Homilías del Papa y Temas sacerdotales
Francisco:
la oración cambia a la Iglesia, no los Papas
2016-01-12
Radio Vaticana
(RV).-
La oración hace milagros e impide que el corazón se endurezca, olvidando la
piedad. Lo afirmó el Papa Francisco en su homilía de la Misa de la mañana
celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta. “La oración de los fieles – dijo el Santo Padre – cambia la Iglesia: no somos nosotros, los
Papas, los obispos, los sacerdotes” quienes llevamos adelante la Iglesia, sino
“los Santos”, dijo.
Podemos
ser personas de fe y haber perdido el sentido de la piedad bajo las cenizas del
juicio y de las críticas a ultranza. La historia que relata la página de la
Biblia que el Pontífice comentó en esta ocasión ofrece un gran ejemplo. Los
protagonistas son Ana – una mujer angustiada a causa de su esterilidad que
suplica llorando a Dios que le dé un hijo
– y un sacerdote, Elí, que la observa distraídamente desde lejos, sentado
en un banco del templo.
La
“apuesta” de la oración
La
escena descrita en el libro de Samuel refiere primero las palabras angustiadas
de Ana y después los pensamientos del sacerdote, que al no lograr oír nada
juzga con malévola superficialidad el mudo diálogo de la mujer: para él es sólo
“una borracha”. Y en cambio, como después sucederá, aquel llanto incontenible
está a punto de obtener de Dios el milagro pedido:
“Ana
rezaba en su corazón y se movían sólo los labios, si bien la voz no se oía.
Este es el coraje de una mujer de fe que con su dolor, con sus lágrimas, pide
al Señor la gracia. Tantas buenas mujeres son así en la Iglesia, ¡tantas!, que
van a rezar como si fuera una apuesta… Pensemos sólo en una grande, Santa
Mónica, que con sus lágrimas logró obtener la gracia de la conversión de su
hijo, San Agustín. Tantas cosas son así”.
Luchar
de rodillas
Elí,
el sacerdote, es “un pobre hombre” hacia el cual – admitió textualmente el Papa
Francisco – “tengo cierta simpatía” porque “también en mí encuentro defectos
que me acercan a él y me permiten comprenderlo bien”. “Con cuánta
facilidad – dijo también el Papa –
nosotros juzgamos a las personas, con cuánta facilidad les faltamos el respeto al
decir: ‘¿Pero qué cosa tendrá en su corazón? No lo sé, pero yo no digo nada…’”.
Cuando “falta la piedad en el corazón, siempre se piensa mal” y no se comprende
a quien, en cambio, reza “con dolor y con angustia” y “encomienda aquel dolor y
angustia al Señor”:
“Esta
oración la ha conocido Jesús en el Huerto de los Olivos, cuando era tanta la
angustia y tanto el dolor que sudó sangre. Y no reprochó al Padre: ‘Padre, si
tú quieres quítame esto, pero que se haga tu voluntad’. Y Jesús ha respondido
por el mismo camino de esta mujer: la docilidad. A veces, nosotros rezamos,
pedimos al Señor, pero tantas veces no sabemos llegar precisamente a aquella
lucha con el Señor, a las lágrimas, a pedir, a pedir la gracia”.
Los
fieles santos, no los Papas
El
Papa recordó la historia de un hombre de Buenos Aires quien teniendo a su hija
de nueve años internada en fin de vida, fue a ver a la Virgen de Luján y
transcurrió toda la noche aferrado a la verja del Santuario pidiendo la gracia
de la curación. Y a la mañana siguiente, al regresar al hospital, la encontró
curada:
“La
oración hace milagros.
También
hace milagros a quienes son cristianos, ya sean fieles laicos, sacerdotes,
obispos, que han perdido la piedad. La oración de los fieles cambia a la
Iglesia: no somos nosotros, los Papas, los obispos, los sacerdotes, las
religiosas quienes llevamos adelante la Iglesia. ¡Son los santos! Y los santos
son estos, como aquella mujer. Los santos son aquellos que tienen el coraje de
creer que Dios es el Señor que puede hacer todo”.
(María
Fernanda Bernasconi - RV).
(from
Vatican Radio)
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