Homilías del Papa y Temas sacerdotales
Ángelus
del Papa: ¿Somos fieles al programa de Cristo?
El
Papa Francisco reza el Ángelus del tercer domingo del tiempo ordinario con los
fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro - RV
24/01/2016
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(RV).- A la hora del Ángelus del tercer
domingo del tiempo ordinario, el Santo Padre Francisco recordó que el
evangelista Lucas antes de presentar el discurso programático de Jesús de
Nazaret, resume brevemente su actividad evangelizadora, que consiste en anunciar
el perdón de Dios Padre misericordioso.
El
Papa Bergoglio explicó asimismo que tanto la misión de Jesús, como la de la
Iglesia y la de todo bautizado en la Iglesia, es Evangelizar a los pobres.
Porque como afirmó, “ser cristiano y ser misionero es lo mismo”. Y dijo que
anunciar el Evangelio, con la palabra y, antes aún, con la vida, es la
finalidad principal de la comunidad cristiana y de cada uno de sus miembros.
Francisco
también se preguntó ¿qué significa evangelizar a los pobres? Significa – dijo –
acercarse a ellos, servirlos, liberarlos de su opresión, y todo esto en el
nombre y con el Espíritu de Cristo, porque es Él el Evangelio de Dios, es Él la
Misericordia de Dios, es Él la liberación de Dios.
Tras
afirmar que probablemente en tiempos de Jesús estas personas no estaban en el
centro de la comunidad de fe, invitó a plantearnos si ¿hoy, en nuestras
comunidades parroquiales, en las asociaciones y en los movimientos, somos
fieles al programa de Jesús? Y si la evangelización de los pobres es nuestra
prioridad; pero no bajo la forma de asistencia social, y menos aún de actividad
política.
“Se
trata – aclaró el Papa – de ofrecer la fuerza del Evangelio de Dios, que
convierte los corazones, sana las heridas, transforma las relaciones humanas y
sociales según la lógica del amor”, puesto que los pobres – dijo – “están en el centro del Evangelio”.
El
Pontífice concluyó su meditación antes de rezar el Ángelus invocando a María,
Madre de los evangelizadores, para que nos ayude a sentir el hambre y la sed
del Evangelio que hay en el mundo, especialmente en el corazón y en la carne de
los pobres, para que seamos capaces de testimoniar concretamente la
misericordia que Cristo nos ha dado.
Texto
y audio de la alocución del Santo Padre Francisco antes de rezar a la Madre de
Dios:
Queridos
hermanos y hermanas ¡buenos días!
En
el Evangelio de hoy, el evangelista Lucas antes de presentar el discurso
programático de Jesús de Nazaret, resume brevemente su actividad
evangelizadora. Es una actividad que Él realiza
con el poder del Espíritu Santo: su palabra es original, porque revela el
sentido de las Escrituras; es una palabra autorizada, porque manda incluso a
los espíritus impuros y estos obedecen (Cfr. Mc 1, 27). Jesús es diverso de los
maestros de su tiempo: por ejemplo, Jesús no ha abierto una escuela para el
estudio de la Ley, pero va a predicar y enseña por doquier: en las sinagogas,
por las calles, en las casas, siempre andando. Jesús también es diverso de Juan
Bautista, quien proclama el juicio inminente de Dios, mientras Jesús anuncia su
perdón de Padre.
Y
ahora entramos también nosotros – imaginamos – que entramos en la sinagoga de
Nazaret, la aldea donde creció Jesús hasta llegar casi a los treinta años. Lo
que sucede allí es un acontecimiento importante, que traza la misión de
Jesús. Él se levanta para leer la
Sagrada Escritura. Abre el rollo del profeta Isaías y elige el pasaje en el que
está escrito: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por
la unción. Él me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres” (Lc 4, 18).
Después, tras un momento de silencio lleno de la expectativa de todos, dice, en
medio del estupor general: “Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que
acaban de oír” (v. 21).
Evangelizar
a los pobres: ésta es la misión de Jesús; según [lo que] Él dice; ésta es también la misión de la Iglesia, y de
todo bautizado en la Iglesia. Ser cristiano y ser misionero es la misma cosa.
Anunciar e1 Evangelio, con la palabra y, antes aún, con la vida, es la
finalidad principal de la comunidad cristiana y de cada uno de sus miembros. Se
nota aquí que Jesús dirige la Buena Nueva a todos, sin excluir a nadie, más
bien, privilegia a los más lejanos, a los que sufren, a los enfermos, a los
descartados de la sociedad.
Pero
hagámonos una pregunta: ¿Qué significa evangelizar a los pobres? Significa ante
todo acercarse a ellos, significa tener la alegría de servirlos, de liberarlos
de su opresión, y todo esto en el nombre y con el Espíritu de Cristo, porque es
Él el Evangelio de Dios, es Él la Misericordia de Dios, es Él la liberación de
Dios, es Él quien se ha hecho pobre para enriquecernos con su pobreza.
El
texto de Isaías, reforzado por pequeñas adaptaciones introducidas por Jesús,
indica que el anuncio mesiánico del Reino de Dios venido entre nosotros se
dirige de modo preferencial a los marginados, a los prisioneros y a los
oprimidos.
Probablemente
en tiempos de Jesús estas personas no estaban en el centro de la comunidad de
fe. Y podemos preguntarnos: ¿Hoy, en nuestras comunidades parroquiales, en las
asociaciones, en los movimientos, somos fieles al programa de Cristo? ¿La evangelización de los pobres, llevarles
el feliz anuncio, es la prioridad?
Atención:
no se trata sólo de hacer asistencia social, y menos aún actividad política. Se
trata de ofrecer la fuerza del Evangelio de Dios, que convierte los corazones,
sana las heridas, transforma las relaciones humanas y sociales según la lógica
del amor. En efecto, los pobres están en el centro del Evangelio.
Que
la Virgen María, Madre de los evangelizadores, nos ayude a sentir fuertemente
el hambre y la sed del Evangelio que hay en el mundo, especialmente en el
corazón y en la carne de los pobres. Y obtenga para cada uno de nosotros y a toda comunidad
cristiana testimoniar concretamente la misericordia, la gran misericordia que
Cristo nos ha donado.
(María
Fernanda Bernasconi - RV).
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