Blog de Tío Paco-Franjaoli-Franja
Síntesis de la homilía del Papa Francisco en las Misa que
celebra todas las mañanas en la Capilla de la Casa de Santa Marta.
El hombre ve la apariencia, pero el Señor el corazón,
el Papa el
martes en Santa Marta
2014-01-21 Radio Vaticana
(RV).- Custodiemos nuestra pequeñez para dialogar con la
grandeza del Señor. Lo afirmó el Papa Francisco en la Misa matutina en la Casa
de Santa Marta. El Pontífice subrayó que el Señor tiene con nosotros una
relación personal, jamás un diálogo masivo. El Señor, prosiguió, elige siempre
a los pequeños, quien tiene menos poder, es porque mira a nuestra humildad.
El Señor y los pequeños. El Santo Padre centró su homilía en
este binomio subrayando que “la relación del Señor con su pueblo es una
relación personal” “siempre, de persona a persona”. Él, agregó, “es el Señor y
el pueblo tiene un nombre”, “no es un diálogo entre el poderoso y la masa”. Es
un diálogo “personal”:
“Y en un pueblo, cada uno tiene su lugar. El Señor jamás habla a
la gente así, a la masa, jamás. Habla siempre personalmente, con los nombres. Y
elige personalmente. El relato de la creación es una figura que hace ver esto:
es el mismo Señor que con sus manos artesanalmente hace al hombre y le da un
nombre: 'Tú te llamas Adán'. Y así comienza aquella relación entre Dios y la
persona. Y hay otra cosa, una relación entre Dios y nosotros pequeños: Dios, es
grande, y nosotros pequeños. Cuando debe elegir a las personas, también a su
pueblo, Dios siempre elige a los pequeños”.
Dios, prosiguió, elige a su pueblo porque es “el más pequeño”,
tiene “menos poder” que los otros pueblos. Precisamente hay un “diálogo entre
Dios y la pequeñez humana”. También la Virgen dirá: “El Señor ha mirado mi
humildad”. El Señor “ha elegido a los pequeños”. En la primera Lectura de hoy,
observó, “se ve claramente esta actitud del Señor”. El profeta Samuel está ante
el más grande de los hijos de Jesé y piensa que sea “su consagrado, porque era
un hombre alto, grande”. Pero el Señor, observó el Pontífice, le dice “No te
fijes en su aspecto ni en lo elevado de su estatura, porque yo lo he
descartado, porque aquello que ve el hombre no cuenta”. De hecho, recalcó el
Pontífice, “el hombre ve la apariencia, pero el Señor ve el corazón. El Señor
elige según sus criterios”. Y elige “a los débiles y a los dóciles, para confundir
a los poderosos de la tierra”. Al final, por lo tanto, “el Señor escoge a
David, el más pequeño”, que “no contaba para su padre”. “No estaba en casa”,
estaba “cuidando las ovejas”. El mismo David también “fue elegido”:
“Todos nosotros con el Bautismo hemos sido elegidos por el
Señor. Todos somos elegidos. Nos ha elegido uno a uno. Nos ha dado un nombre y
nos mira. Hay un diálogo, porque el Señor ama así. También David luego se
volvió rey y se equivocó. Quizás cometió tantas equivocaciones, pero la Biblia
nos cuenta dos errores fuertes, dos errores de aquellos grandes. ¿Qué hizo
David? Se humilló. Volvió a su pequeñez y dijo: ‘Soy un pecador’. Y pidió
perdón e hizo penitencia”.
Y después del segundo pecado, prosiguió, David dijo al Señor:
“Castígame, no al pueblo. El pueblo no tiene la culpa, yo soy el culpable”.
David, reflexionó el Obispo de Roma, “custodió su pequeñez, con el
arrepentimiento, con la oración, con el llanto”. “Pensando en estas cosas, en
este diálogo entre el Señor y nuestra pequeñez”, agregó, “me pregunto dónde
está la fidelidad cristiana”:
“La fidelidad cristiana, nuestra fidelidad, es simplemente
custodiar nuestra pequeñez, para que pueda dialogar con el Señor. Custodiar
nuestra pequeñez. Por esto la humildad, la docilidad, son muy importantes en la
vida del cristiano, porque es una custodia de la pequeñez, a la cual el Señor
gusta mirar. Y siempre existirá el diálogo entre nuestra pequeñez y la grandeza
del Señor. Que el Señor nos dé, por intercesión de San David - también por la
intercesión de la Virgen que cantaba alegre a Dios, porque había mirado su
humildad - el Señor nos de la gracia de custodiar ante Él nuestra pequeñez”.
(RC-RV)
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