Homilías del Papa y Temas sacerdotales
20/04/2015
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de hoy + homilia (de 300 palabras)
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Evangelio
de hoy + breve explicación teológica
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Día
litúrgico: Lunes III de Pascua
Texto del Evangelio (Jn
6,22-29): Después que Jesús hubo saciado a cinco mil hombres, sus discípulos le
vieron caminando sobre el agua. Al día siguiente, la gente que se había quedado
al otro lado del mar, vio que allí no había más que una barca y que Jesús no
había montado en la barca con sus discípulos, sino que los discípulos se habían
marchado solos. Pero llegaron barcas de Tiberíades cerca del lugar donde habían
comido pan. Cuando la gente vio que Jesús no estaba allí, ni tampoco sus
discípulos, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaúm, en busca de Jesús.
Al encontrarle a la
orilla del mar, le dijeron: «Rabbí, ¿cuándo has llegado aquí?». Jesús les
respondió: «En verdad, en verdad os digo: vosotros me buscáis, no porque habéis
visto señales, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado.
Obrad, no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para
la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre, porque a éste es a quien el
Padre, Dios, ha marcado con su sello». Ellos le dijeron: «¿Qué hemos de hacer
para realizar las obras de Dios?». Jesús les respondió: «La obra de Dios es que
creáis en quien Él ha enviado».
Comentario: Abbé
Jacques FORTIN (Alma (Quebec), Canadá)
Obrad (…) por el alimento
que permanece para la vida eterna
Hoy, después de la
multiplicación de los panes, la multitud se pone en busca de Jesús, y en su
búsqueda llegan hasta Cafarnaúm. Ayer como hoy, los seres humanos han buscado
lo divino. ¿No es una manifestación de esta sed de lo divino la multiplicación
de las sectas religiosas, el esoterismo?
Pero algunas personas
quisieran someter lo divino a sus propias necesidades humanas. De hecho, la
historia nos revela que algunas veces se ha intentado usar lo divino para fines
políticos u otros. Hoy, en el Evangelio proclamado, la multitud se ha
desplazado hacia Jesús. ¿Por qué? Es la pregunta que hace Jesús afirmando:
«Vosotros me buscáis, no porque habéis visto señales, sino porque habéis comido
de los panes y os habéis saciado» (Jn 6,26). Jesús no se engaña. Sabe que no
han sido capaces de leer las señales del pan multiplicado. Les anuncia que lo
que sacia al hombre es un alimento espiritual que nos permite vivir eternamente
(cf. Jn 6,27). Dios es el que da ese alimento, lo da a través de su Hijo. Todo
lo que hace crecer la fe en Él es un alimento al que tenemos que dedicar todas
nuestras energías.
Entonces comprendemos
por qué el Papa nos anima a esforzarnos para re-evangelizar nuestro mundo que
frecuentemente no acude a Dios por los buenos motivos. En la constitución
"Gaudium et Spes" ("La Iglesia en el mundo actual") los
Padres del Concilio Vaticano II nos recuerdan: «Bien sabe la Iglesia que sólo
Dios, al que ella sirve, responde a las aspiraciones más profundas del corazón
humano, el cual nunca se sacia plenamente con solo los alimentos terrenos». Y
nosotros, ¿por qué continuamos siguiendo a Jesús? ¿Qué es lo que nos
proporciona la Iglesia? ¡Recordemos lo que dice el Concilio Vaticano II!
¿Estamos convencidos del bienestar que proporciona este alimento que podemos
dar al mundo?
Comentario: Rev. D.
Josep GASSÓ i Lécera (Ripollet, Barcelona, España)
La obra de Dios es que
creáis en quien Él ha enviado
Hoy contemplamos los
resultados de la multiplicación de los panes, resultados que sorprendieron a
toda aquella multitud. Ellos bajan de la montaña, al día siguiente, hasta la
orilla del lago, y se quedan allí mirando Cafarnaúm. Se quedan allí porque no
hay ninguna barca. De hecho, sólo había habido una: aquella que en la tarde anterior
había marchado sin Jesús.
La pregunta es: ¿Dónde
se encuentra Jesús? Los discípulos han marchado sin Jesús, y, sin duda, Jesús
allá no está. ¿Dónde está, pues? Afortunadamente, la gente puede subir a unas
barcas que han ido llegando, y zarpan en busca del Señor a Cafarnaúm.
Y, efectivamente, al
llegar a la otra orilla del lago, le encuentran. Se sorprenden de su presencia
allí, y le preguntan: «Rabbí, ¿cuándo has llegado aquí?» (Jn 6,25). La realidad
es que la gente no sabía que Jesús había caminado por encima de las aguas de
manera milagrosa, y Jesús tampoco da respuesta directa a las preguntas que le
hacen.
¿Qué dirección y qué
esfuerzo llevan a encontrar a Jesús verdaderamente? Nos lo dice el mismo Señor:
«Obrad, no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para
vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre, porque a éste es a quien el
Padre, Dios, ha marcado con su sello» (Jn 6,27).
Detrás de todo esto
continúa estando la multiplicación de los panes, signo de la generosidad
divina. La gente insiste y continúa preguntando: «¿Qué hemos de hacer para
realizar las obras de Dios?» (Jn 6,28). Jesús responde claramente: «La obra de
Dios es que creáis en quien Él ha enviado» (Jn 6,29).
Jesús no pide una
multiplicación de obras buenas, sino que uno tenga fe en aquel que Dios Padre
ha enviado. Porque con fe, el hombre realiza la obra de Dios. Por esto designó
la fe misma como obra. En María tenemos el mejor modelo de amor manifestado en
obras de fe.
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