Homilías del Papa y Temas sacerdotales
La serpiente que mata es la que salva-
Misa en Santa Marta
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2016-03-15 L’Osservatore Romano
Si queremos entender la «historia de nuestra redención» debemos
mirar el crucifijo. La homilía del Papa Francisco durante la misa celebrada en
Santa Marta el martes 15 de Marzo giró en torno al «misterio» del sufrimiento y
de la muerte de Jesús que se «hizo pecado» para la salvación del hombre.
En el centro de la reflexión del Papa, siguiendo la liturgia del
día, estaba la imagen de la serpiente, portadora de un «mensaje».
La serpiente, dijo el Papa, «es el primer animal que se nombra
en el libro del Génesis», y se la recuerda como «el más astuto». La serpiente
retorna en el libro de los Números (21, 4-9), tal y como nos recuerda la
primera lectura, cuando se narra cómo en el desierto el pueblo murmuraba contra
Dios y contra Moisés: «El Señor envió serpientes abrasadoras que mordían al
pueblo; y murió mucha gente de Israel». Entonces el pueblo se arrepintió, pidió
perdón y Dios le ordenó a Moisés: «Hazte una serpiente y ponla en un mástil.
Todo el que haya sido mordido y lo mire, vivirá». El Pontífice comentó: «Es
misterioso: el Señor no hace morir a las serpientes, las deja. Pero si alguna
de éstas hace mal a una persona, mire a la serpiente de bronce y se curará». La
serpiente, a continuación, es elevada para obtener la salvación.
En este punto, siempre siguiendo el desarrollo de la liturgia
del día, Francisco retomó el pasaje del Evangelio de Juan (8, 21-30) en el que
Jesús, discutiendo con los doctores de la ley, «les dice claramente: «Si no
creéis que Yo Soy, ¡moriréis en vuestros pecados! Cuando hayáis levantado al
Hijo del hombre, entonces sabréis que “Yo Soy”».
«¡Yo Soy!», explicó, «es el nombre de Dios; cuando Moisés le
pregunta al Señor: “Si el pueblo me dice, pero ¿quién te envía? ¿Quién te
envía, a ti, para liberarnos? ¿Cómo se llama? “¡Yo Soy!" Entonces: «Elevar
al Hijo del hombre! Como la serpiente ....».
El mismo concepto fue reiterado por Jesús en un pasaje citado
«dos capítulos antes», cuando éste «dice a los doctores de la ley: «Como Moisés
levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del hombre
sea levantado; para que todo aquel que crea en él se salve».
Es decir, la serpiente, dijo el Pontífice cerrando el
razonamiento, es «símbolo del pecado; la serpiente que mata; pero una serpiente
que salva. Y este es el misterio del Cristo».
También san Pablo, recordó el Papa, «hablando de este misterio,
dice que Jesús se despojó a sí mismo, se humilló a sí mismo, se aniquiló para
salvarnos». El apóstol, de hecho, sugiere una expresión aún más fuerte: «Se ha
hecho pecado». Entonces, haciendo uso del símbolo bíblico, podríamos decir: «Se
ha hecho serpiente». Y este es, dijo Francisco, «el mensaje profético de estas
lecturas de hoy. El Hijo del hombre que como una serpiente, «hecho pecado», es
elevado para salvarnos».
Por ello debemos «mirar el Crucifijo y mirar precisamente este
misterio: un Dios «vaciado de su divinidad —totalmente— para salvarnos». Sin
embargo, añadió el Papa: «¿quién es esta serpiente que Jesús toma sobre sí para
vencerla?»: la respuesta se lee en el Apocalipsis de Juan, donde se encuentra
el nombre de —entre otras cosas, señaló el Papa, que la serpiente en la Biblia
«es el primer animal designado y tal vez creo que sea el último»— y se dice que
«la antigua serpiente fue vencida: Satanás». El pecado, entonces, dijo el Papa,
«es la obra de Satanás y Jesús vence a Satanás, “haciéndose pecado”». Así desde
la Cruz «nos eleva a todos nosotros». Por lo tanto, «el Crucifijo no es un
ornamento, no es una obra de arte, con muchas piedras preciosas, como las que
se ven: el Crucifijo es el misterio de la “aniquilación” de Dios, por amor».
La serpiente, explicó el Pontífice, «profetiza en el desierto la
salvación»: es, de hecho, «elevada y todo el que la mira es sanado». Pero esta
salvación, subrayó, no se hizo «con la varita mágica de un dios que hace las
cosas»; sino que más bien se hizo «con el sufrimiento del Hijo del hombre, con
el sufrimiento de Jesucristo». Un sufrimiento tal de llevar a Jesús a pedir al
Padre: «Padre, por favor, si es posible, no quisiera beber de este cáliz». Aquí
se puede ver «la angustia», acompañada, sin embargo, por la expresión: «Pero
que se haga tu voluntad».
Esta, concluyó el Papa, es «la historia de nuestra redención»,
esta es «la historia del amor de Dios». Por lo tanto, «si queremos conocer el
amor de Dios, miramos el Crucifijo». Allí encontramos «un hombre torturado,
muerto, que es Dios», “despojado de la divinidad”, ensuciado, “ hecho pecado”».
De ahí la oración final: «Que el Señor nos conceda la gracia de entender un
poco más este misterio».
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