia de Dios es infinita, pero para que se otorgue ese perdón divino es necesario reconocer e pecado y creer en el perdón y la misericordia de Dios.

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Todos somos pecadores y capaces de todos los horrores. Seamos humildes. No desconfiemos, nunca, de la Misericordia y del Perdón de Dios.

Jesús Mateo. Sacerdote.


Que Dios pague ese esfuerzo diario y que Santa María la Virgen no nos abandone nunca. Franja. 


Mensaje del papa Francisco para la Cuaresma de 2019

Homilías del Papa y Temas sacerdotales


Mensaje del papa Francisco 
para la Cuaresma de 2019


El papa Francisco ha hecho público su mensaje para la Cuaresma de 2019. El tema de este año es:

“Pidamos a Dios -escribe el Santo Padre- que nos ayude a emprender un camino de verdadera conversión. Abandonemos el egoísmo, la mirada fija en nosotros mismos, y dirijámonos a la Pascua de Jesús; hagámonos prójimos de nuestros hermanos y hermanas que pasan dificultades, compartiendo con ellos nuestros bienes espirituales y materiales. Así, acogiendo en lo concreto de nuestra vida la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte, atraeremos su fuerza transformadora también sobre la creación”.

(Texto íntegro. Boletín sala stampa de la Santa Sede)

“La creación, expectante, está aguardando la manifestación de los hijos de Dios» (Rm 8,19)
Queridos hermanos y hermanas:

Cada año, a través de la Madre Iglesia, Dios «concede a sus hijos anhelar, con el gozo de habernos purificado, la solemnidad de la Pascua, para que […] por la celebración de los misterios que nos dieron nueva vida, lleguemos a ser con plenitud hijos de Dios» (Prefacio I de Cuaresma). De este modo podemos caminar, de Pascua en Pascua, hacia el cumplimiento de aquella salvación que ya hemos recibido gracias al misterio pascual de Cristo: «Pues hemos sido salvados en esperanza» (Rm 8,24). Este misterio de salvación, que ya obra en nosotros durante la vida terrena, es un proceso dinámico que incluye también a la historia y a toda la creación. San Pablo llega a decir: «La creación, expectante, está aguardando la manifestación de los hijos de Dios» (Rm 8,19). Desde esta perspectiva querría sugerir algunos puntos de reflexión, que acompañen nuestro camino de conversión en la próxima Cuaresma.

1. La redención de la creación

La celebración del Triduo Pascual de la pasión, muerte y resurrección de Cristo, culmen del año litúrgico, nos llama una y otra vez a vivir un itinerario de preparación, conscientes de que ser conformes a Cristo (cf. Rm 8,29) es un don inestimable de la misericordia de Dios.

Si el hombre vive como hijo de Dios, si vive como persona redimida, que se deja llevar por el Espíritu Santo (cf. Rm 8,14), y sabe reconocer y poner en práctica la ley de Dios, comenzando por la que está inscrita en su corazón y en la naturaleza, beneficia también a la creación, cooperando en su redención. Por esto, la creación —dice san Pablo— desea ardientemente que se manifiesten los hijos de Dios, es decir, que cuantos gozan de la gracia del misterio pascual de Jesús disfruten plenamente de sus frutos, destinados a alcanzar su maduración completa en la redención del mismo cuerpo humano. Cuando la caridad de Cristo transfigura la vida de los santos —espíritu, alma y cuerpo—, estos alaban a Dios y, con la oración, la contemplación y el arte hacen partícipes de ello también a las criaturas, como demuestra de forma admirable el “Cántico del hermano sol” de san Francisco de Asís (cf. Enc. Laudato si’, 87). Sin embargo, en este mundo la armonía generada por la redención está amenazada, hoy y siempre, por la fuerza negativa del pecado y de la muerte.

2. La fuerza destructiva del pecado

Efectivamente, cuando no vivimos como hijos de Dios, a menudo tenemos comportamientos destructivos hacia el prójimo y las demás criaturas —y también hacia nosotros mismos—, al considerar, más o menos conscientemente, que podemos usarlos como nos plazca. Entonces, domina la intemperancia y eso lleva a un estilo de vida que viola los límites que nuestra condición humana y la naturaleza nos piden respetar, y se siguen los deseos incontrolados que en el libro de la Sabiduría se atribuyen a los impíos, o sea a quienes no tienen a Dios como punto de referencia de sus acciones, ni una esperanza para el futuro (cf. 2,1-11). Si no anhelamos continuamente la Pascua, si no vivimos en el horizonte de la Resurrección, está claro que la lógica del todo y ya, del tener cada vez más acaba por imponerse.

Como sabemos, la causa de todo mal es el pecado, que desde su aparición entre los hombres interrumpió la comunión con Dios, con los demás y con la creación, a la cual estamos vinculados ante todo mediante nuestro cuerpo. El hecho de que se haya roto la comunión con Dios, también ha dañado la relación armoniosa de los seres humanos con el ambiente en el que están llamados a vivir, de manera que el jardín se ha transformado en un desierto (cf. Gn 3,17-18). Se trata del pecado que lleva al hombre a considerarse el dios de la creación, a sentirse su dueño absoluto y a no usarla para el fin deseado por el Creador, sino para su propio interés, en detrimento de las criaturas y de los demás.

Cuando se abandona la ley de Dios, la ley del amor, acaba triunfando la ley del más fuerte sobre el más débil. El pecado que anida en el corazón del hombre (cf. Mc 7,20-23) —y se manifiesta como avidez, afán por un bienestar desmedido, desinterés por el bien de los demás y a menudo también por el propio— lleva a la explotación de la creación, de las personas y del medio ambiente, según la codicia insaciable que considera todo deseo como un derecho y que antes o después acabará por destruir incluso a quien vive bajo su dominio.

3. La fuerza regeneradora del arrepentimiento y del perdón

Por esto, la creación tiene la irrefrenable necesidad de que se manifiesten los hijos de Dios, aquellos que se han convertido en una “nueva creación”: «Si alguno está en Cristo, es una criatura nueva. Lo viejo ha pasado, ha comenzado lo nuevo» (2 Co 5,17). En efecto, manifestándose, también la creación puede “celebrar la Pascua”: abrirse a los cielos nuevos y a la tierra nueva (cf. Ap 21,1). Y el camino hacia la Pascua nos llama precisamente a restaurar nuestro rostro y nuestro corazón de cristianos, mediante el arrepentimiento, la conversión y el perdón, para poder vivir toda la riqueza de la gracia del misterio pascual.

Esta “impaciencia”, esta expectación de la creación encontrará cumplimiento cuando se manifiesten los hijos de Dios, es decir cuando los cristianos y todos los hombres emprendan con decisión el “trabajo” que supone la conversión. Toda la creación está llamada a salir, junto con nosotros, «de la esclavitud de la corrupción para entrar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios» (Rm8,21). La Cuaresma es signo sacramental de esta conversión, es una llamada a los cristianos a encarnar más intensa y concretamente el misterio pascual en su vida personal, familiar y social, en particular, mediante el ayuno, la oración y la limosna.

Ayunar, o sea aprender a cambiar nuestra actitud con los demás y con las criaturas: de la tentación de “devorarlo” todo, para saciar nuestra avidez, a la capacidad de sufrir por amor, que puede colmar el vacío de nuestro corazón. Orar para saber renunciar a la idolatría y a la autosuficiencia de nuestro yo, y declararnos necesitados del Señor y de su misericordia. Dar limosna para salir de la necedad de vivir y acumularlo todo para nosotros mismos, creyendo que así nos aseguramos un futuro que no nos pertenece. Y volver a encontrar así la alegría del proyecto que Dios ha puesto en la creación y en nuestro corazón, es decir amarle, amar a nuestros hermanos y al mundo entero, y encontrar en este amor la verdadera felicidad.

Queridos hermanos y hermanas, la “Cuaresma” del Hijo de Dios fue un entrar en el desierto de la creación para hacer que volviese a ser aquel jardín de la comunión con Dios que era antes del pecado original (cf. Mc 1,12-13; Is 51,3). Que nuestra Cuaresma suponga recorrer ese mismo camino, para llevar también la esperanza de Cristo a la creación, que «será liberada de la esclavitud de la corrupción para entrar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios» (Rm 8,21). No dejemos transcurrir en vano este tiempo favorable. Pidamos a Dios que nos ayude a emprender un camino de verdadera conversión. Abandonemos el egoísmo, la mirada fija en nosotros mismos, y dirijámonos a la Pascua de Jesús; hagámonos prójimos de nuestros hermanos y hermanas que pasan dificultades, compartiendo con ellos nuestros bienes espirituales y materiales. Así, acogiendo en lo concreto de nuestra vida la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte, atraeremos su fuerza transformadora también sobre la creación.

Vaticano, 4 de octubre de 2018
Fiesta de san Francisco de Asís

Francisco

Otros materiales:





martes, 26 de marzo de 2019

Comentario «QUIEN CUMPLA Y ENSEÑE,SERÁ GRANDE EN EL REINO DE LOS CIELOS» (Mt 5, 17-19).

Homilías del Papa y Temas sacerdotales

«QUIEN CUMPLA Y ENSEÑE,SERÁ GRANDE EN EL REINO DE LOS CIELOS» (Mt 5, 17-19).

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Miércoles, 27 de marzo de 2019

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Comentario
«QUIEN CUMPLA Y ENSEÑE LOS MANDATOS DE LA LEY, SERÁ GRANDE EN EL REINO DE LOS CIELOS» (Mt 5, 17-19).

Hoy vamos a empezar por leer completo el Evangelio: « Dijo Jesús a sus discípulos:  No creáis que he venido a abolir la Ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. En  verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la  Ley. El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe
así  a los hombres  será el menos importante en el reino de los cielos. pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos».

La antigua ley dada por Moisés era un don de Dios para el pueblo judío, y una preparación para la nueva ley que nos llegaría con Cristo.
Jesús no se salta nada de la Ley; fue circuncidado, presentado en el templo...cumplió en todo como judío.

Jesús enseña que el  Antiguo Testamento, en cuanto que es Palabra de Dios, goza de autoridad divina y no  puede despreciarse lo más mínimo.

No obstante, los fariseos y escribas habían llegado a  deformar el espíritu de la Ley, quedándose más bien en la observancia externa y ritual de la misma.  Entre ellos, el cumplimiento exacto y minucioso, pero externo, de los preceptos se había convertido en una garantía de salvación del hombre ante Dios.

Pensaban: «Si yo cumplo esto,  soy justo  y soy santo y Dios me tiene que salvar». Con ese modo de concebir la justificación ya no es Dios en el fondo quien  salva, sino el hombre quien se salva por las obras externas.
Esta es la herejía del  Pelagianismo, condenado recientemente,  una vez más,  por el Santo Padre, el Papa Francisco.

Jesucristo  se encuentra con unas prácticas judaicas  a las que les falta el espíritu auténtico.

 La nueva y definitiva alianza fundada por Cristo, da plenitud a la antigua Ley. Estamos en una Ley Nueva, la del Amor. Ahora los
Mandamientos, son El Señor. Todo lo vivimos desde el Amor. Por Cristo, con Él y en Él. A Él es al que hemos de seguir.
Y ese amor nos lleva al fiel cumplimiento de todos los preceptos de Dios y de la Iglesia.
Y, en palabras de Jesús, el que los cumpla será grande en el Reino de los Cielos.
    Jesús Mateo. Sacerdote.
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Que Dios pague ese esfuerzo diario y que Santa María la Virgen no nos abandone nunca. Franja. 
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lunes, 25 de marzo de 2019

Comentario «¿CUÁNTAS VECES TENGO QUE PERDONAR?» (Mt 18, 21-35).

Homilías del Papa y Temas sacerdotales


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D. JESÚS MATEO, es un sacerdote amigo de Valladolid, que se dedica pacientemente a mandarnos un pequeño comentario del Evangelio de la liturgia del día. Y como es muy corto y enjundioso os hago participes. Franja

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Martes, 26 de marzo de 2019

Comentario
«¿CUÁNTAS VECES TENGO QUE PERDONAR?» (Mt 18, 21-35).

¿Tengo que perdonar? ¿Cuántas veces? ¿Siempre? ¿A todos? ¿Perdonar y olvidar? ¿Rezar por todos?

Es cierto. Cuesta mucho. Es heroico. Es de Santos. Es de cristianos. Es la señal del cristiano:

«AMAR Y PERDONAR».

Sí. Es difícil.  Cuesta perdonar. Solamente podemos  perdonar mirando al Cielo y a Jesucristo clavado en la Cruz.
Por qué hemos de  perdonar?
Porque Dios, antes, nos ha perdonado más; infinitamente más.

Lo que Dios nos ha perdonado y nos perdona son los pecados que tú y yo nunca podríamos satisfacer ni reparar. La ofensa y la deuda que hemos cometido  sólo  la puede saldar  la misericordia divina. Y nos perdona siempre...siempre...

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Verás en el Evangelio de hoy el perdón de Dios en el Rey que perdonó a un criado una gran deuda incapaz de devolver...
Y verás la conducta malvada de este criado con un compañero que le debía una cantidad pequeña.
El Rey es Dios y ese criado somos tú y yo

Miramos  al  criado del Evangelio de hoy y  exclamamos: ¡Qué mala persona! A él le perdona el Rey una cantidad «enorme», imposible de pagar y él no es capaz de  perdonar una cantidad insignificante a un compañero. ¿No nos vemos tú y yo reflejados en el criado?

Termina el Evangelio diciendo: « Y el Señor, indignado, lo entregó a los verdugos  para que pagara toda la deuda».

Y añade Jesús unas palabras que a mi me impresionan; no sé a ti: «Lo mismo hará con vosotros mi Padre del Cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano».
Buena petición a Dios:

 ¡Ayúdame, Señor,  a  perdonar de corazón! (Sin tu ayuda, no soy capaz).

Jesús Mateo. Sacerdote. 
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Recordatorio de Primera misa