miércoles, 30 de diciembre de 2020

Comentario del Evangelio: "LA PROFETISA ANA DABA GRACIAS A DIOS Y HABLABA DEL NIÑO A TODOS". (Lc 2, 36-40)

Homilías del Papa y Temas sacerdotales

D. Jesús Mateo es un sacerdote amigo de Valladolid, que me manda diariamente  un lindo comentario del Evangelio. Pienso que vale la pena compartirlo con los sacerdotes y con  los seglares que lo soliciten. Lo pongo todos los días en dos de mis Blogs católicos. Franja

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30 de diciembre, miércoles de 2020.

Comentario del Evangelio: "LA PROFETISA ANA DABA GRACIAS A DIOS Y HABLABA DEL NIÑO A TODOS". (Lc 2, 36-40)

Ayer hablábamos del Anciano Simeón que "vio" al Niño Jesús en el Templo y dio gracias a Dios por haberle visto y exclamó que ya podía irse en paz a la otra vida una vez que había visto al Mesías. 

Hoy el Evangelio nos habla de una anciana y profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años de casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con oraciones y ayunos.

Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.

Me caen en gracia y me son simpáticos estos dos ancianos, Simeón y Ana.

Los dos son muy piadosos y pasan horas en el Templo haciendo oración.

Además de los ángeles y de los pastores, ellos anunciaron al mundo el nacimiento del Salvador.

En este día quiero tener un recuerdo cariñoso para  Simeón y Ana, y al mismo tiempo para los abuelos y personas mayores

Estoy convencido de que las personas mayores son una fuerza, un activo con el que cuentan la Iglesia y la sociedad. Sin duda alguna sus vidas y sus testimonios constituyen "piedras vivas" y modelos para los hijos y para los nietos.

Con su vida y con su ejemplo son auténticos testigos de una vida llena de fe y de experiencia.

Conocemos a tantos y tantos ancianos que son la alegría de sus nietos.

Personas mayores con espíritu joven; generosos en las propinas a los nietos, con una sonrisa ante el dolor; evitando las quejas, agradeciendo los servicios que les hacen; sin ocultar que rezan y confían en el Señor.

Ellos nos enseñan algo maravilloso: Que el amor no entiende de años ni de jubilación. Son y serán siempre jóvenes. 

Yo te invito a rezar y pedir para todas las personas mayores lo que San Pablo aconsejaba a su discípulo Tito:

"Que los ancianos sean sobrios, dignos, prudentes, fuertes en la fe, en la caridad y en la paciencia". (Tt 2, 2).

Que intercedan por ellos el anciano Simeón y la profetisa Ana.

Jesús Mateo. Sacerdote.

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Que Dios pague este  esfuerzo diario y que Santa María la Virgen no nos abandone  nunca. Que el Señor nos bendiga y nos guarde. Un abrazo.   Franja.

Confeccionado o adaptado por Franja para ponerle en dos de los Blogs católicos de Javier Olivares. baionés jubilado. Baiona.

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