Homilías del Papa y Temas sacerdotales
“¡Conviértete!
Para poder recibir al Dios de la alegría”
el Papa en el Ángelus
El
Papa Francisco invitó a los fieles y peregrinos
congregados
en la Plaza de San Pedro a
"cambiar de dirección y buscar una
auténtica conversión"
en
este tiempo de adviento. - ANSA
13/12/2015
12:09SHARE:
(RV).- “¿Qué cosa debemos hacer?”, con la
pregunta que el Evangelio de San Lucas presenta en la liturgia del Tercer
Domingo de Adviento, el Papa Francisco inició la oración dominical a la Madre
de Dios, señalando que es una pregunta que se refiere a tres categorías de
personas distintas: la gente, los publicanos y algunos soldados. “Cada uno de
estos grupos – dijo el Papa – interroga al profeta sobre aquello que debe hacer
para actuar la conversión que él está predicando”. El Bautista, precisó el
Pontífice, da tres respuestas para “un idéntico camino de conversión, que se
manifiesta en compromisos concretos de justicia y solidaridad. Es el camino que
Jesús indica en toda su predicación: el camino del amor concreto por el
prójimo”.
De esta manera, precisó el Obispo de Roma,
que ninguna categoría de personas está excluida del camino de la conversión
para obtener la salvación, ya que “Dios no impide a ninguno la posibilidad de
salvarse”; Él, dijo el Papa, “está ansioso de usar misericordia con todos y de
acoger a cada uno en el tierno abrazo de la reconciliación y el perdón”.
Hoy, la pregunta que la liturgia nos presenta
es una invitación a “cambiar de dirección, convertirse, y retomar el camino de
la justicia, de la solidaridad, de la sobriedad”. Es una invitación a una
auténtica conversión cristiana. En este sentido, el Adviento nos ayuda a
descubrir una particular dimensión de la conversión, esta es la dimensión de la
alegría, dijo el Obispo de Roma, una alegría que en un mundo sofocado por
tantos problemas, incógnitas y temores, hacen que pierda su sentido y valor.
Por ello, el Pontífice invitó a tener coraje para poder hablar de la alegría,
pero no de una alegría superficial y efímera, sino una alegría profunda, un don
que viene del Señor, una alegría que llena toda la vida y nos da la certeza que
el “Señor está cerca”.
Pidamos a la Virgen María, dijo el Papa, “nos
ayude y fortalezca nuestra fe, para que sepamos recibir al Dios de la alegría,
que siempre quiere vivir en medio de nosotros sus hijos”.
(Renato Martinez - Radio Vaticano)
Texto
y audio completo de las palabras del Papa
antes
del Angelus:
Queridos hermanos y hermanas ¡buenos días!
En el Evangelio de hoy hay una pregunta
repetida tres veces: «¿Qué debemos hacer? » (Lc 3,10.12.14). Le preguntan a
Juan Bautista tres categorías de personas: primero, la muchedumbre en general;
segundo, los publicanos, es decir los cobradores de impuestos; y tercero, algunos
soldados. Cada uno de estos grupos pregunta al profeta qué debe hacer para
realizar la conversión que él está predicando. La respuesta de Juan a la
pregunta de la muchedumbre es el compartir los bienes de primera necesidad: «El que tenga dos túnicas, dé una al que no
tiene; y el que tenga qué comer, haga otro tanto» ( v.11). A los cobradores de
impuestos dice no exigir nada más de la suma debida (cfr v.13), ¿qué quiere
decir esto? No hacer sobornos, es claro Bautista; y el tercer grupo a los soldados
les pide no extorsionar nada a ninguno sino contentarse de sus pagos (cfr
v.14). Son las tres respuestas para las tres preguntas. Tres respuestas para un
idéntico camino de conversión, que se manifiesta en empeños concretos de
justicia y de solidaridad. Es el camino que Jesús indica en toda su
predicación: el camino del amor hecho por el prójimo.
Y en estas advertencias de Juan Bautista
comprendemos cuáles eran las tendencias generales de quien en aquella época
tenía el poder, bajo las formas diversas. Las cosas no han cambiado tanto. No
obstante, ninguna categoría de personas está excluida del recorrer el camino de
la conversión para obtener la salvación, ni siquiera los publicanos
considerados pecadores por definición. Ni siquiera ellos están excluidos de la
salvación. Dios no impide a ninguno la posibilidad de salvarse. Él está –se
puede decir esta palabra– Él está ansioso por usar la misericordia, usarla
hacia todos en el tierno abrazo de reconciliación y de perdón.
Esta pregunta - ¿qué debemos hacer? – la
sentimos también nuestra. La liturgia de hoy nos repite, con las palabras de
Juan, que es necesario convertirse, es necesario cambiar dirección de marcha y
emprender el camino de la justicia, de la solidaridad, de la sobriedad: son los
valores imprescindibles de una existencia plenamente humana y auténticamente
cristiana. ¡Conviértanse! Es la síntesis del mensaje del Bautista. Y la
liturgia de este tercer domingo de Adviento nos ayuda a redescubrir una
dimensión particular de la conversión: la alegría. Quien se convierte y se
acerca al Señor siente la alegría. El profeta Sofonías nos dice hoy:
«¡Alegráte, hija de Sion!», dirigido a Jerusalén (Sof 3,14); y el apóstol Pablo
exhorta así a los cristianos de Filipo: «Alégrense siempre en el Señor» (Fil
4,4). Hoy se necesita valentía para hablar de alegría, ¡se necesita sobre todo
fe! El mundo está sofocado por tantos problemas, el futuro agobiado por
incógnitas y temores. Y sin embargo, el cristiano es una persona alegre, y su
alegría no es cualquier cosa superficial y efímera, sino profundo y estable,
porque es un don del Señor que llena la vida. Nuestra alegría deriva de la
certeza que «el Señor está cerca» (Fil 4,5). Está cerca con su ternura, con su
misericordia, con su perdón, con su amor.
Que la Virgen María nos ayude a reforzar
nuestra fe, para que sepamos acoger al Dios de la alegría, que siempre quiere
vivir en medio de sus hijos. Y que nuestra Madre nos enseñe a compartir las
lágrimas con quien llora, para poder compartir también la sonrisa.
(Traducción por Mercedes De La Torre – Radio
Vaticano).
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