Blog de Tío Paco-Franjaoli-Franja
Síntesis de la homilía del Papa Francisco
en la Misa que
celebra todas las mañanas
en la Capilla de la Casa de Santa Marta.
Pidamos un corazón abierto
para recibir la Palabra de Dios,
el
Papa el viernes en Santa Marta
2014-01-17 Radio Vaticana
(RV).- (Audio) El don de
ser hijos de Dios no se puede “vender” por un mal entendido sentido de
“normalidad”, que induce a olvidar su Palabra y a vivir como si Dios no
existiese. Fue la reflexión que el Papa Francisco propuso la mañana del
viernes, durante la homilía de la Misa presidida en la Casa de Santa Marta.
La tentación de querer ser “normales”, cuando en cambio se es hijo
de Dios. Que en esencia quiere decir ignorar la Palabra del Padre y seguir sólo
la humana, la “palabra del propio deseo”, escogiendo en cierto modo “vender” el
don de una predilección para sumergirse en una “uniformidad mundana”. Esta
tentación el pueblo judío del Antiguo Testamento la experimentó más de una vez,
recordó el Santo Padre, que se detuvo en el episodio propuesto por el pasaje de
la liturgia tomado del primer Libro de Samuel. En él, los jefes del pueblo
piden al mismo Samuel, ya viejo, establecer para ellos un nuevo rey, de hecho
pretendiendo autogobernarse. En aquel momento, observó el Pontífice, “el pueblo
rechaza a Dios: no sólo no escucha la Palabra de Dios, sino que la rechaza”. Y
la frase reveladora de este desapego, subrayó el Papa, es aquella proferida por
los ancianos de Israel: queremos un “rey juez”, porque así “también nosotros
seremos como todos los pueblos”. O sea, observó Francisco, “rechazan al Señor
del amor, rechazan la elección y buscan el camino de la mundanidad”, de forma parecida
a tantos cristianos de hoy:
“La normalidad de la vida exige del cristiano fidelidad a su
elección y no venderla para ir hacia una uniformidad mundana. Esta es la
tentación del pueblo, y también la nuestra. Tantas veces, olvidamos la Palabra
de Dios, aquello que nos dice el Señor, y tomamos la palabra que está de moda,
¿no?, también aquella de la telenovela está de moda, tomemos esa, ¡es más
divertida! La apostasía es precisamente el pecado de la ruptura con el Señor,
pero es clara: la apostasía se ve claramente. Esto es más peligroso, la
mundanidad, porque es más sutil”.
“Es verdad que el cristiano debe ser normal, como son normales
las personas”, reconoció el Obispo de Roma, “pero – insistió – existen valores
que el cristiano no puede tomar para sí. El cristiano debe retener sobre él la
Palabra de Dios que le dice: ‘tú eres mi hijo, tú eres elegido, yo estoy
contigo, yo camino contigo’”. Por lo tanto resistiendo a la tentación – como en
el episodio de la Biblia – de considerarse víctimas de “un cierto complejo de
inferioridad”, de no sentirse un “pueblo normal”:
“La tentación viene y endurece el corazón y cuando el corazón es
duro, cuando el corazón no está abierto, la Palabra de Dios no puede entrar.
Jesús decía a los de Emaús: ‘¡Necios y lentos de corazón!’. Tenían el corazón
duro, no podían entender la Palabra de Dios. Y la mundanidad ablanda el
corazón, pero mal: un corazón blando ¡jamás es una cosa buena! El bueno es el
corazón abierto a la Palabra de Dios, que la recibe. Como la Virgen, que
meditaba todas estas cosas en su corazón, dice el Evangelio. Recibir la Palabra
de Dios para no alejarse de la elección”.
Pidamos, entonces – concluyó el Papa Francisco – “la gracia de
superar nuestros egoísmos: el egoísmo de querer hacer de las mías, como yo
quiero”:
“Pidamos la gracia de superarlos y pidamos la gracia de la
docilidad espiritual, o sea abrir el corazón a la Palabra de Dios y no hacer
como han hecho estos nuestros hermanos, que cerraron el corazón porque se
alejaron de Dios y desde hacía tiempo no sentían y no entendían la Palabra de
Dios. Que el Señor nos de la gracia de un corazón abierto para recibir la
Palabra de Dios y para meditarla siempre. Y de ahí tomar el verdadero camino”.
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