Temas sacerdotales y Homilías del Papa.
Si
no se está cerca de la gente y no se da esperanza,
las prédicas son vanidad,
dijo Francisco
2014-09-16
Radio Vaticana
Se pueden hacer bellas
prédicas, pero si no se está cerca de las personas, si no se sufre con la gente
y no se da esperanza, esas prédicas no sirven, son vanidad. Lo dijo el Papa
Francisco en su homilía de la
Misa matutina celebrada en la Capilla de la Casa de Santa Marta, en el
día en que la Iglesia
recuerda a los Santos mártires Cornelio, Papa, y Cipriano, Obispo.
El
Evangelio del día habla de Jesús que se acerca a un cortejo fúnebre: una viuda
de Naím ha perdido a su único hijo. El Señor realiza el milagro de devolver la
vida al joven – recordó el Papa – pero hace más: está cerca. “Dios – dice la
gente – ha visitado a su pueblo”. Cuando Dios visita “hay algo más, hay algo
nuevo”, “quiere decir que su presencia está especialmente allí”. Jesús está
cerca:
“Estaba
cerca de la gente. Dios cercano que logra comprender el corazón de la gente, el
corazón de su pueblo. Después ve el cortejo, y el Señor se acerca. Dios visita
a su pueblo, en medio de su pueblo, y acercándose. Cercanía. Es la modalidad de
Dios. Y después hay una expresión que se repite en la Biblia , tantas veces: ‘El
Señor tuvo gran compasión’. La misma compasión que tenía, dice el Evangelio,
cuando vio a tanta gente como ovejas sin pastor. Cuando Dios visita a su
pueblo, está cerca de él, se acerca a él y siente compasión: se conmueve”.
“El
Señor – prosiguió diciendo Francisco – se siente profundamente conmovido, como
lo estuvo ante la tumba de Lázaro”. Como se conmovió aquel Padre “cuando vio
volver a casa a su hijo” pródigo:
“Cercanía
y compasión: así el Señor visita a su pueblo. Y cuando nosotros queremos
anunciar el Evangelio, llevar adelante la Palabra de Jesús, éste es el camino. El otro
camino es el de los maestros, el de los predicadores de aquel tiempo: los
doctores de la ley, los escribas, los fariseos… Alejados del pueblo, hablaban…
bien: hablaban bien. Enseñaban la ley, bien. Pero alejados. Y ésta no era una
visita del Señor: era otra cosa. El pueblo no sentía esto como una gracia,
porque faltaba la cercanía, faltaba la compasión, es decir, padecer con el
pueblo”.
“Y
hay otra palabra – subrayó el Papa – que es propia de cuando el Señor visita a
su pueblo: ‘El muerto se incorporó y se puso a hablar, y Él – Jesús – se lo dio
a su madre’”:
“Cuando
Dios visita a su pueblo, devuelve la esperanza al pueblo. Siempre. Se puede
predicar la Palabra
de Dios brillantemente: en la historia hubo tantos buenos predicadores. Pero si
estos predicadores no fueron capaces de sembrar esperanza, esa prédica no
sirve. Es vanidad”.
Viendo
a Jesús que devolvió el hijo vivo a su mamá – concluyó el Papa su homilía –
“podemos entender lo que significa una visita de Dios a su pueblo. Y pedir como
gracia que nuestro testimonio de cristianos sea portador de la visita de Dios a
su pueblo, es decir, de la cercanía que siembra la esperanza”.
(María
Fernanda Bernasconi – RV).
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