Blog de Tío Paco-Franjaoli-Franja
Síntesis de
la homilía del Papa Francisco
en la Misa que celebra todas las
mañanas
en la Capilla de la Casa de Santa Marta
2013-12-16
Que
en tu pueblo no falten los profetas,
el
Papa el lunes en Santa Marta
2013-12-16
Radio Vaticana
Cuando
en la Iglesia
falta la profecía, falta la vida misma de Dios y el clericalismo toma la
delantera: lo dijo el Papa Francisco en la Misa presidida en la Casa de Santa Marta, hoy,
tercer lunes de Adviento.
El
profeta – afirmó el Santo Padre comentando las lecturas del día – es aquel que
escucha las palabras de Dios, sabe ver el momento y proyectarse hacia el
futuro. “Tiene dentro de sí estos tres momentos”: el pasado, el presente y el
futuro:
“El
pasado: el profeta es consciente de la promesa y tiene en su corazón la promesa
de Dios, la tiene viva, la recuerda, la repite. Luego mira el presente, mira a
su pueblo y siente la fuerza del Espíritu para decirle una palabra que lo ayude
a alzarse, a continuar el camino hacia el futuro. El profeta es un hombre de
tres tiempos: promesa del pasado; contemplación del presente; coraje para
indicar el camino hacia el futuro. Y el Señor siempre ha custodiado a su
pueblo, con los profetas, en los momentos difíciles, en los momentos en los
cuales el Pueblo estaba desalentado o destruido, cuando no había Templo, cuando
Jerusalén estaba bajo el poder de los enemigos, cuando el pueblo se preguntaba
dentro de sí: ‘¡Pero Señor tú nos has prometido esto! Y ahora ¿qué pasa?’”.
Es
aquello que “sucedió en el corazón de la Virgen –prosiguió el Obispo de Roma - cuando
estaba al pie de la Cruz ”.
En estos momentos “es necesaria la intervención del profeta. Y no siempre el
profeta es acogido, tantas veces es rechazado. El mismo Jesús dice a los
Fariseos que sus padres han asesinado a los profetas, porque decían cosas que
no eran agradables: ¡decían la verdad, recordaban la promesa! Y cuando en el
pueblo de Dios falta la profecía – observó Francisco- falta algo: ¡falta la vida
del Señor!”. “Cuando no hay la profecía la fuerza cae sobre la legalidad”, el
legalismo tiene la ventaja. Así, en el Evangelio los “sacerdotes fueron a Jesús
a pedirle la tarjeta de legalidad: ‘¿Con qué autoridad haces estas cosas?
¡Nosotros somos los dueños del Templo!’”. “No entendían las profecías. ¡Habían
olvidado la promesa! No sabían leer las señales del momento, no tenían ni ojos
penetrantes, ni escuchado acerca la
Palabra de Dios: ¡tenían sólo la autoridad!”:
“Cuando
en el pueblo de Dios no hay profecía, el vacío que esto deja es ocupado por el
clericalismo: es precisamente este clericalismo que interpela a Jesús: ‘¿Con
qué autoridad haces estas cosas? ¿Con qué legalidad?’. Y la memoria de la
promesa y la esperanza de ir adelante se reducen sólo al presente: en el
pasado, ni futuro de esperanza. El presente es legal: si es legal vas
adelante”.
Pero
cuando reina el legalismo, la
Palabra de Dios no existe y el pueblo de Dios que cree, llora
en su corazón, porque no encuentra al Señor: le falta la profecía. Llora “como
lloraba la mamá Ana, la mamá de Samuel, pidiendo la fecundidad del pueblo, la
fecundidad que viene de la fuerza de Dios, cuando Él nos despierta la memoria
de su promesa y nos empuja hacia el futuro, con la esperanza. ¡Este es el profeta!
Este es el hombre del ojo penetrante y que oye las palabras de Dios”:
“Que
nuestra oración en estos días, en los que nos preparamos a la Navidad del Señor, sea:
‘¡Señor, que en tu pueblo no falten los profetas!’. Todos nosotros bautizados
somos profetas. ‘Señor, que no olvidemos tu promesa! ¡Que no nos cansemos de ir
adelante! ¡Que no nos cerremos en las legalidades que cierran las puertas!
Señor, libra a tu pueblo del espíritu del clericalismo y ayúdalo con el
espíritu de profecía’”. (RC-RV)
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