Temas sacerdotales y Homilías del Papa.
28/7/2014
ANGELUS: FRANCISCO REITERA LA
NECESIDAD
DE LEER EL EVANGELIO
Ciudad del Vaticano, 27 de julio
de 2014 (VIS).-Como cada domingo a mediodía, el Papa Francisco se asomó a la
ventana de su estudio para rezar el Ángelus con los fieles reunidos en la Plaza
de San Pedro. El pontífice, al igual que en la misa celebrada el día anterior
en Caserta, habló de las dos parábolas dedicadas al reino de los cielos: la del
mercader de joyas que encuentra una perla de infinito valor y vende todo lo que
tiene para adquirirla y la del labrador que encuentra un tesoro escondido y
vende sus tierras para comprar el campo donde se haya. Ni el mercader ni el
labrador dudan de lo que tienen que hacer porque se dan cuenta del valor
incomparable de su hallazgo.
''Lo mismo sucede con el Reino de
Dios -explicó el Obispo de Roma- quien lo encuentra no tiene dudas, siente que
es lo que buscaba, lo que esperaba y lo que responde a sus aspiraciones más
auténticas. Y verdaderamente es así: el que conoce a Jesús, el que lo encuentra
personalmente, permanece fascinado, atraído por tanta bondad, verdad y belleza,
y todo con una gran humildad y sencillez. Buscar a Jesús, encontrarlo; este es
el gran tesoro''.
''¡Cuántas personas, cuántos
santos y santas, leyendo con corazón abierto el Evangelio, se han sentido tan
atraídos por Jesús como para convertirse a El !- exclamó- Pensemos en san
Francisco de Asís, que ya era cristiano, pero lo era “al agua de rosas”. Cuando
leyó el Evangelio, en un momento decisivo de su juventud, encontró a Jesús y
descubrió el Reino de Dios, y entonces todos sus sueños de gloria terrena se
desvanecieron. El Evangelio te hace conocer al verdadero Jesús, al Jesús
vivo... toca tu corazón y cambia tu vida. Y entonces sí, lo dejas todo. Puedes
cambiar efectivamente tu tipo de vida, o seguir haciendo lo que hacías antes,
pero ya eres otro, has renacido: has encontrado lo que da sentido, sabor y luz
a todo, también a las fatigas, a los sufrimientos y también a la muerte''.
Después el Papa reiteró la
necesidad de leer el Evangelio; un pasaje cada día, de llevarlo en el bolsillo,
en la cartera, de tenerlo a mano porque ''todo adquiere sentido cuando allí, en
el Evangelio, encuentras este tesoro, que Jesús llama “el Reino de Dios”, es
decir Dios, que reina en tu vida, en nuestra vida; Dios que es amor, paz y
alegría en cada hombre y en todos los hombres... Leer el Evangelio es encontrar
a Jesús, es tener esta alegría cristiana, que es un don del Espíritu Santo''.
''La alegría de haber encontrado
el tesoro del Reino de Dios se transparenta, se ve -finalizó el pontífice- El
cristiano no puede tener escondida su fe, porque transluce en cada palabra, en
cada gesto, incluso en los más simples y cotidianos: transluce el amor que Dios
nos ha dado mediante Jesús. Recemos, por intercesión de la Virgen María, para
que venga a nosotros y al mundo entero su Reino de amor, de justicia y de
paz''.
http://www.news.va/es/news/el-evangelio-te-hace-conocer-a-jesus-verdadero-y-v
El Papa Francisco en el Ángelus
Otra traducción
Otra traducción
2014-07-27 Radio Vaticana
El descubrimiento del Reino de Dios puede
venir de improviso, como en la parábola del campesino que encuentra un tesoro,
o después de una larga búsqueda, como el mercader de perlas finas que encuentra
la perla preciosa tanto tiempo soñada, explicó el Obispo de Roma en su reflexión
previa a la oración mariana del Ángelus, en la Plaza de san Pedro repleta de
peregrinos, en el caluroso mediodía romano.
“Tanto el tesoro como la perla
valen más que todos los otros bienes” –dijo Francisco–, por eso el campesino y
el mercader se dan cuenta inmediatamente del valor incomparable de lo que han
encontrado y están dispuestos a perder todo con tal de tenerlos.
Así es el Reino de Dios –afirmó
el Papa–, “quien encuentra personalmente a Jesús queda fascinado, atraído por
tanta bondad, tanta verdad, tanta belleza, y todo con gran humildad y
simplicidad. San Francisco de Asís que ya era un cristiano, pero de “agua de
rosas”, cuando lee el Evangelio todos sus sueños de gloria terrena se
desvanecen”. “El Evangelio te hace conocer a Jesús verdadero y vivo; te habla
al corazón y te cambia la vida, eres otro, has renacido. Has encontrado lo que
da sentido, sabor y luz a todo, también a las fatigas, los sufrimientos,
también a la muerte”. Todo adquiere sentido cuando encuentras este tesoro que
Jesús llama el Reino de Dios, esto es, Dios que reina en tu vida, en nuestra
vida. Francisco aseveró: “Esto es lo que Dios quiere y es por esto que Jesús se
entregó a sí mismo hasta la muerte en cruz, para liberarnos del poder de las
tinieblas y transferirnos al reino de la vida”.
Y concluyó exhortando: la alegría
de haber encontrado el tesoro del Reino de Dios se transparenta se ve, recemos
por intercesión de la Virgen María, para que venga a nosotros y en el mundo
entero su Reino de amor de justicia, de paz.
“Inútil masacre”
Después de la oración y
bendición, haciendo referencia al centésimo aniversario de la Primera Guerra
Mundial, Francisco Papa dijo que se trató de una “Inútil masacre”, que causó
millones de víctimas con inmensas destrucciones, y pidió “que no se repitan los
errores del pasado, sino que se tengan presentes las lecciones de la historia,
haciendo siempre prevalecer las razones de la paz mediante un dialogo paciente
y valiente”.
El Sucesor de Pedro manifestó que
“en particular mi pensamiento va a tres áreas de crisis: aquella medio
oriental, la de Irak y aquella de Ucrania. Les pido que continúen uniéndose a
mi oración para que el Señor conceda a las poblaciones y a las Autoridades de
aquellas zonas la sabiduría y la fuerza necesarias para llevar adelante con
determinación el camino de la paz, afrontando toda diatriba con la tenacidad
del diálogo y de la negociación y con la fuerza de la reconciliación. Que al
centro de cada decisión nos se pongan los intereses particulares, sino el bien
común y el respeto a toda persona.
(jesuita Guillermo Ortiz – RV).
Texto completo de la alocución
del Papa
antes de rezar el Ángelus:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Las breves semejanzas propuestas
por la liturgia del día son la conclusión del capítulo del Evangelio de Mateo
dedicado a las parábolas del Reino de Dios (13, 44-52). Entre éstas hay dos
pequeñas obras de arte: las parábolas del tesoro escondido en el campo y la de
la perla de gran valor. Ellas nos dicen que el descubrimiento del Reino de Dios
puede producirse improvisamente como para el campesino que, arando, encuentra
el tesoro inesperado; o después de una larga búsqueda, como para el mercante de
perlas que, finalmente, encuentra la perla preciosísima soñada desde hacía
tanto tiempo. Pero en ambos casos, permanece el dato primario que el tesoro y
la perla valen más que todos los otros bienes y, por tanto, el campesino y el
mercante, cuando los encuentran, renuncian a todo lo demás para poder
comprarlos. No tienen necesidad de hacer razonamientos, o de pensar, o de
reflexionar: se dan cuenta inmediatamente del valor incomparable de lo que han
encontrado, y están dispuestos a perder todo con tal de tenerlo.
Así es para el Reino de Dios:
quien lo encuentra no tiene dudas, siente que es lo que buscaba, lo que
esperaba y que responde a sus aspiraciones más auténticas. Y es verdaderamente
así: quien conoce a Jesús, quien lo encuentra personalmente, permanece
fascinado, atraído por tanta bondad, tanta verdad, tanta belleza, y todo en una
gran humildad y sencillez.
Buscar a Jesús, encontrar a
Jesús, éste es el gran tesoro. Cuántas personas, cuántos santos y santas,
leyendo con corazón abierto el Evangelio, se han sentido tan conmovidos por
Jesús, que se han convertido a Él. Pensemos en san Francisco de Asís: él ya era
cristiano, pero un cristiano “al agua de rosas”. Cuando leyó el Evangelio, en
un momento decisivo de su juventud, encontró a Jesús y descubrió el Reino de
Dios, y entonces todos sus sueños de gloria terrena se desvanecieron. El
Evangelio te hace conocer a Jesús verdadero, te hace conocer a Jesús vivo; te
habla al corazón y te cambia la vida. Y entonces sí, dejas todo. Puedes cambiar
efectivamente el tipo de vida, o seguir haciendo lo que hacías antes, pero tú
eres otro, has renacido: has encontrado lo que da sentido, lo que sabor, que da
luz a todo, también a las fatigas, también a los sufrimientos y también a la
muerte. Leer el Evangelio, leer el Evangelio. Hemos hablado de esto. ¿Se
acuerdan? Cada día leer un pasaje del Evangelio, y también llevar un pequeño
Evangelio con nosotros, en el bolsillo, en la cartera. En cualquier caso
tenerlo a mano. Y allí, leyendo un pasaje encontraremos a Jesús.
Todo adquiere sentido cuando
allí, en el Evangelio, encuentras este tesoro, que Jesús llama “el Reino de
Dios”, es decir Dios, que reina en tu vida, en nuestra vida; Dios que es amor,
paz y alegría en cada hombre y en todos los hombres. Esto es lo que Dios
quiere, es aquello por lo cual Jesús se ha dado a sí mismo hasta morir en una
cruz, para liberarnos del poder de las tinieblas y trasladarnos al reino de la
vida, de la belleza, de la bondad, de la alegría. Leer el Evangelio es
encontrar a Jesús, es tener esta alegría cristiana, que es un don del Espíritu
Santo.
Queridos hermanos y hermanas, la
alegría de haber encontrado el tesoro del Reino de Dios se transparenta, se ve.
El cristiano no puede tener escondida su fe, porque transluce en cada palabra,
en cada gesto, incluso en los más simples y cotidianos: transluce el amor que
Dios nos ha dado mediante Jesús. Oremos, por intercesión de la Virgen María,
para que venga a nosotros y al mundo entero su Reino de amor, de justicia y de
paz.
(Traducción de María Fernanda
Bernasconi – RV).
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