Homilías del Papa y Temas sacerdotales
Evangelio del día y comentarios a la Palabra diaria
Jesucristo, sumo y eterno sacerdote
Octava semana del Tiempo Ordinario
28/05/2015
Hoy es Jesucristo Sacerdote
Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote
El calendario litúrgico general del rito romano
celebra una serie de fiestas del Señor Jesús con grado de solemnidad:
Santísimo
Cuerpo y Sangre de Cristo,
Sagrado Corazón de Jesús
y
Jesucristo Rey del Universo.
El calendario de la Iglesia en España
aporta una
fiesta propia:
Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote
(jueves
posterior a Pentecostés).
El Nuevo Testamento, específicamente la Carta a los
Hebreos, afirma que sólo Jesucristo es el sumo sacerdote en un sentido diverso al sacerdocio veterotestamentario: él ha cumplido
plenamente la antigua alianza, pues su culto es auténtico al consistir en la
oblación de su persona.
Esa entrega oblativa, santifica a la
Iglesia (Jn 17, 19 s.), que por esa consagración ofrece al Padre en el Espíritu
el sacrificio espiritual (1P 2, 59; Ap 1, 6; 5, 10;
20, 6).
Cristo Jesús, siervo obediente, que por su misterio pascual ha entrado
en el cielo, lo ha hecho como sumo sacerdote para siempre, no a
la manera del sacerdocio levítico de Aarón, sino de Melquisedec (Hb 4, 145,
10; 6, 20).
A partir de la Encarnación en María, el
sacerdocio antiguo con su complejo sistema de sacrificios y holocaustos ha
pasado.
Al asumir el Verbo un cuerpo se ha convertido en
sacerdote y víctima de manera perfecta (cf. Sal 39), lo que le constituye en Mediador
de
la nueva alianza (lTm 2, 5; Hb 8, 6; 9, 128),
realizando la comunión entre Dios y los hombres (Jn 14, 6).
Toda esta teología bíblica se ha concentrado
pedagógica y magistralmente en esta fiesta que celebra el contenido de la obra
sacerdotal de Cristo, su Misterio Pascual en favor
de los hombres, realizado una vez para siempre.
Origen de la fiesta
La Sagrada Congregación de Ritos, de acuerdo con el
mandato del papa Pío XI en la encíclica Ad catolici sacerdotii, el día 24 de diciembre de 1935, presenta a la Iglesia un
formulario de la misa votiva de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote. Dos años
más tarde,
la Santa Sede concede una serie de indulgencias a
quienes participen en esta celebración orando y ofreciéndose a Dios en favor de los sacerdotes y los seminaristas, para que sean
santificados y formados según el corazón de Cristo Sacerdote.
Sin embargo, recogiendo la rica tradición
espiritual hispana, los primeros pasos para la institución de la fiesta se dan
en España en el
seno de una naciente congregación monástica:
Hermanas Oblatas de Cristo Sacerdote.
En 1950, sus fundadores, padre José María García Lahiguera y madre María del Carmen Hidalgo
de Caviedes, en audiencia con Pío XII, piden la gracia de poder celebrar el 25
de abril, fecha fundacional de la congregación, la
fiesta de Cristo Sacerdote. La Sede Apostólica, en rescripto del 25 de junio de
1952, concede a la congregación la posibilidad de
celebrar la fiesta con la máxima categoría litúrgica. En 1953, en las casas de
Madrid y Salamanca, se celebra con toda solemnidad la
primera fiesta en honor de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote.
El presbiterio
de Madrid, formado espiritualmente por monseñor García
Lahiguera en su labor de padre espiritual del Seminario Conciliar, acoge favorablemente el significado de la fiesta como
jornada de santificación sacerdotal.
La Congregación de San Pedro Apóstol de Presbíteros Seculares de Madrid, con la aprobación
de su obispo, el patriarca Eijo Garay, recoge el proyecto de difundir la
celebración en la Iglesia universal.
La congregación matritense
se convierte en conducto para recabar adhesiones enviándose, a su vez, cartas e informaciones al resto de las diócesis españolas.
En la última sesión del Concilio Vaticano II, el 25 de octubre de 1965,
monseñor García Lahiguera interviene en el aula para tratar
sobre la responsabilidad de los obispos en relación con la formación sacerdotal
y propone que como monumento litúrgico del concilio,
se instituya en la Iglesia universal la fiesta de, Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote.
La madre fundadora de las Oblatas de Cristo
Sacerdote solicita, en octubre de 1967, poder rezar el 25 de abril el oficio de
Cristo Sacerdote, según un modelo editado en México.
El
trabajo de elaboración de los textos de la misa y oficio divino por parte de la Congregación de Hermanas Oblatas recibe aprobación
romana, íntegra y definitiva, el 21 de diciembre de 1971. El material litúrgico queda en la Congregación del Culto como texto
oficial para las diócesis que lo soliciten.
Los monjes benedictinos cíe Leyre
se encargan de musicalizar los textos eucológicos.
Tras no pocas vicisitudes, la Conferencia Episcopal Española aprueba la
inserción de la fiesta en el calendario nacional y el 6 de junio
de 1974, jueves posterior a Pentecostés, se celebra por primera vez en España
entera la fiesta de Cristo Sacerdote.
Preside la solemne
concelebración eucarística, en el monasterio de las oblatas de Madrid, el
cardenal arzobispo de Toledo y primado de España, don
Marcelo González Martín, a la sazón superior mayor del rito mozárabe.
En 1996,
los textos de la liturgia de las horas se envían desde
Madrid para ser utilizados en las vísperas solemnes que preside el papa Juan
Pablo II con motivo del 50 aniversario de su ordenación
sacerdotal.
Un año después, el arzobispo de Madrid, monseñor Antonio María
Rouco Varela, establece que esta fiesta sea en la Iglesia
diocesana Jornada por la santificación de los sacerdotes».
Teología Litúrgica
La fiesta celebra el sacerdocio de Jesucristo,
único acceso al Padre, para la salvación del mundo (cf. Colecta de la Misa y
Oficio y Antífona de Tercia).
El Señor aparece como
Sacerdote y Víctima [cf. Antifona de entrada de la Misa; Primera lectura (Is
52, 1315; 53,112),
Segunda lectura (Hb 10, 1223) y Oración
sobre las ofrendas].
Este sacerdocio, por la obediente oblación de su cuerpo en
la cruz, realizada una vez para siempre, es eterno
(cf. Antífona del Magníficat de las 1 Vísperas —Hb 7, 24s;
Antífona 1 a de las
II vísperas —Sal 109, 4—y Antífona de comunión). Su
teología pone de manifiesto la doble modalidad en la participación del único sacerdocio de Cristo, ya que éste elige a sus
ministros al interno de un pueblo todo él sacerdotal (cf. Lectura breve de
Vísperas —Ap 5, 9 s.; Catecismo 1546 s.; 1120 s.; 1132 s.; 1188;
1273; 1557 s.; 1563— 1566; 1409 s.).
Especial hincapié se pone en aquellos
elegidos por el Señor para servir a la Iglesia en la
dispensación de sus misterios, especialmente en la Eucaristía (Cfr. Evangelio
de la Misa: Lc 22, 1420;
Prefacio de la Misa). Para ellos se
implora la santidad como estilo de vida (cf. Preces de laudes), en el espíritu
de oblación de toda la Iglesia (cf. Antífona segunda del Oficio
de lecturas).
Por el ministerio de los sacerdotes, hoy se sigue ofreciendo el
mismo
sacrificio que entonces se ofreció en el altar de
la cruz.
En la colecta, tanto de la misa como de las horas
del oficio, se presentan las dos dimensiones del único plan salvífico que lo
son también de la vida sacerdotal: la gloria del Padre
y la salvación de los hombres. Desde ahí cobran toda su importancia la oblación
y la intercesión (cf. Salmo responsorial, Sal 39. Aquí
estoy para hacer tu voluntad, Lectura breve de Laudes con su responsorio y
Antífona
del Magníficat de las II Vísperas: Padre, yo ruego
por ellos...).
El Resucitado que vive para interceder por nosotros
(Hb 7, 25), es el sacramento por el que el Padre nos da la vida. El Espíritu, memoria de la Iglesia, nos
posibilita celebrar sacerdotalmente la obra de la salvación.
http://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/23-05-2013/jesucristo-sacerdote/imprimir
Manuel González LópezCorps
Texto tomado de: Martínez Puche, José A. (director)
http://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/23-05-2013/jesucristo-sacerdote/imprimir
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