Blog de Tío Paco-Franjaoli-Franja
Un tema sacerdotal que os gustará. Franja
Era un niño musulmán, soñó con Jesús, se hizo cura católico y
casi lo fusilan los islamistas
Trabajó con los refugiados de guerra
Era un niño musulmán, soñó con Jesús, se hizo cura católico y
casi lo fusilan los islamistas
«Jesús se me apareció con dos libros en sus manos: en una, la
Biblia; en otra, el Corán. Me pidió que escogiera qué libro era el correcto»,
recuerda.
Omar era un soldado
musulmán a quien hablaron de Santa Bakhita: hoy, católico, se plantea ser cura
Le secuestraron en Sudán,
le ofrecieron mujeres para convertirse al islam y un «ángel» le salvó
Milagros del siglo XXI
(2º): Oración cristiana cura a una musulmana
Ayuda a la Iglesia
necesitada lanza una campaña de ayuda para los católicos de Sudán
Sirve para entender mejor la alianza de civilizaciones.
Esta es la historia de Bashir Abdelsamad, que empieza en su
infancia, en los años 60, en Sudán del Norte, un niño musulmán como tantos
otros que iba a la escuela y se aprendía el Corán.
"El clérigo islámico que nos daba clase nos explicó que
Dios nos permitía a nosotros, los musulmanes, matar a los cristianos y los
ateos, los que no creen en el Corán", recuerda Bashir.
- ¿Por qué creó Dios, que es misericordioso, a esas personas, si
no les ama? -preguntó el niño en clase. El profesor le castigó duramente
delante de todos por hacer preguntas incómodas. Pero él, con 10 años, tenía
claro que Dios no podía ser así.
El niño musulmán que vio a Jesús
"Esa noche, tuve una visión de Jesús", explica Bashir,
casi 50 años después. "Jesús se me apareció con dos libros en sus manos:
en la derecha tenía la Biblia; en la izquierda tenía el Corán. Me pidió que
escogiera qué libro era el correcto. Cuando elegí la Biblia, desapareció".
Esa es la visión sobre la que Bashir edificó su vida en un
entorno hostil a la fe cristiana. Él dice que ni siquiera había visto nunca
entonces una imagen de Jesús, algo perfectamente lógico en el Sudán del Norte
de los años 60. Pero cuando un tiempo después vio una iglesia católica en su
país, con imágenes de Jesús, lo reconoció. Era el hombre de su visión.
Estudiando con los combonianos
Hasta la educación secundaria, en un instituto de los Misioneros
Combonianos, Bashir no tuvo ninguna oportunidad de conocer nada más de Jesús y
el cristianismo. Creció durante la primera guerra civil sudanesa (1955 a 1972)
y después viviría la guerra del gobierno islámico del norte contra los
independentistas cristianos y animistas del sur (de 1983 a 2005).
En el instituto de los combonianos pudo conocer la fe, estudiar
la Biblia y convencerse: esa era la verdad. Nadie quería bautizarle, los
sacerdotes temían represalias del gobierno islámico, pero el joven insistió
tanto que al final recibió el bautismo. A su familia no le molestó, excepto por
las posibles represalias si se supiera. Pero Bashir lo tenía ya claro: quería
ser sacerdote.
Primero probó en el noviciado comboniano, pero solía caer
enfermo y la salud es muy importante para los misioneros. Después estudió en un
seminario de su diócesis, y fue ordenado como sacerdote diocesano.
Con los refugiados en las montañas
Fue entonces cuando su obispo lo envió a ayudar a los refugiados
de los Montes Nuba en Sudán central, gente desplazada por la guerra y muy
maltratada por los islamistas del norte y las fuerzas gubernamentales. "Yo
los organizaba, les ayudaba en necesidades básicas como comida, medicinas,
mantas y alojamiento", recuerda.
Pero eso no gustaba a las tropas norteñas que recorrían los
Montes Nuba. Quien ayudase a los refugiados, quien no fuese musulmán, era
sospechoso de simpatizar con el enemigo. Dos veces detuvieron a Bashir y le
interrogaron, acusándolo de colaborar con los rebeldes del sur. La tercera vez
que le arrestaron, en 1991, decidieron ya fusilarle, y lo juntaron con otras 8
personas para ejecutar.
"Me llevaron a unos barracones militares y me metieron en
una celda pequeña un tiempo. Después, nos juntaron para fusilarnos. Éramos
nueve. Sólo yo fui rescatado", apunta.
Se salvó porque otro sacerdote consiguió encontrar a un
comandante amigo de Bashir y llegaron corriendo al pelotón de fusilamiento... Los
otros ocho condenados ya habían sido ejecutados. Bashir se salvó por muy poco.
Camino del exilio
Su amigo comandante le recomendó dejar el país. Y lo hizo:
primero huyó a El Cairo, luego a Kenia, después a Sudán del Sur. Allí volvió a
atender a refugiados, pero al caer enfermo el obispo lo envió a recuperarse a
Nairobi. Y de allí, a estudiar en la universidad jesuita de Xavier, en Ohio,
EEUU, donde llegó en 1994. Acabados los estudios, no pudo volver a Sudán hasta
mucho después, avisado de que aún le buscaban.
Tardó 21 años en volver a su tierra, en ver a sus parientes.
"Mi familia me aconsejaba no caminar solo en público, pero les dije que si
me matan, mi muerte valdrá la pena, porque alguien que ama su país y muere hace
que la gente aprenda de esa muerte", declaró en la revista de Xavier
University. "Cuando me arrestaron para matarme, estaba feliz de morir
sabiendo que no podrían quitar mi espíritu".
Hoy Bashir sigue en Estados Unidos, como vicario en varias
parroquias de la diócesis de Sioux City, y atiendiendo también inmigrantes
sudaneses en Norteamérica. "La Biblia, mi libro preferido, siempre está
conmigo, y el Rosario también. Creo que Dios tiene planes para mí, aquí, o en
cualquier otro sitio", comenta el padre Bashir Abdelsamad.
Fuente: Religión en Libertad
y...
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