Homilías del Papa y Temas sacerdotales
Contemplar el Evangelio de hoy
Evangelio de hoy
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Día
litúrgico:
Sábado XIV del tiempo ordinario
Santoral
11 de Julio:
San
Benito, abad, patrón de Europa
Texto del Evangelio (Mt
10,24-33): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus Apóstoles: «No está el discípulo
por encima del maestro, ni el siervo por encima de su amo. Ya le basta al
discípulo ser como su maestro, y al siervo como su amo. Si al dueño de la casa
le han llamado Belcebú, ¡cuánto más a sus domésticos!
»No les tengáis miedo. Pues no
hay nada encubierto que no haya de ser descubierto, ni oculto que no haya de
saberse. Lo que yo os digo en la oscuridad, decidlo vosotros a la luz; y lo que
oís al oído, proclamadlo desde los terrados. Y no temáis a los que matan el
cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed más bien a Aquel que puede llevar a
la perdición alma y cuerpo en la gehena. ¿No se venden dos pajarillos por un
as? Pues bien, ni uno de ellos caerá en tierra sin el consentimiento de vuestro
Padre. En cuanto a vosotros, hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos
contados. No temáis, pues; vosotros valéis más que muchos pajarillos. Por todo
aquel que se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él
ante mi Padre que está en los cielos; pero a quien me niegue ante los hombres,
le negaré yo también ante mi Padre que está en los cielos».
P. Raimondo M. SORGIA Mannai OP
(San
Domenico di Fiesole, Florencia, Italia)
«No
está el discípulo por encima del maestro»
Hoy, el Evangelio nos invita a
reflexionar sobre la relación maestro-discípulo: «No está el discípulo por
encima del maestro, ni el siervo por encima de su amo» (Mt 10,24). En el campo
humano no es imposible que el alumno llegue a sobrepasar a quien le enseñó el
abc de una disciplina. Hay en la historia ejemplos como Giotto, que se adelanta
a su maestro Cimabue, o como Manzoni al abad Pieri. Pero la clave de la suma
sabiduría está sólo en manos del Hombre-Dios, y todos los demás pueden
participar de ella, llegando a entenderla según diversos niveles: desde el gran
teólogo santo Tomás de Aquino hasta el niño que se preparara para la Primera
Comunión. Podremos añadir adornos de varios estilos, pero no serán nunca nada
esencial que enriquezca el valor intrínseco de la doctrina. Por el contrario,
es posible que rayemos en la herejía.
Debemos tener precaución al
intentar hacer mezclas que pueden distorsionar y no enriquecer para nada la
substancia de la Buena Noticia. «Debemos abstenernos de los manjares, pero
mucho más debemos ayunar de los errores», dice san Agustín. En cierta ocasión
me pasaron un libro sobre los Ángeles Custodios en el que aparecen elementos de
doctrinas esotéricas, como la metempsicosis, y una incompresible necesidad de
redención que afectaría a estos espíritus buenos y confirmados en el bien.
El Evangelio de hoy nos abre los
ojos respecto al hecho ineludible de que el discípulo sea a veces
incomprendido, encuentre obstáculos o hasta sea perseguido por haberse declarado
seguidor de Cristo. La vida de Jesús fue un servicio ininterrumpido en defensa
de la verdad. Si a Él se le apodó como “Belcebú”, no es extraño que en
disputas, en confrontaciones culturales o en los careos que vemos en
televisión, nos tachen de retrógrados. La fidelidad a Cristo Maestro es el
máximo reconocimiento del que podemos gloriarnos: «Por todo aquel que se
declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre
que está en los cielos» (Mt 10,32).
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