Homilías del Papa y Temas sacerdotales
“Tengan un corazón
libre para amar”,
el Papa a los Jóvenes en Paraguay
Encuentro del Papa
Francisco con los Jóvenes de Paraguay
en la Costanera de la bahía de Asunción.
- AFP
13/07/2015 00:26SHARE:
(RV).- “Las
Bienaventuranzas son el plan que Jesús tiene para ustedes jóvenes, nos ayudan a
ir contra corriente”, lo dijo el Papa Francisco en el Encuentro con los Jóvenes
del Paraguay en el litoral de la Costanera de la bahía de Asunción.
Este domingo, 12 de
julio, en su última actividad en Paraguay, el Santo Padre encontró a los
Jóvenes con quienes diálogo de modo espontaneo después de haber escuchado
algunos testimonios y haber entregado su discurso.
Audio completo de las
palabras espontaneas del Santo Padre:
En su discurso
entregado, el Pontífice resaltó la valentía de los jóvenes paraguayos y dijo
que en los testimonios de los jóvenes se evidenciaron dos claves importantes:
los amigos y los retiros espirituales. “Los amigos, dijo el Papa, es de los
regalos más grande que una persona, que un joven puede tener y puede ofrecer.
Uno de los secretos más grande del cristiano radica en ser amigos, amigos de
Jesús. Cuando uno quiere a alguien, le está al lado, lo cuida, ayuda, le dice
lo que piensa, sí, pero no lo deja tirado. Los amigos se hacen el aguante, se
acompañan, se protegen. Así es el Señor con nosotros. Nos hace el aguante”.
Refiriéndose a los
retiros espirituales, el Obispo de Roma afirmó que “San Ignacio hace una
meditación famosa llamada de las dos banderas. Describe por un lado, la bandera
del demonio y por otro, la bandera de Cristo. Con esta meditación, nos hace
imaginar, como sería pertenecer a uno u a otro equipo. Sería como preguntarnos,
¿con quién querés jugar en la vida? Y dice San Ignacio que el demonio para
reclutar jugadores, les promete a aquellos que jueguen con él riqueza, honores,
gloria, poder. Serán famosos. Todos los endiosarán”.
Por otro lado, señaló
el Sucesor de Pedro, “nos presenta la jugada de Jesús. No como algo fantástico.
Jesús no nos presenta una vida de estrellas, de famosos, por el contrario, nos
dice que jugar con él es una invitación, a la humildad, al amor, al servicio a
los demás. Jesús no nos miente. Nos toma en serio”.
(Renato Martinez – RV)
Texto del discurso
entregado por el Papa Francisco
Queridos jóvenes:
Me da una gran alegría
poder encontrarme con ustedes, en este clima de fiesta. Poder escuchar sus
testimonios y compartir su entusiasmo y amor a Jesús.
Gracias a Mons. Ricardo
Valenzuela, responsable de la pastoral juvenil, por sus palabras. Gracias
Manuel y Liz por la valentía en compartir sus vidas, sus testimonios en este
encuentro.
No es fácil hablar de las cosas personales y menos delante de tanta
gente. Ustedes han compartido el tesoro más grande que tienen, sus historias,
sus vidas y cómo Jesús se fue metiendo en ellas.
Para responder a sus
preguntas me gustaría destacar algunas de las cosas que ustedes compartían.
Manuel, vos nos decías
algo así: «Hoy me sobran ganas de servir a otros, tengo ganas de superarme».
Pasaste momentos muy difíciles, situaciones muy dolorosas, pero hoy tenés
muchas ganas de servir, de salir, de compartir tu vida con los demás.
Liz no es nada fácil
ser madre de los propios padres y más cuando uno es joven, pero qué sabiduría y
maduración guardan tus palabras cuando nos decías: «Hoy juego con ella, cambio
los pañales, son todas las cosas que hoy les entrego a Dios y estoy apenas
compensando todo lo que mi madre hizo por mí».
Ustedes jóvenes
paraguayos, sí que son valientes.
También compartieron
cómo hicieron para salir adelante. Dónde encontraron fuerzas. Los dos dijeron:
«En la parroquia». En los amigos de la parroquia y en los retiros espirituales
que ahí se organizaban. Dos claves muy importantes: los amigos y los retiros
espirituales.
Los amigos. La amistad
es de los regalos más grande que una persona, que un joven puede tener y puede
ofrecer. Es verdad. Qué difícil es vivir sin amigos. Fíjense si será de las cosas más hermosas que
Jesús dice: «yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí
de mi Padre» (Jn 15,5). Uno de los secretos más grande del cristiano radica en
ser amigos, amigos de Jesús. Cuando uno quiere a alguien, le está al lado, lo
cuida, ayuda, le dice lo que piensa, sí, pero no lo deja tirado. Así es Jesús
con nosotros, nunca nos deja tirados. Los amigos se hacen el aguante, se
acompañan, se protegen. Así es el Señor con nosotros. Nos hace el aguante.
Los retiros
espirituales. San Ignacio hace una meditación famosa llamada de las dos
banderas. Describe por un lado, la bandera del demonio y por otro, la bandera
de Cristo. Sería como las camisetas de dos equipos y nos pregunta, en cuál nos
gustaría jugar.
Con esta meditación,
nos hace imaginar, como sería pertenecer a uno u a otro equipo. Sería como
preguntarnos, ¿con quién querés jugar en la vida?
Y dice San Ignacio que
el demonio para reclutar jugadores, les promete a aquellos que jueguen con él
riqueza, honores, gloria, poder. Serán famosos.
Todos los endiosarán.
Por otro lado, nos
presenta la jugada de Jesús. No como algo fantástico. Jesús no nos presenta una
vida de estrellas, de famosos, por el contrario, nos dice que jugar con él es
una invitación, a la humildad, al amor, al servicio a los demás. Jesús no nos
miente. Nos toma en serio.
En la Biblia, al
demonio se lo llama el padre de la mentira. Aquel que prometía, o mejor dicho,
te hacía creer que haciendo determinadas cosas serías feliz. Y después te dabas
cuenta que no eras para nada feliz. Que estuviste atrás de algo que lejos de
darte la felicidad, te hizo sentir más vacío, más triste. Amigos: el diablo, es
un «vende humo». Te promete, te promete, pero no te da nada, nunca va a cumplir
nada de lo que dice. Es un mal pagador. Te hace desear cosas que no dependen de
él, que las consigas o no. Te hace depositar la esperanza en algo que nunca te
hará feliz. Esa es su jugada, esa es su estrategia. Hablar mucho, ofrecer mucho
y no hacer nada. Es un gran «vende humo» porque todo lo que nos propone es
fruto de la división, del compararnos con los demás, de pisarle la cabeza a los
otros para conseguir nuestras cosas. Es un «vende humo» porque, para alcanzar
todo esto, el único camino es dejar de lado a tus amigos, no hacerle el aguante
a nadie. Porque todo se basa en la apariencia. Te hace creer que tu valor
depende de cuánto tenés.
Por el contrario,
tenemos a Jesús, que nos ofrece su jugada. No nos vende humo, no nos promete
aparentemente grandes cosas. No nos dice que la felicidad estará en la riqueza,
el poder, orgullo. Por el contrario. Nos muestra que el camino es otro. Este
Director Técnico les dice a sus jugadores: Bienaventurados, felices los pobres
de espíritu, los que lloran, los mansos, los que tienen hambre y sed de
justicia, los misericordiosos, los limpios de corazón, los que trabajan por la
paz, los perseguidos por la justicia. Y termina diciéndoles, alégrense por todo
esto (cf. Mt 5,1-12).
¿Por qué? Porque Jesús
no nos miente. Nos muestra un camino que es vida, que es verdad. Él es la gran
prueba de esto. Es su estilo, su manera de vivir la vida, la amistad, la
relación con su Padre. Y es a lo que nos invita. A sentirnos hijos. Hijos
amados.
Él no te vende humo.
Porque sabe que la felicidad, la verdadera, la que deja lleno el corazón, no
está en las «pilchas» que llevamos, en los zapatos que nos ponemos, en la
etiqueta de determinada marca. Él sabe que la felicidad verdadera, está en ser
sensibles, en aprender a llorar con los que lloran, en estar cerca de los que
están tristes, en poner el hombro, dar un abrazo. Quien no sabe llorar, no sabe
reír y por lo tanto, no sabe vivir. Jesús sabe que en este mundo de tanta
competencia, envidia y tanta agresividad, la verdadera felicidad pasa por
aprender a ser pacientes, a respetar a los demás, a no condenar ni juzgar a
nadie. El que se enoja, pierde, dice el refrán. No le des el corazón a la
rabia, al rencor. Felices los que tienen misericordia. Felices los que saben
ponerse en el lugar del otro, en los que tienen la capacidad de abrazar, de
perdonar. Todos hemos alguna vez experimentado esto. Todos en algún momento nos
hemos sentido perdonados, ¡qué lindo que es! Es como recobrar la vida, es tener
una nueva oportunidad. No hay nada más lindo que tener nuevas oportunidades. Es
como que la vida vuelve a empezar. Por eso, felices aquellos que son portadores
de nueva vida, de nuevas oportunidades. Felices los que trabajan para ello, los
que luchan para ello. Errores tenemos todos, equivocaciones, miles. Por eso,
felices aquellos que son capaces de ayudar a otros en su error, en sus
equivocaciones. Que son verdaderos amigos y no dejan tirado a nadie. Esos son
los limpios de corazón, los que logran ver más allá de la simple macana y
superan las dificultades. Felices los que ven especialmente lo bueno de los
demás.
Liz, vos nombraste a
Chikitunga, esta Sierva de Dios paraguaya. Dijiste que era como tu hermana, tu
amiga, tu modelo. Ella, al igual que tantos, nos muestra que el camino de las
bienaventuranzas es un camino de plenitud, un camino posible, real. Que llena
el corazón. Ellos son nuestros amigos y modelos que ya dejaron de jugar en esta
«cancha», pero se vuelven esos jugadores indispensables que uno siempre mira
para dar lo mejor de sí. Ellos son el ejemplo de que Jesús no es un «vende
humo», su propuesta es de plenitud. Pero por sobre todas las cosas, es una
propuesta de amistad, de amistad verdadera, de esa amistad que todos
necesitamos. Amigos al estilo de Jesús. Pero no para quedarnos entre nosotros,
sino para salir a la «cancha», a ir a hacer más amigos. Para contagiar la
amistad de Jesús por el mundo, donde estén, en el trabajo, en el estudio, en la
previa, por whastapp, en facebook o twitter. Cuando salgan a bailar, o tomando
un buen tereré. En la plaza o jugando un partidito en la cancha del barrio. Ahí
es donde están los amigos de Jesús. No vendiendo humo, sino haciendo el
aguante. El aguante de saber que somos felices, porque tenemos un Padre que
está en el cielo.
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