Homilías del Papa y Temas sacerdotales
Los niños tienen derecho a una
familia con un padre y una madre,
no a familia ideológica
2014-11-17 Radio Vaticana
Los niños tienen derecho a una
familia con un padre y una madre, capaces de crear un ambiente idóneo a su
desarrollo y a su maduración afectiva: lo subrayó el Papa Francisco a los
participantes en el Coloquio Internacional sobre la complementariedad entre el
hombre y la mujer, promovido en el Vaticano por la Congregación para la
Doctrina de la Fe.
El Papa ha recalcado que no hay
que caer en la trampa de calificar la familia con conceptos de naturaleza
ideológica que solamente tienen fuerza en un momento de la historia y luego
decaen. La familia es un hecho antropológico, la familia es familia. La familia
es en sí misma, tiene una fuerza en sí misma.
Reflexionando sobre el título del
coloquio el Pontífice destacó que “complementariedad”, es una palabra preciosa,
con múltiples valencias, que puede referirse a diversas situaciones, en las
cuales, un elemento completa al otro o suple una carencia suya. No obstante,
prosiguió el Santo Padre, la complementariedad es mucho más que esto.
"Reflexionar sobre la complementariedad
- dijo - no es otra cosa que meditar sobre las armonías dinámicas que están al
centro de toda la Creación. Ésta es la palabra clave: armonía. La
complementariedad, es la base del matrimonio y la familia, primera escuela en
donde aprendemos a apreciar nuestros dones y aquellos de los otros y en donde
se aprende el arte de vivir juntos”.
Esta complementariedad entre
hombre y mujer, continuó el Papa, asume muchas formas porque cada hombre y cada
mujer aporta la propia contribución personal en el matrimonio y en la educación
de los hijos. La propia riqueza personal, el propio carisma personal y la
complementariedad se transforman así en una gran riqueza, y no sólo es un bien,
sino también belleza.
Y observó que en nuestro tiempo,
el matrimonio y la familia están en crisis. “Vivimos en una cultura de lo
provisorio, en la cual tantas personas renuncian al matrimonio como compromiso
público. Esta revolución en las costumbres y en la moral, que a menudo, ha
hecho flamear la bandera de la libertad ‘entre comillas’, en realidad ha traído
devastación espiritual y material a un sinnúmero de seres humanos,
especialmente los más vulnerables”, constató.
Finalmente la exhortación del
Pontífice a pensar en los jóvenes y a no dejar que se dejen envolver por la mentalidad
dañina de lo provisorio. “Ir contracorriente, y no caer en la trampa de ser
calificados con conceptos ideológicos. La familia es un hecho antropológico y
en consecuencia un hecho social, cultural, afirmó el Papa. No podemos
calificarla con conceptos de naturaleza ideológica que solamente tienen fuerza en un momento de la historia y luego
decaen. Hoy no se puede hablar de familia conservadora y familia progresista,
la familia es familia. La familia es en sí misma, tiene una fuerza en sí misma.
No se dejen calificar así, por este u otros conceptos de naturaleza
ideológica”.
Al concluir el discurso, la
confirmación del Papa de su próxima visita a Filadelfia, en septiembre del
2015, en ocasión de octavo Encuentro Mundial de las Familias.
Texto
completo del Discurso del Papa Francisco
Queridos
hermanos y hermanas,
Los saludo cordialmente y
agradezco al Cardenal Müller por las palabras con las cuales ha introducido
este encuentro.
1.
Ante todo, quisiera compartir una reflexión sobre el título de su
Coloquio. “Complementariedad”: es una palabra preciosa, con múltiples
valencias. Puede referirse a diversas situaciones en el cual un elemento
completa al otro o lo sustituye en una carencia suya. Todavía,
complementariedad es mucho más que esto. Los cristianos encuentran el
significado en la Primera Carta de San Pablo a los Corintios, donde el apóstol
dice que el Espíritu ha dado a cada uno diversos dones en modo que, como los
miembros del cuerpo humano se complementan para el bien del entero organismo,
los dones de cada uno pueden contribuir
para el bien de todos (cfr 1 Cor 12). Reflexionar sobre la complementariedad no
es otra cosa que meditar sobre las armonías dinámicas que están al centro de
toda la Creación. Y esta es la palabra clave: armonía. Todas las
complementariedades el Creador los ha hecho para que el Espíritu Santo, que es
el autor de la armonía, haga esta armonía.
Oportunamente se han reunido en
este Coloquio Internacional para profundizar el tema de la complementariedad
entre el hombre y la mujer. De hecho, esta complementariedad está a la base del
matrimonio y de la familia, que es la primera escuela donde aprendemos a
apreciar nuestros dones y aquellos de los demás y donde comenzamos a aprender
el arte del vivir juntos. Para la mayor parte de nosotros, la familia
constituye el lugar principal en el cual iniciamos a “respirar” valores e
ideales, como también a realizar nuestro potencial de virtudes y de caridad. Al
mismo tiempo, como sabemos, las familias son lugares de tensiones: entre
egoísmo y altruismo, entre razón y pasión, entre deseos inmediatos y objetivos
a largo tiempo, etc. Pero las familias también proporcionan el ambiente en el
cual se resuelven tales tensiones: y esto es importante. Cuando hablamos de complementariedad
entre hombre y mujer en este contexto, no debemos confundir tales términos con
la idea simplicista que todos los roles y las relaciones de ambos sexos están
comprendidas en un modelo único y estático. La complementariedad asume muchas formas,
porque cada hombre y cada mujer aportan su propia contribución personal al
matrimonio y a la educación de los hijos. La propia riqueza personal, el propio
carisma personal, y la complementariedad se convierten así en una grande
riqueza. Y no sólo es un bien, sino también es belleza.
2.
En nuestro tiempo el matrimonio y la familia están en crisis. Vivimos en
una cultura de lo provisorio, en el cual siempre más personas renuncian al
matrimonio como compromiso público. Esta revolución en las costumbres y en la
moral muchas veces ha agitado la bandera de la libertad – entre comillas –,
pero en realidad ha traído devastación espiritual y material a numerosos seres
humanos, especialmente a los más vulnerables. Es siempre más evidente que el
declino de la cultura del matrimonio está asociado a un aumento de la pobreza y
a una serie de otros numerosos problemas sociales que hieren de manera
desproporcionada a las mujeres, los niños y los ancianos. Y son siempre ellos
los que sufren más, en esta crisis.
La crisis de la familia ha dado
origen a una crisis de ecología humana, porque los ambientes sociales, como los
ambientes naturales, tiene necesidad de ser protegidos. Si bien la humanidad ha
comprendido ahora la necesidad de afrontar lo que constituye una amenaza para
los ambientes naturales, somos lentos – pero somos lentos, ¿eh?, en nuestra
cultura, también en nuestra cultura católica – somos lentos en reconocer que
también nuestros ambientes sociales están en riesgo. Es pues indispensable
promover una nueva ecología humana y hacerla caminar adelante.
3.
Es necesario insistir sobre los pilares fundamentales que sostienen una
nación: sus bienes inmateriales. La familia permanece en el fundamento de la
convivencia y la garantía contra la exfoliación social. Los niños tienen el
derecho de crecer en una familia, con un papá y una mamá, capaces de crear un
ambiente idóneo a su desarrollo y a su maduración afectiva. Por esta razón, en
la Exhortación apostólica Evangelii Gaudium, he puesto el acento sobre la contribución
«indispensable» del matrimonio a la sociedad, contribución que «supera el nivel
de la emotividad y de la necesidad contingente de la pareja» (n. 66). Por esto
les estoy agradecido por el énfasis puesto por su Coloquio sobre los beneficios
que el matrimonio puede aportar a los hijos, a los mismos esposos y a la
sociedad.
En estos días, mientras
reflexionaran sobre la complementariedad entre el hombre y la mujer, los
exhorto a dar realce a otra verdad concerniente al matrimonio: que el compromiso
definitivo en relación de la solidaridad, de la fidelidad y del amor responde a
los deseos más profundos del corazón humano. Pensemos sobre todo a los jóvenes
que representan el futuro: es importante que ellos no se dejen envolver por la
mentalidad dañina de los provisional y sean revolucionarios con el coraje para
buscar un amor fuerte y duradero, es decir de ir contracorriente: se debe hacer
esto. Y sobre esto quisiera decir una cosa, ¿no? No debemos caer en la trampa
de ser calificados con conceptos ideológicos. La familia es un hecho
antropológico, y consecuentemente un hecho social, de cultura, etc. Y nosotros
no podemos calificarla con conceptos de naturaleza ideológica que solamente
tiene fuerza en un momento de la historia, y después caen. No se puede hablar
hoy de familia conservadora o de familia progresista: la familia es familia.
Pero no se dejen calificar así por esto o por otros conceptos, de naturaleza
ideológica. La familia es en sí misma, tiene una fuerza en sí misma.
Pueda este Coloquio ser fuente de
inspiración para todos aquellos que buscan sostener y reforzar la unión del
hombre y de la mujer en el matrimonio como un bien único, natural, fundamental
y bello para las personas, las familias, las comunidades y la sociedad.
En este contexto me gustaría
confirmar que, a Dios rogando, en septiembre de 2015 iré a Philadelphia para el
octavo Encuentro Mundial de las Familias.
Les agradezco por sus oraciones
con las cuales acompañan mi servicio a la Iglesia. Yo también rezo por ustedes
y los bendigo de corazón.
Muchas gracias.
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