Homilías del Papa y Temas sacerdotales
El pan
de Dios es Jesús mismo, dijo Francisco en el Ángelus
2015-07-26
Radio Vaticana
(Radio Vaticana).-
En el ardiente verano romano, a las 12 del mediodía del 26 de julio de 2015, el
Obispo de Roma reflexionó sobre el Evangelio de la multiplicación de los panes,
ante miles de peregrinos que, a pesar del calor intenso, acudieron a la plaza
del santuario de San Pedro, para escucharlo y recibir su bendición.
“En
Jesús actúa el poder misericordioso de Dios, que cura todo mal del cuerpo y del
espíritu. Pero Jesús no es sólo sanador, es también maestro… Jesús, que sabe
bien lo que está por hacer, pone a la prueba a sus discípulos. ¿Qué hacer para
dar de comer a toda aquella gente? Felipe, uno de los Doce, hace un rápido
cálculo: organizando una colecta, se podrán recoger, al máximo, doscientos
denarios para comprar el pan que, sin embargo, no alcanzaría para dar de comer
a cinco mil personas”.
El Papa
explicó que “los discípulos razonan en términos de “mercado”, pero Jesús, a la
lógica del comprar, sustituye la del dar. Y he aquí que Andrés, otro de los
Apóstoles, hermano de Simón Pedro, presenta a un niño que pone a disposición
todo lo que tiene: cinco panes y dos pescados; pero ciertamente – dice Andrés –
no son nada para aquella gente”.
Pero
Jesús, que esperaba precisamente esto -dijo el Sucesor de Pedro-. “ordena a los
discípulos que hagan sentar a la gente, después tomó aquellos panes y aquellos
pescados, dio gracias al Padre y los distribuyó. Estos gestos anticipan
aquellos de la Última Cena, que dan al pan de Jesús su significado más profundo
y más verdadero”.
El
Vicario de Cristo afirmó que “el pan de Dios es Jesús mismo. Tomando la
Comunión con Él, recibimos su vida en
nosotros y llegamos a ser hijos del Padre celestial y hermanos entre nosotros.
Participar en la Eucaristía significa entrar en la lógica de Jesús, la lógica
de la gratuidad, de la participación. Y por más pobres que seamos, todos
podemos dar algo. “Tomar la Comunión” también significa tomar de Cristo la
gracia que nos hace capaces de compartir con los demás lo que somos y lo que
tenemos”.
Francisco
concluyó que la multitud está sorprendida por el prodigio de la multiplicación
de los panes; pero que “el don que Jesús ofrece es plenitud de vita para el
hombre hambriento. Jesús sacia no sólo el hambre material, sino aquella más
profunda, el hambre de sentido de la vida, el hambre de Dios”."Que nuestra
oración sostenga el empeño común para que jamás falte a nadie el Pan del cielo
que da la vida eterna y lo necesario para una vida diga, y para que se afirme
la lógica del compartir y del amor". Jesuita Guillermo Ortiz - Radio
Vaticana
Texto y
audio de las palabras del Papa Francisco antes de rezar el Ángelus dominical:
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El
Evangelio de este domingo (Jn 6, 1-15) presenta el gran signo de la
multiplicación de los panes, en la narración del evangelista Juan. Jesús se
encuentra en la orilla del lago de Galilea, y está rodeado por “una gran
multitud”, atraída por los “signos que hacía curando a los enfermos” (v. 2).
En Él
actúa el poder misericordioso de Dios, que cura todo mal del cuerpo y del
espíritu. Pero Jesús no es un sanador, es también maestro: en efecto sube al
monte y se si sienta, en la típica actitud del maestro cuando enseña: sube
sobre aquella “cátedra” natural creada por su Padre celestial. Llegado a este
punto Jesús, que sabe bien lo que está por hacer, pone a la prueba a sus
discípulos.
¿Qué
hacer para dar de comer a toda aquella gente? Felipe, uno de los Doce, hace un
rápido cálculo: organizando una colecta, se podrán recoger, al máximo,
doscientos denarios para comprar el pan que, sin embargo, no alcanzaría para
dar de comer a cinco mil personas.
Los
discípulos razonan en términos de “mercado”, pero Jesús, a la lógica del
comprar, sustituye aquella otra lógica, la lógica del dar. Las dos lógicas,
¿no? La del comprar y la del dar. Y he aquí que Andrés, otro de los Apóstoles,
hermano de Simón Pedro, presenta a un muchacho que pone a disposición todo lo
que tiene: cinco panes y dos pescados; pero ciertamente – dice Andrés – son
nada para aquella gente (Cfr. v. 9).
Pero
Jesús esperaba precisamente esto. Ordena a los discípulos que hagan sentar a la
gente, después tomó aquellos panes y aquellos pescados, dio gracias al Padre y
los distribuyó (Cfr. v. 11). Estos gestos anticipan aquellos de la Última Cena,
que dan al pan de Jesús su significado más verdadero.
El pan
de Dios es Jesús mismo. Tomando la Comunión con Él, recibimos su vida en
nosotros y llegamos a ser hijos del Padre celestial y hermanos entre nosotros.
Tomando la Comunión nos encontramos con Jesús, realmente vivo y resucitado.
Participar en la Eucaristía significa entrar en la lógica de Jesús, la lógica
de la gratuidad, de la participación. Y por más pobres que seamos, todos
podemos dar algo. “Tomar la Comunión” también significa tomar de Cristo la
gracia que nos hace capaces de compartir con los demás lo que somos y lo que
tenemos.
La
multitud está sorprendida por el prodigio de la multiplicación de los panes;
pero el don que Jesús ofrece es plenitud de vida para el hombre hambriento.
Jesús sacia no sólo el hambre material, sino aquella más profunda, el hambre de
sentido de la vida, el hambre de Dios.
Frente
al sufrimiento, a la soledad, a la pobreza y a las dificultades de tanta gente,
¿qué podemos hacer nosotros? Lamentarse no resuelve nada, pero podemos ofrecer
lo poco que tenemos. Como aquel muchacho. Ciertamente tenemos alguna hora de
tiempo, algún talento, alguna competencia... ¿Quién de nosotros no tiene sus
“cinco panes y dos pescados”? Todos tenemos.
Si
estamos dispuestos a ponerlos en las manos del Señor, bastarán para que en el
mundo haya un poco más de amor, de paz, de justicia y, sobre todo, de alegría.
¡Cuán necesaria es la alegría en el mundo! Dios es capaz de multiplicar
nuestros pequeños gestos. Gestos de solidaridad y hacernos partícipes de su
don.
Que
nuestra oración sostenga el empeño común para que jamás falte a nadie el Pan
del cielo que da la vida eterna y lo necesario para una vida diga, y para que
se afirme la lógica del compartir y del amor. Que la Virgen María nos acompañe
con su intercesión maternal.
(Traducción
de María Fernanda Bernasconi - RV).
(from Vatican Radio)
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