Homilías del Papa y Temas sacerdotales
Papa Francisco,
La
salvación es un corazón humilde
que se confía en Dios
2014-12-17
Radio Vaticana
(RV).- Dios salva un corazón
arrepentido, mientras quien no se confía en Él atrae a sí mismo la condena. Lo
ha subrayado el Papa Francisco en su homilía matutina en la capilla de la Casa
de Santa Marta.
La humildad salva al hombre ante
los ojos de Dios, la soberbia lo hace perderse. La llave está en el corazón.
Aquel del humilde es abierto, sabe arrepentirse, aceptar una corrección y se
confía en Dios. Aquel soberbio es exactamente el opuesto: arrogante, cerrado,
no conoce la vergüenza, es impermeable a la voz de Dios. El pasaje del profeta
Sofonías y aquel del Evangelio sugieren al Papa Francisco una reflexión
paralela. Ambos textos, observa, hablan de un juicio del cual dependen
salvación y condena.
La situación descrita por el
profeta Sofonías es aquella de una ciudad rebelde, en la cual no obstante, hay
un grupo que se arrepiente de los propios pecados: esto, subraya el Papa, es el
“pueblo de Dios” que tiene en sí las “tres características” de “humildad,
pobreza, confianza en el Señor”. Pero en la ciudad están también aquellos que,
dice Francisco, “no han aceptado la corrección, no han confiado en el Señor”. A
ellos les tocará la condena:
“Estos no pueden recibir la
salvación. Ellos están cerrados a la salvación. ‘Dejaré en medio de ti un
pueblo humilde y pobre; confiará en el nombre del Señor’ para toda la vida. Y
esto hasta hoy, ¿no? Cuando vemos al santo pueblo de Dios que es humilde, que
tiene sus riquezas en la fe en el Señor, en la confianza en el Señor – el
pueblo humilde, pobre, que confía en el Señor: y estos son los salvados y éste
es el camino de la Iglesia ¿no? Debe ir por este camino, no por otro camino que
no escucha la voz, que no acepta la corrección y no confía en el Señor”.
La escena del Evangelio es
aquella del contraste entre los dos hijos invitados por el padre a trabajas en
la viña. El primero, rechaza, pero luego se arrepiente y va; el segundo dice sí
al padre, pero en realidad lo engaña. Jesús cuenta esta historia a los jefes
del pueblo, afirmando con claridad que son ellos que no han querido escuchar la
voz de Dios a través de Juan y que por esto, en el Reino de los cielos serán
superados por publicanos y prostitutas, que en cambio han creído en Juan. Y el
escándalo suscitado por esta última afirmación, observa el Papa, es idéntico a
aquel de tantos cristianos que se sienten “puros” sólo porque van a misa y
hacen la comunión. Pero Dios, dice Francisco, tiene necesidad de otra cosa:
“Si tu corazón no es un corazón
arrepentido, si no escuchas al Señor, no aceptas las correcciones y no confías
en Él, tienes un corazón no arrepentido. Estos hipócritas que se escandalizaban
de esto que dice Jesús sobre los publicanos y las prostitutas, pero luego, a
escondidas, iban a buscarlos o para desahogar sus pasiones o para hacer
negocios – pero todo a escondidas – eran puros. Y a estos el Señor no los
quiere".
Este juicio “nos da esperanza”
asegura el Papa Francisco. Con tal de que se tenga el coraje de abrir el
corazón a Dios sin reservas, donándole también la “lista” de los propios
pecados. Y para explicarlo, el Papa recuerda la historia de aquel santo que
pensaba de haberle dado todo al Señor, con extrema generosidad:
“Escuchaba al Señor, hacía todo
según su voluntad, daba al Señor y el Señor: ‘Pero tú todavía no me has dado
una cosa’. Y el pobre era tan bueno y dice: ‘Pero Señor, ¿qué cosa no te he
dado?’ Te he dado mi vida, trabajo para los pobres, trabajo para la catequesis,
trabajo aquí, trabajo allá…’ ‘Pero tú no me has dado algo todavía’. ¿Qué,
Señor?’ ‘Tus pecados’. Cuando nosotros seamos capaces de decir al Señor:
‘Señor, estos son mis pecados – no son de aquel, de aquel…son los míos. Tómalos
Tú y así yo estaré salvado - cuando
nosotros seremos capaces de hacer esto, nosotros seremos aquel hermoso pueblo,
‘pueblo humilde y pobre’, que confía en el nombre del Señor. El Señor nos
conceda esta gracia”.
(MCM-RV) (from Vatican Radio)
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