Homilías del Papa y Temas sacerdotales
Francisco \ Audiencias y Ángelus
María nos ayude a ir a Jesús,
para experimentar la libertad que Él nos da,
alienta el Papa
Miles de peregrinos rezan el
Ángelus con el Papa
23/08/2015 12:09SHARE:
¡Jesús es la persona que
necesitamos!
(RV).- Él nos brinda la «libertad
de limpiar nuestras opciones de las incrustaciones mundanas y de los miedos», destacó el Papa Francisco en sus palabras,
para introducir el rezo mariano, del XXI primer domingo del Tiempo Ordinario.
Dirigiéndose a los miles de fieles romanos y de peregrinos de tantas partes del
mundo, que una semana más acudieron a la Plaza de San Pedro, y a los que se suman a través de los medios
de comunicación, el Obispo Roma hizo hincapié, con el Evangelio de Juan, en que
«la fidelidad a Dios es ser fieles a Jesús».
Y exclamó que «¡necesitamos estar
con Él, alimentarnos en su mesa, con sus palabras de vida eterna!»
«Creer en Jesús significa hacer
de Él el centro, el sentido de nuestra vida», reiteró luego el Santo Padre,
subrayando que «Cristo no es un elemento accesorio: es el ‘pan vivo’, el
alimento indispensable». Y que «ligarse a Él, en una verdadera relación de fe y
de amor, no significa estar encadenados, sino ser profundamente libres, siempre
en camino, abiertos a los desafíos de nuestro tiempo».
Reflexionando sobre las palabras
de Jesús sobre el ‘Pan de la vida’, al día siguiente del milagro de la
multiplicación de los panes y de los peces, el Papa señaló cómo se apagó en la
gente el gran entusiasmo del día anterior, puesto que se esperaban palabras,
que según algunos, debían ser más ‘exitosas’ para lo que pensaban que debía ser
un Mesías.
¡Pero, precisamente sobre esto se
equivocaban: sobre el modo de entender la misión del Mesías!
Ante los que se alejan de Jesús
por su lenguaje duro, Él no hace descuentos, recordó el Papa, evocando asimismo
la profesión de fe con la que San Pedro responde al Señor, que le había
preguntado: «¿también ustedes quieren irse?».
A las que Pedro respondió:
«Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. No dijo dónde
iremos, sino a quién, enfatizó el Santo Padre.
«Siempre las palabras de Jesús
nos ponen en crisis; en crisis por ejemplo, ante el espíritu del mundo, a la
mundanidad». Señaló también el Papa e invitó a preguntarnos cada uno «¿Quién es
Jesús para mí? ¿Es un nombre, una idea, es un personaje histórico solamente? O
es verdaderamente aquella persona que me ama, que ha dado su vida por mí y
camina conmigo».
(CdM – RV)
Texto completo de las palabras
del Papa antes del rezo del Ángelus:
«Queridos hermanos y hermanas
¡buenos días!
Concluye hoy la lectura del
capítulo sexto del Evangelio de Juan, con las palabras sobre el ¡Pan de la
vida’, pronunciadas por Jesús, al día siguiente del milagro de la
multiplicación de los panes y peces.
Al final de su sermón, el gran
entusiasmo del día anterior se apagó, porque Jesús había dicho que era el Pan
bajado del cielo y que daba su carne como alimento y su sangre como bebida,
aludiendo así claramente al sacrificio de su misma vida. Estas palabras suscitaron
desilusión en la gente, que las juzgó indignas del Mesías, no ‘exitosas’
Algunos miraban a Jesús como a un
Mesías que debía hablar y actuar de modo que su misión tuviera éxito,
¡enseguida!
¡Pero, precisamente sobre esto se
equivocaban: sobre el modo de entender la misión del Mesías!
Ni siquiera los discípulos logran
aceptar ese lenguaje, lenguaje inquietante del Maestro. Y el pasaje de hoy cuenta su malestar: «¡Es duro
este lenguaje! – decían - ¿Quién puede escucharlo?». (Jn 6,60)
En realidad, ellos entendieron
bien las palabras de Jesús. Tan bien que no quieren escucharlo, porque es un
leguaje que pone en crisis su mentalidad. Siempre las palabras de Jesús nos
ponen en crisis; en crisis por ejemplo, ante el espíritu del mundo, a la
mundanidad. Pero Jesús ofrece la clave para superar la dificultad; una clave
hecha con tres elemento. Primero, su origen divino: él ha bajado del cielo y
subirá allí donde estaba antes (62).
Segundo, sus palabras se pueden
comprender sólo a través de la acción del Espíritu Santo, Aquel que «da la
vida» (n. 63). Y es precisamente el Espíritu Santo el que hace comprender bien
a Jesús.
Tercero: la verdadera causa de la
incomprensión de sus palabras es la falta de fe: «hay entre ustedes algunos que
no creen». (64), dice Jesús. En efecto, desde ese momento, «muchos de sus
discípulos se alejaron de él y dejaron de acompañarlo». (n. 66) Ante estas
defecciones, Jesús no hace descuentos y
no atenúa sus palabras, aún más obliga a realizar una opción precisa: o estar
con Él o separarse de Él, y dice a los Doce: «¿También ustedes quieren irse?».
(n. 67)
Entonces, Pedro hace su confesión
de fe en nombre de los otros Apóstoles: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes
palabras de Vida eterna. (n. 68) No dice: ‘¿dónde iremos?’, sino ‘¿a quién iremos?’.
El problema de fondo no es ir y abandonar la obra emprendida, sino a quién ir.
De esa pregunta de Pedro, nosotros comprendemos que la fidelidad a Dios es
cuestión de fidelidad a una persona, con la cual nos enlazamos para caminar
juntos por el mismo camino. Y esta persona es Jesús. Todo lo que tenemos en el
mundo no sacia nuestra hambre de infinito. ¡Tenemos necesidad de Jesús, de
estar con Él, de alimentarnos en su mesa, con sus palabras de vida eterna!
Creer en Jesús significa hacer de
Él el centro, el sentido de nuestra vida.
Cristo no es un elemento accesorio: es el ‘pan vivo’, el alimento
indispensable. Ligarse a Él, en una verdadera relación de fe y de amor, no
significa estar encadenados, sino ser profundamente libres, siempre en camino.
Cada uno de nosotros puede
preguntarse, ahora: ¿Quién es Jesús para mí? ¿Es un nombre, una idea, es un
personaje histórico solamente? O es verdaderamente aquella persona que me ama,
que ha dado su vida por mí y camina conmigo. ¿Para ti quién es Jesús? ¿Intentas
conocerlo en su palabra? ¿Lees el Evangelio todos los días, un pasaje, del
Evangelio para conocer a Jesús? ¿Llevas el Evangelio todos los días, en la
bolsa, para leerlo, en todas partes? Porque cuanto más estamos con Él, más
crece el anhelo de permanecer con él. Ahora les pediré amablemente, hagamos un
momentito de silencio y cada uno de nosotros en silencio, en su corazón, se
pregunte: ¿quién es Jesús para mí? En silencio, cada uno responda, en su
corazón: ¿quién es Jesús para mí?
Que la Virgen María nos ayude a
‘ir’ siempre a donde Jesús, para experimentar la libertad que Él nos ofrece, y
que nos consiente limpiar nuestras opciones de las incrustaciones mundanas
y de los miedos.»
(Traducción del italiano: Cecilia
de Malak)
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