Homilías del Papa y Temas sacerdotales
El Papa Francisco en el
cementerio romano del Verano pide detener la descabellada carrera hacia la
destrucción y la exclusión de las personas y en el Ángelus recuerda que los
santos son los últimos para el mundo pero los primeros para Dios ·
3 de Noviembre de 2014
Cuando el hombre se adueña de
todo creyéndose Dios, se convierte en artífice de devastación y destrucción. Al
celebrar la misa en el cementerio romano del Verano, el sábado 1 de noviembre,
por la tarde, el Papa Francisco denunció con tono preocupante el «egoísmo de
los devastadores» que destruyen la creación y siembran por doquier restos de
muerte. El Pontífice habló de una auténtica «industria de la destrucción», que
en todo el mundo alimenta las guerras y difunde la «cultura del descarte» sobre
todo en relación con los niños, ancianos y jóvenes sin trabajo.
En su homilía el Papa Francisco
evocó la imagen de tantos pobres obligados a abandonar su tierra y a vivir sin
casa, medicinas y alimento: «parece –constató– que esta gente, estos niños hambrientos,
enfermos, parece que no cuentan, que son de otra especie, que no son humanos».
Recordó también a los perseguidos por causa de la fe y a todos los que han
pasado a través de «la gran tribulación». Santos a menudo «desconocidos»:
hombres y mujeres «comunes, sencillos, a veces los “últimos” para el mundo,
pero los “primeros” para Dios», los había definido en el Ángelus que rezó en la
plaza de San Pedro, invitando a los fieles a orar para que Jerusalén –«ciudad
santa querida por los judíos, cristianos y musulmanes»– se convierta en «signo
y anticipación de la paz que Dios desea para toda la familia humana».
El recuerdo de las víctimas de
las guerras y las violencias, de los «muchos “pequeños” del mundo abrumados por
el hambre y la miseria», de los hermanos y hermanas «asesinados porque son
cristianos» y de «quienes sacrificaron su vida para servir a los demás» volvió
luego durante la oración mariana del domingo 2 de noviembre, día que el Papa
dedicó también a la conmemoración de sus predecesores difuntos, con un momento
de oración en privado en la cripta vaticana.
En sufragio de los cardenales,
arzobispos y obispos fallecidos durante el año, el Pontífice presidió la misa
el lunes 3, por la mañana, en la basílica vaticana.
Papa Francisco
Ser santos y ser hijos es la
misma cosa, lo recuerda el Papa
2014-11-01 Radio Vaticana
(RV).- La tarde del sábado 1 de
noviembre el Papa Francisco presidió en el Cementerio romano del Verano, la
Misa en la Solemnidad de Todos los Santos. “Personas que pertenecen totalmente
a Dios”, así definió el Obispo de Roma a todos aquellos, la mayor parte
desconocidos hombres y mujeres que, en
lo escondido, han vivido el ideal de las Bienaventuranzas: han sido pobres de
espíritu, es decir humildes; han sentido la aflicción por sus males y por el de los demás; se han comprometido a
construir la paz y la concordia, comenzando por sus propios ambientes de vida;
han practicado con alegría la misericordia y la caridad; han conservado la
pureza del corazón; han sabido elegir con valentía, a costo de ser
ridiculizados, incomprendidos, marginados. Dios los recuerda uno por uno,
nombre por nombre. “La santidad consiste en una vida filial, a imagen de
Jesús”, observó también el Papa, puntualizando que “ser santos y ser hijos es
la misma cosa”. Durante esta celebración, que congregó especialmente a gran
cantidad de fieles romanos, se expusieron para la veneración de los fieles, las
reliquias de los dos Papas canonizados recientemente: Juan XXIII y Juan Pablo
II. Se dirigieron oraciones especiales por los cristianos perseguidos por causa
de la fe y una vez más por los pobres, los sufrientes y los que no tienen
esperanza. Al final de la liturgia, el Papa pronunció una oración de bendición
de las tumbas. (RC)
(from Vatican Radio)
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