Homilías del Papa y Temas sacerdotales
Homilía
del Papa:
La mundanidad lleva al pensamiento único
2015-11-16
Radio Vaticana
No
subastemos la identidad cristiana
(RV).-
El pensamiento único, el humanismo que toma el lugar del hombre verdadero,
Jesús, destruye la identidad cristiana. No subastemos nuestro documento de
identidad. Fue la exhortación del Papa Francisco en su homilía de la Misa
matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta.
La
primera lectura del día, tomada del primer Libro de los Macabeos, se refiere a
“la raíz perversa” que había surgido en aquellos días: el rey helenista Antíoco
Epífanes había impuesto las usanzas paganas en Israel, al “pueblo elegido”, es
decir a la “Iglesia de aquel momento”.
El
Papa Bergoglio comentó “la imagen de la raíz que está debajo de la tierra”. La
“fenomenología de la raíz” es ésta: “No se ve, parece que no hace mal, pero
después crece y se muestra, hace ver la propia realidad”. “Era una raíz
razonable” que impulsaba a algunos israelitas a aliarse con las naciones
cercanas para ser protegidos: “¿Por qué tantas diferencias? ¿Por qué desde que
nos hemos separado de ellos hemos padecido tantos males? Vayamos con ellos,
somos iguales”.
Mundanidad,
apostasía y persecución
El
Pontífice explicó esta lectura con tres palabras: “Mundanidad, apostasía y
persecución”. La mundanidad es hacer lo que hace el mundo. Es decir:
“Subastemos nuestro documento de identidad; somos todos iguales”. Así muchos
israelitas “renegaron la fe y se alejaron de la Santa Alianza”. Y lo “que
parecía tan razonable – ‘somos como todos, somos normales’ – se convirtió en
destrucción”:
“Después
el rey prescribió para todo su reino que todos formaran un solo pueblo – el
pensamiento único; la mundanidad – y que cada uno abandonara sus propias
usanzas. Todos los pueblos se adecuaron a las órdenes del rey; también muchos
israelitas aceptaron su culto: sacrificaron a los ídolos y profanaron el sábado.
La apostasía. Es decir, la mundanidad te lleva al pensamiento único y a la
apostasía. No son permitidas, no nos son permitidas las diferencias: todos
iguales. Y en la historia de la Iglesia, en la historia, hemos visto, pienso en
un caso, en la fiesta religiosa a la que se le ha cambiado el nombre – la
Navidad del Señor tiene otro nombre – para borrar la identidad”.
El
humanismo de hoy destruye la identidad cristiana
En
Israel fueron quemados los libros de la ley “y si alguno no obedecía a la ley,
la sentencia del rey era la codena a muerte”. He aquí “la persecución”, que
comenzó con una “raíz venenosa”. “Siempre me ha llamado la atención – afirmó el Papa – que el Señor, en la Última
Cena, en aquella larga oración, rezara por la unidad de los suyos y pidiera al
Padre que los liberara de todo espíritu del mundo, de toda mundanidad, porque
la mundanidad destruye la identidad; la mundanidad lleva al pensamiento único”:
“Comienza
por una raíz, pequeña, y termina en la abominación de la desolación, en la persecución.
Éste es el engaño de la mundanidad, y por esto Jesús pedía al Padre, en aquella
cena: ‘Padre, no te pido que los quites del mundo, sino que los custodies del
mundo’, de esta mentalidad, de este humanismo, que viene a tomar el lugar del
hombre verdadero, Jesucristo, que viene a quitarnos la identidad cristiana y
nos conduce al pensamiento único: ‘Todos hacen así, ¿por qué nosotros no?’.
Esto, de estos tiempos, nos debe hacer pensar: ¿cómo es mi identidad? ¿Es
cristiana o mundana? ¿O me digo cristiano porque de niño he sido bautizado o he
nacido en un país cristiano, donde todos son cristianos? La mundanidad que
entra lentamente, crece, se justifica y contagia: crece como aquella raíz, se
justifica – ‘pero, hagamos como toda la gente, no somos tan diferentes’ – busca
siempre una justificación, y al final contagia, y tantos males vienen de allí”.
Estar
atentos a las raíces venenosas que crecen y contagian
El
Papa Francisco concluyó recordando que “la liturgia, en estos últimos días del
año litúrgico” nos exhorta a estar atentos a las “raíces venenosas” que “nos
alejan del Señor”:
“Y
pidamos al Señor por la Iglesia, para que el Señor la custodie de toda forma de
mundanidad. Que la Iglesia tenga siempre la identidad dispuesta por Jesucristo;
que todos nosotros tengamos la identidad que hemos recibido en el bautismo, y
que esta identidad de querer ser como
todos, por motivos de ‘normalidad’, no sea descartada. Que el Señor nos de la
gracia de mantener y custodiar nuestra identidad cristiana contra el espíritu
de la mundanidad que siempre crece, se justifica y contagia”.
(María
Fernanda Bernasconi - RV).
(from
Vatican Radio)
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