Homilías del Papa y Temas sacerdotales
Todos debemos trabajar
por la
unidad de la Iglesia
2014-10-24 Radio Vaticana
(RV). Todo cristiano está llamado a trabajar por
la unidad de la Iglesia. Es la exhortación que el Papa Francisco hizo en su
homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta.
De este modo, el Pontífice subrayó que debemos dejarnos guiar por el Espíritu
Santo que hace la unidad de la Iglesia en la diversidad de las personas.
“Yo, prisionero, los exhorto a
construir la unidad en la Iglesia”. Francisco desarrolló su reflexión partiendo
de esta exhortación de San Pablo, contenida en la Carta a los Filipenses.
“Hacer la unidad de la Iglesia – observó el Papa – es trabajo de la Iglesia y
de cada cristiano durante la historia”. Y añadió que el Apóstol Pedro “cuando
habla de la Iglesia, habla de un templo hecho de las piedras vivas, que somos
nosotros”. Y, además hizo una advertencia acerca de “aquel otro templo, el de
la soberbia que era la Torre de Babel”. Mientras el primer templo “trae la
unidad” – dijo – ese otro “es el símbolo de la desunión, de no comprenderse, de
la diversidad de las lenguas”:
“Hacer la unidad de la Iglesia,
construir la Iglesia, este templo, esta unidad de la Iglesia: éste es el deber
de todo cristiano, de cada uno de nosotros. Cuando se debe construir un templo,
un palacio, se busca un área edificable, preparada para esto. La prima cosa que
se hace es buscar la piedra de base, la piedra angular dice la Biblia. Y la
piedra angular de la unidad de la Iglesia, o mejor dicho, la piedra angular de
la Iglesia es Jesús, y la piedra angular de la unidad de la Iglesia es la
oración de Jesús en la Última Cena: ‘¡Padre, que sean uno!’. ¡Y esta es la
fuerza!”
El Papa reafirmó que Jesús es “la
piedra sobre la cual nosotros edificamos la unidad de la Iglesia” y dijo que
“sin esta piedra no se puede. No hay unidad sin Jesucristo en la base: es
nuestra seguridad”. ¿Pero quién, entonces – se preguntó Francisco – “construye
esta unidad?”. Éste – fue su respuesta – “es el trabajo del Espíritu Santo. Es
el único capaz de hacer la unidad de la Iglesia. Razón por la cual Jesús lo ha
enviado: para hacer crecer a la Iglesia, para hacerla fuerte, para hacerla
una”. Es el Espíritu – prosiguió – quien hace “la unidad de la Iglesia” en la
“diversidad de los pueblos, de las culturas, de las personas”. “¿Cómo se
construye, entonces, este templo?”, preguntó una vez más el Santo Padre. Si el
Apóstol Pedro – dijo – cuando hablaba de esto, “decía que nosotros éramos
piedras vivas en esta construcción”, San Pablo “nos aconseja no ser tanto
piedras, cuanto ladrillos débiles”. Los consejos del Apóstol para “construir
esta unidad son consejos de debilidad, según el pensamiento humano”:
“Humildad, dulzura, magnanimidad:
son cosas débiles, porque el humilde parece que no sirve para nada; la dulzura,
la mansedumbre, parecen no servir; la magnanimidad, el estar abierto a todos,
tener un corazón grande… Y después dice además: ‘Soportándose mutuamente con
amor’. Soportándose unos a otros en el amor, teniendo como interés ¿qué cosa?
Conservar la unidad. Y nosotros nos transformamos cada vez más en piedras
fuertes, en este templo, cuanto más débiles nos hacemos con estas virtudes de
la humildad, de la magnanimidad, de la dulzura, de la mansedumbre”.
El Papa reafirmó que este es “el
mismo camino que ha recorrido Jesús” que “se ha hecho débil” hasta la Cruz, “¡y
se volvió fuerte!” Y así debemos hacer nosotros: “El orgullo, la suficiencia,
no sirven”. Cuando se hace una construcción – añadió Francisco – “es necesario
que el arquitecto haga el diseño. ¿Y cuál es el diseño de la unidad de la
Iglesia?”:
“La esperanza a la que hemos sido
llamados: la esperanza de ir hacia el Señor, la esperanza de vivir en una
Iglesia viva, hecha con piedras vivas, con la fuerza del Espíritu Santo. Sólo
sobre el diseño de la esperanza podemos ir adelante en la unidad de la Iglesia.
Estamos llamados a una esperanza grande. ¡Vamos allí! Pero con la fuerza que
nos da la oración de Jesús por la unidad; con la docilidad al Espíritu Santo,
que es capaz de hacer de ladrillos piedras vivas; y con la esperanza de
encontrar al Señor que nos ha llamado, encontrarlo cuando se produzca la
plenitud de los tiempos”.
(María Fernanda Bernasconi – RV).
Sin la gracia del Espíritu
no se
puede ser cristianos
2014-10-23 Radio Vaticana
(RV).-“No se puede ser cristianos
sin la gracia del Espíritu” que nos da la fuerza de amar. Lo dijo el Papa
Francisco en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa
de Santa Marta.
El Santo Padre centró su homilía
en la Carta a los Efesios, en la que San Pablo describe su experiencia de
Jesucristo, una experiencia “que lo ha llevado a dejar todo” porque “estaba
enamorado de Cristo”. El Papa dijo que el suyo es un “acto de adoración”,
porque en primer lugar “se arrodilla ante el Padre” que “tiene el poder de
hacer mucho más de lo que podemos pedir o pensar”. Usa “un lenguaje sin
límites”: adora a este Dios “que es como un mar sin playas, sin límites, un mar
inmenso”. Y Pablo pide al Padre, por todos nosotros, para “que seamos
poderosamente reforzados en el hombre interior, mediante su Espíritu”:
“Pide al Padre que el Espíritu
venga y nos refuerce, nos dé la fuerza. No se puede ir adelante sin la fuerza
del Espíritu. Nuestras fuerzas son débiles. No se puede ser cristianos sin la
gracia del Espíritu. Es precisamente el Espíritu quien nos cambia el corazón,
quien nos hace ir hacia adelante en la virtud, para cumplir los mandamientos”.
“Después pide otra gracia al
Padre”, dijo el Papa Francisco: “La presencia de Cristo, para que nos haga
crecer en la caridad”. El amor de Cristo “que supera todo conocimiento”, “sólo
se lo puede entender” a través de “este acto de adoración de aquella
inmensidad”:
“Ésta es una experiencia mística
de Pablo y nos enseña la oración de alabanza, y la oración de adoración. Ante
nuestras pequeñeces, ante nuestros intereses egoístas, tantos, Pablo estalla en
esta alabanza, en este acto de adoración y pide al Padre que nos envíe al
Espíritu para darnos fuerza y poder ir adelante; que nos haga comprender el
amor de Cristo y que Cristo nos consolide en el amor. Y dice al Padre:
‘Gracias, porque Tú eres capaz de hacer eso que nosotros no osamos pensar’. Es
una bella oración... Es una bella oración”.
El Papa Francisco concluyó su
homilía diciendo:
“Y con esta vida interior se
puede comprender que Pablo haya dejado todo y considerar todo basura, para
ganar a Cristo y ser encontrado en Cristo. También a nosotros nos hace bien
pensar así, nos hace bien adorar a Dios. Nos hace bien alabar a Dios, entrar en
este mundo de amplitud, de grandiosidad, de generosidad y de amor. Nos hace
bien, porque así podemos ir adelante en el gran mandamiento – el único
mandamiento, que está en la base de todos los demás –: el amor; amar a Dios y
amar al prójimo”.
(María Fernanda Bernasconi – RV).
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