Temas sacerdotales y Homilías del Papa.
El diablo también está en el Siglo XXI,
aprendamos del Evangelio
cómo combatirlo
2014-04-11 Radio Vaticana
Aprendamos del Evangelio a luchar contra las tentaciones del
demonio. Lo afirmó el Papa Francisco en su homilía de la Misa matutina
celebrada en la Capilla de la Casa de Santa Marta. El Pontífice subrayó que
todos somos tentados, porque el diablo no quiere nuestra santidad. Y reafirmó
que la vida cristiana es, precisamente, una lucha contra el mal.
“La vida de Jesús ha sido una lucha. Vino para vencer el mal,
para vencer al príncipe de este mundo, para vencer al demonio”. Con estas palabras
el Papa comenzó su homilía dedicada enteramente a la lucha contra el demonio.
Una lucha – dijo – que debe afrontar todo cristiano. Y subrayó que el demonio
“tentó a Jesús tantas veces, y Jesús sintió en su vida las tentaciones”, así
como “también las persecuciones”. A la vez que advirtió que nosotros, los
cristianos, “que queremos seguir Jesús”, “debemos conocer bien esta verdad”:
“También nosotros somos tentados, también nosotros somos objeto
del ataque del demonio, porque el espíritu del mal no quiere nuestra santidad,
no quiere el testimonio cristiano, no quiere que seamos discípulos de Jesús. ¿Y
cómo hace el espíritu del mal para alejarnos del camino de Jesús con su
tentación? La tentación del demonio tiene tres características y nosotros
debemos conocerlas para no caer en las trampas. ¿Cómo hace el demonio para
alejarnos del camino de Jesús? La tentación comienza levemente, pero crece:
siempre crece. Segundo, crece y contagia a otro, se transmite a otro, trata de
ser comunitaria. Y, al final, para tranquilizar el alma, se justifica. Crece,
contagia y se justifica”.
La primera tentación de Jesús – observó Francisco – “casi
siembra una seducción”: el diablo dice a Jesús que se tire del Templo y así,
sostiene el tentador, “todos dirán: ‘¡He aquí el Mesías!’”. Es lo mismo que
hizo con Adán y Eva: “Es la seducción”. El diablo – dijo el Papa – “habla como
si fuera un maestro espiritual”. Y cuando la tentación “es rechazada”, entonces
“crece: crece y vuelve más fuerte”. Jesús – recordó el Santo Padre – “lo dice
en el Evangelio de Lucas: cuando el demonio es rechazado, gira y busca a
algunos compañeros y con esta banda, vuelve”. Por lo tanto, “crece también
implicando a otros”. Así sucedió con Jesús, “el demonio implica” a sus
enemigos. Y lo que “parecía un hilo de agua, un pequeño hilo de agua, tranquilo
– explicó Francisco – se convierte en una marea”.
La tentación “crece, y contagia. Y al final, se justifica”. El
Papa también recordó que cuando Jesús predica en la Sinagoga, inmediatamente
sus enemigos lo disminuyen, diciendo: “Pero, ¡éste es el hijo de José, el
carpintero, el hijo de María! ¡Nunca fue a la universidad! Pero, ¿con qué
autoridad habla? ¡No estudió!”. La tentación – dijo Francisco – “implicó a
todos contra Jesús”. Y el punto más alto, “más fuerte de la justificación –
añadió el Pontífice – es el del sacerdote”, cuando dice: “¿No saben que es
mejor que un hombre muera” para salvar “al pueblo?”:
“Tenemos una tentación que crece: crece y contagia a los demás.
Pensemos en una habladuría, por ejemplo: yo siento un poco de envidia por
aquella persona, por aquella otra, y antes tengo la envidia dentro, solo, y es
necesario compartirla y a va a lo de otra persona y dice: ‘¿Pero tú has visto a
esa persona?’… y trata de crecer y contagia a otro, a otro… Pero éste es el
mecanismo de las habladurías ¡y todos nosotros hemos sido tentados de caer en
las habladurías! Quizá alguno de ustedes no, si es santo, ¡pero también yo
estoy tentado por las habladurías! Esta es una tentación cotidiana. Comienza
así, suavemente, como el hilo de agua. Crece por contagio y, al final, se
justifica”.
Estemos atentos – dijo también el Papa – “cuando en nuestro
corazón sentimos algo que terminará por destruir” a las personas. “Estemos
atentos – recalcó – porque si no detenemos a tiempo ese hilo de agua, cuando
crecerá y contagiará será una marea tal que sólo nos conducirá a justificarnos
mal, como se justificaron estas personas”. Y afirmó que “es mejor que muera un
hombre por el pueblo”:
“Todos somos tentados, porque la ley de la vida espiritual, de
nuestra vida cristiana, es una lucha: una lucha. Porque el príncipe de este
mundo – el diablo – no quiere nuestra santidad, no quiere que nosotros sigamos
a Cristo. Alguno de ustedes, tal vez, no sé, podría decir:
‘Pero, Padre, ¡qué
antiguo es usted: hablar del diablo en el Siglo XXI!’. Pero ¡miren que el
diablo existe! El diablo existe. ¡También en el Siglo XXI! Y no debemos ser
ingenuos, ¡eh! Debemos aprender del Evangelio cómo se hace para luchar contra
él”.
(María Fernanda Bernasconi – RV).
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