Homilías del Papa y Temas sacerdotales
Los
Capuchinos tienen tradición de perdonadores,
entre ustedes hay tantos buenos
confesores
porque se sienten pecadores, el Papa
Santo Padre
Pío de Pietrelcina - ANSA
09/02/2016
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(Radio
Vaticana).- Papa Francisco celebró con los frailes menores capuchinos la misa
del 9 de febrero de 2016, con las reliquias de los frailes san Pío y san
Leopoldo, en el Jubileo de la Misericordia. Habló de la tradición de buenos
confesores de los capuchinos y les pidió retomar y renovar con la oración, esta
gracia de Dios de ser perdonadores.
Palabras
del Papa en la homilía
En
la liturgia de la palabra de hoy, se encuentran dos actitudes. Una actitud de
grandeza ante Dios que se expresa en la humildad del rey Salomón, y otra
actitud de mezquindad que viene descripta por el mismo Jesús, de cómo hacían
los doctores de la ley, que todo era preciso, dejaban de parte la ley para
observar sus pequeñas tradiciones.
La
tradición de ustedes, de los Capuchinos es una tradición de perdón, de dar el
perdón. Entre ustedes hay tantos buenos confesores: Es porque se sienten
pecadores, como nuestro Fray Cristóforo. Saben que son grandes pecadores y delante de la grandeza del Señor
continuamente rezan: “Escúchame Señor y perdona” (cfr.1 Reyes 8,30). Y porque
saben rezar así saben perdonar.
En
cambio, cuando uno se olvida de la necesidad que tiene de perdón, lentamente se
olvida de Dios, se olvida de pedir perdón y no sabe perdonar. El humilde que se
siente pecador, es un buen perdonador en el confesionario. El otro, como estos
doctores de la ley que se sienten “los puros”, “los maestros”, solamente sabe
condenar.
Yo
les hablo como hermano, y en ustedes les quisiera hablar a todos los
confesores. Especialmente en este Año de la Misericordia: El confesionario es
para perdonar. Y si tú no puedes dar la absolución -hago esta hipótesis- por
favor, no “apalearlos”. Aquel que viene, viene a buscar fortaleza, perdón, paz
en su alma; que encuentre un padre que lo abrace y le diga: “Dios te quiere
mucho”, y ¡que se lo haga sentir! Siento decirlo: cuánta gente –creo que la
mayoría de nosotros lo ha sentido- dice: “yo no voy más a confesarme porque una
vez me hicieron estas estas preguntas, me han hecho esto…”. ¡Por favor!
Pero
ustedes Capuchinos tienen este don especial del Señor: perdonar. Yo les pido
¡no se cansen de perdonar! Conocí un hombre en la otra diócesis, un hombre de
gobierno, que terminado su tiempo de superior como guardián y provincial, a los
70 años fue enviado a un santuario a confesar. Y este hombre tenía una fila
grande de gente para perdonar. ¡Todos, todos!, sacerdotes, fieles, ricos,
pobres. ¡Todos! Un gran perdonador. Siempre encontraba el modo de perdonar o,
al menos, de dejar en paz el corazón. Una vez fui a verlo y me dijo: -“Escucha,
sos obispo y puedes decirme. Yo creo que peco porque perdono demasiado. Y me
viene este escrúpulo…”. -“Y porqué”. -“No lo sé pero siempre encuentro como
perdonar…”. -Le pregunté “¿qué hacés cuando te sentís así?” -“Voy a la capilla
delante del tabernáculo y le digo: "Señor perdóname, creo que hoy he
perdonado demasiado. ¡Pero Señor fuiste tú el que me ha dado el mal ejemplo¡”.
Sean hombres de perdón, de reconciliación, de paz.
Son
tantos los lenguajes en la vida. Está el lenguaje de las palabras pero también
el de los gestos. Si una persona se acerca a mí, en el confesionario, es porque
siente algo que le pesa, que quiere quitarse. Quizá no sabe cómo decirlo, pero
el gesto es este. Si esta persona se acerca es porque quiere cambiar, no
hacerlo más. Cambiar, ser otra persona y lo dice con el gesto de acercarse. No
es necesario hacer las preguntas: “¿pero tu…?”. Y si una persona viene, es
porque en su ánimo no quiere hacerlo más. Pero tantas veces no pueden, porque
están condicionados por su vida, su sicología, su situación… “Ad impossibilia
nemo tenetur”. Hay que tener un corazón amplio… El perdón; el perdón es una
semilla, una caricia de Dios.
Tengan
confianza en el perdón de Dios. ¡No caer en el pelagianismo! “Tú debes hacer
esto, esto, esto…”. Ustedes tienen este carisma de confesores. Retómenlo. Hay
que renovarlo siempre. Sean grandes perdonadores. Porque el que no sabe
perdonar termina como esos doctores del evangelio: es un gran condenador,
siempre acusa... Y ¿quién es el gran acusador en el Biblia? ¡el Diablo! O haces
el oficio de Jesús, que perdona dando la vida, la oración, tanta horas ahí,
sentado, como ellos dos: san Pió y san Leopoldo. O haces el oficio del Diablo
que condena, acusa…
No
sé, no se decirles otra cosa. Esto que les digo a ustedes, se los digo a todos
los confesores. Si no saben hacerlo bien, que sean humildes y digan; “no, no,
yo celebro la misa. limpio el piso, hago todo, pero no confieso, porque no se
hacerlo bien”. Pidan al Señor esta gracia, yo la pido para ustedes, para todos
los confesores, también por mí. Traducción jesuita Guillermo Ortiz - Radio
Vaticana
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