Homilías del Papa y Temas sacerdotales
El Santo Padre Francisco celebra la Misa matutina
en la capilla de la Casa de Santa Marta.
Papa: Caminemos con confianza hacia las sorpresas de Dios
26/06/2017 13:15SHARE:
(RV).- No sirven los horóscopos o los nigromantes para conocer
el futuro: el verdadero cristiano no es el que se instala y permanece quieto,
sino aquel que se fía de Dios y se deja guiar en un camino abierto a las
sorpresas del Señor. Lo afirmó el Santo Padre en su homilía de la Misa matutina
celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta.
El cristiano “detenido” no es un “cristiano verdadero”. El Papa
invitó a no permanecer estáticos, a no
“instalarse demasiado”, a la vez que exhortó a “confiar en Dios” y seguirlo.
Inspirándose en la Primera Lectura del día, tomada del libro del Génesis, Francisco
reflexionó sobre la figura de Abrahán en quien – explicó – “existe el estilo de la vida cristiana,
nuestro estilo como pueblo”, basado en tres dimensiones: el “despojo”, la
“promesa” y la “bendición”. Y recordó que el Señor exhortó a Abrahán a irse de
su país, de su patria, de la casa de su padre:
“Ser cristiano lleva siempre esta dimensión de despojo que
encuentra su plenitud en el despojo de Jesús en la Cruz. Siempre hay un ‘vete’,
‘deja’, para dar el primer paso: ‘Deja y vete de tu tierra, de tu parentela, de
la casa de tu padre’. Si hacemos un poco de memoria veríamos que en los
Evangelios la vocación de los discípulos es un ‘vete’, ‘deja’ y ‘ven’. También
en los profetas, ¿no? Pensemos en Eliseo, trabajando la tierra: ‘Deja y ven’ –
‘Pero al menos, permíteme saludar a mis padres’ – ‘Pero, ve y vuelve’. ‘Deja y
ven’”.
Los cristianos – añadió el Obispo de Roma – deben tener la
“capacidad” de ser despojados, de lo contrario no son “cristianos auténticos”,
como no lo son quienes no se dejan “despojar y crucificar con Jesús”. Abrahán
“obedeció por la fe”, partiendo hacia una tierra que iba a “recibir en
herencia”, pero sin conocer un destino preciso:
“El cristiano no tiene un horóscopo para ver el futuro; no va a
ver al nigromante que tiene una esfera de cristal, y quiere que le lea la mano…
No, no. No sabe a dónde va. Va guiado. Y esto es como una primera dimensión de
nuestra vida cristiana: despojarse. Pero, despojarse ¿para qué? ¿Para una
ascesis firme? ¡No, no! Para ir hacia una promesa. Y ésta es la segunda.
Nosotros somos hombres y mujeres que caminamos hacia una promesa, hacia un
encuentro, hacia algo – una tierra, dice a Abrahán – que debemos recibir en
herencia”.
Y sin embargo – subrayó Francisco – Abrahán no construye una
casa, sino que “planta una tienda”, para indicar que “está en camino y que se
fía de Dios”. De modo que construye un altar “para adorar al Señor”. Después,
“sigue caminando”, está “siempre en camino”:
“El camino comienza todos los días por la mañana; el camino de
encomendarse al Señor, el camino abierto a las sorpresas del Señor, tantas
veces no buenas, tantas veces graves – pensemos en una enfermedad, en una
muerte – pero abierto, porque yo sé que Tú me llevarás a un lugar seguro, a una
tierra que Tú has preparado para mí: es decir, el hombre en camino, el hombre que
vive en una tienda, una tienda espiritual. Nuestra alma, cuando se acomoda
demasiado, se instala demasiado, pierde esta dimensión de ir hacia la promesa
y, en lugar de caminar hacia la promesa, lleva la promesa y posee la promesa. Y
esto no va, no es propiamente cristiano”.
En “esta semilla del inicio de nuestra familia” cristiana – dijo
el Papa al concluir – sobresale otra característica, la de la bendición. Sí,
porque el cristiano es un hombre, una mujer que “bendice”. O sea: “dice bien de
Dios y dice bien de los demás” y que “se hace bendecir por Dios y por los
demás” para ir adelante. Éste es el esquema de “nuestra vida cristiana”, porque
todos, “también” los laicos, debemos
“bendecir a los demás, decir bien de los demás y decir bien a Dios de los demás”.
Con frecuencia – terminó diciendo el Pontífice – estamos acostumbrados “a no decir bien” del
prójimo, cuando – explicó – “la lengua se mueve un poco como quiere”, en lugar
de seguir el mandamiento que Dios encomienda a “nuestro padre” Abrahán, como “síntesis
de la vida”: a saber el de caminar, dejarse “despojar” por el Señor, fiarse de
sus promesas y ser irreprensibles, puesto que, en el fondo, “la vita cristiana
es tan sencilla”.
(María Fernanda Bernasconi - RV)
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