Homilías del Papa y Temas sacerdotales
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Catequesis y Ángelus
Papa: roguemos por la paz del
mundo, con la Virgen de Fátima
El Papa Francisco ante la Virgen
de Fátima, el 13 de mayo de 2015, en la audiencia general en la Plaza de San
Pedro - AFP
11/05/2016 11:24SHARE
Valientes testimonios de Cristo,
acojamos al Espíritu Santo en Pentecostés y la invitación de María: oración, penitencia
y conversión
(RV).- En su audiencia general
del miércoles de la séptima semana de Pascua del Jubileo de la Misericordia -
acercándose la Solemnidad de Pentecostés y el 99 aniversario de la primera
aparición de la Virgen a los tres pastorcitos - el Santo Padre invitó a los
peregrinos de tantas partes del mundo a prepararse con la oración y las obras
de misericordia, para recibir al Espíritu Santo: «que Él haga de cada uno de
nosotros hijos reconciliados».
Ante la celebración del 13 de
mayo, de Nuestra Señora de Fátima, el Papa Francisco invitó a escuchar el ruego
de la Madre de Dios y a rezar por la paz en el mundo. Evocando a su amado
predecesor San Juan Pablo II, se dirigió en particular a los peregrinos de
Polonia:
«El viernes celebramos la memoria
litúrgica de la bienaventurada María Virgen de Fátima. En esta aparición, María
nos invita una vez más a la oración, a la penitencia y a la conversión. Nos
pide que no ofendamos más a Dios. Advierte a toda la humanidad sobre la
necesidad de entregarse a Dios, fuente de amor y de misericordia. Siguiendo el
ejemplo de San Juan Pablo II, gran devoto de la Virgen de Fátima, pongámonos
atentamente a la escucha de la Madre de Dios impetrando la paz para el mundo.
Alabado sea Jesucristo».
En su cordial bienvenida a los
peregrinos de lengua portuguesa, el Papa saludó en particular a los peregrinos
brasileños, con un pensamiento a su amada nación. «En estos días en que nos
preparamos a la fiesta de Pentecostés – dijo el Obispo de Roma – pido al Señor
que difunda abundantemente los dones de su Espíritu, para que su país en estos
momentos de dificultad, proceda por la senda de la armonía y de la paz, con la
ayuda de la oración y del diálogo. Que la cercanía de Nuestra Señora Aparecida,
que como buena Madre no abandona nunca a sus hijos, sea defensa y guía en el
camino»
Haciendo hincapié en que, cuando
Dios nos perdona, su misericordia llena nuestro corazón de alegría, el Papa
reiteró que el Año jubilar es una invitación a una buena Confesión, para
recibir el amor divino. Y renovó su exhortación a vivir el Jubileo
Extraordinario redescubriendo la necesidad de las obras de misericordia
corporales y espirituales, como alimento de nuestra fe.
«Roguemos a Dios Omnipotente,
para que derrame sobre nosotros el Espíritu Santo con sus dones y podamos ser
valientes testimonios de Cristo y de su Evangelio, animó asimismo el Obispo de
Roma, recordando la Solemnidad de Pentecostés también en sus palabras a los
jóvenes, a los enfermos y a los recién casados:
«Queridos jóvenes, les deseo a
cada uno de ustedes que sepan reconocer, entre tantas voces del mundo, la voz
del Espíritu Santo, que sigue hablando al corazón del que se sabe poner a la
escucha. Queridos enfermos, en particular a los huéspedes del Cottolengo de
Trentola Ducenta, encomiéndense al Espíritu Santo, que nunca les hará faltar la
luz consoladora de su presencia. Y a, ustedes, queridos recién casados - en
especial a los matrimonios del Movimiento de los Focolares - les deseo que, en el mundo, sean transparencia
del amor de Dios con la fidelidad de su amor y su unión en la fe».
Ya antes de la audiencia general,
el Santo Padre había saludado a los enfermos, que siguieron el encuentro desde
el Aula Pablo VI, debido a la lluvia que caía de forma intermitente.
(CdM – RV)
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