Homilías del Papa y Temas sacerdotales
Misa en Santa Marta-
Un
encuentro para cada uno
2015-04-24 L’Osservatore
Romano
Cada hombre tiene un
encuentro personal con el Señor. Un encuentro verdadero, concreto, que puede
cambiar radicalmente la vita. El secreto no está sólo en darse cuenta de ello,
sino también en nunca perder la memoria del mismo, para conservar su frescura y
belleza. Lo afirmó el Papa en la misa que celebró el viernes 24 de abril, por
la mañana, en la capilla de Santa Marta. Con alguna «tarea para hacer en casa»
y dos sugerencia prácticas: rezar para pedir la gracia de recordar y luego
releer el Evangelio para reflejarse en los numerosos encuentros de Jesús.
La primea lectura (Hch 9,
1-20), destacó inmediatamente el Papa Francisco, relata precisamente «la historia
de Saulo - Pablo», el hecho de estar «convencido de su doctrina, incluso
acérrima». Pero «este celo lo llevaba a perseguir al nuevo camino que había
nacido allí, es decir, a los cristianos». Así Saulo «pidió las cartas para las
sinagogas de Damasco con el fin de ser autorizado para conducir a los
cristianos encadenados». Y «esto lo hacía con el celo de Dios».
Luego, explicó el Papa,
«sucedió lo que hemos escuchado y que todos sabemos: la visión, y él cayó del
caballo». En ese punto, recordó el Papa Francisco, «el Señor le habla: “Saúl,
Saúl, ¿por qué me persigues?” —“¿Quién eres, Señor?”— “Soy Jesús”». Se da así
«el encuentro de Pablo con Jesús».
Hasta ese momento Pablo
«creía que todo lo que decían los cristianos eran historias». Pero «he aquí que
se encuentra con Él y jamás olvidará ese encuentro: le cambia la vida y lo hace
crecer en el amor al Señor que antes perseguía y ahora ama». Un encuentro,
añadió el Papa, que lleva a Pablo «a anunciar el nombre de Jesús al mundo como
instrumento de salvación». Así, pues, es cómo sucedió y lo que significó «el
encuentro de Pablo con Jesús».
«En la Biblia —afirmó el
Papa Francisco— hay muchos otros encuentros». También «en el Evangelio». Y son
«todos distintos» entre sí. Verdaderamente «cada uno tiene su encuentro con
Jesús». Pensemos, sugirió el Papa, «en los primeros discípulos que seguían a
Jesús y permanecieron con Él toda la tarde —Juan y Andrés, el primer encuentro—
y fueron felices por esto». En tal medida que «Andrés fue al encuentro de su
hermano Pedro —se llamaba Simón en ese tiempo— y le dijo: “Hemos encontrado al
Mesías”». Es «otro encuentro entusiasta, feliz, y condujo a Pedro hacia Jesús».
Siguió, luego, «el encuentro de Pedro con Jesús» que «fijó su mirada en él». Y
Jesús le dijo: «Tú eres Simón, hijo de Juan. Te llamarás Cefas», «es decir
piedra».
Los «encuentros», recordó el
Papa Francisco, son verdaderamente muchos. Está, por ejemplo, «el de Natanael,
el escéptico». Inmediatamente «Jesús con dos palabras lo tira por los suelos».
De tal modo que el intelectual admite: «¡Tú eres el Mesías!». Está también «el
encuentro de la Samaritana que, a un cierto punto, se siente en medio de un
problema e intenta ser teóloga: “Pero este monte, el otro…”». Y Jesús le
responde: «Pero tu marido, tu verdad». La mujer «en el propio pecado encuentra
a Jesús y va a anunciarlo a los de la ciudad: “Me ha dicho todo lo que he
hecho; ¿será tal vez el Mesías?”».
El Papa Francisco quiso
también que se reviviera «el encuentro del leproso, uno de los diez curados,
que regresa para agradecer». Y, además, «el encuentro de la mujer enferma desde
hacía dieciocho años, que pensaba: “Si al menos lograra tocar el manto estaría
curada” y encuentra a Jesús». Y también «el encuentro con el endemoniado del
que Jesús expulsa tantos demonios que se dirigen hacia los cerdos» y después
«quiere seguirlo y Jesús le dice: “No, vete a casa con los tuyos y anúnciales
lo que el Señor ha hecho contigo”».
Así, resumió el Pontífice,
«podemos hallar muchos encuentros en la Biblia, porque el Señor nos busca para
tener un encuentro con nosotros» y «cada uno de nosotros tiene su propio
encuentro con Jesús». Quizá, destacó el Pontífice, «lo olvidamos, perdemos la
memoria» hasta el punto de preguntarnos: «Pero ¿cuándo yo me encontré con Jesús
o cuándo Jesús me encontró?». Seguramente, precisó el Papa Francisco, Jesús «te
encontró el día de tu Bautismo: eso es verdad, eras niño». Y con el Bautismo,
añadió, «te ha justificado y te ha hecho parte de su pueblo».
«Todos nosotros –afirmó el
Papa– hemos tenido en nuestra vida algún encuentro con Él», un encuentro verdadero
en el que «sentí que Jesús me miraba». No es una experiencia sólo para santos».
Y «si no recordamos, será bonito hacer un poco de memoria y pedir al Señor que
nos dé la memoria, porque Él se acuerda, Él recuerda el encuentro». Al respecto
el Papa Francisco hizo referencia al libro de Jeremías donde se lee: «Recuerdo
tu cariño juvenil, el amor que me tenías de novia». Habla, por lo tanto, de
«aquel encuentro entusiasta del inicio, aquel encuentro nuevo: Él jamás olvida,
sino que nosotros olvidamos el encuentro con Jesús».
Una «buena tarea para hacer
en casa» sugirió el Papa Francisco, sería precisamente volver a pensar «cuando
sentí verdaderamente al Señor cerca de mí», «cuando sentí que tenía que cambiar
de vida y ser mejor o perdonar a una persona», «cuando sentí al Señor que me
pedía algo» y, por ello, «cuando me encontré al Señor».
Nuestra fe, de hecho, «es un
encuentro con Jesús». Precisamente «este es el fundamento de la fe: he
encontrado a Jesús como Saúl» tal y como lo relata el pasaje de los Hechos de
los apóstoles propuesto por la liturgia.
Y así, prosiguió el Papa
Francisco, si uno se dice a sí mismo «no me acuerdo» del encuentro con el
Señor, es oportuno que pida la gracia: «Señor, ¿cuándo fui consciente de
encontrarte? ¿Cuándo me dijiste algo que cambió mi vida o me invitaste a dar
aquel paso hacia adelante en la vida?». Y, recomendó el Papa, «esta es una
bonita oración, hacedla cada día». Y cuando después «te acuerdes, regocíjate en
ese recuerdo que es un recuerdo de amor».
«Otra bonita tarea», propuso
el Papa, «sería tomar los Evangelios» y releer las muchas historias que hay
para «ver como Jesús encuentra a la gente, como elige a los apóstoles». Y darse
cuenta, quizá, de que alguno de los encuentros se «asemeja al mío», porque
«cada uno tiene su propio» encuentro.
He aquí entonces las dos
sugerencias prácticas y concretas del Papa, «que nos harán bien». En primer
lugar «rezar y pedir la gracia de la memoria» y preguntarnos: «¿Cuándo, Señor,
fue ese encuentro, ese primer amor?». Para «no escuchar el reproche que el
Señor hace en el Apocalipsis: “Pero tengo contra ti que has abandonado tu amor
primero”».
La segunda sugerencia del
Papa es, precisamente, «tomar el Evangelio y ver los numerosos encuentros de
Jesús con muchas personas diversas». Resulta evidente, explicó, que «el Señor
quiere encontrarnos, quiere que la relación con nosotros sea cara a cara».
Seguramente «en nuestra vida hubo un encuentro fuerte que nos guió a cambiar un
poco la vida y a ser mejores».
Precisamente la celebración
eucarística, concluyó el Pontífice, es «otro encuentro con Jesús, para realizar
lo que hemos escuchado» en el Evangelio (Juan 6, 52-59): «El que come mi carne
y bebe mi sangre habita en mí y yo en él». Sí, precisamente para permanecer así
«en el Señor, vamos ahora hacia este encuentro cotidiano».
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