Homilías del Papa y Temas sacerdotales
Francisco:
las palabras que revelan si somos cristianos
de la luz, de las tinieblas o “grises”
2014-10-27
Radio Vaticana
Homilía
de la Misa matutina en Santa Marta
(RV). El examen de conciencia sobre nuestras
palabras nos hará comprender si somos cristianos de la luz, de las tinieblas o
cristianos “grises”. Lo afirmó el Papa Francisco en su homilía de la misa matutina
celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta.
Los hombres se reconocen por sus
palabras. San Pablo – afirmó el Papa – al invitar a los cristianos a
comportarse como hijos de la luz y no como hijos de las tinieblas, “hace una
catequesis sobre la palabra”. Y dijo que hay cuatro palabras para entender si
somos hijos de las tinieblas:
“¿Es palabra hipócrita? ¿Un poco
de acá, un poco de allá, para estar bien con todos? ¿Es una palabra vacía, sin
sustancia, llena de vacuidad? ¿Es una palabra vulgar, trivial, es decir
mundana? ¿Una palabra sucia, obscena? Estas cuatro palabras no son las de los
hijos de la luz, no vienen del Espíritu Santo, no vienen de Jesús, no son
palabras evangélicas… este modo de hablar, hablar siempre de cosas sucias o de
mundanidad o de vacuidad o hablar hipócritamente”.
¿Cuál es, por tanto – se preguntó
Francisco – la palabra de los Santos, es decir la de los hijos de la luz?
“Lo dice Pablo: ‘Háganse
imitadores de Dios: caminen en la caridad; caminen en la bondad; caminen en la
mansedumbre. Quien camina así... ‘Sean misericordiosos – dice Pablo –
perdonándose recíprocamente, como Dios los ha perdonado a ustedes en Cristo.
Háganse, por lo tanto, imitadores de Dios y caminen en la caridad’, es decir,
caminen en la misericordia, en el perdón, en la caridad. Ésta es la palabra de
un hijo de la luz”.
El Santo Padre observó además que
hay cristianos “luminosos, llenos de luz”, que tratan de servir al Señor con
esta luz y añadió que hay “cristianos tenebrosos” que conducen “una vida de
pecado, una vida alejada del Señor” y que usan esas cuatro palabras que “son
del maligno”. “Pero hay un tercer grupo de cristianos”, que no son “luminosos
ni oscuros”:
“Son los cristianos grises. Y
estos cristianos grises una vez están de esta parte, y otra vez de aquella. La
gente dice de éstos: ‘Pero esta persona ¿está bien con Dios o con el diablo?’
¡Eh! Siempre en el gris. Son los tibios. No son ni luminosos ni oscuros. Y a
éstos Dios no los ama. En el Apocalipsis, el Señor a estos cristianos grises
les dice: ‘Pero no, tú no eres ni caliente, ni frío. Ojalá fueras caliente o
frío. Pero porque eres tibio – tan gris – estoy por vomitarte de mi boca’. El
Señor es fuerte con los cristianos grises. ‘Yo soy cristiano, ¡pero sin
exagerar!’ dicen, y hacen tanto mal, porque su testimonio cristiano es un
testimonio que, al final, siembra confusión, siembra un testimonio negativo”.
No nos dejemos engañar por las
palabras vacías – fue la exhortación del Papa Francisco – “oímos tantas,
algunas bellas, bien dichas, pero vacías, sin nada adentro”. Comportémonos en
cambio como hijos de la luz. Y concluyó diciendo: “Nos hará bien hoy pensar en
nuestro lenguaje y preguntarnos: ¿Soy cristiano de la luz? ¿Soy cristiano de la
oscuridad? ¿Soy cristiano gris? Y así podemos dar un paso adelante para
encontrar al Señor”.
(María Fernanda Bernasconi - RV).
Estar
dentro de la Iglesia, no detenernos en la recepción,
dijo el Papa
2014-10-28
Radio Vaticana
(RV).- A la Iglesia “la hace
Jesús”, que no ve el pecado del hombre sino su corazón, al que busca para
curarlo. Fue la reflexión del Papa Francisco en su homilía de la Misa matutina
celebrada en la Capilla de la Casa de Santa Marta.
El “trabajo” lo ha hecho Jesús
hace dos mil años, cuando eligió a doce columnas para construir la Iglesia y
poniéndose a sí mismo como “base” y “piedra angular”. Después, esa Iglesia
abrió de par en par sus puertas a todos, sin distinción, porque a Cristo le
interesa amar y curar los corazones, y no contar los pecados. El Papa Francisco
reflexionó con el Evangelio del día, que relata el nacimiento de la Iglesia y
la llamada de los Apóstoles, y con la Lectura de Pablo, que describe a la
Iglesia como un edificio que crece “bien ordenado” sobre sus cimientos. En
particular, el Obispo de Roma dirigió su atención a las acciones que marcan la
fundación de la Iglesia. Jesús que se retira en oración. Después elige a los
doce y, al mismo tiempo, acoge y cura a quien tan sólo trata de tocarlo:
“Jesús ora, Jesús llama, Jesús
elige, Jesús envía a los discípulos, Jesús cura a la muchedumbre. En este
templo, este Jesús que es la piedra angular hace todo este trabajo: es Él quien
lleva adelante la Iglesia de este modo. Como decía Pablo, esta Iglesia está
edificada sobre el fundamento de los Apóstoles. Este que Él ha elegido aquí:
eligió a doce. Todos pecadores, todos. Judas no era el más pecador: no sé quién
haya sido el más pecador… Judas, pobrecito, es aquel que se cerró al amor y por
esto se convirtió en traidor. Pero todos escaparon en el momento difícil de la
Pasión y dejaron solo a Jesús. Todos son pecadores. Pero Él los eligió”.
Jesús – dijo también el Papa Francisco citando a
San Pablo – nos quiere “dentro” de la Iglesia, y no como huéspedes o
extranjeros, sino “con el derecho de un ciudadano”. E insiste en que en la
Iglesia “no estamos de paso, estamos enraizados allí. Nuestra vida es allí”:
“Nosotros somos ciudadanos,
conciudadanos de esta Iglesia. Si nosotros no entramos en este templo y
formamos parte de esta construcción a fin de que el Espíritu Santo habite en
nosotros, nosotros no estamos en la Iglesia. Nosotros estamos en la puerta y
miramos: ‘Pero, qué bello… sí, esto es bello…’. Cristianos que no van más allá
de la recepción de la Iglesia: sólo allí, en la puerta… ‘Pero sí, soy católico,
sí, pero no demasiado… así…”.
Un modo de hacer esto, que no
tiene sentido con respecto al amor y a la misericordia totales que Jesús tiene
por cada persona. La demostración es la actitud de Cristo con Pedro. Incluso si
la primera de las columnas traiciona a Jesús, el Señor responde perdonando y
dejándolo en su lugar:
“A Jesús no le importó el pecado
de Pedro: buscaba su corazón. Pero para encontrar este corazón y para curarlo.
Jesús que reza y Jesús que cura, también por cada uno de nosotros. Nosotros no
podemos comprender a la Iglesia sin este Jesús que reza y sin este Jesús que
cura. Que el Espíritu Santo nos haga comprender, a todos nosotros, esta Iglesia
que tiene la fuerza en la oración de Jesús por nosotros y que es capaz de
curarnos. A todos nosotros”.
(María Fernanda Bernasconi - RV).
Gracias al Papa Francisco
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