Homilías del Papa y Temas sacerdotales
Francisco
\ Homilías
Ofrecer
lo que recibimos de las manos de Jesús,
el Papa en el Corpus Christi
El Papa
la tarde del jueves en San Juan de Letrán - REUTERS
26/05/2016
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(RV).- La tarde del jueves 26 de mayo, Solemnidad
del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, el Papa Francisco presidió la
Celebración Eucarística en la Basílica de San Juan de Letrán. “Hagan esto en memoria mía”: el
mandato de Cristo a los discípulos en el relato de la institución de la
Eucaristía narrado en la Carta de Pablo a los Corintios, fue el tema de la
homilía del Santo Padre. “Jesús manda repetir el gesto con el que instituyó el
memorial de su Pascua, por el que nos dio su Cuerpo y su Sangre. Y este gesto
ha llegado hasta nosotros: es el ‘hacer’ la Eucaristía, que tiene siempre a
Jesús como protagonista, pero que se realiza a través de nuestras pobres manos
ungidas de Espíritu Santo”, observó el Papa, quien constata que en realidad es
Jesús el que bendice y parte los panes con el fin de satisfacer a todas esas
personas, con los cinco panes y los dos peces traídos por los discípulos.
“Jesús quería precisamente esto: que, en lugar de despedir a la multitud,
ofrecieran lo poco que tenían. Hay además otro gesto: los trozos de pan,
partidos por las manos del Señor, pasan a las pobres manos de los discípulos
para que los distribuyan a la gente”. “También esto es ‘hacer’ con Jesús, es
‘dar de comer’ con Él. Un milagro destinado no sólo a saciar el hambre de un
día, sino que es un signo de lo que Cristo está dispuesto a hacer para la
salvación de toda la humanidad ofreciendo su carne y su sangre”. El Obispo de
Roma precisó que por esto hay que pasar siempre a través de aquellos dos pequeños
gestos: “ofrecer los pocos panes y peces que tenemos; recibir de manos de Jesús
el pan partido y distribuirlo a todos”.
Luego de
la Celebración Eucarística en San Juan de Letrán se lleva a cabo la tradicional
Procesión Eucarística que llega hasta la no muy lejana Basílica de Santa María
la Mayor. En palabras de Francisco: “un gesto para hacer memoria de Él; un
gesto para dar de comer a la muchedumbre actual; un gesto para ‘partir’ nuestra
fe y nuestra vida como signo del amor de Cristo por esta ciudad y por el mundo
entero”.
(RC-RV)
Homilía
del Papa Francisco
«Hagan
esto en memoria mía» (1Co 11,24.25).
El apóstol Pablo, escribiendo a la
comunidad de Corinto, refiere por dos veces este mandato de Cristo en el relato
de la institución de la Eucaristía. Es el testimonio más antiguo de las
palabras de Cristo en la Última Cena.
«Hagan esto». Es decir, tomen el
pan, den gracias y pártanlo; tomen el cáliz, den gracias y distribúyanlo. Jesús
manda repetir el gesto con el que instituyó el memorial de su Pascua, por el
que nos dio su Cuerpo y su Sangre. Y este gesto ha llegado hasta nosotros: es
el «hacer» la Eucaristía, que tiene siempre a Jesús como protagonista, pero que
se realiza a través de nuestras pobres manos ungidas de Espíritu Santo.
«Hagan esto». Ya en otras
ocasiones, Jesús había pedido a sus discípulos que «hicieran» lo que él tenía
claro en su espíritu, en obediencia a la voluntad del Padre. Lo acabamos de
escuchar en el Evangelio. Ante una multitud cansada y hambrienta, Jesús dice a
sus discípulos: «Dénles ustedes de comer» (Lc 9,13). En realidad, Jesús es el
que bendice y parte los panes, con el fin de satisfacer a todas esas personas,
pero los cinco panes y los dos peces fueron aportados por los discípulos, y
Jesús quería precisamente esto: que, en lugar de despedir a la multitud,
ofrecieran lo poco que tenían. Hay además otro gesto: los trozos de pan,
partidos por las manos sagradas y venerables del Señor, pasan a las pobres
manos de los discípulos para que los distribuyan a la gente. También esto es
«hacer» con Jesús, es «dar de comer» con él. Es evidente que este milagro no va
destinado sólo a saciar el hambre de un día, sino que es un signo de lo que
Cristo está dispuesto a hacer para la salvación de toda la humanidad ofreciendo
su carne y su sangre (cf. Jn 6,48-58). Y, sin embargo, hay que pasar siempre a
través de esos dos pequeños gestos: ofrecer los pocos panes y peces que
tenemos; recibir de manos de Jesús el pan partido y distribuirlo a todos. Hacer
y también partir.
Partir: esta es la otra palabra que
explica el significado del «hagan esto en memoria mía». Jesús se ha dejado
«partir», se parte por nosotros. Y pide que nos demos, que nos dejemos partir
por los demás. Precisamente este «partir el pan» se ha convertido en el icono,
en el signo de identidad de Cristo y de los cristianos. Recordemos Emaús: lo
reconocieron «al partir el pan» (Lc 24,35). Recordemos la primera comunidad de
Jerusalén: «Perseveraban [...] en la fracción del pan» (Hch 2,42). Se trata de
la Eucaristía, que desde el comienzo ha sido el centro y la forma de la vida de
la Iglesia. Pero recordemos también a todos los santos y santas –famosos o
anónimos–, que se han dejado «partir» a sí mismos, sus propias vidas, para
«alimentar a los hermanos». Cuántas madres, cuántos papás, junto con el pan de
cada día, cortado en la mesa de casa, se parten el pecho para criar a sus
hijos, y criarlos bien. Cuántos cristianos, en cuanto ciudadanos responsables,
se han desvivido para defender la dignidad de todos, especialmente de los más
pobres, marginados y discriminados. ¿Dónde encuentran la fuerza para hacer todo
esto? Precisamente en la Eucaristía: en el poder del amor del Señor resucitado,
que también hoy parte el pan para nosotros y repite: «Hagan esto en memoria
mía».
Que el gesto de la procesión
eucarística, que dentro de poco vamos a hacer, responda también a este mandato
de Jesús. Un gesto para hacer memoria de él; un gesto para dar de comer a la
muchedumbre actual; un gesto para «partir» nuestra fe y nuestra vida como signo
del amor de Cristo por esta ciudad y por el mundo entero.
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