Homilías del Papa y Temas sacerdotales
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el Evangelio de hoy
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Evangelio
de hoy
Día
litúrgico: Jueves X del tiempo ordinario
Santoral
11 de Junio: San Bernabé, apóstol
Texto del Evangelio (Mt 5,20-26): En
aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Si vuestra justicia no es mayor que
la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos.
»Habéis oído que se dijo a los
antepasados: ‘No matarás; y aquel que mate será reo ante el tribunal’. Pues yo
os digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el
tribunal; pero el que llame a su hermano "imbécil", será reo ante el
Sanedrín; y el que le llame "renegado", será reo de la gehenna de
fuego.
»Si, pues, al presentar tu ofrenda en el
altar te acuerdas entonces de que un hermano tuyo tiene algo contra ti, deja tu
ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano;
luego vuelves y presentas tu ofrenda. Ponte enseguida a buenas con tu
adversario mientras vas con él por el camino; no sea que tu adversario te
entregue al juez y el juez al guardia, y te metan en la cárcel. Yo te aseguro:
no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo».
Comentario:
P. Julio César RAMOS González
SDB
(Mendoza, Argentina)
Si vuestra justicia no es mayor (...) no
entraréis en el Reino de los Cielos
Hoy, Jesús nos invita a ir más allá de lo
que puede vivir cualquier mero cumplidor de la ley. Aún, sin caer en la
concreción de malas acciones, muchas veces la costumbre endurece el deseo de la
búsqueda de la santidad, amoldándonos acomodaticiamente a la rutina del
comportarse bien, y nada más. San Juan Bosco solía repetir: «Lo bueno, es
enemigo de lo óptimo». Allí es donde nos llega la Palabra del Maestro, que nos
invita a hacer cosas “mayores” (cf. Mt 5,20), que parten de una actitud
distinta. Cosas mayores que, paradójicamente, pasan por las menores, por las
más pequeñas. Encolerizarse, menospreciar y renegar del hermano no son
adecuadas para el discípulo del Reino, que ha sido llamado a ser —nada más y
nada menos— que sal de la tierra y luz del mundo (cf. Mt 5,13-16), desde la
vigencia de las bienaventuranzas (cf. Mt 5,3-12).
Jesús, con autoridad, cambia la
interpretación del precepto negativo “No matar” (cf. Ex 20,13) por la
interpretación positiva de la profunda y radical exigencia de la reconciliación,
puesta —para mayor énfasis— en relación con el culto. Así, no hay ofrenda que
sirva cuando «te acuerdas entonces de que un hermano tuyo tiene algo contra ti»
(Mt 5,23). Por eso, importa arreglar cualquier pleito, porque de lo contrario
la invalidez de la ofrenda se volverá contra ti (cf. Mt 5,26).
Todo esto, sólo lo puede movilizar un
gran amor. Nos dirá san Pablo: «En efecto, lo de: No adulterarás, no matarás,
no robarás, no codiciarás y todos los demás preceptos, se resumen en esta
fórmula: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo’. La caridad no hace mal al
prójimo. La caridad es, por tanto, la ley en su plenitud» (Rom 13,9-10).
Pidamos ser renovados en el don de la caridad —hasta el mínimo detalle— para
con el prójimo, y nuestra vida será la mejor y más auténtica ofrenda a Dios.
Si vuestra justicia no es mayor (...)
no entraréis en el Reino de los Cielos
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