Homilías del Papa y Temas sacerdotales
Somos un pueblo unido en Jesús
2014-10-21 Radio Vaticana
(RV).- “El cristiano es un hombre o una mujer que
sabe esperar a Jesús y por esta razón es un hombre o una mujer de esperanza”.
Lo reafirmó el Papa Francisco en su homilía de la Misa de la mañana, celebrada
en la capilla de la Casa de Santa Marta,
El Papa también dijo que con su
sacrificio, Cristo nos ha hecho “amigos cercanos, en paz”. Personas que saben
esperar y, en la espera, cultivan una sólida esperanza. Éstos son los
cristianos, un pueblo unido por Jesús más allá de toda enemistad – explicó
Francisco –; servido por Él y dotado de un nombre. El Santo Padre reflexionó
inspirándose en el Evangelio de Lucas y en la Carta de san Pablo a los Efesios.
Ante todo, recordó, Cristo habla
a sus discípulos comparándose con el patrón que regresa tarde, por la noche, de
la fiesta de matrimonio y llama “bienaventurados” a los siervos que lo esperan
despiertos y con las lámparas encendidas. En la escena siguiente Jesús se hace
siervo de sus servidores, llevándoles la comida a la mesa.
El Papa Bergoglio observó que el
primer servicio que el Maestro hace a los cristianos es darles “la identidad”.
“Nosotros sin Cristo – dijo – no tenemos identidad”. Mientras destacando las
palabras de Pablo a los paganos, el Papa dijo “recuerden que en aquel tempo
estaban sin Cristo, excluidos de la ciudadanía de Israel”, y reafirmó que “lo
que ha venido a hacer Jesús con nosotros es daros una ciudadanía, la
pertenencia, a un pueblo, un nombre, un apellido”. Y así, de “enemigos sin
paz”, Cristo “nos ha unido” con “su sangre”, “derribando el muro de separación
que divide”:
“Todos nosotros sabemos que
cuando no estamos en paz con las personas, hay un muro. Hay un muro que nos
divide. Pero Jesús nos ofrece su servicio, el de derribar este muro, para que
podamos encontrarnos. Y si estamos divididos, no somos amigos: somos enemigos.
Y ha hecho mucho más, para reconciliar a todos en Dios. Nos ha reconciliado con
Dios: de enemigos, amigos; de extraños, hijos”.
De “gente de la calle”, de
personas que ni siquiera eran “huéspedes”, a “conciudadanos de los Santos y
familiares de Dios”, dijo también el Papa recordando a San Pablo, y añadió que
esto es lo que ha hecho Jesús con su venida. “Pero, ¿a qué condición?, se
preguntó: a condición de “esperarlo”, esperarlo como los siervos con el patrón:
“Esperar a Jesús. Quien no espera
a Jesús, cierra la puerta a Jesús, no le deja hacer esta obra de paz, de
comunidad, de ciudadanía, es más: de nombre. Nos da un nombre. Nos hace hijos
de Dios. Ésta es la actitud para esperar a Jesús, que está dentro de la
esperanza cristiana. El cristiano es un hombre o una mujer de esperanza. Sabe
que el Señor vendrá. Verdaderamente vendrá, ¡eh! No conocemos la hora, como
esos. No conocemos la hora, pero vendrá, vendrá a encontrarnos, pero no para encontrarnos
aislados, enemigos, no. A encontrarnos como Él ha hecho con su servicio: amigos
cercanos, en paz”.
El Papa Francisco concluyó con
otra pregunta que el cristiano podría hacerse: ¿cómo espero a Jesús? Y antes
aún: ¿Lo “espero o no lo espero?”:
“¿Yo creo en esta esperanza, que
Él vendrá? ¿Tengo el corazón abierto, para oír cuando llama a la puerta, cuando
abre la puerta? El cristiano es un hombre o una mujer que sabe esperar a Jesús
y por esto es hombre o mujer de esperanza. En cambio el pagano – y tantas veces
nosotros los cristianos nos comportamos como paganos – se olvida de Jesús,
piensa en sí mismo, en sus cosas, no espera a Jesús. El egoísta pagano hace
como si fuera un dios: ‘Yo me las arreglo solo’. Y así termina mal, termina sin
nombre, sin cercanía, sin ciudadanía”.
(María Fernanda Bernasconi - RV).
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