Homilías del Papa y Temas sacerdotales
Misa
en Santa Marta-
Donde está el escándalo
2015-05-11
L’Osservatore Romano
«Los
coptos degollados por ser cristianos» murieron «con el nombre de Jesús en sus
labios» porque habían comprendido hasta las últimas consecuencias «el escándalo
de la cruz». Pero «el camino martirial» forma parte de la vida cotidiana de
cada cristiano, también en la familia, en la defensa de los derechos de las
personas, en la experiencia de la enfermedad. Y es el Espíritu Santo quien ayuda
para saber dar testimonio y acoger «la verdad toda completa». Lo afirmó el Papa
Francisco, en la misa que celebró el lunes 11 de mayo en la capilla de la Casa
Santa Marta, al recordar también que el domingo llamó por teléfono al patriarca
copto Tawadros, con ocasión del día de la amistad entre coptos y católicos,
segundo aniversario del encuentro que tuvo lugar en el Vaticano el 10 de mayo
de 2013.
«En
la primera oración de hoy» al inicio de la misa, dijo el Pontífice, «hemos
pedido la gracia de hacer siempre presente, en cada momento, la fecundidad de
la Pascua». Y, en efecto, explicó, «la Pascua es fecunda» porque «es la vida
que Jesucristo, el Señor, nos dio a través de su cruz y resurrección». Pero
«¿cómo se realiza esta fecundidad?». La respuesta, destacó el Papa Francisco,
la encontramos precisamente en el Evangelio de Juan (15, 26-16.4) propuesto hoy
por la liturgia.
En
realidad, «el Señor prepara a sus discípulos para el futuro». Y «hay una
palabra que puede parece un poco extraña: escandalizar». Dice Jesús, según lo
relatado por Juan: «Os he hablado de esto, para que no os escandalicéis». La
cuestión que hay que comprender es: «¿de qué escándalo habla Jesús? ¿Del
escándalo de las persecuciones que llegarán, del escándalo de la cruz?».
El
Señor «añade una promesa» al decir: «Cuando venga el Paráclito, que os enviaré
desde el Padre, el Espíritu de la verdad, él dará testimonio de mí». Y luego,
«en el mismo discurso», afirma también: «Muchas cosas me quedan por deciros,
pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la
verdad, os guiará hasta la verdad plena». En conclusión, explicó el Papa, Jesús
«nos habla del futuro, de la cruz que nos espera y nos habla del Espíritu, que
nos prepara para dar testimonio cristiano».
Por
lo demás, prosiguió el Papa Francisco, «en estos días la Iglesia nos hace
reflexionar mucho en el Espíritu Santo: Jesús dice que el Espíritu Santo que
vendrá, que Él enviará, nos guiará a la verdad plena, es decir, nos enseñará
las cosas que aún no ha enseñado, estas cosas que Él –añadió el Papa citando el
pasaje evangélico de hoy– debe decir y de las que ellos, los discípulos, no
eran aún capaces de cargar con el peso». Además el Señor afirma también que «el
Espíritu os hará recordar las cosas que dije y que con la vida cayeron en el
olvido». Y he aquí, explicó el Papa Francisco, «lo que hace el Espíritu: nos
hace recordar las palabras de Jesús y nos enseña también las cosas que Jesús
aún no ha podido decirnos, porque no éramos capaces de comprender su alcance».
«Así,
la vida de la Iglesia es un camino guiado por el Espíritu que nos recuerda y
nos enseña, que nos lleva a la verdad plena», destacó. Y «este Espíritu, que es
compañero de camino, nos defiende también del escándalo de la cruz». San Pablo,
al hablar a los corintios dijo: «Pero la cruz es necedad para los que se
pierden». Luego volvió a tomar la palabra y añadió: «Los judíos exigen signos».
Y «en verdad cuántas veces en el Evangelio los judíos, los doctores de la ley,
exigieron a Jesús» que les diera «un signo». Por su parte «los griegos, o sea
los paganos, pidieron sabiduría, ideas nuevas». Pero «nosotros predicamos sólo
a Cristo crucificado, escándalo para vosotros –para los judíos– y necedad para
los gentiles».
La
cruz de Cristo, por lo tanto, es el escándalo. Por eso, aclaró el Papa, «Jesús
prepara el corazón de sus discípulos con la promesa del Paráclito, para lo que
les sucederá». Y dice: «Os he hablado todo esto para que no os escandalicéis»
de la cruz de Cristo. San Juan trae estas palabras del Señor: «Os excomulgarán
de la sinagoga; más aún, llegará incluso una hora cuando el que os dé muerte
pensará que da culto a Dios». Y nosotros hoy, constató el Pontífice, «somos
testigos de los que matan a los cristianos en nombre de Dios porque son
infieles, según ellos». Esta «es la cruz de Cristo». He aquí la actualidad de
las palabras de Jesús en el Evangelio de la liturgia del día: «Esto lo harán
porque no han conocido ni al Padre ni a mí». Jesús nos recuerda de este modo
que todo lo que le sucedió a Él, nos ocurrirá también a nosotros: «las
persecuciones, las tribulaciones». Por esto no nos debemos escandalizar, conscientes
de que «será el Espíritu quien nos guíe y nos haga comprender».
«Ayer
—dijo después el Papa Francisco— tuve la alegría de llamar por teléfono al
patriarca copto Tawadros, porque era el día de la amistad copto-católica:
hablamos de algunas cosas». Y, añadió, «yo recordaba a sus fieles, degollados
en la playa por ser cristianos. Estos fieles, por la fuerza que les dio el
Espíritu Santo, no se escandalizaron. Morían con el nombre de Jesús en sus
labios. Es la fuerza del Espíritu. El testimonio. Es verdad, esto es
precisamente el martirio, el testimonio supremo».
Está
también, prosiguió el Papa, «el testimonio de cada día, el testimonio de hacer
presente la fecundidad de la Pascua –que hemos pedido hoy al inicio de la
misa–, esa fecundidad que nos da el Espíritu Santo, que nos guía hacia la
verdad plena, la verdad toda, y nos hace recordar lo que Jesús nos dice».
Por
ello, destacó el Papa Francisco, «un cristiano que no toma en serio esta
dimensión «martirial» de la vida no comprendió aún el camino que Jesús nos
enseñó: camino «martirial» de cada día; camino «martirial» al defender los
derechos de las personas; camino «martirial» al defender a los hijos: papá,
mamá que defienden su familia; camino «martirial» de muchos, muchos enfermos
que sufren por amor a Jesús. Todos nosotros tenemos la posibilidad de llevar
adelante esta fecundidad pascual en este camino «martirial», sin
«escandalizarnos».
Al
proseguir la celebración eucarística –«memorial de la cruz» en la que «se hace
presente la fecundidad pascual»– el Pontífice pidió «al Señor la gracia de
recibir al Espíritu Santo que nos recordará las palabras de Jesús, que nos
guiará a la verdad plena y nos preparará cada día para dar testimonio, para dar
este pequeño martirio de cada día o un gran martirio, según la voluntad del
Señor».
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