Homilías del Papa y Temas sacerdotales
El Espíritu Santo
injerta la enseñanza de Jesús en nuestro corazón, haciendo que se transforme en
parte de nosotros, el Papa en el Regina Coeli
El Papa Francisco
saluda a los fieles presentes
en la Plaza de San Pedro a la hora del Regina
Coeli. - AP
15/05/2016
10:48SHARE:
(RV).- “Que el
Espíritu Santo de fuerza a todos los misioneros ad gentes y sostenga la misión
de la Iglesia en el mundo entero”. Fueron las palabras del Papa al saludar a
los numerosos fieles llegados a la plaza de San Pedro para rezar junto a él, en
el día de Pentecostés, a la Madre de Dios, recordándoles que hoy ha sido
publicado su mensaje para la próxima Jornada Misionera Mundial, que se celebra
cada año en el mes de Octubre.
Antes de saludar a
los numerosos fieles presentes en la plaza de San Pedro, Francisco reflexionó
sobre “la gran fiesta de Pentecostés” que hoy celebramos. “La liturgia – dijo –
nos invita a abrir nuestra mente y nuestro corazón al don del Espíritu Santo,
que Jesús prometió varias veces a sus discípulos, el primero y principal don
que Él nos ha dado con su Resurrección”.
“Gracias al Espíritu
Santo – aseguró el Obispo de Roma – Amor que une el Padre y el Hijo y de ellos
deriva, todos podemos vivir la misma vida de Jesús” porque es Él que “de hecho,
nos enseña cada cosa, es decir, la única cosa indispensable: amar como ama
Dios”.
El Pontífice explicó
que Jesús “en el prometer al Espíritu Santo, lo define “otro Paráclito” que
significa “Consolador, Abogado, Intercesor”. Es “Aquél que nos asiste en la
vida” y ejerce una “función de enseñanza y de memoria”.
Es precisamente el
Espíritu Santo – subrayó el Papa – el que nos enseña todo, mantiene viva la enseñanza
de Jesús, e “injerta su enseñanza dentro
de nuestro corazón, nos ayuda a interiorizarla, haciendo que se transforme en
parte de nosotros, carne de nuestra carne”.
(MCM-RV)
Texto completo de la
reflexión del Papa antes del Regina Coeli
Queridos hermanos y
hermanas, ¡buenos días!
Hoy celebramos la
gran fiesta de Pentecostés, que lleva al término del Tiempo Pascual, cincuenta
días después de la Resurrección de Cristo. La liturgia nos invita a abrir
nuestra mente y nuestro corazón al don del Espíritu Santo, que Jesús prometió
varias veces a sus discípulos, el primero y principal don que Él nos ha dado
con su Resurrección. Este don, Jesús mismo los ha implorado al Padre, como
testifica el Evangelio de hoy, que está ambientado en la Última Cena. Jesús
dice a sus discípulos: “Si ustedes me aman, cumplirán mis mandamientos. Y yo
rogaré al Padre, y él les dará otro Paráclito para que esté siempre con
ustedes” (Jn 14,15-16).
Estas palabras nos
recuerdan sobre todo que el amor por una persona y también por el Señor, se
demuestra no con las palabras, sino con los hechos; y también “cumplir los
mandamientos” debe ser entendido en sentido existencial, de manera que toda la
vida sea involucrada. En efecto, ser cristianos no significa principalmente
pertenecer a una cierta cultura o adherir a una cierta doctrina, sino sobre
todo, vincular la propia vida, en cada uno de sus aspectos, a la persona de
Jesús y a través de Él, al Padre. Por este objetivo Jesús promete la efusión
del Espíritu Santo a sus discípulos. Precisamente, gracias al Espíritu Santo,
Amor que une el Padre y el Hijo y de ellos deriva, todos podemos vivir la misma
vida de Jesús. El Espíritu, de hecho, nos enseña cada cosa, es decir, la única
cosa indispensable: amar como ama Dios.
En el prometer al
Espíritu Santo, Jesús lo define “otro Paráclito” (v. 16), que significa
Consolador, Abogado, Intercesor, es decir, Aquél que nos asiste, nos defiende,
está a nuestro lado en el camino de la vida y en la lucha por el bien y contra
el mal. Jesús dice “otro Paráclito” porque el primero es Él, Él mismo, que se
hizo carne justamente para asumir sobre sí mismo nuestra condición humana y
liberarla de la esclavitud del pecado.
Además, el Espíritu
Santo ejerce una función de enseñanza y de memoria. Enseñanza y memoria. Nos lo
dijo Jesús: “Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi
Nombre, les enseñará todo y les recordará lo que les he dicho” (v. 26). El
Espíritu Santo no trae una enseñanza diversa, sino que hace viva y hace
operante la enseñanza de Jesús, para que el tiempo que pasa no la cancele y no
la desvanezca. El Espíritu Santo injerta esta enseñanza dentro de nuestro
corazón, nos ayuda a interiorizarla, haciendo que se transforme en parte de
nosotros, carne de nuestra carne. Al mismo tiempo, prepara nuestro corazón para
que sea capaz realmente de recibir las palabras y los ejemplos del Señor. Todas
las veces que la palabra de Jesús es recibida con alegría en nuestro corazón,
esto es obra del Espíritu Santo.
Recemos ahora juntos
el Regina Coeli –por última vez este año- invocando la materna intercesión de
la Virgen María. Ella nos de la gracia de ser fuertemente animados por el
Espíritu Santo, para testimoniar a Cristo con franqueza evangélica y abrirnos
siempre más a la plenitud de su amor.
Saludos del Papa
después de la oración a la Madre de Dios
Queridos hermanos y
hermanas,
Hoy, en el contexto
muy apropiado de Pentecostés, es publicado mi Mensaje para la próxima Jornada
Misionera Mundial, que se celebra en mes de Octubre. Que el Espíritu Santo de
fuerza a todos los misioneros ad gentes y sostenga la misión de la Iglesia en
el mundo entero. Y que el Espíritu Santo nos de jóvenes – chicos y chicas –
fuertes, que tienen ganas de ir a anunciar el Evangelio. Pidamos esto, hoy, al
Espíritu Santo.
Saludo a todos
ustedes, familias, grupos parroquiales, asociaciones, peregrinos procedentes de
Italia y de tantas partes de mundo, en particular de Madrid, de Praga y de
Tailandia; como también a los miembros de la Comunidad católica coreana de
Londres.
Saludo a los fieles
de di Casalbuttano, Cortona, Terni, Ragusa; a los chicos de Romagnano di Massa;
y la “Sacra Corale Jonica” de la Provincia de Taranto.
Saludo de manera
particular a todos aquellos que participan en la jornada de hoy en la “Fiesta
de los Pueblos”, en el 25°aniversario, en la Plaza San Juan de Letrán. Que esta
fiesta, signo de unidad y de la diversidad de culturas, nos ayude a entender
que el camino hacia la paz es éste: hacer la unidad, respetando la diversidad.
Dirijo un
pensamiento especial a los Alpinos, reunidos en Asti para la Asamblea Nacional.
Los exhorto a ser testigos de misericordia y de esperanza imitando el ejemplo
del Beato Beato Don Carlo Gnocchi, del Beato Hermano Luigi Bordino y del
Venerable Teresio Olivelli, que honraron el Cuerpo de los Alpinos con la
santidad de su vida.
¡Y a todos les deseo
a todos buena fiesta de Pentecostés! Por favor no se olviden de rezar por mí.
¡Buen almuerzo y hasta pronto!
(Traducción del
italiano: María Cecilia Mutual)
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