Temas sacerdotales y Homilías del Papa.
Texto de la
catequesis del Papa Francisco en la Audiencia General :
(03 de septiembre de 2014)
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días! en las precedentes catequesis hemos tenido
ocasión de remarcar varias veces que no nos hacemos cristianos por sí mismos,
es decir con las propias fuerzas, en modo autónomo, ni siquiera nos hacemos
cristianos en laboratorio, pero que se es generados y hechos crecer en la fe al
interior de aquel gran cuerpo que es la Iglesia. En este sentido, la Iglesia es de verdad
madre, ¡nuestra Madre Iglesia! ¿Es bello decirlo así, eh? Nuestra Madre
Iglesia. Una madre que nos da vida en Cristo y que nos hace vivir con los otros
hermanos en la comunión del Espíritu Santo.
1. En esta
maternidad suya, la Iglesia
tiene como modelo a la
Virgen María , el modelo más bello y más alto que pueda
existir. Es lo que ya las primeras comunidades cristianas han sacado a la luz y
el Concilio Vaticano II ha expresado en modo admirable. (cfr. Cost. Lumen
Gentium, 36-64). La maternidad de María es ciertamente única, singular, y se ha
cumplido en la plenitud de los tiempos, cuando la Virgen dio a la luz el Hijo
de Dios, concebido por obra del Espíritu Santo. Y, sin embargo, la maternidad
de la Iglesia
se coloca precisamente en continuidad con aquella de María, como su
prolongación en la historia. La
Iglesia , en la fecundidad del Espíritu, continúa a generar
nuevos hijos en Cristo, siempre en la escucha de la Palabra de Dios y en la
docilidad a su designio de amor. La
Iglesia es madre. El nacimiento de Jesús en el seno de María,
en efecto, es preludio del nacimiento de todo cristiano en el seno de la Iglesia , desde el momento
que Cristo es el primogénito de una multitud de hermanos (cfr. Rm, 8,29). Es
nuestro primer hermano Jesús, nacido de María, es el modelo y todos nosotros
hemos nacido de la
Iglesia. Comprendemos entonces cómo la relación que une María
a la Iglesia
es muy profunda: mirando a María, descubrimos el rostro más bello y más tierno
de la Iglesia
y mirando a la Iglesia
reconocemos los lineamientos sublimes de María. Nosotros cristianos no somos
huérfanos, tenemos una mamá, tenemos madre, ¡y esto es grande! ¡No somos
huérfanos! La Iglesia
es madre, María es madre.
2. La Iglesia es nuestra Madre
porque nos ha dado a la luz en el Bautismo. Cada vez que bautizamos un niño se
transforma en hijo de la
Iglesia , viene adentro de la Iglesia. Y desde aquel
día, como mamá primorosa, nos hace crecer en la fe y nos indica, con la fuerza
de la Palabra
de Dios, el camino de la salvación, defendiéndonos del mal.
En su
cuidado maternal, la Iglesia
se esfuerza por mostrar a los creyentes el camino a seguir para vivir una
existencia fecunda de alegría y paz. Iluminados por la luz del Evangelio y
sostenidos por la gracia de los Sacramentos, especialmente la Eucaristía , nosotros
podemos orientar nuestras elecciones al bien y atravesar con valentía y
esperanza los momentos de oscuridad y los senderos más tortuosos, que los hay,
¡en la vida también los hay! El camino de salvación, a través del cual la Iglesia nos guía y nos
acompaña con la fuerza del Evangelio y el apoyo de los Sacramentos, nos da la
capacidad para defendernos del mal. La Iglesia tiene el coraje de una madre que sabe que
debe proteger a sus hijos de los peligros que resultan de la presencia de
satanás en el mundo, para llevarlos al encuentro con Jesús. Una madre siempre
defiende a los hijos. Esta defensa consiste también en el exhortar a la
vigilancia: vigilar contra el engaño y la seducción del maligno. Porque si
también Dios ha vencido a Satanás, este siempre vuelve con sus tentaciones,
nosotros lo sabemos, todos nosotros somos tentados, hemos sido tentados y somos
tentados. A nosotros nos corresponde no ser ingenuos, él viene como “león
rugiente” dice el apóstol Pedro (1 Pedro 5.8). Nos corresponde a nosotros no
ser ingenuos sino vigilar y resistir firmes en la fe. Resistir con los consejos
de la madre, resistir con la ayuda de la madre Iglesia, que como buena madre,
siempre acompaña a sus hijos en los momentos difíciles.
3. Queridos
amigos, esta es la
Iglesia. Esta es la Iglesia que amamos todos, esta es la Iglesia que yo amo. Una
madre que tiene en el corazón el bien de los propios hijos, y que es capaz de
dar la vida por sus hijos. No debemos olvidar, sin embargo, que la Iglesia no son los
sacerdotes, o nosotros los obispos. No, ¡somos todos! La Iglesia somos todos, ¿de
acuerdo? Y también nosotros somos hijos y al mismo tiempo, madres de otros
cristianos. Todos los bautizados, hombres y mujeres, juntos, somos la Iglesia. ¡Cuántas veces
en nuestra vida no damos el testimonio de esta maternidad de la Iglesia , de esta valentía
maternal de la Iglesia !
Cuántas veces somos cobardes, ¿eh? ¿No eh? Entonces encomendémonos a María,
para que ella como madre de nuestro primer hermano, del primogénito Jesús, nos
enseñe a tener su mismo espíritu maternal con nuestros hermanos, con la
capacidad sincera de recibir, de perdonar, de dar fuerza, y de infundir fe y
esperanza. Y esto es lo que hace una mamá. ¡Gracias!
(Traducción
de María Cecilia y Griselda Mutual - RADIO VATICANA).
Saludos
Saludo
cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos
provenientes de España, México, Cuba, Costa Rica, Argentina, Guatemala,
Colombia y otros países latinoamericanos. Invito a todos a invocar la
intercesión maternal de María y aprender de ella esa ternura que nos permite
ser testigos de la maternidad de la Iglesia. Muchas gracias.
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