Homilías del Papa y Temas sacerdotales
Quien ama a
Dios es libre,
dijo el Papa en su homilía
2015-01-10
Radio Vaticana
(RV).- Sólo
el Espíritu Santo vuelve el corazón dócil a Dios y a la libertad. Lo afirmó el
Papa Francisco en su homilía de la Misa matutina celebrada en la Capilla de la
Casa de Santa Marta. Y añadió que los dolores de la vida pueden hacer que una
persona se encierre en sí misma, mientras el amor la hace libre.
Una sesión
de yoga jamás podrá enseñar a un corazón a “sentir” la paternidad de Dios, ni
un curso de espiritualidad zen lo volverá más libre para amar. Este poder sólo
lo tiene el Espíritu Santo. El Papa meditó sobre el episodio del Evangelio de
Marcos – el que sigue a la multiplicación de los panes y de los peces en el que
los Discípulos se asustan al ver a Jesús que camina hacia ellos sobre el agua –
y que concluye con una consideración acerca del porqué de aquel susto: los
Apóstoles no habían comprendido el milagro de los panes porque “su corazón
estaba endurecido”.
Vida dura y
murallas de protección
Un corazón
puede ser de piedra por tantos motivos, observó Francisco. Por ejemplo, a causa
de “experiencias dolorosas”. Sucede a los discípulos de Emaús, temerosos de
hacerse ilusiones “otra vez”. Sucede a Tomás que rechaza creer en la
Resurrección de Jesús. El Pontífice también indicó que “otro motivo que
endurece el corazón es la cerrazón en sí mismo”:
“Hacer un
mundo en sí mismo, cerrado. En sí mismo, en su comunidad o en su parroquia,
pero siempre cerrazón. Y la cerrazón puede girar en torno a tantas cosas:
pensemos en el orgullo, en la suficiencia, pensar que yo soy mejor que los
demás, también en la vanidad, ¿no? Existen el hombre y la mujer espejo, que
están encerrados en sí mismos para verse a sí mismo continuamente, ¿no? Estos
narcisistas religiosos, ¿no? Tienen el corazón duro, porque están cerrados, no
están abiertos. Y tratan de defenderse con estos muros que crean a su
alrededor”.
La seguridad
de la prisión
También está
quien se atrinchera detrás de la ley, aferrándose a la “letra” a lo que
establecen los mandamientos. Aquí – afirmó el Papa – lo que endurece el corazón
es un problema de “falta de seguridad”. Y quien busca solidez en lo que dicta
la ley está seguro – añadió Francisco
con un poco de ironía – como “un hombre
o una mujer en la celda de una cárcel detrás de los barrotes: es una seguridad
sin libertad”. Es decir, lo opuesto de lo que “vino a traernos Jesús, la
libertad”:
“El corazón,
cuando se endurece, no es libre y si no es libre es porque no ama: así
terminaba el Apóstol Juan en la primera Lectura. El amor perfecto disipa el
temor: en el amor no hay temor, porque el temor supone un castigo y quien teme
no es perfecto en el amor. No es libre. Siempre tiene temor de que suceda algo
doloroso, triste. Que me vaya mal en la vida o que ponga en peligro mi
salvación eterna… Tantas imaginaciones
porque no ama. Quien no ama no es libre. Y su corazón estaba endurecido, porque
aún no habían aprendido a amar”.
El Espíritu
vuelve libres y dóciles
Entonces, se
preguntó Francisco: “¿Quién nos enseña a amar? ¿Quién nos libera de esta
dureza?”. Y su respuesta fue:
“Tú puedes
hacer mil cursos de catequesis, mil cursos de espiritualidad, mil cursos de
yoga, zen y todas estas cosas. Pero todo esto jamás será capaz de darte la
libertad de hijo. Es sólo el Espíritu Santo quien mueve tu corazón para decir
‘Padre’. Sólo el Espíritu Santo es capaz de disipar, de romper esta dureza del
corazón y hacer un corazón… ¿blando?… No sé, no me gusta la palabra… “Dócil”.
Dócil al Señor. Dócil a la libertad del amor”.
(María
Fernanda Bernasconi - RV).
(from Vatican Radio)
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