Blog de Tío Paco-Franjaoli-Franja
Síntesis de la homilía del Papa Francisco en las Misas
de la Casa de Santa Marta.
El amor
cristiano es concreto y generoso,
no es el de las telenovelas, dijo el Papa en
su homilía
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2014-01-09
Radio Vaticana
El amor cristiano
tiene siempre la característica de ser “concreto”. Por tanto, es un amor que
“está más en las obras que en las palabras”, está “más en el dar que en el
recibir”. Lo dijo esta mañana el Papa Francisco en la homilía de la Misa
celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta.
Ninguna
sensiblería: o es un amor altruista y solícito, que se arremanga y mira a los
pobres, que prefiere dar más que recibir, o no tiene nada que ver con el amor
cristiano. El Papa Francisco fue neto sobre la cuestión y se dejó guiar en su
reflexión ante todo por las palabras contenidas en la primera Carta de Juan, en
la que el Apóstol insiste en repetir: “Si nos amamos unos a otros, Dios
permanece en nosotros y el amor de él es perfecto en nosotros”. A la vez que
observó que la experiencia de la fe, está precisamente en este “doble
permanecer”:
“Nosotros
en Dios y Dios en nosotros: ésta es la vida cristiana. No permanecer en el
espíritu del mundo, no permanecer en la superficialidad, no permanecer en
idolatría, no permanecer en vanidad. No, no: permanecer en el Señor. Y Él
retribuye esto: Él permanece en nosotros. Pero, primero, permanece Él en
nosotros. Tantas veces lo echamos y nosotros no podemos permanecer en Él. Es el
Espíritu el que permanece”.
Una vez
aclarada la dinámica del espíritu que mueve el amor cristiano, el Papa
Francisco pasó a considerar la carne. “Permanecer en el amor” de Dios, afirmó,
no es tanto un éxtasis del corazón, “una cosa bella que sentimos”:
“¡Miren
que el amor del que habla Juan no es el amor de las telenovelas! No, es otra
cosa. El amor cristiano tiene siempre una cualidad: la concreción. El amor
cristiano es concreto. El mismo Jesús, cuando habla del amor, nos habla de
cosas concretas: dar de comer a los hambrientos, visitar a los enfermos y
tantas cosas concretas. El amor es concreto. La concreción cristiana. Y cuando
no existe esta concreción, se puede vivir un cristianismo de ilusiones, porque
no se comprende bien dónde está el centro del mensaje de Jesús. Este amor no
llega a ser concreto: es un amor de ilusiones, como estas ilusiones que tenían
los discípulos cuando, viendo a Jesús, creían que era un fantasma”.
El
“fantasma” es aquel que precisamente – en el episodio del Evangelio – los
discípulos vislumbran maravillados y temerosos que va hacia ellos caminando
sobre el mar. Pero su estupor nace de una dureza del corazón, porque – como
dice el mismo Evangelio – “no habían comprendido” la multiplicación de los
panes que había tenido lugar poco antes. “Si tú tienes el corazón endurecido –
comentó el Papa Francisco –no puedes amar y piensas que el amor es eso de
figurarse cosas. No, el amor es concreto”. Y esta concreción, añadió, se funda
en dos criterios:
“El
primer criterio: amar con las obras, no con las palabras. ¡A las palabras se
las lleva el viento! Hoy estoy, mañana no estoy. El segundo criterio de
concreción es que en el amor es más importante dar que recibir. El que ama da,
da... Da cosas, da vida, se da a sí mismo a Dios y a los demás. En cambio quien
no ama, quien es egoísta, siempre trata de recibir, siempre trata de tener
cosas, tener ventajas. Permanecer con el corazón abierto, no como era el de los
discípulos, que estaba cerrado, que no entendían nada: permanecer en Dios y
Dios permanece en nosotros; permanecer en el amor”.
(María
Fernanda Bernasconi – RV).
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