Homilías del Papa y Temas sacerdotales
Francisco \ Viajes y
Visitas
La sangre detrás de la vocación
de tantos religiosos, religiosas, sacerdotes y seminaristas
Encuentro del Papa Francisco con
los religiosos en Sarajevo - AP
06/06/2015 18:20SHARE:
(RV).- La catedral de Sarajevo
fue el escenario del intenso encuentro por las vocaciones que el Papa Francisco
mantuvo la tarde del primer sábado de junio con los sacerdotes, religiosos,
religiosas y seminaristas a quienes no dejó de agradecerles su servicio al
Evangelio y a la Iglesia, incluso en los momentos difíciles de la historia de
sus comunidades cristianas, caracterizadas en esta región, por ser minoría. El
Obispo de Roma aludió a la importancia de la formación de los laicos para que
sean protagonistas de la misión evangelizadora, sin olvidar a los hermanos y
hermanas enfermos y ancianos que sólo pudieron estar espiritualmente presentes.
Muy tocante el momento de los
testimonios que ofrecieron tres consagrados que tanto sufrieron por la causa de
Cristo. Se trata del Reverendo Zvonimir Matijević, a quien el Santo Padre le
besó las manos y bendijo pidiéndole a su vez que rezara por él; Fray Jozo
Puškarić a quien Francisco abrazó y besó conmovido y Sor Ljubica Šekerija a
quien también el Pontífice abrazó y besó sonriéndole.
Reverendo Zvonimir Matijević,
El sacerdote de la diócesis de
Banja Luka, Zvonimir Matijević, relató brevemente cuanto padeció en 1992
pidiendo a Dios que bendiga a todas las personas gracias a las cuales logró
conservar su vida. Y agradeció a Francisco esta visita a Bosnia y Herzegovina
con expresiones llenas de paz y consuelo para cuantos sufrieron, incluso más
que él; a la vez que manifestó su convicción de que la presencia del Papa, con
sus palabras, son como un ungüento para las heridas de tantas personas en esta
tierra, y un aliciente para despertar la bondad, incluso en el corazón de los
muchos que hicieron el mal; porque, como afirmó, la oración del Pontífice y sus
palabras, impulsarán a todos a hacer el bien.
De la misma manera Fray Jozo
Puškarić – sacerdote miembro de la Provincia franciscana de Bosnia Argentina
– manifestó su gratitud a Dios por la
oportunidad de encontrarse con el Obispo de Roma gracias a que su Arzobispo, el
Cardenal Vinko Puljić, lo eligió para que relatara la experiencia deshumana que
vivió durante la reciente guerra, en 1992, en un campo de concentración en el
que “el tiempo – dijo – no se contaba por días, porque eran demasiado
largos y estaban llenos de incertidumbre y temor”, sino por horas, e incluso
segundos, hasta concluir que los 120 días transcurridos en aquel lugar
equivalen a 120 años, o más.
Tras confesar que llegó a desear
morir, con tal de que terminara su agonía, y de afirmar que hasta el fin de sus
días seguirá testimoniando los horrores de la guerra; le pidió al Papa que siga
rezando por todos los hombres y mujeres de esta nación, a la vez que añadió:
“Después de la difícil experiencia de la guerra, junto a San Juan Pablo II,
también yo puedo gritar: ¡Nunca más la guerra!”.
Tras relatar las indecibles
vejaciones y humillaciones sufridas en 1993, la religiosa Ljubica Šekerija, de
la Congregación de las Hijas de la Divina Caridad agradeció al Papa Bergoglio
esta visita “que – dijo – nos anima y
refuerza en nuestra vocación”. Y explicó que por más insensibles y malvados que
hayan sido los enemigos que tanto padecimiento les procuraron, también a otros
consagrados durante la última guerra en Bosnia y Herzegovina, sobre ellos – dijo –
“ha sobreabundado la gracia de Dios”.
A estos tres testigos de la fe,
que padecieron en su propia carne su adhesión a Cristo y a la Iglesia, sin
perder la esperanza y animando a los demás, el Papa les dijo – sin leer el
discurso preparado para esta ocasión –
que deseaba dirigirles unas palabras teniendo en cuenta su experiencia
de vida, porque sus testimonios hablan solos, hablan de la memoria de su
pueblo, la memoria de sus padres y madres en la fe. Sólo hablaron tres – dijo
Francisco – pero detrás de ellos hay
muchísimos más que han sufrido igualmente. De ahí que haya destacado la palabra
perdón, porque hay momentos en que perdonar es verdaderamente difícil, a quien
te ha torturado, amenazado con matarte apuntándote un fusil, es difícil, y
ellos lo han hecho, y predican que hay que hacerlo.
Otra palabra que Francisco dijo
que le quedó impresa fue la de los 120 días vividos en un campo de
concentración. En que los días eran contados por minutos, porque cada minuto
era una tortura, viviendo en la intemperie, sin comer, ni beber, con frío y
calor, durante tanto tiempo. Mientras nosotros nos quejamos cuando nos duele un
diente o queremos tener la televisión en nuestra habitación, con tantas
comodidades; o hablamos de la superiora o del superior, cuando la comida no es
muy rica… Piensen en cuánto han sufrido
– dijo el Papa – que llevan una vida
digna de la cruz de Cristo, en contraposición con la caricatura que representan
los obispos o sacerdotes mundanos que no sirven porque no tienen la memoria de
los mártires y han perdido la memoria del Señor.
Busquen el bien de todos – añadió
el Santo Padre – recordamos que todos
somos hijos de Dios. Y pidió a los presentes que no se olviden del testimonio
de estos religiosos mártires; a la vez que pidió que recen por las familias
para que florezcan con tantos hijos y no falten las vocaciones.
El Papa dijo que ésta fue una
historia de crueldad, por lo que invitó a tener actitudes de ternura y
hermandad, de perdón, contrarias a la crueldad, llevando siempre la cruz de
Cristo porque la Santa Madre Iglesia los quiere así: pequeños mártires; para
los cuales invocó la bendición del Señor para que los recompense
abundantemente.
(Desde Sarajevo María Fernanda Bernasconi - RV)
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