Temas sacerdotales y Homilías del Papa.
Evitar lamentos
teatrales y rezar por quien sufre verdaderamente
2014-09-30 Radio
Vaticana
También el
lamento, en los momentos oscuros, se convierte en oración, pero estemos atentos
a los “lamentos teatrales”. Lo subrayó el Papa en su homilía de la misa
matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta. Inspirándose en un
pasaje del Libro de Job, Francisco recordó a quienes viven “grandes tragedias”,
como los cristianos echados de sus casas a causa de su fe.
Job maldice el día en
que ha nacido, su oración se presenta como una maldición. El Papa Francisco
centró su homilía en la Primera Lectura del día, que nos muestra a Job
maldiciendo su vida. Al respecto el Papa recordó que “fue puesto a prueba”.
“Perdió toda su familia; perdió todos sus bienes; perdió la salud y todo su
cuerpo se convirtió en una llaga, una llaga asquerosa”. En aquel momento –
subrayó Francisco – “perdió la paciencia y dijo esas cosas feas”. Pero él
estaba acostumbrado a hablar con la verdad y esa es la verdad que “él siente en
aquel momento”. También Jeremía – destacó el Papa – “usa casi las mismas palabras:
‘¡Maldito el día en que nací!’”. “¿Pero este hombre blasfema? Es la pregunta
que hago, dijo el Pontífice. Este hombre que está solo, así, en ese momento,
¿blasfema?”.
“Jesús, cuando se
lamenta – ‘Padre, ¡por qué me has abandonado!’ - ¿blasfema? El misterio es
éste. Tantas veces yo he escuchado a personas que están viviendo situaciones
difíciles, dolorosas, que han perdido tanto o se sienten solas y abandonadas y
vienen a lamentarse y hacen estas preguntas: ¿Por qué? ¿Por qué? Se rebelan
contra Dios. Y yo digo: ‘Sigue rezando así, porque también ésta es una
oración’. Era una oración cuando Jesús dijo a su Padre: ‘¡Por qué me has
abandonado!’”.
Es una “oración la que
hace Job aquí. Porque – evidenció el Papa – rezar es llegar a ser verdad ante
Dios. Y Job no podía rezar de otro modo”. “Se reza con la realidad – añadió
Francisco – la verdadera oración viene del corazón, del momento que uno vive”.
“Es la oración de los momentos de oscuridad, de los momentos de la vida donde
no hay esperanza, donde no se ve el horizonte”:
“Y tanta gente, tanta
hoy, está en la situación de Job. Tanta gente buena, como Job, no entiende lo
que le ha sucedido, porqué es así. Tantos hermanos y hermanas que no tienen
esperanza. Pensemos en las tragedias, en las grandes tragedias, por ejemplo
estos hermanos nuestros que por ser cristianos son echados de sus casas y
pierden todo: ‘Pero, Señor, yo he creído en ti. ¿Por qué? ¿Creer en Ti es una
maldición, Señor?’”.
“Pensemos en los
ancianos dejados de lado – prosiguió diciendo el Papa – pensemos en los
enfermos, en tanta gente sola, en los hospitales”. Para toda esta gente, y
“también para nosotros cuando vamos por el camino de la oscuridad – aseguró
Francisco – la Iglesia reza. ¡La Iglesia reza! Y toma sobre sí este dolor y
reza”. Y nosotros, “sin enfermedades, sin hambre, sin necesidades importantes –
exhortó el Pontífice – cuando tenemos un poco de oscuridad en el alma, nos
creemos mártires y dejamos de rezar”. Y hay quien dice: “¡Estoy enojado con
Dios, no voy más a Misa!”. “Pero, ¿por qué?” – se preguntó el Papa –. La
respuesta, dijo, es “por una cosa pequeñita”. Francisco recordó que Santa
Teresita del Niño Jesús, en los últimos meses de su vida, “trataba de pensar en
el cielo, y sentía dentro de sí como si una voz le dijera: ‘Pero no seas tonta,
no te crees fantasías. ¿Sabes qué cosa te espera? ¡Nada!’”.
“Tantas veces pasamos
por esta situación, vivimos esta situación. Y tanta gente que cree que
terminará en la nada. Y ella, Santa Teresa, rezaba y pedía fuerza para ir
adelante, en la oscuridad. Esto se llama entrar en paciencia. Nuestra vida es
demasiado fácil, nuestros lamentos son lamentos teatrales. Ante éstos, ante
estos lamentos de tanta gente, de tantos hermanos y hermanas que están en la
oscuridad, que prácticamente han perdido la memoria, la esperanza – que viven
ese exilio de sí mismos, son exiliados, también de sí mismos – ¡nada! Y Jesús
ha hecho este camino: de la noche al Monte de los Olivos hasta la última
palabra de la Cruz: ‘Padre, ¡por qué me has abandonado!’”.
Francisco indicó por
último dos “cosas” que pueden servir. “Primero: prepararse, para cuando vendrá
la oscuridad”, que quizá no sea tan dura como la de Job, si bien, dijo
“tendremos un tiempo de oscuridad. Preparar el corazón para aquel momento”. Y
segundo: “Rezar, como reza la Iglesia, con la Iglesia por tantos hermanos y
hermanas que padecen el exilio de sí mismos, en la oscuridad y en el
sufrimiento, sin esperanza a la mano”. Es la “oración de la Iglesia – concluyó
el Papa – por estos tantos ‘Jesús que sufren, que están por doquier”.
(María Fernanda
Bernasconi – RV).
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