Homilías del Papa y Temas sacerdotales
Cuando
la conversión llega a los bolsillos es segura, dijo el Papa
2014-11-18
Radio Vaticana
Atentos
a no convertirse en cristianos tibios, cómodos o de apariencia. Es la
admonición que hizo el Papa Francisco en su homilía de la Misa matutina
celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta. El Pontífice subrayó que los
cristianos deben responder siempre a la llamada de Jesús a la conversión, de lo
contrario, de pecadores se vuelven corruptos.
Convertirse
es una gracia, “es una visita de Dios”. Refiriéndose a la liturgia del día, el
Papa Francisco se inspiró en un pasaje del Apocalipsis de Juan y en el
encuentro entre Jesús y Zaqueo, para detenerse en el tema de las conversiones.
En la primera lectura – observó el Papa – el Señor pide a los cristianos de
Laodicea que se conviertan porque han caído en “la tibieza”. Viven en la
“espiritualidad de la comodidad”. Y piensan: “Hago las cosas como puedo, pero
estoy en paz sin que nadie venga a molestarme con cosas extrañas”.
Quien
vive así – afirmó el Papa – piensa que no le falta nada: “Voy a Misa los
domingos, rezo algunas veces, me siento bien, estoy en gracia de Dios, soy
rico” y “no tengo necesidad de nada, estoy bien”. Este “estado de ánimo –
advirtió – es uno estado de pecado: la comodidad espiritual es un estado de
pecado”. Y con éstos – recordó el Santo Padre – el Señor “no ahorra palabras” y
les dice: “Porque eres tibio estoy por vomitarte de mi boca”. Sin embargo –
prosiguió explicando – les da el consejo de “vestirse”, porque “los cristianos
cómodos están desnudos”.
Y
añadió que “hay una segunda llamada” a los “que viven de las apariencias, los
cristianos de las apariencias”. Estos se creen vivos pero están muertos. Y a
ellos el Señor les pide que estén atentos. “Las apariencias – dijo el Papa –
son el sudario de estos cristianos: están muertos”. Y el Señor los “llama a la
conversión”.
Nosotros
debemos preguntarnos: “¿Yo soy uno de estos cristianos de apariencias? ¿Estoy
vivo dentro?, ¿tengo una vida espiritual? ¿Siento al Espíritu Santo?, ¿escucho
al Espíritu?, ¿voy adelante, o …? Pero, si parece que todo está bien, no tengo
nada que reprocharme: tengo una buena familia, la gente no habla mal de mí,
tengo todo lo necesario, estoy casado por la Iglesia… estoy ‘en gracia de
Dios’, estoy tranquilo. ¡Las apariencias! Cristianos de apariencia… ¡Están
muertos! Pero hay que buscar algo vivo dentro y con la memoria y la vigilancia,
reavivar esto para que vaya adelante. Convertirse: de las apariencias a la
realidad. De la tibieza al fervor”.
La
tercera llamada a la conversión es con Zaqueo, “jefe de los publicanos y rico”.
“Es un corrupto – dijo el Papa – y añadió: trabajaba para los extranjeros, para
los romanos, traicionaba a su patria”:
“Era
uno más como los tantos dirigentes que nosotros conocemos: corruptos. Estos
que, en lugar de servir al pueblo, explotan al pueblo para servirse a sí
mismos. Hay alguno, en el mundo. Y la gente no lo quería. Éste sí, no era
tibio; no estaba muerto. Estaba en estado de putrefacción. Verdaderamente
corrupto. Pero sintió algo dentro: 'a este sanador, este profeta que dicen que
habla tan bien, yo querría verlo, por curiosidad'. El Espíritu Santo es astuto,
¡eh! Y sembró la semilla de la curiosidad, y aquel hombre para ver a Jesús
incluso hace un poco el ridículo. Piensen en un dirigente que sea importante, y
también que sea un corrupto, que se sube a un árbol para mirar una procesión:
¡qué ridículo!”
Zaqueo
– dijo también el Papa – “no tuvo vergüenza”. Quería ver a Jesús, y “dentro
trabajaba el Espíritu Santo”. Y después “la Palabra de Dios entró en aquel
corazón y con la Palabra, la alegría”. “Quienes viven en la comodidad o en la
apariencia – subrayó Francisco – han olvidado lo que es la alegría; este
corrupto la recibe inmediatamente”, “el corazón cambia, se convierte”. Y así
Zaqueo promete devolver cuatro veces cuanto había robado:
“Cuando
la conversión llega a los bolsillos, es segura. ¿Cristianos de corazón? Sí,
todos. ¿Cristianos de alma? Todos. Pero, cristianos de bolsillos, ¡pocos, eh!
Pocos. Zaqueo se convirtió. Y los que no querían la conversión, los que no
querían convertirse, viendo que Jesús iba a casa de Zaqueo murmuraban: ‘¡Ha entrado
en la casa de un pecador!’: se ha ensuciado, ha perdido la pureza. Debe
purificarse porque ha entrado en casa de un pecador”.
Son
tres las llamadas de conversión que el mismo Jesús hace "a los tibios, a
los cómodos y a quienes viven en la apariencia, a quienes se creen ricos pero
son pobres, no tienen nada, están muertos". La Palabra de Dios "puede
cambiar todo", pero "no siempre tenemos el valor de creer en la
Palabra de Dios, de recibir esa Palabra que nos sana por dentro".
La
Iglesia, concluyó el Papa, quiere que en estas últimas semanas del año
litúrgico "pensemos muy, muy seriamente en nuestra conversión, para que
podamos avanzar en el camino de nuestra vida cristiana". Y nos dice que
“recordemos la Palabra de Dios, para custodiarla, vigilar y también obedecer a
la Palabra de Dios, para que nosotros comencemos una vida nueva, convertida”.
(María
Fernanda Bernasconi - RV).
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