Homilías del Papa y Temas sacerdotales
Francisco \ Audiencias, Catequesis y Ángelus
Audiencia Jubilar del Papa:
La misericordia sin las obras está
muerta
El Papa Francisco besa a un bebé
en la Plaza de San Pedro - AFP
30/06/2016 11:00SHARE:
(RV).- Con ocasión
de la Audiencia Jubilar celebrada este jueves 30 de junio en la plaza de San
Pedro, el Papa Francisco invitó a los peregrinos presentes a hacer un serio
examen de conciencia porque “una cosa es hablar de misericordia, otra es vivir
la misericordia”.
“Quien ha
experimentado en la propia vida la misericordia del Padre no puede permanecer
insensible frente a las necesidades de los hermanos”, remarcó el Obispo de Roma
quien destacó que la enseñanza de Jesús “no permite vías de escape: Tenía hambre
y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba desnudo,
prófugo, enfermo, preso y me han ayudado”.
“No se puede hacer
esperar a una persona que tiene hambre: es necesario darle de comer. Jesús nos
dice esto. Las obras de misericordia no son temas teóricos, sino que son
testimonios concretos. Obligan a remangarse las mangas para aliviar el
sufrimiento”, explicó.
En su catequesis en
italiano, el Pontífice afirmó: “a nosotros, por lo tanto, se nos pide
permanecer vigilantes como centinelas, para que no suceda que, frente a las
pobrezas producidas por la cultura del bienestar, la mirada de los cristianos
se debilite y sea incapaz de mirar lo esencial” y agregó: “mirar lo esencial
¿qué significa? Mirar a Jesús.
Mirar a Jesús en el hambriento, en el preso, en
el enfermo, en el desnudo, en aquel que no tiene trabajo y debe mantener a una
familia. Mirar a Jesús en estos hermanos y hermanas nuestros. Mirar a Jesús en
aquel que está solo, triste, en aquel que se equivoca y necesita un consejo, en
aquel que necesita hacer un camino en silencio para que se sienta en compañía.
Estas son las obras que Jesús nos pide. Mirar a Jesús en ellos, en esta gente.
¿Por qué? Porque Jesús a mí, a todos nosotros, nos mira así”.
Al finalizar, el
Papa Francisco evocó su reciente viaje a Armenia “un pueblo que, en el curso de
su larga historia, ha testimoniado la fe cristiana con el martirio” y agradeció
a Dios por este viaje, a todo el pueblo armenio por haberlo acogido como
peregrino de fraternidad y de paz y al Supremo Patriarca de la Iglesia
Apostólica Armenia quien dijo: “fraternamente me ha hospedado por tres días en
su casa”.
En esta línea, el
Santo Padre recordó que en tres meses viajará a Georgia y Azerbaiyán, otros dos
países de la región del Cáucaso para “por una parte valorizar las antiguas
raíces cristianas presentes en aquellas tierras –siempre en espíritu de diálogo
con las otras religiones y culturas- y por otra parte, animar esperanzas y
senderos de paz”.
(Mercedes De La
Torre – Radio Vaticano).
Voz y texto completo
de la catequesis del
Papa Francisco:
Queridos hermanos y
hermanas ¡buenos días!
¡Cuántas veces,
durante estos primeros meses del Jubileo, hemos escuchado hablar de las obras
de misericordia! Hoy el Señor nos invita a hacer un serio examen de conciencia.
Es bueno, de hecho, no olvidar nunca que la misericordia no es una palabra
abstracta, sino un estilo de vida. Una persona puede ser misericordiosa o puede
ser no misericordiosa. Es un estilo de vida, yo elijo vivir como misericordioso
o elijo vivir como no misericordioso. Una cosa es hablar de misericordia, otra
es vivir la misericordia. Parafraseando las palabras del apóstol Santiago (cfr
2,14-17) podemos decir: la misericordia sin las obras está muerta en sí misma.
¡Propiamente! Lo que hace viva la misericordia es su constante dinamismo para
ir hacia el encuentro de las necesidades de aquellos que están en dificultad
espiritual y material. La misericordia tiene ojos para ver, oídos para
escuchar, manos para levantar…
La vida cotidiana
nos permite tocar con las propias manos tantas exigencias de las personas más
pobres y más probadas. A nosotros se nos pide aquella atención particular que
nos lleva a darnos cuenta del estado de sufrimiento y necesidad en el que están
tantos hermanos y hermanas. A veces, pasamos delante de situaciones de
dramática pobreza y parece que no nos tocan; todo continúa como si nada pasara,
en una indiferencia que al final nos hace hipócritas y, sin que nos demos
cuenta, termina en una forma de letargo espiritual que hace insensible el ánimo
y estéril la vida.
Hay gente que pasa
por la vida, que va por la vida, sin notar las necesidades de los otros, sin
ver tantas necesidades, espirituales y materiales, es gente que pasa sin vivir,
es gente que no sirve a los otros. Y recuerden bien: quien no vive para servir,
no sirve para vivir.
¡Cuántos son los
aspectos de la misericordia de Dios hacia nosotros! Del mismo modo, cuántos
rostros se dirigen a nosotros para obtener misericordia. Quien ha experimentado
en la propia vida la misericordia del Padre no puede permanecer insensible
frente a las necesidades de los hermanos. La enseñanza de Jesús que hemos
escuchado no permite vías de escape: Tenía hambre y ustedes me dieron de comer;
tuve sed, y me dieron de beber; estaba desnudo, prófugo, enfermo, preso y me
han ayudado (cfr Mt 25,35-36). No se puede hacer esperar a una persona que
tiene hambre: es necesario darle de comer. Jesús nos dice esto. Las obras de
misericordia no son temas teóricos, sino que son testimonios concretos. Obligan
a remangarse las mangas para aliviar el sufrimiento.
A causa de los
cambios de nuestro mundo globalizado, algunas pobrezas materiales y
espirituales se han multiplicado: demos, pues, espacio a la fantasía de la
caridad para individuar nuevas modalidades operativas. De este modo, el camino
de la misericordia será siempre más concreto. A nosotros, por lo tanto, se nos
pide permanecer vigilantes como centinelas, para que no suceda que, frente a
las pobrezas producidas por la cultura del bienestar, la mirada de los
cristianos se debilite y sea incapaz de mirar lo esencial.
Mirar lo esencial
¿qué significa? Mirar a Jesús. Mirar a Jesús en el hambriento, en el preso, en
el enfermo, en el desnudo, en aquel que no tiene trabajo y debe mantener a una
familia. Mirar a Jesús en estos hermanos y hermanas nuestros. Mirar a Jesús en
aquel que está solo, triste, en aquel que se equivoca y necesita un consejo, en
aquel que necesita hacer un camino en silencio para que se sienta en compañía.
Estas son las obras que Jesús nos pide. Mirar a Jesús en ellos, en esta gente.
¿Por qué? Porque Jesús a mí, a todos nosotros, nos mira así.
Ahora pasamos a
otra cosa…
Hace unos días el
Señor me ha concedido visitar Armenia, la primera nación que abrazó el
cristianismo, al inicio del siglo IV. Un pueblo que, en el curso de su larga
historia, ha testimoniado la fe cristiana con el martirio. Doy gracias a Dios
por este viaje, y estoy vivamente agradecido al Presidente de la República de
Armenia, al Catholicós Karekin II, al Patriarca, a los Obispos Católicos y a
todo el pueblo armenio por haberme acogido como peregrino de fraternidad y de
paz.
Dentro de tres
meses haré, si Dios quiere, otro viaje a Georgia y Azerbaiyán, otros dos países
de la región del Cáucaso. He recibido la invitación a visitar estos países por
dos motivos: por una parte valorizar las antiguas raíces cristianas presentes
en aquellas tierras –siempre en espíritu de diálogo con las otras religiones y
culturas- y por otra parte, animar esperanzas y senderos de paz. La historia
nos enseña que el camino de la paz requiere una gran tenacidad y continuos
pasos, comenzando por aquellos pequeños y poco a poco haciéndoles crecer, yendo
el uno al encuentro del otro. Precisamente por esto, mi deseo es que todos y
cada uno den su propia contribución para la paz y la reconciliación.
Como cristianos
estamos llamados a reforzar entre nosotros la comunión fraterna, para dar
testimonio del Evangelio de Cristo y para ser levadura de una sociedad más
justa y solidaria. Por esto, toda la visita ha sido compartida con el Supremo
Patriarca de la Iglesia Apostólica Armenia, quien fraternamente me ha hospedado
por tres días en su casa.
Renuevo mi abrazo a
los Obispos, a los sacerdotes, a las religiosas y a los religiosos y a todos los
fieles en Armenia. La Virgen María, nuestra Madre, los ayude a permanecer
firmes en la fe, abiertos al encuentro y generosos en las obras de
misericordia. Gracias.
(Traducción del
italiano, Mercedes De La Torre – Radio Vaticano).
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