Blog de Tío Paco-Franjaoli-Franja
Bendición
Urbi et Orbi del Papa Francisco para la Navidad 2013,
Plaza de San Pedro de
Roma, miércoles 25 de diciembre de 2013:
«Gloria a
Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que Dios ama » (Lc 2,14).
Queridos
hermanos y hermanas de Roma y del mundo entero, ¡feliz Navidad!
Hago mías
las palabras del cántico de los ángeles, que se aparecieron a los pastores de
Belén la noche de la Navidad. Un cántico que une cielo y tierra, elevando al
cielo la alabanza y la gloria y saludando a la tierra de los hombres con el
deseo de la paz.
Les
invito a todos a hacer suyo este cántico, que es el de cada hombre y mujer que
vigila en la noche, que espera un mundo mejor, que se preocupa de los otros,
intentado hacer humildemente su proprio deber.
Gloria a
Dios.
A esto
nos invita la Navidad en primer lugar: a dar gloria a Dios, porque es bueno,
fiel, misericordioso. En este día mi deseo es que todos puedan conocer el
verdadero rostro de Dios, el Padre que nos ha dado a Jesús. Me gustaría que
todos pudieran sentir a Dios cerca, sentirse en su presencia, que lo amen, que
lo adoren.
Y que
todos nosotros demos gloria a Dios, sobre todo, con la vida, con una vida
entregada por amor a Él y a los hermanos.
Paz a los
hombres.
La
verdadera paz no es un equilibrio de fuerzas opuestas. No es pura “fachada”,
que esconde luchas y divisiones. La paz es un compromiso cotidiano, que se
logra contando con el don de Dios, con la gracia que nos ha dado en Jesucristo.
Viendo al
Niño en el Belén, pensemos en los niños que son las víctimas más vulnerables de
las guerras, pero pensemos también en los ancianos, en las mujeres maltratadas,
en los enfermos… ¡Las guerras destrozan tantas vidas y causan tanto
sufrimiento!
Demasiadas
ha destrozado en los últimos tiempos el conflicto de Siria, generando odios y
venganzas. Sigamos rezando al Señor para que el amado pueblo sirio se vea libre
de más sufrimientos y las partes en conflicto pongan fin a la violencia y
garanticen el acceso a la ayuda humanitaria. Hemos podido comprobar la fuerza
de la oración. Y me alegra que hoy se unan a nuestra oración por la paz en
Siria creyentes de diversas confesiones religiosas. No perdamos nunca la fuerza
de la oración. La fuerza para decir a Dios: Señor, concede tu paz a Siria y al
mundo entero.
Concede
la paz a la República Centroafricana, a menudo olvidada por los hombres. Pero
tú, Señor, no te olvidas de nadie. Y quieres que reine la paz también en
aquella tierra, atormentada por una espiral de violencia y de miseria, donde
muchas personas carecen de techo, agua y alimento, sin lo mínimo indispensable
para vivir. Que se afiance la concordia en Sudán del Sur, donde las tensiones
actuales ya han provocado víctimas y amenazan la pacífica convivencia de este
joven Estado.
Tú,
Príncipe de la paz, convierte el corazón de los violentos, allá donde se
encuentren, para que depongan las armas y emprendan el camino del diálogo. Vela
por Nigeria, lacerada por continuas violencias que no respetan ni a los
inocentes e indefensos. Bendice la tierra que elegiste para venir al mundo y
haz que lleguen a feliz término las negociaciones de paz entre israelitas y
palestinos. Sana las llagas de la querida tierra de Iraq, azotada todavía por
frecuentes atentados.
Tú, Señor
de la vida, protege a cuantos sufren persecución a causa de tu nombre. Alienta
y conforta a los desplazados y refugiados, especialmente en el Cuerno de África
y en el este de la República Democrática del Congo. Haz que los emigrantes, que
buscan una vida digna, encuentren acogida y ayuda. Que no asistamos de nuevo a
tragedias como las que hemos visto este año, con los numerosos muertos en
Lampedusa.
Niño de
Belén, toca el corazón de cuantos están involucrados en la trata de seres
humanos, para que se den cuenta de la gravedad de este delito contra la
humanidad. Dirige tu mirada sobre los niños secuestrados, heridos y asesinados
en los conflictos armados, y sobre los que se ven obligados a convertirse en soldados,
robándoles su infancia.
Señor,
del cielo y de la tierra, mira a nuestro planeta, que a menudo la codicia y el
egoísmo de los hombres explota indiscriminadamente. Asiste y protege a cuantos
son víctimas de los desastres naturales, sobre todo al querido pueblo filipino,
gravemente afectado por el reciente tifón.
Queridos
hermanos y hermanas, en este mundo, en esta humanidad hoy ha nacido el
Salvador, Cristo el Señor. No pasemos de largo ante el Niño de Belén. Dejemos
que nuestro corazón se conmueva, se enardezca con la ternura de Dios;
necesitamos sus caricias. El amor de Dios es grande; a Él la gloria por los
siglos. Dios es nuestra paz: pidámosle que nos ayude a construirla cada día, en
nuestra vida, en nuestras familias, en nuestras ciudades y naciones, en el
mundo entero. Dejémonos conmover por la bondad de Dios.
Saludo
navideño del Papa Francisco
A todos
ustedes, queridos hermanos y hermanas, venidos de todas partes del mundo a esta
Plaza, y a cuantos desde distintos países se unen a nosotros a través de los
medios de comunicación social, les deseo Feliz Navidad. En este día, iluminado
por la esperanza evangélica que proviene de la humilde gruta de Belén, pido
para todos ustedes el don navideño de la alegría y de la paz: para los niños y
los ancianos, para los jóvenes y las familias, para los pobres y marginados.
Que Jesús, que vino a este mundo por nosotros, consuele a los que pasan por la
prueba de la enfermedad y el sufrimiento y sostenga a los que se dedican al
servicio de los hermanos más necesitados. ¡Feliz Navidad!
Lo he puesto con diversos colores
para que sea más fácil la lectura.
Franja
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