Homilías del Papa y Temas sacerdotales
El Papa Francisco habla
de la madre de cada uno
Maravillosas palabras del Papa Francisco
VATICANO, 07 Ene. 15 / 10:12 am
(ACI).- Este miércoles, durante la Audiencia General en el Aula Pablo VI, el
Papa Francisco abordó la importancia de las madres en las familias, la sociedad
y la Iglesia, y señaló que “toda persona humana debe la vida a una madre y casi
siempre debe a ella mucho de la propia existencia sucesiva, de la formación
humana y espiritual”.
A continuación el texto completo
gracias a la traducción de Radio Vaticana:
Queridos hermanos y hermanas,
¡buenos días!
Hoy continuamos con la catequesis
sobre la Iglesia y haremos una reflexión sobre la Iglesia madre. La Iglesia es
madre. Nuestra Santa madre Iglesia. En estos días la liturgia de la Iglesia ha
puesto ante nuestros ojos el ícono de la Virgen María Madre de Dios. El primer
día del año es la fiesta de la Madre de Dios, al cual sigue la Epifanía, con el
recuerdo de la visita de los Reyes Magos. El evangelista Mateo escribe lo que
hemos escuchado: “Al entrar en la casa, encontraron al niño con María, su
madre, y postrándose, le rindieron homenaje”. Es la Madre que luego de haberlo
generado, presenta el Hijo al mundo. Ella nos da a Jesús, Ella nos muestra a
Jesús, Ella nos hace ver a Jesús.
Continuamos con la catequesis
sobre la familia. En la familia está la madre. Toda persona humana debe la vida
a una madre y casi siempre debe a ella mucho de la propia existencia sucesiva,
de la formación humana y espiritual. Pero la madre, aún siendo muy exaltada
desde el punto de vista simbólico - tantas poesías, tantas cosas bellas que se
dicen poéticamente de la madre - es poco escuchada y poco ayudada en la vida
cotidiana, poco considerada en su rol central en la sociedad. Es más, a menudo
se aprovecha de la disponibilidad de las madres a sacrificarse por los hijos
para “ahorrar” en los gastos sociales.
Sucede que también en la
comunidad cristiana la madre no es siempre justamente valorada, es poco
escuchada. Sin embargo, al centro de la vida de la Iglesia está la Madre de
Jesús. Quizás las madres, dispuestas a tantos sacrificios por los propios hijos
y a menudo también por aquellos de los otros, deberían ser más escuchadas.
Sería necesario comprender más su lucha cotidiana para ser eficientes en el trabajo
y atentas y afectuosas en familia; sería necesario entender mejor a qué aspiran
para expresar los frutos mejores y auténticos de su emancipación. Una madre con
los hijos tiene siempre problemas, siempre trabajo. Yo recuerdo en casa, éramos
cinco y mientras uno hacía “una”, el otro pensaba en hacer “otra” y la pobre
mamá iba de un lado para el otro. Pero era feliz. Nos ha dado tanto.
Las madres son el antídoto más
fuerte a la difusión del individualismo egoísta. “Individuo” quiere decir “que
no puede ser dividido”. Las madres, en cambio, se “dividen”, ellas, desde
cuando acogen un hijo para darlo al mundo y hacerlo crecer. Son ellas, las
madres, quienes odian mayormente la guerra, que mata a sus hijos. Muchas veces
he pensado en aquellas madres cuando han recibido la carta: “Le digo que su
hijo ha caído en defensa de la patria…”. ¡Pobres mujeres, cómo sufre una madre!
Son ellas quienes testimonian la belleza de la vida.
El Arzobispo Oscar Arnulfo Romero
decía que las madres viven un “martirio materno” - martirio materno. En su
homilía para el funeral de un sacerdote asesinado por los escuadrones de la
muerte, dijo, haciéndose eco del Concilio Vaticano II: «Todos debemos estar
dispuestos a morir por nuestra fe, aunque no nos conceda el Señor este honor...
Dar la vida no es sólo que lo maten a uno; dar la vida, tener espíritu de
martirio, es dar en el deber, en el silencio, en la oración, en el cumplimiento
honesto del deber, en aquel silencio de la vida cotidiana, ir dando la vida,
como la da la madre que sin aspavientos, con la sencillez del martirio maternal
concibe en su seno a su hijo, da a luz, da de mamar, hace crecer, cuida con
cariño a su hijo. Es dar la vida – y éstas son las madres. Es martirio». Hasta
aquí la citación. Sí, ser madre no significa sólo traer al mundo un hijo, sino
es también una elección de vida: ¿qué elije una madre? ¿Cuál es la elección de
vida de una madre? La elección de vida de una madre es la elección de dar vida.
Y esto es grande, esto es bello.
Una sociedad sin madres sería una
sociedad deshumana, porque las madres siempre saben testimoniar incluso en los
peores momentos, la ternura, la dedicación, la fuerza moral. Las madres a
menudo transmiten también el sentido más profundo de la práctica religiosa: en
las primeras oraciones, en los primeros gestos de devoción que un niño aprende,
se inscribe el valor de la fe en la vida de un ser humano. Es un mensaje que
las madres creyentes saben transmitir sin muchas explicaciones: éstas vendrán
después, pero la semilla de la fe está en esos primeros, preciosísimos
momentos. Sin las madres, no sólo no habría nuevos fieles, sino que la fe
perdería buena parte de su calor sencillo y profundo. Y la Iglesia es madre,
con todo esto. ¡Es nuestra madre! Nosotros no somos huérfanos, tenemos una
madre. La Virgen y la madre Iglesia y nuestra madre. No somos huérfanos, somos
hijos de la Iglesia, somos hijos de la Virgen y somos hijos de nuestras madres.
Queridas madres, gracias, gracias
por lo que son en la familia y por aquello que dan a la Iglesia y al mundo. Y a
ti amada Iglesia gracias, gracias por ser madre. Y a ti María, Madre de Dios,
gracias por hacernos ver a Jesús. Y a todas las mamás aquí presentes, ¡las
saludamos con un aplauso!
Etiquetas: audiencia general,
Maternidad, Catequesis del Papa Francisco, Madre
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